domingo, 7 de agosto de 2016

LA MEJOR CARRERA DEL AÑO

Si a un circuito vivo y matapersonas como el de ayer se le suma la reducción de corredores por equipo propia de los JJOO, tenemos como resultado la carrera perfecta. La de ayer estuvo muy cerca de serlo, con una auténtica selección y un final de infarto. Quizá sólo deslució un tanto el resultado un descenso excesivamente peligroso y un público que en algún momento puso en riesgo a los ciclistas. Por lo demás, una carrera como la de ayer, corrida con una actitud ofensiva constante, contribuye a que la prueba de ruta de los JJOO se abra un hueco cada vez más asentado entre las grandes pruebas del calendario ciclista internacional.

El circuito tocaba todos los palos: subida, bajada, adoquín, llano...Era un compendio de lo mejor que se puede ver en pruebas de un día en el ciclismo. El inicio pegado a la costa, por una carretera estrecha que salvaba de vez en cuando algún promontorio, recordaba a la via Aurelia de los últimos kilómetros de la Milán-Sanremo, aunque con una vegetación más bien tropical y exhuberante. Los barrios de edificios en altura, separados entre sí, dominaban las llanuras, encajonados entre la línea de costa y las lagunas interiores. Éstos se alternaban con montañas convertidas en barrios de favelas, como una kasbah de colores. Su amontonamiento daba la impresión de ser como aquellas viviendas neolíticas de Çatal Huyuk a las que se accedía por el techo. O las pigne de Cipressa y Sanremo, encaramadas en colinas para protegerse de los ataques berberiscos. Las llanuras y las montañas ofrecían la imagen clara de un país de contrastes y desigualdades, que tenía su reflejo en un recorrido muy variado y con grandes desniveles. 

En este primer tramo, Tony Martin enfiló el grupo, intentando abrir el primer hueco. Prácticamente se salió sin respiro, después de que la mafia británica se apartase de los puestos cabeceros. Finalmente se formó una fuga que no era de comparsas, sino de gente fuerte que podía abrir hueco con facilidad: Jarlison Pantano, Michal Kwiatkowski, Sven Erik Bystrom, Michael Albasini, Simon Geschke y Pavel Kochetkov. Dos ganadores de etapa de Tour (Pantano y Geschke), dos campeones del mundo, uno profesional y otro sub-23 (Kwiatkowski y Bystrom, ambos campeones en Ponferrada), el tercero este año en la Lieja (Albasini), y un ruso dispuesto a dejar ver a su selección después de los problemas de dopaje. Mientras tanto, Tom Dumoulin abandonaba.  
Bystrom, Kochetkov, Greschke, Pantano, Kwiatkowski y Albasini.


El primer circuito, el de Grumari, tenía lo mejor de un circuito mundialístico: terreno rompepiernas,  alguna rampa importante y bajada pedalabile. Añadía además un tramo de adoquín que se tomaba en bajada. Una reminiscencia del circuito mundialístico de Richmond o más bien un mini-Arenberg costero. En él volaron botellines, saltaron muchas cadenas (la de Porte hasta dos veces), aunque solo hubo una caída destacable, la de un ciclista turco. La ventaja de los escapados, que había alcanzado los siete minutos al entrar en el circuito, se redujo a dos al salir de él. Por delante se relevaban sin descanso; por detrás Imanol Erviti, Alessandro De Marchi e Ian Stannard lideraron la caza.

Primer circuito: Grumari.

A pesar del ritmo, en el grupo principal seguían todavía a cola corredores como el argelino Reguigui o el coreano Joon Yong Seo. Si alguna de las figuras quedaba rezagada, no le era difícil volver a conectar, con algún que otro tras-coche prolongado y vergonzoso: el breve de Mollema, el habitual de Aru y también el que fue más escandaloso, el de Froome y Thomas. 

El segundo circuito se planteaba como un pequeño Giro di Lombardia, con una subida a Vista Chinesa que recordaba a un Civiglio extendido, con una bajada suicida, al mejor estilo italiano-lombardo. Desde la especie de pagoda-mirador que daba nombre a la subida se podía contemplar una vista alucinante de la ciudad, con sus manchas blancas de edificios, sus grises y verdes de las picudas e innumerables montañas, y el fondo del mar, con su poderoso oleaje. Este segundo circuito iba a convertir a la prueba en el circuito de mundial/JJOO más duro en muchisimos años. Así pues, el grupo delantero de Kwiatkowski, Pantano, Geschke, Bystrom, Albasini y Kochetkov lo tomó en cabeza. A medida que se iba ascendiendo, el polaco y el ruso quedaron destacados en cabeza. 

Visión de Río desde "Vista Chinesa": el ciclismo, siempre un buen medio para vender turismo.

Por detrás comenzaron los movimientos tácticos: Damiano Caruso, que había estado tirando en sustitución de De Marchi, lanzó un ataque para evitar el desgaste de su selección. Sorprendentemente salió a su rueda Greg Van Avermaet, en un movimiento que consideré demasiado precipitado y quizá suicida. Afortunadamente me equivoqué (tras muchos años viendo ciclismo-rácano, algo incluso se contagia). A estos dos se unieron Sergio Luis Henao y Geraint Thomas, y más tarde Rein Taaramae. Se formaba así un cuarteto perseguidor en el que el italiano era el más débil. Por detrás, como es habitual, la selección española tuvo que trabajar. Ante la desaparición de Ion Izagirre (al que no se vio en ningún momento de carrera), Jonathan Castroviejo tuvo que asumir todo el peso, en lo que viene siendo el sino característico de España/Movistar con Valverde. Mientras tanto, la dureza de la ascensión fue cobrándose sus víctimas importantes: Tim Wellens y Wout Poels. 

La segunda ascensión supuso la neutralización de los fugados por parte del grupo, y la unión en cabeza de Van Avermaet, Henao, Thomas y Caruso con Kwiatkowski y Kochetkov, que aguantaron poco. Taaramae cedió y al ser neutralizado, comenzó a forzar el ritmo en el grupo trasero, preparando el terreno para su único compatriota, Tanel Kangert. Fue sustituido en el grupo cabecero por Andrey Zeits, que en un sorprendente ataque dio caza a los escapados, Los Astana volaron ayer. 

Fue en el descenso donde se produjo el movimiento táctico del día. Las cámaras no ofrecieron imágenes, ya que el descenso fue tan rápido que las motos se vieron incapaces de seguir a los que más arriesgaron. Solo vimos a Richie Porte dolorido en la acera después de haber impactado contra un árbol. Ya finalizada la parte difícil del descenso, Fabio Aru y Vincenzo Nibali alcanzaron al grupo delantero. Con ellos llegaron también Rafal Majka, Adam Yates y Jakob Fuglsang. Tanto Caruso como Kwiatkowski se vaciaron para sus respectivos líderes antes de la última ascensión. Por detrás, Castroviejo se apartó y fueron Valverde y Cancellara los que tiraron para sus compañeros. El murciano se sacrificó para que Rodríguez pudiese tener opciones de ganar su última carrera profesional à la Vinokourov. 

El desafortunado Porte fue el primero en caerse en el peligroso descenso de Vista Chinesa.
En la última subida se vieron varios fuegos de artificio. Nibali aceleró repetidamente, y logró seleccionar el grupo delantero, aunque como le sucediese en el Joux Plane el pasado Tour, no pudo marcharse en solitario. Por detrás, Purito Rodríguez, Louis Meintjes y Julian Alaphilippe salieron del paquete y dieron alcance al grupo delantero, al mismo tiempo que Adam Yates cedía. Tanel Kangert se quedó en tierra de nadie y Chris Froome también lo intentó, aunque acabó rebasado por varios ciclistas, y con Rui Costa a rueda: la peor pesadilla de un perseguidor. Durante toda la ascensión, los más escaladores (Nibali, Henao, Majka) intentaron abrir hueco, pero Van Avermaet y Thomas sufrieron para mantenerse a una distancia prudencial que les permitiese reducir la diferencia en el descenso y el llano. Sin embargo, la última aceleración del siciliano parecía ya la definitiva, con Henao y Majka a su rueda. Un trío para jugarse las medallas. 

Nibali, Henao y Majka (vía Getty Images)

En el descenso, Nibali intentó reafirmar su superioridad distanciando a los otros dos. Parecía no tenerlas todas consigo en el sprint y por eso pudo decidir forzar. Pero Henao también es un gran descendedor y le costó dejarlo de rueda. Como una jugada del destino, el azar le devolvió lo que le dio en el Agnello: Nibali se fue al suelo, también Henao. Los elevados bordillos laterales les dejaron fuera de carrera, con el doloroso resultado de clavícula rota y pelvis dañada respectivamente. Majka, que había bajado con más prudencia, se los encontró en el suelo y pudo seguir su camino en solitario. En el grupo perseguidor también cayeron Thomas y Alaphilippe. Al galés se le vio caído en uno de los surcos que limitaban peligrosamente la calzada, pero como es de roca, continuó.   

Henao y Nibali caídos. Majka prosigue en solitario.

Nibali caído.

Al concluir la bajada, Majka estaba solo en cabeza. Quedaban todavía 10 kilómetros a meta. El polaco tenía que darlo todo, pero no está acostumbrado a rodar solo. Por detrás se formó un grupo perseguidor con los restantes de las caídas: Van Avermaet, Fuglsang, Aru, Meintjes, Rodríguez, Yates, Zeits y Alaphilippe, que volvió al grupo in extremis. Tres Astana de ocho. De todas formas, el grupo no parecía organizado. Rodríguez daba sus característicos relevos (los mismos que dan Valverde y Costa), abriéndose y mirando siempre al corredor que le sigue. Meintjes y Yates no están acostumbrados a que les dé el aire. La persecución parecía condenada al fracaso. Van Avermaet intentó marcharse, pero Purito le cogió la rueda: el típico marcaje para favorecer siempre al escapado. El mismo que se vio en la Clásica de San Sebastián. 

Rodríguez, Van Avermaet, Zeits, Aru, Meintjes y Fuglsang: nadie releva.


Por delante, Majka boqueaba y cabeceaba. No estaba en su medio. Demasiado pequeño para rodar solo. Por detrás, Van Avermaet se marchó a la parte trasera del grupo, a recuperar o quién sabe si coger fuerzas para el sprint por la plata. Alaphilippe reclamaba relevos; no obtenía respuesta, hasta que Fuglsang lanzó un ataque seco, que fue respondido de inmediato por Van Avermaet. Nadie se movió para cerrar el hueco: las medallas estaban ya repartidas. Alaphilippe lo intentó tarde. 

Majka ante la posible gran victoria de su vida.


Quedaba sin embargo la parte final, la más agónica. Un llano interminable junto al paseo marítimo y la playa, que recordaba al paseo de la Concha de la reciente Clásica de San Sebastián. A Majka se le echaban encima poco a poco. Van Avermaet y Fuglsang parecían haber guardado fuerzas en un cajón muy escondido de sus cuerpos. La carrera se puso realmente emocionante: tenía el sabor de los mejores mundiales (no esos de pacotilla que se celebraron en Copenhague y Australia). Finalmente le dieron caza, y el polaco miró atrás, estiró las piernas, y se contentó con seguirles el ritmo para hacer bronce. En el sprint no hubo opción posible para Fuglsang: ganó Van Avermaet con una superioridad irritante. La misma que no había tenido en el pasado para batir a Cancellara en la Ronde de 2014, por poner un ejemplo. La misma que tiene desde hace dos años para batir a Sagan siempre que quiere, hasta el punto de haberse convertido en su particular "bestia negra".  

1º Van Avermaet, 2º Fuglsang

3º Majka


4º Alaphilippe, 5º Rodríguez, 6º Aru, 7º Meintjes, 8º Zeits

En unos juegos marcados por la concienciación ecológica, gana el belga relacionado con los tratamientos de ozono: un pequeño símbolo de los nuevos tiempos. Contando desde el principio entre los favoritos visto su rendimiento en el Tour, el corredor belga tuvo mucha fuerza, supo sufrir en las subidas y tuvo también esa intuición que nunca han tenido ni Purito ni Valverde para saber leer las carreras sin esperar al sprint o a la cuesta final. Es lo que se llama anticiparse a los movimientos del rival, y es una habilidad que suele estar muy relacionada con la victoria. Un digno vencedor, que corona así una carrera plagada de puestos de honor, que vaticino que se convertirán en victorias en los años venideros (tiene todavía edad para una "vejez" valverdiano-puritiana demoledora). 


Así pues, ésta ha sido la mejor carrera del año, con un circuito trepidante, un espiritu ofensivo sin descanso por parte de los corredores, con escapadas de tipos fuertes desde el primer minuto. Esto nos ofrece una gran lección: ¡qué bonito es el ciclismo cuando se corre sin pinganillos y con una reducción del número de corredores por equipo que fuerza a correr a la ofensiva! Lo que viene siendo la antítesis del estilo Movisky del pasado (y digno de olvido) Tour de Francia.