lunes, 22 de julio de 2024

ABUSO ABSOLUTO

Por fin ha terminado el Tour de Francia. Una vuelta de tres semanas de intensidad, de aburrimiento y de culebrón, a la que le ha sobrado la última. Desde la demostración de Pogačar en Plateau de Beille, la carrera estaba más que decidida. Esta vez no iba a haber ni un Granon ni un Col de la Loze que se le atragantasen al esloveno, puesto que no ha tenido ni un atisbo de mal día, como indicó ayer en las entrevistas. Ha ganado las tres últimas etapas, algo digno de un sprinter. Si en el Giro las seis etapas ganadas se interpretaron como un síntoma de una competencia menor, ¿Qué se puede decir de las seis que ha obtenido ahora? Es algo que todavía tengo que procesar. Su nombre se une a los de Coppi, Anquetil, Merckx, Hinault, Roche, Induráin y Pantani en cuanto al doblete Giro-Tour. Es cierto que pocos ciclistas lo habían intentado en los últimos veinticinco años, dado el sistema de los picos de forma. Ahora, con un pico de forma eterno, la carrera de Pogačar hacia la cima solo parece obstaculizada por uno o dos nombres del pasado. 

Un pódium de altísimo nivel, de los mejores de siempre.

Las diferencias han sido abultadas, pero siguen la tendencia de los últimos años. El décimo clasificado, Santiago Buitrago, ha finalizado a 29:03 minutos del ganador, lo que continúa la línea de 2022 (35:39 a Madouas) y 2023 (26:30 a G. Martin). Estos últimos cuatro o cinco tours están emparentados. Sobre todo desde 2022 se está viviendo un ciclismo distinto, en el que la fatiga no existe y en el que se va más rápido que nunca. De hecho, Pogačar y Vingegaard han hecho los mejores números de su vida, el danés al menos hasta los Pirineos. El nombre de estos dos ya queda entrelazado para la historia, con nada menos que 12 etapas en las que han finalizado primero y segundo, algo histórico en el Tour¹, aparte de los cuatro pódiums finales compartidos de forma consecutiva, en primera o segunda posición. 

Si para muchos Armstrong es el monstruo de la pantalla final, estos dos se han pasado el juego. Y de buen rato. Esas comparaciones con Armstrong ya suenan a cosa infantil, a pataleta. En realidad hace tiempo que Pogačar ha superado a Armstrong. Hace ya tiempo que es un ciclista más completo. Vingegaard anda cerca de hacerlo. La forma de correr de ambos es una demostración. En la crono de Niza, con todo decidido, ambos arriesgaron en la bajada, completamente engorilados, jugándose el tipo y todo lo conseguido hasta el momento, con una determinación tan robótica como kamikaze. Tras un pequeño susto, Vingegaard, que conocía menos la bajada, levantó el pie. No así Pogačar, embarcado en una cruzada personal con sabor a revancha. 

Amics per sempre (@vismaleaseabike)


Ese deseo de venganza también se pudo apreciar en la jornada anterior. En Isola 2000, tras cruzar la meta, Pogačar había declarado que permitiría la fuga. Las cosas fueron de otra forma. La etapa se iba a desarrollar en el traspaís niçois, ascendiendo Braus, Turini, Colmiane y Couillole: un territorio comanche de empinadas cuestas y profundas barrancadas, con torrentes secos, de amplio cauce (por el volumen de caudal del deshielo), carreteras de rally y pueblos encaramados en la cimas, a la manera italiana, para otear posibles ataques costeros. Un territorio parcialmente francés, o al menos solo desde 1860, para desgracia del local Garibaldi. Un terreno que Pogačar conoce a la perfección, puesto que es su zona de entrenamientos habitual. 

En la etapa Nice - Col de la Couillole se permitió inicialmente una fuga, con Enric Mas y Richard Carapaz como principales representantes. UAE pareció consentirla, pero Soudal Quick-Step comenzó a imprimir ritmo a partir de la Colmiane, con Moscon en cabeza. Del italiano, completamente desapercibido hasta el momento, podría decirse que se había infiltrado en el pelotón en la salida de Niza sin que los demás se dieran cuenta. Ese ritmo hizo que la diferencia de los fugados se situase de nuevo en torno a los tres minutos al comenzar la Couillole. Es decir, a tiro de Pogačar. El ritmo de Soudal continuó en la última subida con Hirt y Landa, como anticipo a un ataque breve de Evenepoel, que solo sirvió para descolgar a su gregario/colíder Landa. Ese momento fue aprovechado por UAE, en concreto por Almeida, para tomar el control de la carrera. El portugués tenía un doble objetivo: distanciar a Landa y acercar a Pogačar a los fugados. Evenepoel lo intentó una vez más, pero esta vez la respuesta fue clara por parte de Vingegaard, que lanzó un contrataque seco e inmediato a falta de 4,5 km. Solo Pogačar pudo seguirlo.

Vingegaard persistió en cabeza a buen ritmo, con solo unos relevos testimoniales de Pogačar. Dieron alcance y superaron a Mas y a Carapaz a menos 2,5 kilómetros. Estos dos, sumidos en un pique personal, habían hecho toda la subida a hachazos, con la navaja entre los dientes. Al menos fue muy atractivo ver a Mas enrabietado. Pero los otros dos, los sobrehumanos, los rebasaron como bólidos. Carapaz aun intentó seguirles la rueda, aguantándoles hasta los últimos ochocientos metros. Poco después, Pogačar, desprovisto de piedad, lanzó el sprint con violencia, sacando a su enemigo íntimo siete segundos en meta. Algunos vieron esta acción desproporcionada, lloviéndole al líder una nueva oleada de críticas. A mí me parece bien que no haya regalos, aunque quizá se excedió en los pocos relevos y en la brutalidad del sprint. En meta pareció intentar explicarse o disculparse con Vingegaard, pero este, con un gesto rápido, le dio a entender que no tenía importancia. "Yo habría hecho lo mismo", dijo el danés después ante los medios. 

La manita.

Explicaciones en meta (foto:sprintcycling)

I would do the same.



La crono final partía de Mónaco, el estrecho y masificado microestado de los bólidos y los Grimaldi. Ahí estaba en la salida el príncipe, chupando cámara, como en todos los deportes. Se subía a continuación al municipio adyacente de Beausoleil, ya francés, para seguir ascendiendo en una serie de curvas de herradura que, a modo de escalera, conducen a la Turbie. Esta localidad está coronada por el Trofeo de los Alpes, un monumento completamente inventado por los restauradores historicistas del XIX, partiendo de la base ruinosa de un monumento conmemorativo de la época de Augusto. Este templete conmemoraba la incorporación de este abrupto territorio al Imperio, nótese que en época posterior a la famosa conquista de las Galias por parte de César (iniciada desde Marsella y por tanto, sorteando esta difícil conexión entre Italia y la Galia). Todo ello nos habla de la compleja orografía de la zona, de comunicación casi imposible. Desde la Turbie se iniciaba un breve descenso hasta Éze, localidad encaramada en una roca de cara al mar, visitada en su día por Nietzsche en su periplo hacia zonas cálidas en las que encontrar un clima propicio para sus males y donde huir de sus compatriotas. En Éze iniciaba el breve ascenso hasta la cima del col del mismo nombre, con porcentajes muy acusados. Desde allí comenzaba un descenso bastante técnico en su parte inicial, con curvas rápidas y estrechas, y muchas zonas con trapas y reasfaltados, característicos de zonas de urbanización difusa. Desde allí se alcanzaba la corniche, una carretera más amplia, que desemboca en el puerto viejo de Niza. Ahí estaban los únicos cinco kilómetros llanos de la crono, la ida y vuelta por el paseo de los ingleses y el tramo final en la plaza Masséna. 

La crono fue un bodrio insoportable, en el que se mostró, por última vez, la competitividad parcial que ha sido la característica de este Tour, viéndose por primera vez a muchos corredores, como Geschke, Poels o Mohorič, o incluso a van der Poel (a quien, si no lo hubieran buscado las cámaras, tan solo se le habría visto en dos lanzamientos a Philipsen). Lenny Martinez intentó salir de su catastrófico anonimato marcando un buen tiempo, pero eso no salva a su equipo, desastroso tanto en el Giro como en el Tour. En fin, ha habido equipos cuyo rendimiento ha sido nefasto (Décathlon - AG2R, sobre todo después de lo visto a lo largo de la temporada, Groupama - FDJ, Red Bull-Bora después de las retiradas de Vlasov y Roglič, Cofidis) o muy mejorables (Lidl-Trek, Bahrain, Ineos...). 

Resumen gráfico de gran parte del Tour. 

La resolución final de la crono fue la esperada: Evenepoel lo hizo muy bien, pero había algo de subida y sobre todo mucha bajada como para ganar; Vingegaard arriesgó más allá de lo que la prudencia dictaba y Pogačar no fue menos. El mayor conocimiento de la bajada y los segunditos obtenidos en la subida le dieron el sexto triunfo al esloveno, que aun así sacó un minuto en meta a Vingegaard, ampliando su diferencia final hasta los 6:17. No ha llegado a los humillantes siete minutos ansiados, los que encajó en 2023.   

En su zona de confort (@LeTour)

En fin, acabado el Tour toca hacer la valoración. La carrera tiene muchas cosas que mejorar, pero sobre todo dos: la falta de competitividad en las etapas llanas y la permisividad en los fueras de control. En este sentido, Mark Cavendish ha acabado el Tour a 6:23:11, la tercera mayor diferencia con el último clasificado desde 1947, solo superado por los Tours de 1947 y 1952. Es cierto que esta diferencia es más abultada debido a la ampliación del fuera de control, pero resulta un tanto complicado otorgar un premio a la carrera, a la manera de un óscar honorífico, a un corredor que ha llegado a tanta distancia del mejor. La connivencia de ASO con el récord de Cavendish tendría que ser examinada al detalle. La actuación de los jueces de carrera ha sido muy laxa en algunos apartados. La entrada de Netflix ha hecho que muchas veces los sentimientos hayan primado más que la carrera. 

Una vez pasado el Tour, necesito un descanso. La intensidad de los debates y las rivalidades han llegado durante este año a un punto excesivo. Los aficionados han tomado partido con mucha beligerancia en el dualismo Pogačar-Vingegaard, con un recurso al y tú más que recordaba a la política. Esto no parece afectar a los implicados. En el pódium todo eran abrazos y sonrisas entre el primero y el segundo, después de intentar despellejarse en carrera. Es la forma de mostrar el respeto mutuo que se tienen. El tercero en el pódium, Evenepoel, parecía encontrarse en una situación incómoda, como el invitado inesperado a la fiesta. Para los otros dos lo más alto es una formalidad y se diría incluso que el pódium es el único lugar donde pueden relajarse.

"Ojalá esos dos no corran el año que viene",

1. etapas en las que han sido primero y segundo: Col du Portet '21, Luz Ardiden '21, La Super Planche des Belles Filles '22, Peyragudes '22, Hautacam '22, Cauterets-Cambasque '23, Combloux '23, Le Lioran '24, Saint-Lary-Soulan Pla d'Adet '24, Plateau de Beille '24, Col de la Couillole '24, Nice '24.

2 comentarios:

  1. Yo también creo que necesito un descanso para volver a disfrutar más del ciclismo. Demasiada intensidad en todo lo que ha rodeado a corredores, historias, rivalidades... Y como ya son muchos años viendo este deporte, la duda siempre está ahí, y más con esas superaciones de records tan grandes, batiendo por minutos los tiempos de la época oscura de los 90.

    Pero bueno, esto no dejan de ser sensaciones personales. Lo que me molesta realmente es esa teoría tan dañina de que las etapas llanas no valen, que tienen que ser menos, que no ofrecen espectáculo, etc. Pero se obvia lo importante y es el pacto mafioso para que así sea. Pacto que nunca entenderé, porque para un sprint puede haber como mucho 4 o 5 equipos con opciones reales de victoria. El resto deberían querer hacer otras cosas y aún no entiendo el motivo por el que deciden tragar con esto.

    Ánimo con el mono de ciclismo, con el tiempo de oxigenación necesario y muchas gracias por tus crónicas.

    Saludos!

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    1. Lo de la escasa competitividad de las etapas llanas es un problema. Si un gran vuelta está pensada para que todo tipo de corredores tengan opciones de victoria, resulta curioso cómo los grandes rodadores se han desentendido de este tipo de etapas. El año pasado se vivió la excepción, con la etapa que ganó Asgreen, pero ello quizá fue debido a la ubicación de la etapa en la última semana (y a que en el año pasado las etapas llanas estaban intercaladas entre etapas de media y alta montaña). Quizá la solución resida en poner más incentivos, como bonificaciones y metas volantes. O no ofrecer retransmisiones íntegras. Pero es curioso cómo este Tour se ha caracterizado, más que muchos otros, por la desaparición casi completa de algunos corredores. ¿Küng? ¿Mohoric? ¿van der Poel? ¿Moscon? ¡¿Kragh Andersen?! Pocas veces me vienen tantos grandes nombres que han pasado sin pena ni gloria por el Tour, sin buscar ni siquiera un momento de lucimiento. Quiero pensar que ha sido el covid, que ha acabado afectando a algunos equipos como Ineos o Bahrain. La única manera que se me ocurre de que este tipo de etapas tengan trascendencia es tocar a los equipos en lo que más les interesa: los puntos.
      Por lo demás, el duelo histórico entre Pogacar y Vingegaard está muy bien, pero el resto de corredores han sido meros espectadores. Esta vez sobre todo espectadores de las exhibiciones de Pogacar. Solo Evenepoel ha entrado en esa carrera de dos, y puntualmente otros compañeros de equipo de los tres, como Landa, Almeida o Jorgenson. También creo que las alineaciones de algunos equipos eran francamente mejorables, con muchos veteranos que han dado ya casi todo al ciclismo, pero que más allá del "oficio" parecen poco adaptados a este ciclismo moderno.

      Un saludo y gracias por tus comentarios!

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