sábado, 19 de julio de 2025

DÍA 13. LOUDENVILLE - PEYRAGUDES (10,9 KM)

La esperada cronoescalada de Peyragudes no ha aportado gran cosa, más allá de una cuarta victoria de etapa para Pogačar. El día anterior había sido tan determinante, y las diferencias entre los mejores corredores de la general tan amplias, que apenas hubo cambios en la general. Pogačar afianzó todavía más su primera posición, Vingegaard se recuperó, con una excelente crono, mientras que Evenepoel ya empieza a sentir el aliento de Lipowitz en el cogote. Solamente Onley pasó a Vauquelin. 

Bicicleta convencional y por sensaciones. 


A diferencia del Giro de Italia, el Tour de Francia no acostumbra a programar cronoescaladas puras. Lo suyo son más bien las cronoescaladas mixtas, con bastante llano inicial. Así han sido los últimos ejemplos recientes, absolutamente memorables (2020 y 2023), la de 2016, en un recorrido parecido a la de 2023, con victoria de Froome, y otros más antiguos, como la de Morzine-Avoriaz de 1994, que ganó Ugrumov, o la del Mont Ventoux de 1987, que ganó Jean-François Bernard. La última cronoescalada pura data de 2004, en el Alpe d'Huez, con victoria de Armstrong. Esta crono de Peyragudes no pasará a la gran historia del Tour de Francia, puesto que no ha pasado gran cosa. 

Siguiendo el guion marcado, Pogačar consiguió el mejor tiempo. Consiguió una media de 28 km/h, distanciando a Vingegaard en 36'', una diferencia menor teniendo en cuenta la disparidad de rendimientos de Hautacam. A diferencia de los otros grandes nombres (Vingegaard, Evenepoel, Lipowitz, Roglič), Pogačar no empleó una bicicleta de crono, sino su bici aero de todos los días, con algunos marginal gains insignificantes. Con los restos de la caída del día de Toulouse en el antebrazo, parecía que tenía difícil apoyarse en un manillar de crono convencional y prefirió apostar por el romanticismo de una bici convencional, sin radio además. La impresión que dio fue la de conseguir la victoria sin forzar. Por su parte, Vingegaard volvió a utilizar el llamativo casco aerodinámico de todas las cronos de Visma, ese que le da una apariencia entre una seta y un caracono. En Visma sí apostaron por la bici de crono, como también en Red Bull, aunque Vingegaard apenas fue acoplado durante toda la ascensión, a diferencia de Lipowitz y Roglič. Es curioso que esta vez no se haya hablado del material como elemento diferenciador que propicia las grandes medias. Al final, como casi siempre, contaron más las piernas que todas las pijadas añadidas.

Pogačar entró silbando, confirmando los mejores tiempos marcados desde el primer punto cronométrico. En cambio, el rostro de Vingegaard denotaba bastante más esfuerzo, después de sobrepasar a Evenepoel en la rampa final. De todas maneras, partiendo de cero y sin tueste previo, Pogačar y Vingegaard estuvieron más igualados. Desde Visma ya se han apresurado a decir que todavía queda Tour y al menos han reconocido que la jornada de Hautacam no fue de las mejores de Vingegaard. Lo que no han reconocido es que el ritmo demencial del Soulor quizá les jugó una mala pasada en el final de Hautacam.

Estudios aerodinámicos contrapuestos.


Los demás, de nuevo, han llegado bien lejos. La crono de Roglič, un especialista en estas cosas, fue excepcional, pero aun así se dejó 1:20 con Pogačar. Lipowitz también hizo una buena crono dentro de los parámetros humanos, y con ello se queda a las puertas del pódium. En quinta posición hizo Plapp, con un resultado tempranero y que se mantuvo en primera posición durante gran parte de la prueba. Entre los otros grandes nombres de la general, el resultado de Evenepoel fue bastante malo. 

La imagen del día. Pogačar no dobló a Vingegaard, pero este sí dobló a Evenepoel. 


Esperaba una mejor crono del belga, aunque fuera cuesta arriba. En el primer punto cronometrado, en el que contaban todavía los 2,5 kilómetros de falso llano y bajada iniciales (pero también un primer kilómetro de ascensión), Evenepoel marcó el segundo mejor tiempo. Luego fue desinflándose, con la cara claramente desencajada, aparentando más edad. En la recta agónica final fue alcanzado por Vingegaard, en lo que quizá fue la gran imagen de la crono. De otros corredores bien situados en la general, como Oscar Onley, la realización apenas ofreció imágenes. 

Roglič consiguió el mejor tiempo, pero le duró poco. 


Hoy hay en el programa otra etapa de montaña, más clásica, con Tourmalet, Aspin, Peyresourde y el final en Superbagnères, que vuelve desde 1989. Hay varios escenarios: una improbable ofensiva de Visma, un control por parte de UAE para ofrecer a su insaciable dios una quinta victoria o etapa para la fuga, con alguna escaramuza por detrás. Me decanto por esta última opción. 


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