lunes, 6 de mayo de 2024

EL LOCO DEL PIEMONTE

El Giro se preveía movido desde un inicio, con dos etapas interesantes en Turín y en el santuario de Oropa, pero ha sido más que eso. Tadej Pogačar parece dispuesto a cumplir al máximo con el premio presenza otorgado por la organización, siendo la novia en la boda y el niño en el bautizo. Con tres días de carrera, cuenta ya con una ventaja holgada sobre Geraint Thomas (46''), pero no satisfecho con ello, quiere divertirse todavía más. Lejos de querer entrar en un ciclo ahorrativo, Pogačar parece dispuesto a dejar su sello en cada una de las etapas, sin tener en cuenta las fuerzas dejadas en el camino. No hay nadie al volante en su equipo y el chico no se puede contener: lo conocemos de sobra. Hace locuras, da espectáculo, pero también gana. Parece que es difícil que cambie a estas alturas; es así, ya se ha construido su personaje. 

¡Y vaya personaje! En Italia ha encontrado la horma de su zapato. Los italianos, faltos como pocas veces en su historia de héroes locales, han encontrado en la extroversión del esloveno y en su infinito entusiasmo un reflejo especular de su eterna adolescencia. Lo adoran. Falta poco para que lo nacionalicen y es una pena que Pogačar no se suelte un poco más con la lengua de Dante y Leopardi (cosa extraña, ya que está rodeado de vampiros italófonos). 

Tutto il rosa della vita. E anche il ciclamino.

Al igual que hicieran el año pasado con Evenepoel, o hace dos con Mathieu van der Poel, Vegni había dejado todo dispuesto para el lucimiento inicial de la estrella invitada (y bien pagada). Descartando esta vez la crono inicial, se planteaba una llegada a Turín, previo paso por Superga y la Maddalena, con la tachuela de San Vito a falta de 3 kilómetros, a modo de un Poggio di Sanremo. Toda una alfombra roja para Pogačar. La etapa de Turín ya fue un éxito de público y movimiento en 2022, siendo una de las mejores etapas de aquella edición insulsa. En aquella ocasión ganó Simon Yates, protagonizando también los Bora de Hindley una buena ofensiva. Esta vez ha sido una de las mejores primeras etapas que se recuerdan, en la línea de la de Bilbao del pasado Tour, pero sin caídas que dejen a corredores fuera de carrera.  

En la Maddalena, Mikkel Bjerg comenzó a imprimir un ritmo salvaje, que hizo que se descolgasen por detrás supuestos aspirantes, como Thymen Arensman, Florian Lipowitz y Romain Bardet. Más tarde llegarían a 57'' Bardet, a 2'17'' Arensman y a 2'25'' Lipowitz. El ritmo de Bjerg boicoteó, casi punto por punto, la crónica que acababa de escribir esa misma mañana, pero también se llevó por delante a algunos de sus compañeros. Felix Großschartner no pudo entrar a los relevos, completamente fundido, con el resultado de que en el tramo hasta San Vito, Pogačar contó tan solo con la ayuda de Majka. Se repetía el estropicio de la Milán - Sanremo. El veterano polaco, ya algo mayor para esas labores, fue un auténtico colador: se comenzaron a escapar corredores que ponían en riesgo claramente el triunfo de Pogačar, así como su primera maglia rosa y un hipotético giro a lo Bugno. 

Simone Conci fue el primero en saltar, y luego salieron Honoré y Schachmann, entre otros. De esta manera, en el repecho de San Vito Pogačar no contó con ningún tipo de lanzamiento. Él solo tuvo que cerrar el hueco, con lo cual se le pegó a rueda Jhonatan Narváez. El campeón ecuatoriano es un excelente corredor de clásicas y cuenta con un buen sprint, además de ser un experto succhiaruote, de forma que ahorró todo lo que pudo, esperando su momento. También Schachmann, superviviente del efímero ataque previo, pudo enlazar en el descenso, ofreciendo a los espectadores un sprint a tres bandas digno de una clásica. 

Algunos matarían por esta foto. 

Schachmann amagó con lanzar el sprint muy pronto y Pogačar, colocado en la siempre débil primera posición, acabó picando. Lanzó un sprint demasiado largo, siendo rebasado por Narváez y también por Schachmann. No conseguía de esta manera la primera maglia rosa, que iba para Ecuador, aunque ya metía unas diferencias interesantes con Thomas, O'Connor, Daniel Felipe Martínez y todos los demás. Curiosamente, los hundimientos de Lipowitz, Arensman e incluso Großschartner, habían tenido su reflejo positivo en el rendimiento de sus tres respectivos compañeros que llegaron por delante.  

La etapa de Oropa era una segunda oportunidad para que Pogačar se vistiese de rosa, y esta vez no la desaprovechó. Por delante marchaba una escapada, en la cual Andrea Piccolo fue el corredor que se mantuvo más tiempo delante. Mientras tanto, por detrás Ineos se prestó a controlar, con la colaboración final de UAE cuando ya tenían a tiro a los fugados. Ya en las calles de Biella, Pogačar pinchó y se fue al suelo en una curva. Las reminiscencias pantánicas fueron fuertes, pero no contó con muchos problemas para conectar, pues la carrera no se había lanzado todavía y disponía de la ayuda de compañeros de equipo. No hubo remontada, aunque todos los periodistas, italianos y no italianos, ya estuviesen salivando ante la posible comparativa. 




No hizo falta recurrir a la épica.


No tardaría mucho en atacar, de todas formas. Pogačar lanzó su esperado ataque a falta de 4,5 kilómetros y O'Connor intentó seguir su rueda, sintiendo bien pronto la quemazón que supone la proximidad de ese sol que ya bronceó en exceso a Skjelmose en la Lieja. Pronto abrió hueco, pero en el tramo final pareció no forzar en exceso. Por detrás hubo una ligera recuperación, de la mano de Lipowitz, en función de gregario para Daniel Felipe Martínez. Con los Bora llegó también Thomas. La subida supuso un minuto para O'Connor y el hundimiento de Tiberi, una de las esperanzas italianas (entró a 2'24''). Mucho mejor lo hizo Fortunato, capaz de entrar en el grupo trasero de Thomas, Lipowitz y Martínez. 

Donde Ugrumov, Pantani y Dumoulin. 

La etapa de hoy se preveía de siesta, pero no ha sido tal. El comienzo ha sido relajado, quizá en exceso, pero también deberíamos comenzar a tener algo más de paciencia ante los inicios tranquilos, puesto que no siempre se puede ir a fuego. Al fin y al cabo, resulta un tanto incongruente exigir acción en todo momento si después nos escandalizamos ante las medias de velocidad de ciertos días. Permitamos algún que otro respiro y desterremos de paso los discursos nostálgicos faltos de pruebas: nunca sabremos cómo fueron los inicios de etapa del pasado, al no existir de ellos ningún registro, más allá de algún resumen con momentos seleccionados. 

Tras el paso del intergiro (recuperado por Vegni con la intención de vivificar la carrera), se ha marchado por delante un grupo con casi todos los sprinters: Merlier, Kooij, Milan, Girmay, Ewan, Groves, Dainese y Andresen, todos ellos con gregarios. Por detrás, Polti-Kometa y Movistar han liderado la persecución, para unos hipotéticos triunfos de Lonardi o Gaviria. Han tirado con tanto ahínco que el pelotón se ha partido en varios fragmentos, quedando en el trasero corredores como Juanpe López y sobre todo Cian Uijtdebroeks. 

Se han vivido momentos muy interesantes de persecución y de rodar. Los globeros que habían fantaseado con seguir el ritmo de carrera en el tramo somnoliento inicial, podían dejar de lado sus delirios.  Después de momentos intensos, el reagrupamiento se ha producido a falta de unos 40 kilómetros. De esta manera se ha llegado al nervioso final en Fossano, con una trampa en los últimos tres kilómetros. 

Un repecho no puntuable ha sido el lugar donde ha atacado Mikkel Honoré. Previamente, en el sprint bonificado de Cherasco, Pogačar había respondido a una escaramuza de Ineos en  cabeza, obteniendo la segunda plaza por delante de Thomas. No es algo nuevo ver a Pogačar disputar un sprint bonificado y tampoco debió de gastar un exceso de fuerzas en ello. Poco después, Ineos había comenzado a liderar el grupo, rivalizando con los equipos de sprinters, como suele hacer cuando huele cerca la pancarta de menos tres para meta. A resultas de la tensión creciente, Pogačar había ascendido posiciones en el grupo, hasta quedarse prácticamente en cabeza. De manera que, cuando ha saltado Honoré, el esloveno ha salido tras su rueda, casi en un acto reflejo.  

"No ataqué, no ataqué, seguí una rueda", diría luego en meta. 

¿Qué hacía Pogačar intentando sacar ventaja en una tachuela antes de meta? ¿Pretendía ganar la etapa? Por supuesto. Thomas ha salido tras su rueda, pero apenas ha pasado al relevo, porque no ha querido o porque no ha podido. Honoré ha explotado intentando seguir a ambos y Pogačar, viendo que había abierto un hueco, no ha cedido a pesar de la escasa colaboración de Thomas. Parecía estar dispuesto a seguir con su movimiento suicida hasta el final. No le ha servido, como era de esperar, pues al llegar el último kilómetro llano, la maquinaria de los equipos de sprinters se había puesto en marcha. Había muchas bocas deseosas de hincar el diente al primer sprint, de manera que Pogačar ha sido engullido. Sonriente ha cedido ante el volumen de un grupo más poderoso que su voluntad de destacar. Merlier se ha llevado el sprint sobre Milan, de forma bastante ajustada. Girmay ha vuelto a aparecer (creo que este también tiene bonus partenza), obteniendo la tercera posición, gracias al rebufo de Merlier. Pocas veces se ha visto a los sprinters tan cansados en meta. 

La primera, para Merlier. 

Así pues, en las tres etapas Pogačar ha sido el protagonista. Le gustan las cámaras, se sabe querido y cede bajo la presión ambiental, que exige que diga su frase, a la manera del rebelde Bart Simpson ante su clase. Parece querer saltar de etapa a etapa como aquel barón de Calvino lo hacía de árbol en árbol, sin tocar la superficie que pisan los demás mortales. Pero queda mucho Giro, algo de lo que Pogačar no parece ser del todo consciente. No quedaría muy bien en esta ocasión un pajarón digno del Granon o el de la Loze, en su querida Italia y, sobre todo, ante rivales de menor enjundia que su enemigo-amigo Vingegaard. Pero, de todas maneras, hay que quererle. No se esconde. No creo que actúe de este modo buscando únicamente complacerse con los organizadores que le pagan: él era ya así antes, no hay ninguna novedad en su actitud ofensiva, omnisciente y desprendida en lo que respecta a los esfuerzos. Esta noche dormirá como un niño cansado tras muchas horas de parque y mañana estará de nuevo en cabeza, con un final en Andora previo paso por el capo Mele, en el que intentará de nuevo ser protagonista. 

Help the aged.

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La Vuelta femenina, todo un éxito a nivel paisajístico y deportivo, contó con dos etapas que simplemente certificaron lo que ya se sabía: el triunfo de Demi Vollering. La etapa entre San Esteban de Gormaz y Sigüenza discurrió por carreteras poco transitadas, ofreciendo una bella imagen de Castilla en la que de nuevo el viento volvió a aparecer, fragmentando el grupo. La victoria fue para Marianne Vos, intratable en un final en ligera cuesta.

En la última etapa, con final en Cotos-Valdesquí,  previo paso por Morcuera, Vollering volvió a demostrar que es la mejor corredora actual. Se volvió a marchar a ritmo, recayendo el principal interés en dilucidar para quién sería la segunda posición. Finalmente Riejanne Markus superó a Longo Borghini por poco, aupándose a la segunda posición. 

Se suma a la moda de las bicis levantadas. 


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