domingo, 26 de mayo de 2024

FINAL ANTICLIMÁTICO (EXCEPTO PARA POGAČAR)

Disuelta toda la competencia tras dos semanas de masacre constante, los últimos días de Giro han sido un paseo silbando para Pogačar. El campeón esloveno se ha dedicado a conceder arbitrariamente su ira o su alegría, como uno de esos cristos de los juicios finales, pintados en las paredes descoloridas de las iglesias tardomedievales italianas. A Pellizzari le regaló unas gafas y una maglia rosa, pero le privó del triunfo en Monte Pana. En cambio, con Steinhauser fue benévolo, permitiéndole la victoria en el Passo Brocon. Con sus rivales de la general fue inmisericorde, queriendo en todo momento aumentar su ventaja. En el Monte Grappa, repartió improperios para los espectadores maleducados y acosadores, y regalos para los niños, como si hubiese llegado Babbo Natale vestido de rosa, todo ello mientras pulverizaba el récord de Quintana de 2014. Sí, soy consciente, este año el blog está siendo un tanto monográfico.

"Que los niños se acerquen a mí"

Por lo demás, ha recorrido las carreteras de Italia en esta última semana como quien realiza un entrenamiento de calidad. Si ha habido desgaste, lo ha disimulado muy bien. El recuento final es apabullante, de los de llevarse la mano a la boca exclamando "oh!": seis etapas, casi diez minutos con Daniel Felipe Martínez (se han quedado en 09:56 por la celebración en Bassano del Grappa), triunfo en el gran premio de la montaña casi sin querer, a lo que se añaden veinte días de liderato, todos salvo el de Narváez en Turín. De seis grandes vueltas que ha disputado, ha ganado tres y en las otras ha terminado en el pódium. Su tercera victoria en una gran vuelta le permite afrontar con tranquilidad el Tour, en el que encontrará rivales de más calado. Sobre todo uno, el destripador de pescado.

Ya tiene su muellín. A su espalda, el foro republicano (vía FCI).

Retomando la crónica de las etapas, la carrera se reanudó el martes, tras el día de descanso el Livigno. Por primera vez llovía y hacía frío, llegando incluso a caer algo de aguanieve en la salida. Si bien el Stelvio había sido sustituido ya por el Umbrailpass (del que se iba a abrir la carretera exprofeso para el Giro), las condiciones del día hacían su paso muy complicado. Aun así, se vivió el tira y afloja de todos los años, con motivo de la salida concertada en Livigno. Se repitieron los lugares comunes habituales. A la improvisación de Mauro Vegni se opuso la aparición puntual de los ciclistas anglosajones, que expresaron con palabras gruesas su descontento con la organización. También fue una mañana bastante pesada en twitter. Si bien los ciclistas tenían esta vez la razón de su parte, sobraron las chulerías de algunos, prestos a mostrarse fuertes y envalentonados ante un organizador de normal débil, cuando en otras ocasiones ni osan abrir la boca. Bien mirado, quizá sea momento de valorar en su justa medida el grandísimo triunfo de Lennert Van Eetvelt en el UAE Tour, viendo a sus dos acompañantes en el podio. En fin, tampoco es necesario extenderse mucho más en esto.

La etapa en sí fue bastante floja, de las peores en su conjunto del Giro, marcada en todo momento por la extrañeza y el hartazgo, que se acrecentaron con la errática táctica de Movistar, que cazó la fuga para dejar a tiro de Pogačar el triunfo de etapa. Aunque Giulio Pellizzari mostró sus excelentes dotes de escalador, habiéndose confirmado en este Giro como una de las grandes esperanzas del ciclismo italiano, Pogačar no tuvo clemencia. Al llegar a su altura pareció querer esperarlo, pero no lo hizo en realidad, obteniendo un triunfo de sobrado. Luego intentó maquillar su actitud con los regalos en meta a Pellizzari, que ejerció el rol de fan.

"Las gafas y la maglia te la doy, la etapa no. Si quieres te firmo un autógrafo".

La siguiente etapa de montaña fue una nueva fumada, también bajo la lluvia. Ya estaba todo decidido y Pogačar quiso tomarse un respiro. Se ejecutaba en la parte final un doble paso por Brocon. Esta vez fue Dsm el equipo que hizo el trabajo sucio a UAE y a Pogačar, acercándolo a los fugados con la excusa de un posible movimiento de Bardet. El francés lo intentó con la boca pequeña, sin abandonar la rueda de Vermaerke, pero Pogačar lo ató bien corto. Se había apuntado su matrícula desde que Bardet comentó que el esloveno no estaba dejando ganar. Pero en esta ocasión sí lo hizo: una vez dejó atrás a todos sus contrincantes en la general, claramente no se exprimió para alcanzar a Steinhauser, permitiendo que llegase a meta. El joven alemán hizo una formidable doble ascensión del Brocon, confirmándose como una de las revelaciones de este Giro, junto a Giulio Pellizzari. Su rodar, siempre compuesto, le permitió mantener la ventaja ante un Pogačar que se mostró más magnánimo que de costumbre. En ambas etapas, Pogačar se había marchado casi sin esfuerzo, sin levantarse del sillín.

Figlio d'arte de un ex-Gerolsteiner y T-Mobile.

La etapa de Padua se resolvió al sprint, con triunfo de Merlier, y en la de Sappada sí que se concedió libertad a una fuga, formada por corredores habituales, como Pelayo Sánchez, Steinhauser, Narváez y Alaphilippe, ya ganadores, y otros que buscaban su primer triunfo, como Andrea Vendrame. Al final el triunfo fue para el italiano, que se marchó en Cima Sappada y al que no pudieron dar alcance, en otro día lluvioso.

Sprint imperial en el Prato della Valle en Padova, entre Merlier y Milan (tres etapas para cada uno).
 Foto de Massimo Paolone/La Presse.

No hubo tradimento di Sappada, sí segunda etapa de Vendrame.

La última etapa seria, con doble paso por el Monte Grappa y meta en Bassano del Grappa, fue de nuevo para Pogačar. Había anunciado su intención de ganar allí, por aquello de contentar a los aficionados eslovenos desplazados, y cumplió con su palabra. Hizo una nueva exhibición, con un ataque a cinco kilómetros de coronar el segundo paso del Monte Grappa, después de haber dirigido a la perfección a su equipo. Al inicio de la etapa, se le había visto abroncar al coche de su equipo, al parecer por no haber traído la crema del sol. De esta manera, en el resto de la etapa era él en persona el que daba las indicaciones a sus compañeros. Por delante marchaba escapado Pellizzari, que había hecho una magnífica primera ascensión para llevarse los puntos de la montaña y el reconocimiento de pasar primero por tan esporádica cima. Mantuvo un bonito duelo con el grupo, comandado por los corredores de UAE, que esta vez sí asumieron el trabajo sin intermediarios. Pero una vez alcanzado por Pogačar, Pellizzari permaneció poco tiempo a su lado. Pogačar intercambió con él unas breves palabras, pues le cae bien y parece haber asumido una especie de tutelaje de hermano mayor sobre el joven del Bardiani. Pero no tardó en marcharse, como si llegase tarde a algún lugar inconcreto como aquel conejo del país de las maravillas. Quedaban unos 30 kilómetros para meta, un largo descenso interrumpido por el repecho de il Pianaro. Por detrás hubo un amago de movimiento por parte de Tiberi, Martínez y Rubio, pero sin más historia: Pogačar se regaló un bello homenaje, con tiempo para llamar la atención a algún espectador y para ofrecer su mejor cara con los niños. Podría decirse que con su raid reconquistaba la cima del Grappa para el imperio austrohúngaro.


Al principio de la etapa de Bassnano del Grappa, después del chaparrón inicial, pide al coche médico crema para el sol (su gran enemigo)

Momento del ataque en el Monte Grappa (esta imagen, mil veces repetida durante este Giro).

Al final el Giro estaba pidiendo la hora. Solo quedaba la etapa-paseo por Roma, que ha sido para Merlier. Un bello escenario para un gran ganador del Giro, que esta vez sí ha estado a la altura de la Ciudad Eterna, no como el cobarde de Froome. Pero el gran Giro de Pogačar no tiene que hacernos olvidar que ha sido una gran vuelta algo pobre en cuanto a competencia por la general. Sin embargo, las etapas han tenido bonitas resoluciones, salvo quizá las etapas del Monte Pana y del Passo Brocon, en las que predominó cierta sensación de extrañeza. La tendencia ha sido la esperada: de más a menos. Entre tres corredores se han llevado doce etapas, con eso queda todo dicho.

Giulio Pellizzari, uno de los protagonistas de la última semana. 20 años. 
via: emialzoduipedali.

Sobre los sanpietrini de Roma se impone Merlier, al modo de una Nokere Koerse.


¿Qué habría sido del Giro sin la participación de Pogačar? Más variedad en las victorias de etapa, una general más ajustada, pero muchos menos ataques y momentos interesantes, qué duda cabe. Quizá no habría sido el Giro más rápido de la historia, mejorando al de 2018. En algunas ocasiones, la valentía de corredores como Pellizzari, Steinhauser o Quintana ha supuesto un aliciente extra, al mismo tiempo que el conservadurismo o la falta de piernas de otros ha sido exasperante. Ha habido equipos cuyo paso por la carrera ha sido completamente anónimo, como Intermarché - Wanty, Israel o Groupama - FDJ. Otros lo han intentado, como Arkéa con Ewen Costiou y Alpecin con Nicola Conci, pero en conjunto han hecho un mal Giro. También Visma, aun a pesar de la victoria de Kooij en Nápoles. UAE se ha mostrado como un equipo muy sólido, en el que no ha habido búsquedas de protagonismo personal (veremos en el Tour), e incluso viejos como Majka han tenido una segunda juventud. En cambio, Thomas y Martínez han estado bastante solos en los momentos importantes, acompañados únicamente por Arensman y en menor medida por Aleotti. Sin más rodeos, la diferencia entre Pogačar y el resto ha sido abismal. Él y el resto han corrido dos carreras diferentes. Él se ha divertido, personalmente yo también. Dudo que haya sido así para el resto del pelotón. 

Daniel Felipe Martínez hizo más de lo esperado y Geraint Thomas fue regular y administró las ventajas de la crono. Pero ambos a diferencias de otro tiempo. Al fondo, el Colosseo.

That's All Folks!



No hay comentarios:

Publicar un comentario