lunes, 19 de agosto de 2024

CON LA NAVAJA ENTRE LOS DIENTES

El final del Tour de Francia femenino ha eclipsado completamente al inicio de la Vuelta a España en Portugal. De momento, poco se ha visto en la Vuelta, salvo la rápida contrarreloj inicial entre Lisboa y Oeiras. Volveremos sobre ella más tarde. El Tour de Francia femenino puede resumirse en dos momentos culminantes: la caída de Demi Vollering en la quinta etapa, a falta de seis kilómetros de meta, y la etapa de ayer, con un exigente perfil que incluía el Col du Glandon y L'Alpe d'Huez. Dos momentos en los que se ha visto un ciclismo inusual en los tiempos que corren, un ciclismo sin ningún tipo de concesión ni buenrollismo, en ocasiones rozando lo rastrero. No veo nada malo en ese ciclismo más auténtico, aunque parezca que no se pueda hablar de él, dada la propaganda existente.

Frialdad en la ceremonia. 


Vista desde la distancia, la carrera se ha decidido en una caída de Vollering en la quinta etapa, en la que su equipo la dejó completamente tirada, prefiriendo jugar opciones individuales. A ello se añadió el equipo de su principal rival, el Canyon- Sram de Niewiadoma, que tiró de forma clara para distanciarla. De nada sirvió la ventaja obtenida por Vollering en la contrarreloj de Rotterdam ni en la etapa de Lieja, en la que llegó a meta junto con Pieterse y Niewiadoma. Parecía entonces que tenía la general encarrilada, pero en esa fatídica quinta etapa, una caída al salir de una rotonda dio con sus huesos en el suelo. Cayeron varias ciclistas, como Georgi, Pieterse o su compañera Fisher-Black (que pasó olímpicamente de ella). A diferencia de Pieterse, que se subió de inmediato a la bici, acostumbrada como está a estos lances en el ciclocross, Vollering se quedó más tiempo dolorida. Su coche llegó tarde y no le sirvió de ninguna ayuda. La parsimonia del mecánico fue incluso insultante. Por delante la carrera estaba lanzada, más si cabe dada su ausencia. Las Canyon-Sram aprovecharon la oportunidad y, sin ningún resquicio de fair play, pusieron todo el potencial rodador de Chloé Dygert al servicio de los intereses de Niewiadoma. Aquí no se trataba de seguir con la carrera lanzada (no hablo de que se tuviera que parar), sino que se comenzó a poner más ritmo precisamente cuando la rival cayó. Se tiró completamente a saco. No hubo disimulo alguno y muy elegante no fue. Con las Canyon-Sram marchaba también Blanka Vas, que no pensó ni por un instante en descolgarse en ayuda de su líder y jugó a ganar la etapa. Al menos lo hizo. Luego hizo el paripé de sentirse muy asombrada y entristecida por el descalabro de Vollering, su líder de equipo y hasta el momento líder de la carrera. Todavía más incomprensible fue la actitud de Lorena Wiebes, que se mantuvo a su rollo para sprintar en un grupo trasero por la intrascendente octava posición, en una actitud individualista y vergonzosa, dado el sacrificio previo de Vollering para sus intereses en los recientes juegos olímpicos. Wiebes vio something yellow on the floor y tiró hacia adelante: ¿Quién necesita enemigas con compañeras así?. Solo Mischa Bredewold le tiró algo, para ser sinceros. 

La caída, fuera de la zona de protección.

Miradas que atraviesan (fotos de los Gruber).


Ahí se ganó el Tour de Francia, en una caída aprovechada por la principal rival y con una completa descoordinación del equipo de Anna van der Breggen, que con su inacción e inoperancia parece boicotear a sus propias corredoras. Vollering había caído a la novena posición. Los días siguientes fueron de espera, hasta la conclusión de ayer. Demi Vollering, la líder destronada, intentó la resolución épica, con un ataque lejano desde el Glandon, pero no le salió. No solo por falta de fuerzas, sino por un cúmulo de circunstancias adversas. Su potente ataque en los últimos kilómetros del Glandon solo fue secundado por Pauliena Rooijakkers, excelente escaladora pero desastrosa bajadora. Vollering la esperó durante la bajada, quizá pensando que Rooijakkers colaboraría posteriormente en el llano. Pero tal táctica se demostró luego completamente errónea. De hecho, ahí perdió por segunda vez el Tour. Rooijakkers iba unos segundos delante de ella en la general y en el llano hasta Bourg d'Oisans se limitó a marcar su rueda, sin relevar. Con su actitud intentaba poner nerviosa a Vollering, pero estaba reduciendo al mismo tiempo sus posibilidades de triunfo en la general final. Una actitud de todo o nada en la que prevaleció la racanería y que finalmente no tuvo un gran resultado para Rooijakkers y su equipo. 

Parecían tenerlo hecho.


Por detrás, Niewiadoma encontró la ayuda desinteresada de las Lidl-Trek de Realiani, con Lucinda Brand tirando de forma descomunal en el valle de Bourg d'Oisans. También Evita Muzic y Cédrine Kerbaol colaboraron, sobre todo la primera durante la subida a l'Alpe d'Huez. La ventaja de más de un minuto en la cima fue reducida algo en el llano, hasta rondar los 40 segundos, para volver a ampliarse en la primera parte de la ascensión. De esta manera, Vollering y Rooijakkers fueron líderes virtuales (Rooijakkers en concreto) durante la parte central de  la subida de Alpe d'Huez, puesto que le sacaban los 1:13 y 1:15 necesarios a Niewiadoma. Pero viendo la falta de colaboración, Vollering decidió aflojar. Estaba conduciendo a Rooijakkers a la victoria general, sin que esta aportase nada. Rooijakkers no hizo en ningún momento mención de pasar delante, ni siquiera por quedar bien, mientras por detrás Niewiadoma encontraba la colaboración altruista de Muzic. Aproximándose al final, Rooijakkers hizo su apuesta en forma de ataque, pero le salió mal: Vollering le cogió rápidamente rueda. En los dos kilómetros finales el liderato virtual osciló de forma constante del primer grupo a Niewiadoma, siempre en el filo. Vollering ganó al sprint, sacando unos segunditos a Rooijakkers, y se llevó la bonificación, pero no logró sacar la diferencia suficiente a Niewiadoma, que pudo conservar por tan solo cuatro segundos el liderato. El final de Niewiadoma fue portentoso, todo determinación. No necesitó ni siquiera la bonificación del tercer puesto, perdida ante Muzic. La polaca, acostumbrada a las segundas posiciones, ha logrado el triunfo de su vida gracias a la jugarreta de un día y una defensa heroica del maillot en otro, con colaboraciones altruistas. 

Palmadita en la espalda, la otra no pasa.


En el pódium todo eran caras largas. No hubo apretón de manos entre la segunda, Vollering, y la tercera, Rooijakkers. Difícilmente podría haber sido de otra forma. Vollering ha sufrido un marcaje muy estrecho del resto de ciclistas, como era de esperar ante la corredora más fuerte. Pero en el caso de Rooijakkers, se ha llegado a un punto más: Rooijakkers ha jugado sus cartas para a hacer perder a su rival, aunque ello supusiese anular sus posibles opciones personales. Se ha pasado de lista. Ha sido todo muy extraño, rozando incluso lo antideportivo, aunque dentro de lo lícito. Un navajeo muy propio del ciclismo femenino, en el que las rivalidades son muy enconadas y viscerales. Vollering ha aceptado su derrota con cierta entereza. Ha sido un final de Tour muy intenso, no exactamente bonito pero sí emocionante, por el navajeo precisamente, y no a pesar de ello. Ha habido oportunismo, racanería, astucia, colaboraciones extrañas, malas artes si se quiere. La tónica general parece ser la de circulen, aquí no ha pasado nada, hablemos de las chicas. Por supuesto que hay que hablar de las chicas: pero hay que decirlo todo, al igual que se dice de los chicos, y no ahogar la crónica interna, con sus disputas personales, bajo el sonido de los aplausos. 

Ahora ya se puede relajar.

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En cuanto a la Vuelta, ha comenzado este fin de semana en Lisboa, la ciudad más bella de la península ibérica. La carrera se plantea muy abierta y quizá emocionante. Muchos nombres suenan en un principio, sobre todo el de Roglič, arropado por un gran equipo (con Vlasov y Martínez) y también el de Almeida, con muchos grandes nombres a su alrededor, entre los que figura también Adam Yates, quizá el tercer favorito para hacerse con la carrera. Veremos que tal es la cohabitación. Por debajo ya aparece el defensor del primer puesto pasado, Sepp Kuss, que dudo que goce en esta ocasión de una situación tan afortunada como en 2023. También andan por ahí Skjelmose, Landa, Carapaz, Mas y Carlos Rodríguez, algunos de ellos ya con tiempo perdido, sin olvidar a Uijtdebroeks, quizá el líder real de Visma, y a Arensman, quizá el líder real de Ineos. En la Vuelta, como sucede todos los años, se destapan nuevos nombres: algunos, que ya han sonado a lo largo de la temporada, pero que puede que vuelvan a hacerlo, son los de Riccitello, Poole, Van Eetvelt, Rafferty o Lecerf, sin olvidar a Del Toro. 

La crono inicial se ha disputado a una altísima velocidad, debida al viento ligeramente de costado que arreció con más fuerza a medida que avanzaba la tarde. Si para unos ese viento fue desestabilizador, como comentaron ante los medios Mas y Carlos Rodríguez, para otros sirvió de empuje. Affini marcó el mejor tiempo durante la mayor parte de la prueba, para ser mejorado finalmente por Vacek y sobre todo por McNulty. El mejor tiempo del norteamericano ya no pudo ser rebajado por van Aert, una vez más con la miel en los labios.  Es su sino, al parecer. Tampoco Tarling, que partía como favorito, tuvo su día. McNulty se convierte de este modo en el corredor que ha ganado más cronos en pruebas World Tour en este año (UAE, Romandía y ahora la Vuelta). Roglič y Almeida hicieron una excelente crono, no así Rodríguez, Kuss y Landa, que se dejaron ya un tiempo importante. Tomando como referencia el tiempo de Roglič, Carlos Rodríguez ha perdido 29'', 37'' Kuss y 49'' Landa. Queda montaña, sí, pero ya empiezan bastante por detrás. La segunda etapa, como si hubiese algún tipo de pacto para watch the femmes, ha sido un auténtico tostón camino de Ourém, que no vale la pena ni siquiera ser reseñado. Victoria para Groves, liderato para van Aert: poco más. 

Nueva crono y nuevo día de liderato (por poco tiempo) para UAE.


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En Polonia, Vingegaard ha obtenido un triunfo con el que al parecer quiere despedir la temporada. Después de un año muy complicado, con una caída dramática y una recuperación contra el reloj, habiendo estado sometido además a mucha presión física y mental durante el Tour, Vingegaard ha decidido dedicarse el resto de la temporada a conciliar. Hace bien, ninguna objeción a su actitud: se lo puede permitir (todos se lo deberían poder permitir, de hecho). En Polonia se ha reencontrado con la victoria sin necesidad de hacer mucho esfuerzo y acaba así su temporada con un buen sabor de boca. Una crono ha sido suficiente, ganada, eso sí, por Wellens. Vingegaard se ha ido sin ganar etapa, no le ha hecho falta en una vuelta con tan poca dureza como la de Polonia. Todo lo que no ha ganado él se lo ha llevado Thibau Nys, tres etapas nada menos, definiéndose como un puncheur de altísima calidad, casi intratable. Los sprints han sido para Merlier y Kooij: en Polonia, a pesar del historial, estaban todos los sprinters que no corren la Vuelta. 

¿Servirá para destripar pescado?

Mantener fuera del alcance de los niños.


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Otra de las noticias de la semana ha sido la decisión de Leo Hayther de dejar el ciclismo, a causa de una depresión. Más allá de su triste y descorazonador caso personal, habría que pensar si es necesario el encumbramiento tan temprano de algunos ciclistas muy jóvenes, casi adolescentes, separados pronto de sus ambientes para comenzar a vivir en valles angostos como Andorra, sometidos todos ellos a una gran presión, tanto interna como externa. 

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