martes, 25 de julio de 2023

UN DOMINIO APLASTANTE

Después de un lapso de más de 20 años, durante el cual el Tour parecía una carrera maniatada y predecible, las dos últimas ediciones han devuelto la ilusión al espectador, ofreciéndole una rivalidad sin precedentes. Sin embargo, en esta ocasión el dominio de Vingegaard ha sido aplastante, teniendo que conformarse de nuevo Pogačar con una segunda posición, pero a más distancia que en 2022. De él han venido el entusiasmo y los intentos de remontada, pero ha acabado un año más estampándose contra un muro.

Como La Vie Claire, pero con un corredor por delante.

 

El camino de Vingegaard hacia el éxito no ha sido tan evidente ni lineal como el de Pogačar. Aunque ya demostrase sus capacidades escaladoras en el Angliru en la Vuelta de 2020, pocos podían intuir dos años después el inicio de una nueva era con él como protagonista. Se le ha achacado cierta frialdad y ausencia de carisma, pero habría que matizar este esquematismo. No creo que sea un corredor tan cerebral como aparenta y ni mucho menos un chuparruedas. Sí, es cierto que está en exceso monitorizado por un equipo tan escrupuloso como prepotente, pero no es un corredor sereno: arriesga y ataca de lejos. Su punto débil es la inseguridad, que se expresa en una relación de auténtica dependencia con Pogačar, al que teme y marca de cerca, dado su carácter combativo e impredecible. También el esloveno marca su rueda con insistencia e igualmente también fue objeto de duras críticas durante un tiempo, cuando le comparaban muy a la ligera con Armstrong. Ahora la pelota está en el tejado de Vingegaard. A pesar de sus inseguridades, con esta victoria quizá haya comido completamente la moral del esloveno. Pogačar y su ambiente dudarán sobre la planificación y la preparación, ya que este año no hay excusas posibles (a pesar del problema de muñeca). En mi opinión no deberían alterar los planes, dejando a Pogačar correr donde le plazca, ya que son su versatilidad y su ambición las que lo hacen único. Quizá, eso sí, considere a partir de ahora el Tour como un objetivo casi imposible siempre y cuando Vingegaard participe. 

A día de hoy, 27º y 106º de la historia (según mi ranking, claro). Subirán más.


 ¿Y qué sucede con los demás? Han quedado a un mundo, como si hubiesen corrido otra carrera. Los dos gemelos Yates han ocupado la tercera y cuarta posición. La progresión de Simon Yates ha ido de menos a más. Su hermano Adam ha corrido con cierto estrabismo, mirando tanto a su clasificación como a su líder. En el equipo lo habían presentado como colíder y en realidad no iban de guasa. Tanto la dirección del equipo como algunos entendidos (Sean Kelly) sabían que el final del Tour se le haría largo a Pogačar y era necesario tener una segunda opción, que se sacrificase lo justo por su líder. Ambos gemelos, corriendo muchas veces en pareja, se han mostrado fiables, sin sus petardazos habituales. El quinto puesto lo ha conseguido Carlos Rodríguez de forma heroica, aguantando a la presión de Bilbao después de un tremendo tortazo. Su puesto no ha sido conseguido al modo de Zubeldia, sino que ha dado la cara y, sobre todo, ha ganado una etapa enorme. 

Los auténticos hermanos Mantle de este Tour.

 

Tras una caída y una penalización, conserva la 5º posición por 10''. Merecidísimo.

En fin, acabado el Tour hay que comenzar a pensar en el mundial. Sobre el papel no parece en exceso exigente, más allá de la infinidad de curvas en ángulo recto y lo que deparen las condiciones meteorológicas del día en cuestión. A priori, los cinco grandes favoritos son Jasper Philipsen, Mads Pedersen, Mathieu van der Poel, Wout van Aert y Christophe Laporte. La parejita se ha ido del Tour de vacío, con mucho trabajo para el equipo pero poco lucimiento personal. Tendrán que resarcirse. Philipsen y Pedersen se han mostrado soberbios durante todo el Tour, aunque el primero tendrá más de un enemigo en casa. Por lo que respecta a Laporte, no ha estado tan brillante como en el Tour del año pasado, pero ya en Geelong fue subcampeón y ahora llega con más rodaje en las piernas. Debería ser la apuesta clara de Francia, más allá del prestigio de Alaphilippe.

 

Jordi Meeus sorprende en París a los dos grandes favoritos del próximo mundial.

En un segundo escalón se encontrarían Remco Evenepoel y el propio Tadej Pogačar. Uno llega sin el rodaje del Tour, y habrá que esperar a la Klasikoa para ver el nivel que tiene (seguramente soberbio). En el caso de Pogačar, quizá ha acabado un poco quemado el Tour y habrá que ver cómo recupera durante estos días. La colocación del mundial después del Tour debería ser para él ideal, como sucedió en los juegos de Tokio, pero nunca se sabe. Los mundiales de momento no se le han dado nada bien. En espera a que se confirmen la mayor parte de las selecciones, otros corredores que podrían hacerlo muy bien son Filippo Ganna, Stefan Küng, Kasper Asgreen, Matteo Trentin, Matej Mohorič, Neilson Powless y Tom Pidcock. Seguramente me deje alguno. La única posibilidad de ver un mundial movido es que se entre en el circuito con la carrera ya rota: el precedente de algo parecido es el mundial de Qatar de 2016, muy movido al principio pero soporífero en su parte central. En esta ocasión, de producirse algo así, es previsible algo más de movimiento, al menos que altere un final masivo que el año pasado ya se hubiese producido de no dejar marchar a la ligera a Evenepoel por delante. Tengo la impresión de que la UCI cuida cada vez menos los recorridos de su carrera estrella: sus intereses están en otro lado. Ojalá me equivoque y se vea un gran espectáculo deportivo.

Nos vemos en Escocia.


2 comentarios:

  1. Pues evidentemente yo también soy de la opinión de que Pogacar debe correr todo lo que quiera, y ojalá no se obsesione con el Tour. Parece increible pero un tío de 60 kg lo domina en todos los terrenos. Para mí eso es lo más increíble con diferencia, en montaña podría pasar, pero es que el danés rueda excelentemente bien. Dicho sea de paso la postura encima de la bici que tiene me parece muy buena, muy trabajada, y va en la línea de lo bien que tenía preparada la CRI.

    En cualquier caso, segundo año donde queda un Tour precioso. Al final el Tour es el Tour sobre todo porque van los mejores corredores de cada equipo, la clase media tiene capacidad de hacer etapas más o menos sencillas casi como clásicas, y eso es impensable en el Giro o en la Vuelta. Solo ha habido alguna de fuga pactada (nunca entenderé que cedan a la presión los equipos sin opciones de sprint), alguna actitud lamentable aislada (Philipsen...), y como negativo, que cada vez en las cunetas hay más público dispuesto a hacer el imbécil.

    Del Mundial poco puedo opinar porque no sé realmente como de complicado es el circuito. En teoría no demasiado, pero como siempre, depende del tiempo y de las ganas que pongan todos.

    Gracias por los resúmenes de este mes y un saludo!

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    1. Sobre lo que comentas de la postura, circulan por ahí fotos que comparan en el mismo punto la postura de Vingegaard y Pogacar. Mientras que Pogacar va de pie sobre los pedales (sería de la zona de más pendiente de la crono), Vingegaard va perfectamente acoplado, muy tumbado. Yo creo que incluso mejora (o al menos iguala) la posición de Evenepoel. Ha sido el gran descubrimiento de este año, pues si bien el año pasado ya estuvo a punto de ganar la crono, pocos lo veían capaz de meter tanta diferencia a los rivales. También hay que tener en cuenta que fue algo más parecido a una cronoescalada que a una crono al uso.
      Y como comentas, en conjunto ha sido un Tour bueno. Valoro muy positivamente que hayan colocado las etapas completamente llanas, de sprint casi seguro, de forma salteada. Así el bloque de llano se hace mucho menos pesado e incluso los sprinters van perdiendo algo de fuerza. Ello ha redundado en el dominio aplastante de Philipsen, que es un corredor que pasa bien las cotas y que sabe filtrarse en fugas (todo eso es bueno para el mundial), aunque su imagen haya empeorado notablemente después de aquellos incidentes tan desafortunados.

      En fin, muchas gracias por tus comentarios y un saludo.

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