lunes, 30 de septiembre de 2024

UN DOMINGO SOLEADO EN ZÜRICH

Después de una semana de diluvio constante, el domingo amaneció soleado en Suiza. Las carreras de ruta de los mundiales habían tenido un inicio trágico. La joven suiza Muriel Furrer había fallecido el viernes tras un accidente en la carrera júnior femenina del jueves. Se sumaba una tragedia más en una larga lista que parece no tener fin y que en los últimos años parece haber asumido la voluntad de batir algún siniestro récord. La joven cayó en una zona boscosa y deshabitada; nadie vio su accidente, la lluvia había ahuyentado al posible público; no pudo rastrearse su localización y al parecer solo tras acabar la carrera comenzó el operativo de búsqueda. La lluvia fuerte había complicado notablemente un descenso que, aparentemente, no parecía presentar grandes problemas. Fue un cúmulo de fatalidades y negligencias.

Pasados ya los nubarrones, pero con el ambiente sombrío de la tragedia todavía caliente, se iba a disputar la carrera masculina del domingo. Todas las crónicas parecían ya escritas. Más de alguno habría buscado los nombres de Roche y Merckx en wikipedia, con motivo del posible triplete. Con las portadas ya preparadas, Pogačar no podía decepcionar. Estaba dispuesto a ofrecer un espectáculo propio del ciclismo previo a la televisión. En la jornada del domingo, el loco de Komenda extendió entre dos campanarios de Zürich (o entre dos colinas) una cuerda sobre la que hacer equilibrios de saltimbanqui, para deleite de su público.  


Mi tesoro...

La carrera partía con un claro favorito, Tadej Pogačar, seguido de cerca por Remco Evenepoel. Otros favoritos eran Mathieu van der Poel y Marc Hirschi, entrando cualquier otra opción en el terreno de la sorpresa. Antes de entrar en la primera vuelta del circuito, Mikel Landa, João Almeida y Julian Alaphilippe ya se habían retirado, este último debido a una caída que no se vio en televisión. Poco después lo haría Mattias Skjelmose, inusitadamente abrigado cuando ya todos se habían despojado de chaquetas e impermeables. 

La dureza del recorrido apuntaba a que esta vez no habría una escapada de corredores del montón. De hecho, en la primera fuga había corredores de selecciones destacadas. Estaba formada por Silvain Dillier, Tobias Foss, Rui Oliveira, Simon Geschke y dos corredores más anónimos, el luxemburgués Wirtgen y el polaco Pekala. Aunque la auténtica mecha de la carrera la encendió Pablo Castrillo, en la Bergstraße, a falta de 129 kilómetros. Con tozudez aragonesa, el corredor del Kern Pharma mantuvo un pulso durante unos metros con el pelotón en la cota más dura. Su esfuerzo fue vano, pero motivó el ataque de otras selecciones, formándose una fuga intermedia sin corredores españoles. En ella figuraban Vermaerke, Cattaneo, Sivakov, Vine, Cort, De Plus, Tratnik, Stephen Williams, Staune-Mittet y Lipowitz, gente relativamente importante. 

Con Castrillo comienzan las hostialidades.

Pogacar solo cuenta con Novak por delante (y los letones con Neilands no estaban ahí por azar)


Las selecciones belga y eslovena habían marcado el ritmo hasta el momento, pero con De Plus y Tratnik delante, se desentendieron, incrementándose rápidamente la diferencia de este peligroso grupo intermedio. La responsabilidad recaía en Países Bajos y España, sin representantes en la fuga, pero ninguna de las dos selecciones puso a nadie delante. Prefirieron con buen tino esperar a que otros corredores se pusieran nerviosos, sobre todo los grandes favoritos, que no podían dar por buenas las opciones de De Plus y Tratnik. Poco a poco la diferencia de ese grupo intermedio alcanzaba los 2:40 y Eslovenia contaba ya tan solo con Novak tirando del pelotón y Roglič en la recámara. La situación comenzó a descontrolarse en cabeza del pelotón, con sucesivos ataques de Simmons, Grégoire, Asgreen y Keldeman al pasar por Bergstraße. Al finalizar la cota, Novak dijo basta. En Witikon, Roglič asumió durante un breve tiempo la comandancia del grupo, pero Pogačar ya no se pudo retener más tiempo. Viéndose sin gregarios y con la posibilidad de que la carrera se marchase por delante, no se pudo contener. El ansia por la victoria y la presión autoimpuesta acabaron empujando a Pogačar por el camino de la temeridad. Intoxicado por su propio mito, decidió que era bueno atacar a falta de 100 kilómetros. 

100 kilómetros.


Al principio, lo sucedido pareció inverosímil e irreal. ¿Un ataque a falta de 100 kilómetros, con todos los equipos todavía organizados por detrás? ¿Dónde va ese loco? Al final, la anticipación iba a resultar una jugada maestra, quizá involuntaria. Simmons y Bagioli intentaron seguir su rueda, pero quedaron pronto abrasados. Al descolgarse Bagioli, Pogačar parecía negar con la cabeza, como si estuviese reparando entonces en su error. ¿Se había precipitado? ¿Había iniciado una acción kamikaze que le costaría el maillot arcoíris? Torcía el gesto, como si ya se estuviese hundiendo la daga en el vientre, humillado por su loca cabeza. A falta de 96 kilómetros le llegó la salvación, en forma de Tratnik. Se había descolgado del grupo intermedio para darle una mano y permitirle descansar. Por delante se habían unido ambos grupos, y el dúo esloveno no tardaría en llegar a cabeza (lo haría a falta de 91 kilómetros). En 10 kilómetros, Pogačar había reducido una diferencia de unos 1:45, con la ayuda parcial de Tratnik. 

Bagioli fue el único italiano al que se vio en todo el día. Y por poco tiempo. Desastre azzurro absoluto.


Tratnik disipa las dudas de Pogacar y le convence de su locura. 


En el pelotón la selección belga todavía contaba con efectivos. Parecía que Evenepoel había hecho lo correcto, esperando a su momento, no poniéndose nervioso ante la bravuconada de Pogačar, pudiendo organizar sus piezas desde atrás. Contaba todavía con Quinten Hermans, Campenaerts, Wellens y Van Gils, aunque Benoot fuese un tanto renqueante a cola del grupo. Por delante, Pogačar no obtuvo ningún tipo de colaboración, como era de esperar, e incluso pareció ponerse algo nervioso, intentando irse solo a falta de 86 kilómetros. Tuvo algo de clarividencia y decidió esperar. Tratnik aun tenía cuerda para rato y se puso a tirar del grupo, manteniendo el pulso a Quinten Hermans por detrás. 

Tratnik vuelve a cabeza, aunque mejor acompañado.


Y se pone a tirar, seguido de Vermaerke, Sivakov, etc. 


La diferencia descendió notablemente, con la posibilidad de que la aventura de Pogačar acabase bien pronto. Los neerlandeses también parecían dispuestos a colaborar por detrás. Sin embargo, de un plumazo todo cambió de golpe. El paisaje, hasta el momento soleado para Evenepoel, se convirtió en uno sombrío. En cuestión de segundos, Hermans, Campenaerts y Wellens se descolgaron. Wellens, compañero de Pogačar, realizó una aceleración excesiva y efímera, como si con ella quisiese nadar y guardar la ropa. Benoot apenas apareció. Lemmen, para los neerlandeses, también fue visto y no visto. De golpe todo quedaba reducido a una carrera de tú a tú, entre Pogačar por delante y el resto de favoritos, sin ningún gregario, por detrás. Quedaban 79 kilómetros todavía, pero la carrera comenzó a parecerse a lo mismo de siempre; el mismo cuento que, una vez llegado a la mitad, se sabe ya cómo acaba.

Por detrás parecía que Bélgica tenía controlada la situación. Durarán poco. 

Van Gils el último gregario. Van der Poel se lleva a la boca algo (sacado de su bolsillo trasero). 


En el siguiente paso por Bergstraße, a falta de 78 kilómetros, Tratnik dejó la cabeza. Contaban entonces con tan solo 34 segundos de ventaja, momento en que Pogačar volvió a atacar. Solo le siguió Sivakov, al cual esperó al finalizar la cota. El ruso-francés bastante hacía con seguir la rueda a su líder en el día a día, pero no dudó en darle algún relevo. Durante algún tiempo se tuvo la impresión de que Pogačar podía querer ir con él hasta bien cerca de meta, para asegurar de esa forma un segundo puesto para su gregario (que no compatriota). 

Tratnik deja a Pogacar volar libre. 

Le acompañó Sivakov, que se ganó un buen aumento de sueldo.


Evenepoel comenzaba a desquiciarse, lo mejor que le podía suceder a Pogačar. Cuando Van Gils, su último gregario, se descolgó, Evenepoel intentó marcharse solo, pero sin lograr distanciar a nadie. Desesperado, el borrascoso belga la tuvo esta vez con los norteamericanos, llegando a increpar a Jorgenson con sus modales habituales. También guardo algo para alguna que otra moto. Todo eran síntomas de impotencia; Evenepoel, después de su crono espectacular del pasado domingo, no tuvo su día. No fue capaz de descolgar a nadie y cuando atacó lo hizo la mayor parte de las veces en zonas de bajada. Mientras tanto, Pogačar parecía sortear de nuevo un campo repleto de cadáveres, sin perder la compostura y la elegancia.

Las malas pulgas de siempre.


El pequeño pelotón perseguidor fue reduciéndose todavía más y de él se destacaron Oscar Onley, Toms Skujins y Ben Healy. Tras ellos también saltó Mathieu van der Poel, hasta el momento tan solo siguiendo ruedas. Pudo dar alcance a Onley, pero no a Skujins y Healy, que quedaron durante mucho tiempo como perseguidores más serios de Pogačar. En el siguiente paso por Bergstraße, Pogačar ya se quedó solo rodando delante, la posición en que más cómodo se siente. Quedaba un mundo todavía, 51 kilómetros, una distancia inimaginable en otros tiempos. Pogačar había puesto ya la velocidad de crucero, moviendo sus piernas sin descanso con la continuidad de un juguete mecánico. En esa vuelta se fue conformando por detrás un grupo perseguidor, con Simmons, Vacek, Mas, Adrià, O'Connor, Bardet, Gaudu, van der Poel, Mollema, Evenepoel, Hirschi y Onley. Por delante de ellos, en posición intermedia, rodaban Skujins y Healy, completando ambos un gran mundial, aunque sin recompensa. 

La aventura con Sivakov llega a su fin.

Por detrás, la bonita persecución de Healy y Skujins, sin resultado.



Al paso de la última vuelta, Pogačar contaba con 1:02 sobre Healy y Skujins, y 1:26 sobre el resto. Pogačar había pasado en la anterior vuelta una microcrisis de hambre, llamando con desesperación al coche, que había podido atenderle. Pero por detrás aun había corredores que no habían dado la cara: llegó el turno de Hirschi y de Mas. Ambos dieron alcance a Skujins y a Healy, limitando la ventaja de Pogačar a unos inquietantes 38 segundos, a falta de 17 kilómetros. Quedaba solamente un último repecho y la bajada hasta el lago. Sin embargo, la llegada de O'Connor, van der Poel y Evenepoel por detrás, propició que la persecución comenzase a desorganizarse, subiendo la diferencia ligeramente. 

Llegan los problemas, el miedo del hambre. 

Hirschi sale, Mas lo alcanza con gran facilidad. Mas, favorito para Emilia y Lombardía. 

Mas y Hirschi se acercan peligrosamente a Pogacar. Por detrás, Evenepoel con sus cosas.


Pogačar podía cantar victoria. Había conseguido la locura de su vida: no solo ganar el arcoíris, sino ganarlo en el mismo año en que se gana Giro y Tour (más la Lieja), y no solo eso, sino ganarlo de la mejor manera posible, como en los mejores sueños de un niño, con una escapada de 100 kilómetros, casi todos ellos en solitario. En ningún momento había contado con una diferencia que excediera los 1:10, manteniendo en todo momento en vilo al público, sobre todo en la última vuelta, cuando dio la impresión de que las fuerzas podían empezar a abandonarle. Pero ir por delante en todo momento le había acabado dando resultado, como sucediera también en el mundial de Wollongong con Evenepoel. Esta vez no iba a contar con una ventaja tan holgada, pero su ataque había sido más lejano, y había contado igualmente con la desorganización y las suspicacias de sus perseguidores, incapaces de ponerse de acuerdo. Todos iban a llegar muertos a meta. 

Ante su gran día. 


Ante su gran gesta. ¿Repetirá algo así?


Mientras Pogačar celebraba, O'Connor conseguía burlar la vigilancia de sus compañeros, marchándose para hacer segundo. En el sprint por el bronce, van der Poel acabó imponiéndose sobre Skujins. Mas podía haber jugado sus opciones como O'Connor, teniendo un día espectacular, pero prefirió esperar, acabando octavo, último del grupo perseguidor. Pocas veces se había visto a Pogačar tan destrozado tras cruzar la meta. Aun así, tuvo fuerzas para marcarse una carrera y apartar a algunos fotógrafos que se interponían en su encuentro con su pareja. Todas las locuras del año estaban cobrando sentido. Quizá ahora ya pueda respirar aliviado. Ante los periodistas, Pogačar reconocería su acto estúpido e irracional, pero a la postre había brindado al público una jornada difícil de olvidar. Quizá el mejor mundial que se recuerda. 

O'Connor con astucia consigue el segundo puesto. Temporadón el suyo. 

Medalla pírrica para van der Poel. 


La hazaña de Pogačar se inscribe en un contexto muy concreto. Hasta hace relativamente poco tiempo la última vuelta de un mundial siempre había sido decisiva: ahora parece serlo mucho menos. En 2021, Alaphilippe se marchó solo a falta de 17,4 kilómetros, a falta de dos vueltas, después de haber diseminado por el camino de Flandes toda una serie de ataques. En 2022, Evenepoel se filtró en una fuga a falta de 76 kilómetros y se quedó en solitario cuando restaban 26, adquiriendo una ventaja sideral, digna de otros tiempos. El año pasado, van der Poel se quedó solo a falta de 22. En esta ocasión, Pogačar ha querido inscribirse en esta tradición moderna, atacando a falta de 100 kilómetros y quedándose en cabeza con 51 kilómetros hasta la meta, planteando un reto a su propio cuerpo, probando si estaba a la altura de su propia ambición. 

Un buen pódium, con dos de los favoritos de entrada y un corredor en la forma de su vida. 


¿Vas a ser capaz de resistir esto, cuerpo?

4 comentarios:

  1. Gracias por la crónica.

    Bueno, lo primero a comentar, tristemente, es que hay que lamentar la muerte de otra ciclista. Y no sé cuántos van ya este año, y da miedo pensar en la normalización en la que se está entrando. Esta vez ha sido por un accidente, se supone, porque hasta que no concluya la investigación entiendo que no se sabrá mucho más, pero los detalles que han salido asustan. En fin, descanse en paz.

    Sobre la carrera se puede escribir una novela. El ataque fue un tanto irreal por la lejanía, pero creo que se explica bien en el marco del momento, donde la carrera se estaba yendo fuera de control. Yo sinceramente creo que no estaba previsto algo así por parte del esloveno, que buscaba hacer una gran selección y a partir de ahí perseguir a la fuga, pero que las circunstancias le llevaron a continuar. Después de eso, el caos. Por momentos pensé que Van der Poel no tenía el día, pero creo que no fue el caso. Evenepoel en cambio anduvo nervioso dos horas. No entiendo por qué no atacó en sitios complicados, y sí lo hizo en bajadas o llanos favorables. Ni siquiera intentó un arreón a la desesperada olvidándose de todo lo demás.

    También soy de los que en la última vuelta entrevio una pájara, o agotamiento, de Pogacar. Y por lo visto en los tiempos por vueltas, fue un poco así, pero no para él solo, sino para todos. Los tiempos fueron del orden de 2 minutos peor, con toda lógica, por la distancia el esfuerzo.

    En cuanto a otros nombres, la selección española mucho mejor de lo que yo esperaba. Mas está en forma y es un fondista (el ciclismo actual no le beneficia), pero es desesperante su actitud. No creo que tenga oportunidad igual para pelear por una medalla mundialista, sinceramente. No dar continuidad a algunos movimientos está fuera de toda lógica. En cuanto a O'Connor me parece que ha hecho la mejor temporada del "resto" en cuanto a capacidad. Es decir, dado lo que es, ha obtenido el máximo rendimiento desde el Giro. De hecho creo que tiene peores condiciones que Mas, pero la comparación en esta temporada debería enrojecer al mallorquín, que no optimiza sus virtudes. Muy meritorio.

    El resto en general bien. Healy luchador donde los haya, Skujins (me encanta) demostrando que cuando las condiciones son muy duras, siempre está. Hirschi un poco decepcionante, tal vez, teniendo en cuenta la forma y lo que se vio.

    Ahora quedan las semanas de las clásicas italianas, tan diferentes entre si pero también tan preciadas en este blog. Veremos si Pogacar acaba firmando la que para mí sería la mejor temporada de la historia, por encima de la del 74, creo que es, de Merckx.

    Saludos!

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    1. En mi opinión, Pogacar anticipó una o dos vueltas el ataque que tenía previsto. Se vio sin compañeros, se puso nervioso y se la jugó. Le salió bien porque es él, a otro le hubieran cazado.
      Sobre los demás, esperaba una actuación así de van der Poel, que últimamente ha aprendido a reservar fuerzas. También esperaba más de Evenepoel y el hecho de no desmarcarse de nadie en sus ataques dio una muestra de que no estaba todo lo fuerte que esperaba. En cuanto a Mas, tuvo unas grandes piernas, como en el otoño de hace dos años. Una pena que corra de esa manera, tan reservona, puesto que el mismo ataque que hace O'Connor lo podría haber protagonizado él. Espero que al menos se le vea en estas clásicas italianas de final de año. En el Giro dell'Emilia de mañana estaría muy bien verlo de nuevo ganar.
      Conociendo a Pogacar, querrá todavía ganar algo, sobre todo para lucir el maillot. De todas maneras, quizá para mañana en Emilia todavía le pesen las piernas del desgaste del pasado domingo.
      Un saludo y gracias por comentar!

      PD: al hablar del contexto de ataques lejanos, se me olvidó añadir el mundial de Pedersen. La ausencia de pinganillos ha influido notablemente en que los mundiales se decidan de lejos, a mi parecer.

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  2. Bueno, y se me olvidó comentar lo entretenida que fue la carrera femenina, y lo bien que ganó, sufriendo y aguantando, Kopecky, en un mundial durísimo.

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    1. Sí, sobre la carrera femenina no pude escribir porque ahora no doy abasto. Kopecky jugó sus cartas con astucia, mientras que Vollering se obcecó en sus propias opciones (pasando de sus compañeras de selección) y cerrando muchos huecos, como el último ataque de Longo Borghini. Yo creo que Vos podría haber disputado las medallas, no así Markus, que estaba bastante cascada. Un bonito mundial.

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