lunes, 15 de julio de 2024

¡LAS COSAS QUE HEMOS VISTO!

Vaya fin de semana hemos visto. Los cronometradores oficiosos no daban crédito a los registros de sus relojes. ¡Qué días! Desde aquel fin de semana de Padun, en un contexto menor, no se vivía tal algarabía. Vivimos tiempos de espectáculo, con una rivalidad que está escribiendo día a día un episodio más, en un eterno toma y daca de elegantes bastonazos, duelos al alba, o persecuciones con dinamita a la vuelta de la esquina, como en los dibujos animados. Los cronometradores más populistas hablan del pasado con tono admonitorio. Tolón-tolón, agitan las campanas a la entrada del pueblo: "¡Tres minutos menos! ¡Tres! ¡Ha caído el tiempo de Pantani! ¡Han sido mejores que Armstrong! Han sido tres minutos, que se recuerde. ¡Han sido tres!". Parecen decir que ese chico, sin apenas vello facial pero con cara de pillo, es peor que los grandes drogados del pasado, cuya fama ardió en la hoguera de las vanidades. ¡Ahí están los tiempos!, dicen. Pero yo no tengo ganas de ser Savonarola, ¡qué le vamos a hacer! Podría escribir un artículo deeply concerned, hablando de esto y aquello, pero no tengo ganas. Mis ganas de pontificar son más limitadas que mi entusiasmo, que tampoco es excesivo. 

Con pelos de superguerrer. 


¿Y qué es lo que hemos visto, en definitiva? Una sorpresa, antes que nada. Los signos parecían apuntar hacia una mayor igualdad entre Vingegaard y Pogačar, incluso es más, a una mayor potencia en montaña del danés sobre el esloveno. El Tour no ha acabado, por supuesto, pero de momento la balanza parece bastante decantada en favor de Pogačar. Se ha encargado de borrar todo atisbo de duda en torno a su rendimiento y sus tácticas. Hace unos días decía que no hacía falta correr con inteligencia si las piernas responden. Hoy lo ha demostrado. No ha sido conservador, algo que no encaja con su personaje, y se ha tirado a fondo a la piscina del mito, con dos ataques y dos grandes ascensiones en Saint-Lary-Soulan y Plateau de Beille. 

Atentados urbanísticos setenteros en los Pirineos. 

Pero antes de llegar a las etapas pirenaicas, en las dos etapas de transición previas, con metas en Villeneuve-sur-Lot y Pau, las victorias habían sido para Girmay y Philipsen. No fueron grandes etapas, de hecho casi las había olvidado. Se resolvieron al sprint: Girmay volvió a salir en el último momento en Villeneuve-sur-Lot y Philipsen, sin equipo, se las apañó para ganar en Pau. El elemento común fue Wout van Aert, en las dos ocasiones segundo. Y los abandonos. En la primera etapa, en una caída en una mediana, Lutsenko se llevó por delante a Primož Roglič. No saldría al día siguiente, sumando su tercer abandono consecutivo en el Tour. También Bilbao se retiraría, así como Ayuso en la etapa de Pau, al parecer aquejados de Covid. La ausencia de Ayuso en UAE apenas se ha notado, incluso se diría que ha contribuido a mejorar el ambiente interno.  

Roglic y el Tour, una relación hecha pedazos. 

La primera etapa pirenaica, con meta en Saint-Lary-Soulan / Pla d'Adet, era corta, de 151 kilómetros, con el paso de tres puertos encadenados: Tourmalet, por su vertiente de Luz-Saint-Sauveur, Hourquette d'Ancizan y la subida final a la estación de esquí de Pla d'Adet, inaugurada para el ciclismo con Raymond Poulidor en 1974. Se formó una fuga, con Lazkano, Gaudu, Healy, Meintjes, Kwiatkowski y alguno más, que no contó con muchas opciones en ningún momento, dado el empuje trasero de UAE. Al llegar a la última ascensión, los de Matxín y Gianetti pusieron ritmo desde la base, primero con Sivakov y luego con Almeida, pero llegado cierto momento, y al parecer bajo indicación directa de Pogačar, saltó Adam Yates. Faltaban 7 kilómetros para la meta. 

Adam Yates de avanzadilla, como en los tiempos de Kelme o de Saeco.


La presencia de Adam Yates delante obligó a Visma a trabajar con Jorgenson, y cuando Pogačar advirtió que el ritmo bajaba, decidió atacar él. No faltaba mucho para la cima, cuatro kilómetros, y su arrancada fue brutal. Sacó rápidamente unos metros a Vingegaard. Con Evenepoel a rueda, Vingegaard contuvo durante un tiempo la diferencia. Pogačar encontró delante a Adam Yates, que le permitió respirar, pero tampoco le sirvió para mucho más. Viendo que Vingegaard se le aproximaba desde atrás, decidió marcharse solo. Quedaba alguna zona de descenso y falso llano, que le vino bien para ampliar la ventaja con Vingegaard. Pogačar pedaleó a fondo, hasta cruzar la línea de meta, obteniendo 39'' sobre Vingegaard, que acusó el último kilómetro final. Las diferencias con el resto fueron mayores: 1'11'' con Evenepoel, 1'19'' con Rodríguez...No solo Pogačar no había seguido una táctica conservadora, limitándose a aguantar, sino que había ampliado ligeramente su ventaja, pasando al ataque. 



El ataque, a 4,6 de meta. 

Mucho gilipollas. 

Aprovechando hasta el final. Después, posturita de hulk.


Al día siguiente sería más de lo mismo, aunque en una etapa más complicada, sobre todo por el calor, el mayor número de ascensiones (aunque más espaciadas) y la distancia. En total, 197,7 kilómetros de etapa, con 5071 metros de desnivel acumulado, lo que la convertía en una etapa dura, pero no de las más duras de los últimos 15 años. Se salía a balón parado con el Peyresourde, para subir a continuación Menté y Portet d'Aspet, Col d'Agnes y finalmente los casi dieciséis kilómetros infernales de Plateau de Beille. Ascensión inaugurada con Marco Pantani en 1998, y en la que ganaron a continuación Lance Armstrong (en 2002 y 2004, aunque ya se sabe qué pasó con sus victorias), Alberto Contador en 2007, Jelle Vanendert en 2011 y Joaquim Rodríguez en 2015. Las ascensiones de la segunda década del siglo XXI fueron en un tono menor, como se puede deducir de sus ganadores.

Esta vez fue Visma el equipo que controló la fuga, impidiendo que asumiese mucha diferencia al llegar a la base de la subida a Plateau de Beille. La fuga era de gran nivel, mejor que la del día anterior, con Enric Mas, Richard Carapaz, Jai Hindley, Tobias Johannessen y Laurens De Plus. Pero no gozaron del beneplácito de uno de los equipos que corta el bacalao en la actualidad. En Visma querían ofrecer una respuesta al nivel de lo mostrado el día anterior por Pogačar. El ritmo de Jorgenson en los primeros cinco kilómetros de subida fue demoledor, dejando el grupo muy diezmado, solo con seis representantes: Landa y Evenepoel, Pogačar y Adam Yates, y Vingegaard y Jorgenson. Buitrago y Carlos Rodríguez fueron los últimos en ceder. Este ritmo demencial, impuesto desde la base, explicaría los registros monstruosos de la ascensión. 

Jorgenson se retira. Parte del récord es suyo, por su labor de liebre


A falta de 10 kilómetros para la meta, Jorgenson echó el resto y dejó vía libre para el ataque de su líder. El ataque de Vingegaard fue seco y contundente, muy valiente, pero Pogačar tomó su rueda con gran facilidad, sin levantarse del sillín. A partir de ese momento, Vingegaard no miró para atrás, con Pogačar a rueda, dispuesto a reventarlo, a reventar él o a reventar los dos, en estas tácticas tan kamikazes que asumen sin titubeos estos dos corredores. Hicieron los siguientes kilómetros a gran velocidad, como si fuesen en llano. Tuvo un punto mágico ver rodar, casi flotar, a estos dos corredores, por pendientes que indicaban en algunos casos el 9% o 10%. A falta de 5 kilómetros, en unas pendientes endurecidas, se vio cómo Vingegaard abusaba de desarrollo, con Pogačar más ligero a rueda: el danés estaba intentando descolgar en ese momento a su rival, pero este parecía ir muy cómodo a su rueda, casi silbando. Echó una mirada atrás y, tras ese breve síntoma de debilidad de Vingegaard, Pogačar lanzó su ataque. Se conocen bien, llevan cuatro años corriendo una carrera ellos solos, y cada pequeño gesto, cada cambio imperceptible en la compostura de sus cuerpos o en la expresión de sus rostros es un indicio que es leído con atención e interpretado consecuentemente. 

Vingegaard dándolo todo y Pogacar sentado. 

Una miradita que es una confesión de debilidad.

Pogacar no perdona. Faltan 5,4 a meta. 


A 5,4 kilómetros, Pogačar se marchó solo. Quedaban rampas duras todavía, pero Pogačar las acometió sin necesidad de levantarse del sillín, solo empujando a base de riñones, con ese leve cabeceo de sus días buenos. Las diferencias en meta fueron más abultadas en esta ocasión, mucho más, una auténtica masacre: 1'08'' a Vingegaard, 2'51'' a Evenepoel y 3'54'' a Landa. Carlos Rodríguez se dejaba nada menos que 5'08''. Los tres primeros clasificados habrían rebajado en tres minutos el tiempo de Pantani (y eso que en algunos lugares se dice que la etapa de 1998 no acabó en el mismo punto, sino unos metros antes). Es indudable que se rodó extremadamente rápido. 


Como si fuera llano. 


Rostro ligeramente desencajado.

Exultante en la victoria. 


Ah, Jesus, the days that we have seen!  ¿Y qué nos queda ahora? Conociendo a Visma y a Vingegaard, todavía no han dado su brazo a torcer. En la general, Vingegaard va a 3'09''. La debilidad de su falta de preparación por la caída ha llegado de golpe en el primer fin de semana de montaña, y existen dos teorías en cuanto a su posible evolución: los que dicen que irá a más, los que dicen que irá a menos. Yo creo que, visto lo visto, es difícil que vaya a más. Pero también todos sabemos que, en los Alpes, Pogačar sufrió en el pasado dos pajarones monumentales, el segundo más severo que el primero. No creo que se llegue al extremo del col de la Loze, pero bien podría acusar un mal día, como el del Granon. En UAE y el propio Pogačar cuentan con ello: no se fían, siguen temiendo a su rival. De ahí todo el despliegue de fuerzas en este fin de semana de los Pirineos. Temen el arma secreta final. Ambos equipos y ambos corredores se llevan estudiando mucho tiempo. Los demás son simples espectadores de un duelo llevado al paroxismo, a la caricatura. Son tiempos de Commedia dell'Arte: tanto Polichinela como Arlequín divierten al público con sus carantoñas y tretas, y todos disfrutan sabiendo que son dos personajes astutos, que hacen reír y disfrutar pero que también saben repartir golpes bajos, dotados como están, a partes iguales, de talento y de oficio.  

------------------------------------------

Intenso duelo, hasta el último metro, en el Giro Donne, entre Elisa Longo Borghini y Lotte Kopecky: una corredora completa, pero tampoco escaladora, y una sprinter-clasicómana, convertida en los últimos años en una todoterreno.  El sábado tuvo lugar el doble ascenso al Passo Lanciano/Blockhaus, con meta en la cima donde se coronaron Eddy Merckx y Nairo Quintana, entre otros. La victoria en el Blockhaus fue para Neve Bradbury tras una gran ascensión, pero por detrás hubo un estrecho marcaje de Kopecky a Longo Borghini, separadas por las bonificaciones al finalizar la etapa tan solo por un segundo. En la etapa final, en L'Aquila, se iba a resolver la situación. Era una etapa quebrada, con final en ligero ascenso hasta la ciudad de los terremotos.  Una fuga delantera impidió que Kopecky pudiese llevarse las bonificaciones. Kopecky intentó echarla abajo, tirando casi en solitario desde el grupo de favoritas, puesto que su única compañera, Niamh Fisher-Black, no tuvo un gran día. Finalmente, Longo Borghini no tuvo piedad, y aprovechó el desgaste previo de Kopecky para distanciarla en el sprint en cuesta. Sacó una ventaja de 21 segundos sobre Kopecky, que maquillaba un resultado demasiado estrecho. En las declaraciones posteriores, Longo Borghini se reafirmó en su deseo de destrozar a la belga: en el ciclismo femenino siempre se va con la navaja entre los dientes, y no son muy habituales las respuestas o actitudes diplomáticas. 

1º Elisa Longo Borghini, 2º Lotte Kopecky, 3º Neve Bradbury. 


4 comentarios:

  1. Yo también hubiera preferido pancartazo final de Pogacar el domingo, donde solo le metiese a Vingegaard algunos segunditos más la bonificación... y a Pantani algo más de 2 min!

    Como en esas tablas históricas donde gregarios de otra EPOca subían más rápido que los Contador & Cía, estamos en una nueva era... Como consuelo, aparte del espectáculo vivido, es que como a principios de los 90, ayer vimos volar principalmente a los dorsales terminados en 1.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La gran diferencia con los noventa y principios del 2000 es que, en aquella época siempre surgía algún contendiente random, la mayor parte de las veces un corredor experimentado que, de golpe, daba un "salto de calidad". Riis, por ejemplo, que empezó su carrera con algún que otro fuera de control. Por no hablar de tipos más extraños, como Rodolfo Massi o cualquiera de aquellos italianos. Ahora siempre son los mismos, corredores que han destacado desde muy jóvenes. En las velocidades, esta época recuerda a los 90-00, pero en cuanto a saltos de calidad, aquella época se acercaba más al periodo 2009-2020, años en los que también hubo evoluciones repentinas y extrañas (Wiggins, Froome...).
      Un saludo.

      Eliminar
  2. Pues todo lo hablado anteriormente no ha valido de nada, la magia del ciclismo... Pogacar más fuerte que nunca antes un Vingegaard que no creo que ande muy lejos de su mejor versión. Las minutadas que han sacado en dos etapas a todos son de otros tiempos, y lo seguirían siendo si sacáramos a Pogacar del mapa y solo dejáramos al danés en la ecuación. Pero es que aún así Landa mejora tiempos de las mejores subidas hasta ahora.

    No sé, yo ando muy mosqueado porque de la ilusión del ciclismo de ataque de los últimos tiempos, y aún siendo consciente de lo que pasa en el ciclismo ahora y siempre, se ven unas cosas tan salvajes que no me dejan disfrutar plenamente.

    Pero bueno, sigamos comentando... de los dos primeros poco que decir, pero me está sorprendiendo bastante el rendimiento de Evenepoel. Lejísimos de poder ganar un Tour ante las dos bestias, pero está siendo el mejor de los "mortales". Supongo que Roglic hubiera andado por ahí, pero está todo bastante descafeinado.

    En fin, a ver qué pasa en la Bonette, que yo creo que es el único momento donde podría cambiar algo la situación actual.

    Saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En parte es la misma sensación que tengo yo. Las dos etapas me dejaron una sensación extraña, como de estar viendo algo incomprensible, que obliga a dejar en suspenso la razón. Me pasó un poco lo mismo con la crono de Combloux del año pasado, que me pareció muy salvaje. Ahora Pogacar "se la ha devuelto". Espero que en lo que queda se vea ciclismo, pero en unos parámetros más normales.
      Un saludo!

      Eliminar