viernes, 23 de agosto de 2024

LA VUELTA Y SUS TRADICIONES

Tras un inicio de Vuelta somnoliento, marcado por el calor y por los retrasos acumulados en meta, la sexta etapa ha supuesto un giro de los acontecimientos en la clasificación general. No se trataba de un final en alto al uso, siguiendo los modos cuestacabristas  tan idiosincráticos de la Vuelta, sino una etapa de media montaña por la serranía de Ronda, con puertos no muy duros, pero con 3.711 metros de desnivel acumulado. Una vez pasado el puerto del Boyar, la carretera se adentraba, tirando de tópico, en un territorio de guerrilleros y bandoleros, sin un metro llano ni tampoco grandes rectas, sino más bien muchos falsos llanos y un zigzag continuo. Un terreno propicio para una fuga-bidón, como lo fue la etapa de Javalambre del año pasado, no en vano territorio en ese caso de partidas carlistas.

 

Una etapa con la que se puede ganar la Vuelta.


Esa es la tradición que ha reivindicado esta etapa de la Vuelta, la de la media montaña (no la Tradición, entiéndase). El territorio peninsular no tiene grandes puertos, ni prolongados descensos, ni cimas imposibles. Se pueden contar con los dedos de la mano los puertos comparables a los del Giro o el Tour. Pero sí dispone de muchas zonas así, en las que es muy difícil controlar una escapada, en la que no solo cuentan los kilómetros de ascensión continua, sino el machaque de un territorio hostil. El sistema ibérico en el Maestrazgo y en Teruel, las sierras del interior de Alicante, el Macizo Galaico, las montañas de Andalucía...En la Vuelta ha habido innumerables etapas así, algunas decisivas. Es muy recordada la etapa entre Loja y Ubrique que propició la victoria final de Marco Giovannetti en la Vuelta de 1990, aunque el que se pusiera de líder fuera entonces Julián Gorospe. Pero, sin ir más lejos, está todavía muy fresco el recuerdo de Sepp Kuss en Javalambre. 

Jesper Worre fue el ganador de la Loja-Ubrique de 1990.


En esta ocasión, el gran beneficiado del día fue Ben O'Connor, para nada un corredor anónimo, aunque ya se hubiese dejado tiempo en la general. Después del inicio de la Vuelta en Portugal, caracterizado por las etapas al sprint (en Castelo Branco ganó van Aert), llegó la etapa de Pico Villuercas, en Cáceres, en un final prototípico de cuestacabrismo: una ascensión normal, de la que se toma un desvío por unas rampas más pronunciadas, de cemento rayado. En esta etapa O'Connor se dejó 1'11''. No parecía tener su Vuelta. Roglič controló gran parte de la ascensión con un fuerte ritmo, llevándose consigo a Mas, Van Eetvelt, Riccitello y Gall. Más tarde cogieron a ritmo Landa, Tiberi y, cómo no, Almeida. La etapa se resolvió al sprint. Landa intentó sorprender nada más alcanzar al grupo, pero no tuvo nada que hacer ante un sprint muy reñido entre Van Eetvelt y Roglič. El joven belga cometió la novatada de levantar los brazos cuando tenía ya a Roglič en paralelo. El esloveno, experto en estas situaciones, sacó provecho de la imprudencia de su adversario. Adam Yates y Carapaz fueron los grandes perdedores de la jornada. 

Ya ganó una Lieja así.


Al día siguiente vino una etapa con poca disputa camino de Sevilla, donde dio la sorpresa Pavel Bittner, que ya había ganado sus primeros sprints profesionales en la Vuelta a Burgos. De esta manera se llegaba a la sexta etapa, con final en Yunquera y el paso por los puertos del Boyar, del Viento, Puerto Martínez y el Alto de las Abejas. Una fuga marchaba por delante, con O'Connor como principal representante, y acompañantes como Florian Lipowitz, Cristián Rodríguez, Gijs Leemreize, Marco Frigo, Mauri Vansevenant, Urko Berrade, Pelayo Sánchez y alguno más. No parecía un grupo inquietante, así que los Red Bull - Bora dejaron hacer, puesto que Lipowitz iba delante. La ventaja rondaba los cuatro minutos en el momento del ataque de O'Connor. Cuando quisieron darse cuenta, era ya demasiado tarde para los Reb Bull - Bora. Con una ausencia total de capacidad de improvisación, muy alemana (aunque seguramente deba atribuirse a Patxi Vila), siguieron sin asumir la persecución cuando estaba claro que O'Connor les iba a meter una minutada y Lipowitz no tenía nada que hacer en la cuestión del liderato.

Leemreize llegó destrozado a meta. 



O'Connor tuvo una jornada imperial, quizá su mejor día como ciclista, en una jornada que será recordada como una de las mejores de las últimas vueltas. Se le veía rodar con frescura por un terreno sin grandes porcentajes, donde a ritmo se puede hacer mucho daño. Sin ser un gran bajador, pudo abrir ventaja en los revirados descensos ante el pelotón perseguidor, con más dudas y mucho menos ritmo. Se marchó junto a Leemreize, que durante un momento parecía que iba a hacer la de Rooijakkers, pero que en realidad no contaba con fuerzas como para entrar al relevo. Por detrás, una vez retirado Nico Denz de la cabeza, y con la ventaja rondando los cinco minutos, entró UAE con Baroncini y Soler. No fue el día de los emiratíes. Soler hizo muchas caras pero la ventaja no dejaba de aumentar. Finalmente se descolgó, como también hizo Adam Yates, ya con pérdida de tiempo desde Pico Villuercas. Entró finalmente Movistar, poco antes de la última ascensión, con Nelson Oliveira y Canal. Una vez estos se quedaron, le tocó al turno de nuevo a Red Bull - Bora, todavía sin adaptarse a la situación cambiante. Giovanni Aleotti se quedó en cabeza y más que tirar, miraba a ambos lados, buscando colaboración. Ningún equipo quiso sacrificar a sus segundas espadas, no lo consideraban necesario, pero la ventaja ya rondaba los seis minutos. En un último momento, los Reb Bull encontraron colaboración de Bahrain, con Torstein Træen. Demasiado tarde: O'Connor ya había entrado en meta y no le recortaron casi nada. Les había metido tiempo a lo largo de toda la etapa. El grupo llegó a 6'31'', encabezado por Del Toro. El talento mexicano, después de ir a cola de grupo sin colaborar, decidió marcarse un sprint, demostrando una vez más la inexistente dirección de equipo en UAE, un equipo que, cuando no corre Pogačar, se limita a acumular grandes nombres y a que cada uno se monte sus películas. 

Marco Frigo se fue al suelo en Casarabonela, en el descenso de Puerto Martínez.


O'Connor llegó fresco y con una ventaja en la general de 4'51'' sobre Roglič: Kuss no contaba con tanta ventaja, aunque a decir verdad, sus principales rivales los tenía en su equipo. La demostración de que no había habido ritmo detrás era que la mayor parte de la escapada llegó por delante y sprinters como Kaden Groves solo se quedaron en el último puerto. En realidad, le han regalado esa ventaja a O'Connor, un corredor que ha hecho cuarto en Giro y en Tour. No es un don nadie, solo es un poco peor corredor que alguno de los supuestos favoritos de esta carrera. Veremos cómo lo quitan de ahí, dado que sus rivales no son precisamente atacantes. Cuenta con un equipo sólido, con Gall, Valentin Paret-Peintre, Berthet o el desaparecido Lafay. Después de un Tour desastroso, parecen haber vuelto al nivel mostrado en todo el principio de temporada. El gran hándicap con el que cuenta O'Connor es su propia cabeza: es un corredor nervioso e inestable, veremos si es capaz de aguantar la presión y no pierde una minutada en un solo día. 

Su victoria en el Tour 2021, en Tignes, también con minutada (pero no se puso líder).

Su victoria en el Giro 2020, en Madonna di Campiglio, cuando era del NTT.
Eso sí, no debería participar más en esa carrera por veto del organizador.


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