martes, 18 de julio de 2023

SOBRENATURAL

Incredulidad, estupor, más tarde aceptación, finalmente reconocimiento: estas han sido las fases por las que ha transitado el espectador viendo la única crono del Tour, entre Passy y Combloux, tan solo de 22,4 kilómetros, pero con un paso complicado por la conocida cota de Domancy. Ha sido toda una experiencia sobrenatural, que triplica las sensaciones vividas en la cronoescalada de La Planche des Belles Filles de 2020. Vingegaard ha distanciado a Pogačar en 1:38, una bestialidad dada la corta distancia de la etapa. A su vez, Pogačar ha distanciado a Wout van Aert, tercero hoy, en 1:13. Como si se tratase de una caricatura de Pellos, Vingegaard ha esperado agazapado a su gran rival para atizarle con una maza, en la que ha tachado el nombre de La Planche des Belles Filles para escribir Domancy. Una venganza histórica, en la que esta vez ha sido Pogačar al que le ha tocado morder el polvo. Clomboux ha sido el lugar en el que finalmente el cordón invisible que los unía se ha roto.

Con el corazón en la boca.


Estaba siendo ya un Tour histórico, qué duda cabe, pero ahora lo es más. Los cronometradores oficiosos ya habían registrado los records de las subidas de Marie-Blanque, Tourmalet (por su vertiente de Sainte-Marie-de-Campan), Le Grand Colombier y Saint-Gervais-Mont-Blanc, siempre con los mismos dos protagonistas, a veces uno de ellos solo, otras veces en pareja. El record del Joux-Plane hubiese estado cerca de caer, de no producirse el parón final y el atasco de motos. Ya se sabe que la noción de record en ciclismo de ruta siempre hay que tomarla entre comillas, pero con la crono inhumana de hoy se ha dado una vuelca de tuerca más al carácter único de esta edición: hay que remontarse nada menos que a la época de Anquetil para encontrar una crono en la que el primer clasificado haya sacado más ventaja por kilómetro al segundo clasificado. Se trata de la segunda etapa del Tour de 1961, una crono de 28,5 kilómetros en Versailles, en la que Jacques Anquetil sacó a Albert Bouvet 2'32''. Estamos hablando de otra época, sin lugar a dudas: una en la que no había controles antidopaje. Y hablamos también de Albert Bouvet, corredor cuya mejor victoria fue una París – Tours a lo largo de toda su carrera. No es Pogačar. Se está entrando en una fase del ciclismo en la que cada edición del Tour es mejor que la anterior, cada clásica se disputa más a fuego que la anterior, con el riesgo de que este ascenso incontrolable, excelso casi, acabe estallando con un gran estruendo.


Hoy por fin corrían separados.


Centrándonos en la crono de hoy, se ha visto desde el inicio que Vingegaard estaba en otra dimensión. Wout van Aert había logrado batir el mejor tiempo de Rémi Cavagna y ya tocaba ver actuar a los primeros de la general. Desde el primer instante se ha visto a un Vingegaard enchufadísimo, arriesgando en cada curva. No ha sacado prácticamente en ningún momento las manos del acople aerodinámico. Su posición no tenía nada que envidiar a la cacareada postura de bola de Evenepoel (¡ay, el gran ausente por decisión propia!). La diferencia con Pogačar iba aumentando de forma progresiva en cada paso intermedio. El esloveno ha caído en la trampa de un cambio de bici que tan solo le ha servido para perder más tiempo. Unos 11 segundos se ha dejado, aproximadamente. Su ascensión a Domancy no ha sido buena, siendo superado en ese tramo por Giulio Ciccone (que se había reservado para los puntitos), Vingegaard e incluso Simon Yates. El rostro de Pogačar tampoco era el de los mejores días: ya sin gafas, con la cara afilada y unos ojos grandes y vidriosos, entre ojeras, al modo de un personaje de manga que pide clemencia. Aun así, su crono no puede compararse a la de Roglič en 2020. Ese día, Roglič acabó quinto, por detrás de Dumoulin, Porte y van Aert. En esta ocasión, Pogačar ha sacado 1:13 a van Aert, 1:17 a Bilbao, 1:20 a Simon Yates. Incluso ha doblado a Carlos Rodríguez. Diferencias que serían normales, de no haberse salido Vingegaard del mapa. Si la crono llega a durar un poco más, Pogačar hubiese sido doblado. “Demuestra quién es el mejor ciclista del mundo”, se podía leer en uno de esos ridículos mensajes transcritos de los directores deportivos de Jumbo, siempre tan arrogantes. Vaya si lo ha demostrado: ni Indurain.


"No me destripes, por favor".


Una clasificación a recordar.


En fin, por comentar algo que escape a la parejita, Bilbao ha hecho una crono excelente y se acerca a Kuss. También los dos hermanos Yates la han hecho (la de Simon ha recordado a su sorpresa en Budapest). Adam ha conseguido desbancar por poco a Carlos Rodríguez, que no ha tenido un gran día. Peor ha sido el caso de Hindley, que va en franco declive. Gaudu se ha defendido bastante bien, no así Guillaume Martin, que ha perdido la décima posición con Felix Gall, un corredor extraño que hoy sí ha realizado una buena crono, a diferencia de la última que hizo en Suiza.

Parecía el día de van Aert. Parecía..


Vingegaard tiene ya casi sentenciada la carrera. Es previsible que Pogačar lo intente, dado su carácter ofensivo. La errática dirección de su equipo haría un flaco favor al carácter histórico de este Tour si priorizase un puestecito de Adam Yates por encima del gran objetivo de Pogačar. No creo que lo hagan, pero está casi cantado que Pogačar contará a partir de ahora con un corredor menos, ya que Adam Yates irá a hacer su carrera (como lleva haciendo en realidad durante el 60% de la prueba). Hasta el momento, Pogačar había logrado reponerse del mazazo inicial del Marie-Blanque con una gran capacidad de recuperación. Había sido capaz de conseguir lo que no había hecho en 2022: sacar tiempo de verdad a su rival después de la primera derrota, en Cauterets, Puy-de-Dôme e incluso en el pancartazo final de Le Grand Colombier. También había conseguido poner al público de su parte, una situación muy diferente a la de 2020 y sobre todo 2021. Pero hoy se ha demostrado que su límite como corredor de grandes vueltas tiene nombre y se llama Jonas Vingegaard. Un corredor al que se ha acusado de conservador, de sin-sangre, pero que está lejos de serlo (los ejemplos claros se han visto durante este año por partida triple, en Galicia, el País Vasco y Dauphiné). Hasta el momento se había explicado, de forma un tanto simplista, que el duelo entre Pogačar y Vingegaard era el duelo entre la inspiración y el trabajo, la clase y la perseverancia. Algunos aun siguen con eso. Son paparruchas, claro está. Ambos intentan ir al máximo, más allá de lo que aconsejan la sensatez y la salud personal, embarcados en una carrera por ser el mejor ciclista del siglo XXI. Quizá lo único que los diferencia es la mayor versatilidad del esloveno, su aprecio por las clásicas, lo que le hace más omnívoro, frente al acercamiento más clásico de Vingegaard a sus grandes objetivos. Nada más. Y quizá en que Vingegaard sea, a partir de hoy, el nuevo dominador indiscutido del ciclismo de grandes vueltas.  

La imagen-símbolo de un día histórico

 
El mismo momento desde otra perspectiva (Pauline Ballet)


2 comentarios:

  1. Sin palabras, la verdad. No es comparable a nada, ni siquiera a aquellas cronos con las que empecé a ver ciclismo, reloj en mano para tomar referencias propias junto a mi hermano mientras veía a un navarro de casi 1.90 meter tiempo a todos. La diferencia es que eso parecía más o menos tener una lógica. Pero lo de hoy... Es que no vale ni la excusa de la subida, porque ya en el primer punto cronometrado lo del danés era sobrehumano. Hace tiempo que el ciclismo no tiene medida: o decepciona enormemente o vemos espectáculos casi irreales. No sé qué pensar.

    A ver mañana.

    Saludos!

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    1. Así es, Jaime. No parece haber un límite. Vamos a "momento histórico" por mes, en algunos casos por semana. Las cronos de Indurain, que son el primer referente que nos ha venido a todos a la cabeza, siendo marcianas, eran mucho más largas y por ello las diferencias con el segundo relativamente menores. Lo de ayer parecía una jugada preparada desde hacía tiempo, como si en Jumbo ya tuviesen pensado dar el zarpazo en dos sitios, en Marie-Blanque y aquí. El rostro de Pogačar ayer era de impotencia, nunca se le había visto así, porque a diferencia del Granon o del Marie-Blanque, ayer no tuvo un mal día.
      Gracias por comentar.

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