sábado, 30 de marzo de 2024

UN INFORTUNIO MÁS

El pasado miércoles se disputó A través de Flandes, a modo de aperitivo del Tour de Flandes, y en ella Wout van Aert sufrió una aparatosa caída que lo aleja de sus grandes objetivos de la temporada. El parte médico habla de clavícula y costillas fracturadas, con lo cual pierde lo que le queda de primavera y seguramente también el Giro. Esta desgracia es un eslabón más en una larga cadena de infortunios. Como en una caricatura de Pellos, parece que al amado de la afición flamenca siempre le espera a la vuelta de la esquina la bruja de las averías o el demonio que pone palos en la rueda. Quizá a partir de esta nueva desgracia aprenda a no saltarse carreras importantes del calendario (como la pasada Milán - Sanremo) o a no hacer regalos gratuitos (como en la Gante - Wevelgem del año pasado).

Parece un personaje de Charlie Brown al que le pasa de todo.

Pero no solo él se vio afectado por la montonera. Esta tuvo lugar en la parte delantera de un grupo ya seleccionado, cuando se transitaba por un tramo de carretera ancha, en ligero descenso y con algo de viento lateral, en un momento en el que los Visma estaban imprimiendo ritmo. A consecuencia de todo ello, la caída pilló a todos los principales favoritos. Van Aert hizo el afilador con Tiesj Benoot, su compañero que marchaba delante, y por efecto dominó cayeron también Jasper Stuyven, Mads Pedersen, Alex Kirsch, e incluso Biniam Girmay y Jasper Philipsen salieron volando por los aires. De un plumazo y a falta de 67 kilómetros, la carrera quedaba completamente descabezada. No solo eso, la contundencia de la caída dejaba el camino libre para Mathieu van der Poel de cara a la carrera de mañana. Era el gran ausente en A través de Flandes y de esta manera se quedaba sin su principal rival, Wout van Aert, y con su otro gran contendiente, Mads Pedersen, algo maltrecho y sin sus grandes gregarios, Jasper Stuyven y Alex Kirsch. 

El momento de la caída. Van Aert y Stuyven son los primeros en caer.

A partir de ese instante se vivió otra carrera. Los Visma hicieron rápidamente borrón y cuenta nueva, lanzando por delante a Matteo Jorgenson y a Tiesj Benoot. Con ellos se marcharon Alberto Bettiol, Michael Valgren y Stefan Küng, más tarde alcanzados desde atrás por Joshua Tarling. Pronto dieron alcance a la fuga inicial, de la que tan solo pudieron aguatarles el ritmo Dries De Bondt y Jonas Abrahamsen, mientras que Valgren perdía contacto. De esa manera, ya en el circuito alrededor de Waregem se formó la selección que se disputaría el triunfo, con Jorgenson, Benoot, Bettiol, Küng, Tarling, De Bondt y Abrahamsen. 

Bettiol lanzó un ataque en el Nokereberg que parecía definitivo. No es la primera vez que la ambición del corredor toscano supera sus propias capacidades físicas. Es un corredor lagunar, que se asoma y desaparece como el sol en un día invernal algo nublado, de manera que su demoledor ataque fue seguido de un episodio de calambres, que le dejó sin una pierna operativa, siendo superado por el grupo delantero e incluso por el pelotón. Luego se sucedieron los ataques: Küng lo intentó, pero tenía a los Visma bien pegados a rueda; también le llegó al turno al rocoso Abrahamsen, un corredor no demasiado joven que se destapó el año pasado en una fuga del Tour de las que llegó a meta. Por detrás, en todo momento Tarling perdía unos metros, para recuperarlos después, siempre a ritmo. Este niño grande es ya el presente del ciclismo británico, pero demostró que lo suyo no son los cambios de ritmo, como si se tratase de una máquina potente a la que le costase cierto tiempo ponerse en marcha. 

De esta manera, llegó el esperado ataque de Jorgenson a falta de 7 kilómetros a meta. Küng, que hasta el momento había salido a todos los ataques, dudó un instante, de manera que el norteamericano pecoso fue ganando metros de forma muy rápida. Küng estaba francamente solo: sus acompañantes eran dos corredores supervivientes de la fuga, otro que llevaba haciendo la goma durante muchos kilómetros y un compañero de equipo de Jorgenson. Una vez dejó de tirar el suizo, Jorgenson ya pudo cantar victoria. 

El esperado ataque de Jorgenson. Lo ven en la meta. 

Es cierto que Jorgenson ya había destacado en este tipo de carreras el año pasado en Movistar. Estuvo delante en Harelbeke y también en el Tour de Flandes. Pero parece que ahora, ya sea por motivación o mentalidad, el norteamericano ha dado un salto adelante. Parece que correr para Visma meens something extra (utilizando las socorridas palabras que van Aert utilizó cuando un periodista le preguntó que significaba para él ganar en la ciudad olímpica de Lausana). Como dije en el artículo de la París - Niza, el Jorgenson de Visma es un corredor que no parece tener techo. Recuérdese además que es de 1999 (un año más joven que Pogacar, uno más mayor que Evenepoel): tiene bastante margen de mejora todavía, sobre todo si sigue en un equipo así. 


Something extra.

Abrahamsen aun hizo segundo del sprint. 



De esta manera, ¿qué previsiones hacer para el domingo, más allá de un paseo triunfal de Mathieu van der Poel? Pocas veces una carrera me ha generado menos expectación que este Tour de Flandes, en el que tan solo una intervención divina evitaría un triunfo de Mathieu van der Poel.  La carrera se prevé una portentosa exhibición de músculo en la línea de las vistas en este inicio de temporada, para jolgorio lúbrico de sus fans. 


Ni a Museeuw ni a Boonen se les ve muy motivados con la idea de que el Nietísimo les iguale (vía  @Miroir2Cyclisme)


Se me podrá achacar cierta falta de consistencia en mis argumentos, puesto que en el pasado artículo hablaba precisamente de que la ausencia de incertidumbre en la Volta a Catalunya no había afectado a la prueba, sino casi al contrario. Pero no es lo mismo una gran clásica que una vuelta de una semana, precisamente una que hasta hace poco se dirimía en un sprint en las vallas en alguna estación de esquí, entre Valverde, Purito y Daniel Martin. La Volta necesitaba algo como lo de este año, además de haber ofrecido una etapa (la de Queralt) en la que los ciclistas llegaron de uno en uno, como en un gran día de ciclismo. El Tour de Flandes es otra cosa. Se espera emoción, sorpresa, lucha, no una exhibición sin oposición. 

Pero, ¿quién puede plantear una alternativa seria a la actual versión de van der Poel, muy perfeccionada? Ahora corre con inteligencia, sabe ahorrar cuando toca, ya no tiene fallos de colocación, goza de buena suerte y de una salud estupenda, se ha doblado de ancho (ahora parece Hulk), cuenta con un equipo fiable, que le hace el trabajo sucio en la parte inicial, con marrullerías incluidas, además de seguir manteniendo su proverbial zapatazo en las cuestas...¿Hay alguien que lo iguale? Pedersen podría plantear alguna alternativa, pero llegará dolorido, sin descanso de calidad y sin Stuyven ni Kirsch. Ni siquiera sin los infortunios de la Dwars door Vlaanderen sería capaz de plantarle cara de tú a tú en la rampa del Paterberg. Los Quick-Step de las clásicas son una sombra zombi de lo que fueron. ¿Matteo Jorgenson? Quizá sería pedir demasiado, pero sin duda va a estar delante. ¿Küng? Primero tendría que empezar a correr de una forma más inteligente. ¿Oier Lazkano? Estuvo especialmente discreto en la carrera del miércoles. El actual circuito del Tour de Flandes no se presta a muchas florituras estratégicas: a van der Poel le vale llegar con un minuto y medio de retraso con respecto a la cabeza de carrera en el encadenado final de Oude Kwaremont-Paterberg. Puede remontar eso e incluso mucho más. La única posibilidad de alternativa sería camuflar a alguien destacado en la fuga inicial, a la manera de Gilbert en 2017. Pero dudo que suceda. Entonces se jugó la carta de que Gilbert parecía estar ya en decadencia y nadie contaba con una resurrección en la que se veía la mano de Lefevere. Ahora todo parece cantado para un triunfo del campeón del mundo, con la sensación de que lo mejor de la carreras flamencas quizá ya se haya visto. 

Joven flamenco rezando para que se vea un Tour de Flandes interesante, por Hans Memling, 1475.


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