viernes, 19 de julio de 2024

NUEVA EXHIBICIÓN DE POGAČAR EN EL TECHO DEL TOUR

Desde Isola 2000, casi en la frontera italiana, Tadej Pogačar ha mandado un mensaje claro y definitivo sobre este Tour. Aunque hubiese algo de autoengaño en muchos de nosotros, ya estaba todo decidido en la salida de Embrun y la etapa ha sido un trámite, uno más en esta carrera sin límite de Pogačar con la historia. En meta, sin que apenas se le notase el cansancio, el esloveno celebraba con los cuatro dedos en alto y una reverencia palaciega. Por detrás, en concreto 1:42 después, han llegado Evenepoel y Vingegaard. Una vez cruzada la meta, el danés se ha desmoronado en los brazos de su mujer, dejándose llevar por la extenuación y quizá el llanto. Era la asunción de su derrota, pero también el reconocimiento de un gran logro. Como algunos preveían, su progresión en este Tour ha ido de más a menos, un poco en la misma línea que la de Pogačar en 2023. Aunque no haya podido rivalizar este año de tú a tú con Pogačar, habiendo pagado en la última semana su preparación relámpago, su vuelta después del terrible accidente de la Itzulia ha sido algo milagroso y digno de todos los elogios. 


Las dos caras de la moneda

El trazado de la etapa ha sido fantástico, no así su predecible resolución. Era un calco de la etapa de 1993 en la que llegaron delante Rominger e Induráin, pero sin el Izoard como antesala. Esta vez ya había suficiente con tres ascensiones por encima de 2000 metros, Vars, La Bonette e Isola 2000, prácticamente enlazadas, sin valles de transición. En aquel entonces, el campeón navarro dejó de sprintar para permitir que Rominger se llevase un triunfo sin disputa. En esa faceta magnánima Induráin fue una anomalía, no una regla: como campeón forjado en el gregariato, no tenía el hambre de victoria de campeones precedentes y posteriores. Su carácter excepcional, y por otro lado reñido muchas veces con lo que supone competir hasta la línea de meta, hace que muchos establezcan comparaciones erróneas con otras figuras de este deporte. En fin, volviendo al día de hoy, el gran atractivo de la etapa era la Bonette, con sus 2798 metros de altitud y el paisaje casi lunar de su cima. Es difícil disociar esta subida de la imagen de John-Lee Augustyn cayendo ladera abajo en una de sus curvas, frenado afortunadamente por la acumulación de piedras. Tampoco del nombre de Bahamontes, el primero en transitar su cima, allá por 1962. En 1993 pasó por su cima Robert Millar (aka Philippa York, el único ciclista de aquellos días con una constitución física que podría pasar hoy desapercibida) y en esta ocasión lo ha hecho Richard Carapaz. 


¡Qué paraje!

El ecuatoriano formaba parte una vez más de la fuga que marchaba en cabeza. El día había salido algo cubierto, cosa que favorecía a Pogačar, que ya había anunciado de todas las maneras posibles su intención de conseguir la etapa reina. Aun así se había formado la fuga en Vars, integrada por dos Visma, Matteo Jorgenson y Wilco Kelderman, además de Simon Yates, Jai Hindley, Cristián Rodríguez, Richard Carapaz, Oscar Onley, Nicolas Prodhomme y Ilan Van Wilder. Estos tres últimos no han logrado coronar delante en La Bonette. La presencia de dos Visma delante podía interpretarse como el anuncio de un ataque posterior de Vingegaard. Al parecer, así estaba previsto, pero finalmente Vingegaard no se ha encontrado bien para atacar y sus compañeros han continuado para jugarse la etapa. Sorprendentemente Nils Politt ha marcado el ritmo en el grupo de los líderes durante la mayor parte de la ascensión a La Bonette. Entre los principales damnificados por el ritmo del gigantón alemán se encontraba Felix Gall, que no parece estar acabando este Tour de igual manera que el de 2023. Sivakov ha tomado el relevo en la parte final de la subida. Pogačar actuaba como director de orquesta de su equipo, mandando entrar a cada corredor a su momento: en eso ha recordado hoy a Armstrong (y en poco o nada más). Los escapados han coronado con poco más de 3 minutos y medio, que se han convertido en cuatro al finalizar el largo descenso. El paso en cabeza de Carapaz por Vars y La Bonette le daría el maillot a lunares al final de la jornada. En las primeras rampas de Isola 2000 Matteo Jorgenson se ha destacado por delante. 

Jornada monumental de Jorgenson, sin recompensa. 


Pero Pogačar no iba a tener clemencia. Su ataque ha sido a falta de 10 kilómetros y no ha obtenido respuesta. Ha sido un ataque inicialmente sentado, como hacía en el Giro, y después de pie, cuando Evenepoel ha intentado coger su rueda. Luego ya ha ido cogiendo a los fugados, uno a uno, en modo pacman. El último ha sido Jorgenson, a falta de 2 kilómetros. Lo tenía perfectamente calculado. El pedaleo del norteamericano era todavía bueno, pero el de Pogačar era simplemente excelso, de otro mundo, propio de alguien que se desliza sin esfuerzo sobre el asfalto donde los demás padecen. Sus rivales directos han ido perdiendo tiempo, aunque han contenido las pérdidas gracias a que Pogačar ha parecido aflojar al final, mirando constantemente atrás. Luego ha dicho que iba justo en los dos últimos kilómetros y que temía que volviese Jorgenson, pero yo creo que en realidad no quería abusar tanto. Vingegaard se ha dejado guiar por Evenepoel, sufriendo por mantenerse a su rueda. Para ambos, la jornada ha sido un triunfo: para Vingegaard porque se acerca el final de un Tour que se le está haciendo agónico; para Evenepoel porque es la demostración de que puede con la alta montaña. Luego han llegado Almeida y Landa, que consolidan sus posiciones sin desatender sus funciones de gregarios. La gran jornada de Jorgenson le permite ascender al top ten, del que cae Buitrago, que se había limitado hasta el momento a seguir ruedas y a salvar el honor de un equipo que parece una sombra de lo que fue hasta hace bien poco. 



Primero Carapaz. 


Después Simon Yates. 

Finalmente Jorgenson. 


Pero en realidad todos los demás están a un mundo de los tres primeros ciclistas. La ausencia de Roglič ha dejado un Tour sin apenas lucha por las posiciones, puesto que la carrera de corredores como Rodríguez o Ciccone está siendo bastante floja, en todo momento alejada de la lucha por el pódium. De momento, Visma y Soudal-Quick Step colocan a dos corredores en el top ten, UAE a tres. Una parte de mí está gozando del espectáculo diario de Pogačar, aunque suene impopular alinearse con el dominador. Para mí es difícil no congeniar con su ligereza. Pero otra parte desearía tener unos ojos más inocentes para poder gozar sin atisbo de duda. El año pasado los palos le llovían por todos lados a Vingegaard y ahora, como en 2021, le toca de nuevo a Pogačar. Supongo que aguantar las críticas y las sospechas es algo que va con el maillot. Pero personalmente me resultan muy cansinas las tomas de partido forofas en estas rivalidades. Que si este es un soberbio, que si este es un soso, que si aquel tiene huevos, que si este no...En fin, julio, el Tour y la eterna charla de bar de las redes sociales. 

La ligereza. 



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