Después de la profunda siesta de la tercera etapa, el pelotón afrontó la etapa entre Amiens y Rouen con más interés. La etapa unía las catedrales de ambas ciudades, la de Rouen motivo de varias pinturas de Monet. La organización había preparado un tramo final muy intenso, con un encadenado de cotas y, ya en la misma ciudad de Rouen, un recorrido laberíntico con rampas pronunciadas y giros de noventa grados, un poco a la manera del mundial de Glasgow. A diferencia de la jornada anterior, sí hubo fuga, de cierto nivel además, con Asgreen, Abrahamsen, Lenny Martinez y Gachignard, con el objetivo de acumular puntos para la clasificación de la montaña. El menudo escalador del Bahrain, heredero de una saga franco-burgalesa de ciclistas, ya había digerido lo que le sentó mal el primer día.
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Un primer test en una rampa de 800 metros. |
No tuvieron opción cuando las cosas se pusieron serias. Lenny Martinez alargó un poco el impulso de la fuga, pasando por delante en la cota de Belbeuf, pero ya en la siguiente, la cota de Bonsecours, habían sido neutralizados. En ese punto, en el primer Tour después de la guerra, Jean Robic lanzó un ataque temprano en la última etapa del Tour de 1947 (Caen - París, ¡257 km!), marchándose con Edouard Fachleitner y desbancando al líder, Pierre Brambilla.
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Estela en la cota de Bonsecours que recuerda la etapa de 1947. |
A partir de ese momento, el equipo UAE comenzó a marcar un fuerte ritmo en el grupo, primero con Soler, luego con Sivakov y más tarde con Wellens. La cota de la Grand'Mare, a 12 km. de meta, se subió a gran ritmo. En la bajada, el ritmo fue sostenido por los corredores de Visma, con Campenaerts en cabeza, con su casco aerodinámico al modo de Calimero. Llegaba la última ascensión, la rampa de Saint-Hilaire, 800 metros al 9,4 %. Una vez se retiró Campenaerts de cabeza, Benoot no pudo continuar su ritmo, siendo superado por Narváez, el corredor destinado a lanzar a Pogačar. El ataque de este último no se hizo esperar y fue demoledor. Solo le pudo seguir Vingegaard, que dio la impresión de ceder en un determinado momento, pero que pudo rehacerse, aprovechando que Pogačar relajaba el ritmo un poco antes de coronar.
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En Saint-Hilaire, Vingegaard dio la impresión de ceder, pero aguantó. |
Poco después llegaron hasta ellos Jorgenson, Mathieu van der Poel, Onley, Almeida y Evenepoel. Almeida se puso en cabeza para mantener el ritmo y evitar que entrase nadie más por detrás: Romain Grégoire sí lo consiguió, pero Skjelmose y Vauquelin se quedaron a las puertas. El sprint parecía que iba a ser una repetición del de Lille: Mathieu van der Poel tomó la iniciativa, aferrando con sus manos de labriego el manillar, agitándolo a punto de romperlo, pero a su rueda tenía a Pogačar, que esta vez sí tenía fuerzas como para superarle. Van der Poel no es el mismo con un día de competición que con cuatro en las piernas, de modo que se sentó y fue superado por Pogačar, que conseguía de este modo su victoria número 100. Vingegaard aun tuvo ganas de lanzar la bici, con un golpe de riñón muy depurado, pero no pudo quitarle la segunda plaza a van der Poel. Tras ellos entraron Onley y Grégoire, ambos en un estado de forma excepcional desde el Tour de Suiza. Junto con Vauquelin, son los primeros representantes de la generación nacida a partir de 2001, que viene reclamando ya su parcela de protagonismo. Evenepoel se descolgó ligeramente en los últimos metros.
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Victoria número 100, 18ª en el Tour. |
Desde aquella etapa en el Alto da Fóia de la Vuelta al Algarve de 2019, Pogačar ha ido acumulando victorias con regularidad, gracias a sus dotes poliédricas en lo que al ciclismo respecta: finales en alto, sprints de grupo, fugas lejanas, contrarrelojes... En todo es letal. Ha alcanzado un número mágico, pero no se va a detener ahí. Lo más interesante de la etapa es que Vingegaard sigue a su altura, con un ansia y unas ganas de victoria muy semejantes a las del esloveno. No parece querer esconderse, lo que llama la atención si uno piensa en el ciclismo de hace 10, 20 o 30 años, en el que los corredores de la general se mantenían a la expectativa durante la primera semana, ahorrando. También es verdad que hace 30 años, e incluso 20, los corredores de la general debían afrontar en la primera semana cronos de entre 40 y 60 kilómetros, a sumar al prólogo y a la posible crono por equipos: ahora, con una sola crono más corta, pueden gastar fuerzas en otros escenarios.
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Primer triunfo profesional de Pogačar en el Alto da Fóia, en 2019. |
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Jacques Anquetil ganando su primera etapa en el Tour, el segundo sector de la 3ª etapa de 1957, en Rouen, su ciudad. |
Hoy precisamente llega la crono, 33 kilómetros, en la será que curioso comprobar si lo que se vio en el campo de pruebas del Dauphiné se confirma en el Tour. Remco Evenepoel es el principal favorito, en estos momentos a 0:58 de Pogačar y 0:50 de Vingegaard.
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