domingo, 16 de junio de 2024

NO HA PERDIDO SU INSTINTO

Muchas veces la necesidad de escribir es más poderosa que el interés de lo que se quiere contar. Así ha sucedido con el Critérium de Dauphiné, en cuya crónica ha sido más determinante mi necesidad de escribir, después de unas semanas de pausa, que el auténtico nervio e interés suscitado por esta carrera. Seguramente algún detalle de la carrera se me escape, por el tiempo pasado desde su conclusión (una semana) y por no haberla podido seguir con la atención merecida. Tampoco voy a mentir: nunca he sido un gran fan del pequeño Tour de Francia

La lectura que puede extraerse del Dauphiné es que Roglič no ha perdido su instinto ganador en Bora. Además, cuenta con un excelente equipo, aunque lo dejasen algo solo en la última etapa. Se ha impuesto sobre los otros corredores que pretenden auparse al hipotético tercer puesto de mejor de los mortales, por detrás de los dos monstruitos que monopolizan el ciclismo actual, al modo de un águila bicéfala. Por su parte, Evenepoel ha mostrado de nuevo debilidades en montaña, francamente inquietantes para alguien que quiere aspirar al Tour. Da la impresión de arrastrar un tren superior cada vez más musculado, disonante con la ligereza que impera en estos tiempos. Sin embargo, nunca ha explotado. Parece conocerse mejor, adoptando un ritmo y limitando daños. Por la parte de Visma, siguen sin encontrar la tecla de esta temporada: con Matteo Jorgenson han encontrado un buen repuesto, aunque no dudo en absoluto de que Vingegaard será el que aparezca tras el telón cuando este se abra en julio.

Nenas, the jumper is back! 
(foto: ASO/Billy Ceusters)

Las tres primera etapas del Dauphiné fueron algo anodinas, con triunfos para Pedersen, Magnus Cort y Derek Gee. La vuelta de las retransmisiones en rtve y el ritmo sostenido y adormecido anticipaban los momentos más lánguidos del Tour. Estos dos últimos ganadores, Cort y Gee, resurgían de un largo anonimato, que se remontaba nada menos que al Giro de 2023. En la contrarreloj de 34 kilómetros, Evenepoel dictó su ley, como era de esperar. Fue mejor que Joshua Tarling, al que quizá se le atragantó el recorrido ondulado, pero no sacó una diferencia demasiado abultada sobre Primož Roglič, que perdió solo 39''. Las diferencias con el resto sí que fueron más llamativas: Jorgenson cedió 01'07'', Ayuso 01'27'' y Carlos Rodríguez 01'41''.

El mejor en lo suyo. (vía @dauphine)

En la quinta etapa, una caída multitudinaria, provocada por un asfalto excesivamente deslizante bajo la lluvia, obligó a cancelarla. Se rodaba a fuerte ritmo y la calzada parecía estar bastante sucia, brillante cuanto menos. A pesar de lo aparatoso y masivo de la caída, no hubo graves consecuencias, salvo para Kruijswijk y van Baarle, que iban a ser fijos en el Visma del Tour y que tendrán que quedarse en casa (siguen los infortunios en el panal de Visma). También Ayuso tuvo que retirarse al día siguiente. Afortunadamente no hubo en esta ocasión obstáculos sin protección fuera de la vía. 

El encadenado de tres días de montaña se resolvió con dos sprints letales de Roglič y un tercer día de emoción e incertidumbre. En Le Collet d'Allevard, Evenepoel cedió pronto, pero supo regularse para solo perder 42''. Por delante, Vlasov mantuvo controlada la situación para Roglič, que obtuvo el triunfo con un sprint bajo la pancarta. El esloveno no tuvo que hacer mucho: siguió la rueda de Vlasov, calculó su momento, puso el desarrollo adecuado, y obtuvo un triunfo telegrafiado, sacando además su renta de segunditos y bonificaciones, al mejor modo valverdiano. Al día siguiente, en la etapa con final en Samoëns 1600, Marc Soler puso un poco de emoción con un ataque lejano en Ramaz. Quiso jugar a Pogačar, pero le salió mal. Aun así, hizo una gran etapa, siendo de los pocos que lo intentó de lejos en toda la prueba. En el llano entre Ramaz y la subida final se desgastó en exceso, mientras el grupo de favoritos era comandado por Nico Denz, de Bora. Finalmente Soler fue alcanzado, totalmente fundido, y de nuevo la situación se resolvió en un sprint en cuesta, en el que Jorgenson fue el mejor a la hora de seguir la aceleración de Roglič. También destacó la sorprendente actuación de Lazkano, que entró prácticamente con el grupo cabecero. Evenepoel se dejó en esta ocasión más tiempo, 01'46'', haciendo que muchos ya piensen en un Free Landa por anticipado.

Quien tuvo, retuvo. (foto: AFP-Thomas Samson)


Más valverdiano que nunca. (foto: Agencia de ciclismo Sprint)

En la última etapa, con final Plateau de Glières, llegó la poca salsa que ofreció esta carrera. Roglič tenía bastante a favor la situación, con 01'02'' sobre Jorgenson, pero se quedó bien pronto solo. No contó con Vlasov ni con Hindley, teniendo que defenderse por su cuenta ante los ataques de Carlos Rodríguez, Jorgenson y Gee. Estos tres corredores consiguieron distanciarlo, de modo que al esloveno le tocó perseguir una vez más, encarnando ese suspense hitchcockiano que tanto favor del público le ha dado. Hubo momentos en los que Jorgenson parecía que podría conseguirlo, pero Roglič pudo defenderse gracias a algún descansillo y a su pedaleo robótico. En la recta de meta, Jorgenson o bien no pudo, o bien no quiso disputar el sprint a Carlos Rodríguez, renunciando a la bonificación de forma un tanto extraña: herencia de años de aprendizaje con los frailes. Roglič se defendió como gato panza arriba y volvió a subirse en el último momento al tren de la victoria, salvando la situación por solo 08''. Es un alivio comprobar cómo Roglič, a pesar del cambio de equipo y del paso de los años, sigue siendo el mismo: letal muchas veces, vulnerable en otras, luchador siempre. 

Otra victoria más en una vuelta importante.
(foto Dario Belinghieri/Getty images)

Otros importantes nombres están disputando ahora el Tour de Suiza, aunque los más destacados, los que todo el mundo tiene en mente, están concentrados en altura, preparando en las altas cumbres su aterrizaje posterior en julio. Allí, en sus stages, acumulan kilómetros, dispuestos avasallar cuando desciendan a los valles, o a devorarse mutuamente. 

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