lunes, 11 de marzo de 2024

NO HAY FORMA DE ESCAPAR DEL VISMA

Ayer, domingo 10 de marzo, culminó la semana de programa doble ciclista, con el solapamiento habitual de París - Niza y Tirreno - Adriático. Por primera vez, ambas carreras han ido a parar a manos de un mismo equipo, el Visma - Lease a Bike, para sorpresa de nadie. Los abejorros neerlandeses retoman de esta manera la racha ganadora, iniciada en la Omloop Het Nieuwsblad, tras el ligero bache que les supuso la Strade Bianche. Estas dos victorias, de enorme prestigio, permiten aventurar lo que podrá pasar en los próximos meses: cualquier gregario del equipo amarillo puede rodar igual de fuerte que uno de sus rivales más peligrosos. 

 

"¿Qué hay de nuevo, viejo?"

Como sucede todos los años, la élite del pelotón mundial se había repartido entre ambas carreras. Del lado de la París - Niza estaban Evenepoel y Roglič principalmente, pero también Bernal, Carlos Rodríguez, Vlasov, Skjelmose, Gall, Bilbao, Buitrago y Gaudu, entre otros. Entre los cazadores de etapas, se presentaban a la París - Niza Pedersen y Kooij como principales sprinters. Los dos principales equipos, Visma y UAE, partían sin sus grandes bazas a priori: en el Visma el líder iba a ser Matteo Jorgenson, en UAE contaban con el tridente de McNulty, Almeida y Vine.   

Del lado de la Tirreno - Adriático, destacaba la presencia de Vingegaard, sin contrapesos de su nivel. Sus rivales iban a ser Ayuso, O'Connor, Hindley, Daniel Felipe Martínez, Tao Geoghegan Hart, Arensman, Pidcock, Carapaz y Mas, entre otros. Como lugarteniente de lujo, Vingegaard iba a contar con Uijtdebroeks.  Entre los sprinters, figuraban principalmente Philipsen, Merlier, Girmay y Milan. Tan solo unos pocos han decidido quedarse en casa en esta semana tan intensa: Pogačar, Mathieu van der Poel, van Aert, y en un segundo escalafón, algún otro como Thomas, Kuss, los Yates o Lenny Martinez. 

Comencemos por la París - Niza. La carrera se presentaba como un duelo entre Evenepoel y Roglič, a modo de una reedición de la pasada Volta a Catalunya, con el resto de pelotón como posibles espectadores pasivos. La course au soleil empezó con dos días algo apáticos, con remembranzas fuertes al Tour en sus momentos más soñolientos de julio. Ambos días se resolvieron al sprint, con victorias de Kooij y Arvid de Kleijn, el sprinter del Tudor, de ya 29 añazos. Llegaba así la crono por equipos de Auxerre, con idéntico formato a la del año pasado. Los tiempos de cada equipo se tomarían a la llegada de su primer corredor, permitiendo a los equipos llegar más desintegrados, o lanzando incluso a un único corredor por delante. Como sucediera el pasado año, el resultado final fue bastante interesante, habiéndose eliminado la extrañeza inicial ante el formato. En esta ocasión resultaron beneficiados los equipos que salieron temprano, como UAE, EF Education o Jayco, al contar con la carretera seca. Soudal Quick-Step, liderado por Evenepoel, marcó los mejores tiempos intermedios, pero perdió finalmente 22 segundos debido a la irrupción de la lluvia. También Visma se dejó algo (38 segundos), sin contar sobre el papel con un equipo de gran potencial. Los más damnificados fueron Bora y Lidl-Trek, con cronos desastrosas por ambas partes. El equipo de Roglič se dejó 54 segundos, contando en el tramo final de la crono tan solo con Sobrero y Vlasov como acompañantes del esloveno. Por su parte, Lidl - Trek se fue nada menos que a los 1:15 de diferencia, poniendo ya las cosas francamente difíciles (por no decir imposibles) a Mattias Skjelmose. 

De nuevo una gran prestación colectiva contra el crono, que luego acaba disolviéndose. 


En los días siguientes se vio a un Remco Evenepoel deseoso de recuperar el tiempo perdido con los UAE, pero sin intentarlo de una forma decidida. En la etapa de Mont Broully, Santiago Buitrago se presentó como el más fuerte. Se marchó junto a Luke Plapp, que se aupó al liderato gracias a la muy buena crono precedente del Jayco. Dio la impresión de que Evenepoel dejó pasar una ascensión que le era muy idónea: corta, empinada y estrecha, al modo de una subida de la Lieja. Tras la etapa al sprint de Sisteron, con victoria de nuevo para Kooij, llegaban los días decisivos. 

Kooij reclama su puesto entre los grandes del sprint.


En la etapa de Colle-sur-Loup, la carrera, dominada por la igualdad y la inacción, comenzó a decantarse hacia el lado de los de siempre. El día se presentaba lluvioso, como toda la parte final de la vuelta, condicionada por un mayor frío al acercarse al Mediterráneo. Una caída en una curva dejó a la carrera sin su corredor más fuerte en montaña hasta el momento: Santiago Buitrago. En el repecho de Colle-sur-Loup, Roglič lanzó su único ataque de toda la carrera. A él respondió Evenepoel, que lo neutralizó a la manera de la pasada Volta. A continuación vino un instante de parón, que fue aprovechado por Jorgenson, Skjelmose y McNulty para lanzar un ataque a contrapié. Los dos gregarios norteamericanos se entendieron a la perfección, asumiendo riesgos en el descenso y remando con relevos contundentes. Skjelmose bastante hacía manteniéndose a rueda de ellos. De hacerlo sabía que el triunfo sería suyo, como de hecho sucedió. 

El momento del ataque decisivo de Jorgenson. 


Esta acción de los dos norteamericanos y el danés permitió a McNulty recuperar el liderato, antes de la etapa con final en Madone d'Utelle. Sin embargo, fue un día difícil para McNulty. Su equipo hizo aguas por todos lados, e incluso prefirieron de forma inconsciente descolgar a Großschartner con la intención de mantener la posición de Almeida (corredor que jamás se pone al servicio de otros y que siempre hace su carrera, en pos del puestómetro). McNulty perdió tiempo con respecto a Roglič, Skjelmose, Jorgenson y Evenepoel, siendo la etapa para Vlasov, que de esta manera mantenía esta cima para su país (el triunfo previo había sido para Zakarin en 2015). De todas maneras, McNulty pudo conservar in extremis el liderato, pero con tan solo cuatro segundos sobre Jorgenson, 35 sobre Skjelmose y 36 sobre Evenepoel. Se auguraba una jornada interesante de camino a Niza. 

Tras muchos tiros al palo, vuelve a ganar el corredor "sin bandera".


La etapa final contaba tan solo con 109 kilómetros, dando vueltas por el quebrado entorno de Niza. Durante la primera parte de la etapa llovió e hizo frío, con una tímida aparición del sol en la parte final. Remco Evenepoel lanzó tres ataques casi consecutivos en la Côte de Peille, hasta que finalmente pudo marcharse con Jorgenson, al que más tarde su unió Vlasov. McNulty intentó defender su liderato pero quedó en tierra de nadie, siendo engullido por un grupo trasero. En realidad, McNulty es un corredor francamente irregular. Al pasar por la cima bonificada del Col d'Èze en cabeza, Jorgenson se hacía ya con el liderato de forma casi definitiva. En la subida final de Quatre-Chemins, entre urbanizaciones, un renqueante Vlasov cedía (previamente lo había hecho Roglič en el grupo trasero, aterido por el frío), pero Jorgenson se mantenía bien pegado a rueda de Evenepoel, a pesar del fuerte ritmo sostenido del campeón belga. Incluso se tomó la licencia de ponerse a la par de Evenepoel, que no tuvo más remedio que aceptar en ese momento su derrota. De todas maneras, los números de esta ascensión no se acercaron, ni de lejos, a los que consiguió Pogačar el año pasado, en parte debido al mal tiempo. En meta, para redondear la humillación, Matteo Jorgenson cedió la victoria a Evenepoel, que la celebró a su manera, sin darse cuenta al completo de los hechos: un gregario de Vingegaard, ni siquiera el mejor de ellos en montaña, había domesticado la fiereza del nuevo Merckx.  

Enseñándole la rueda a Evenepoel.


¿Quién habría augurado para Jorgenson un triunfo de este nivel, dados sus precedentes en Movistar? Pocos o quizá nadie, aun tratándose en sus años navarros de un buen corredor. Es un corredor joven, que había hecho buenos puestos en la Ronde y en Romandía, y que parecía tener un futuro prometedor; pero un triunfo así, con tanta solvencia, parecía todavía lejano. Se ha impuesto en la París - Niza esperando el asalto del último día, como hiciera Marc Soler con su victoria en Niza para Movistar, pero sin que su triunfo parezca haber sido favorecido por la fortuna o el desfallecimiento de sus rivales. Matteo Jorgenson salió el año pasado del equipo navarro despotricando, anhelando un equipo que lo arropase con toda una panoplia de marginal gains. Y vaya si lo ha encontrado. De momento, dadas las circunstancias, es un corredor que no tiene límites. 

Tilda Swinton atiende a la prensa en Cannes, tras su última película con Wes Anderson.


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Continuando con la Tirreno - Adriático, la carrera no ha generado, ni mucho menos, la expectación ni la igualdad de la París - Niza. Tampoco es que la carrera del sol haya tenido una edición memorable, pero al menos ha ofrecido algo de la lucha que no ha habido en la corsa dei due mari, condicionada por la presencia de uno de los grandes, sin ningún tipo de contrapeso. Vingegaard y sus marionetistas querían dejar bien claro que las exhibiciones gratuitas no son solo cosa de Pogačar y que el danés, a pesar de esa falta de carisma que le achacan, es un corredor también de ataque, à la Coppi. Bajo su piel pálida corren venas cálidas: lo demuestra cada vez que ataca de lejos y arriesga en cada curva, algo siempre de agradecer y que engrandece su figura. 

La crono en Lido de Camaiore empezó con una sorpresa. Juan Ayuso logró imponerse ante dos pistards descomunales como Filippo Ganna y Jonathan Milan, en un recorrido completamente plano (los únicos relieves los ponía la carretera parcheada), ideal para las habilidades de estos dos trotones. No hubo ni lluvia ni inclemencias de por medio que permitan señalar con un asterisco el triunfo del corredor de Xàbia: demostró que es un gran contrarrelojista (no en vano, sus principales triunfos los ha conseguido en esta disciplina), con una excelente posición aerodinámica. Vingegaard, que estrenaba un estrambótico casco de funciones supuestamente milagrosas, se dejó 22 segundos.

Romandía, Suiza y ahora en Tirreno - Adriático: las cronos ayusers.


A continuación de este primer día, se sucedieron las etapas al sprint. En Follonica el triunfo fue para Philipsen, extrañamente lanzado por Merlier. En Gualdo Tadino, Philipsen provocó una caída, dejando el triunfo libre para Bauhaus (un corredor fijo en la prueba). En Giulianova hubo algo más de emoción, al poner Jonas Abrahamsen en aprietos al pelotón. Le dieron caza in extremis, siendo el triunfo para Jonathan Milan.   

Cuando gana Milan sufro por sus auxiliares y compañeros: los machaca con sus efusivos abrazos.


Después de estas tres etapas un tanto anodinas, con sabor a Giro, llegaban los dos días señalados de la prueba: el de Valle Castella, con ascensión a San Giacomo, donde ganara el desafortunado Gino Mäder su etapa en el Giro de 2021, y el final en Monte Petrano, cima en la que obtuvo un triunfo de etapa Carlos Sastre en el Giro de 2009. En la primera etapa, el danés no pudo contenerse y aprovechó un lanzamiento de Ben Tulett para marcharse en solitario a falta de 6 kilómetros para coronar San Giacomo. Era un arrivederci e grazie en toda regla: la carrera había terminado. Por detrás, Ayuso, Hindley, O'Connor, Arensman y Del Toro intentaron organizar algo parecido a una persecución, bajo la vigilancia silenciosa de Uijtdebroeks. Parecía reinar entre ellos la misma sensación de impotencia que ante el ataque de Pogačar en Sante Marie. Vingegaard rodó los últimos 35 kilómetros en solitario, gustándose, permitiéndose el lujo de esperar a sus rivales en meta, que entraron 1:12 después de él.

Ataque...

...y victoria.


Ya no había carrera, Vingegaard había pasado como un ciclón destrozando las rudimentarias defensas de sus oponentes. Aun así, prefirió seguir revistiéndose de épica (ay, esa palabra) para conseguir un nuevo triunfo, vestido de azul, en Monte Petrano. Esta vez, la persecución fue cosa de Hindley y Ayuso, con una remontada clamorosa de Del Toro, que empezó la subida bastante mal colocado (parece ser un defecto habitual en él). Así pues, apenas ha habido historia en la Tirreno - Adriatico, una carrera reducida a las raspas por la voracidad de Vingegaard. La etapita final fue para Milan, en la espectral San Benedetto del Tronto. 

Ataque (2),...

....victoria (2),


...y tridente.

2 comentarios:

  1. Apenas he podido ver nada de los días finales de estas carreras, pero en Tirreno poca historia, parece. El danés va muy sobrado, y está haciendo lo que quiere desde el inicio de temporada, un poco al contrario que otros años, por lo que veremos cómo llega al Tour. Aunque supongo que bien, porque ya no hay picos de forma, si una meseta que se mantiene durante la temporada, desde el primer día.

    Más que sorprendente, eso sí, lo de la CRI de Ayuso, por muy bien que lo haya hecho el año pasado (no eran llanas y no había estos rivales).

    Sobre la París Niza, y más allá del ganador y que parece que al menos las etapas finales fueron divertidas, me da pena Roglic. No sé si ha sido por el frío, la preparación, o qué, pero esta versión del esloveno no la recordaba. Sería una gran decepción para mí que justo al salir del Visma tenga una acusada "bajada de rendimiento", al estilo de los que salían de la cuadra de Lefevere años atrás. Ojalá me equivoque porque siempre ha sido uno de mis corredores preferidos.

    Un saludo!

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    1. Sobre Ayuso, sí, su prestación fue sorprendente, pero tampoco creo que Ganna fuese el de otros años. Me llamó mucho la atención lo trabajada que tenía la posición Ayuso, aunque desde esta página no suela dar importancia a esos detalles. Es verdad que las cronos que había ganado hasta el momento eran diferentes, con alguna dificultad, y que en una crono parecida, como la de Valladolid de la pasada Vuelta, no lo hizo demasiado bien (también hay que tener en cuenta la acumulación de esfuerzos). En fin, fue llamativo, pero no tanto.
      Sobre Roglič, habrá que esperar un poco para emitir un juicio concluyente. También me desagradaría bastante notar un bajón de rendimiento al cambiar fe equipo, pero los indicios apuntan a ello. Le han caído los años de golpe.
      Y sobre la París -Niza en general, fueron sus últimas etapas bastante entretenidas, por la incertidumbre y el baile de líderes, pero la victoria de otro Visma deja cierto poso agridulce. Jorgenson era ya buen corredor, pero ha dado un "salto de calidad". De haber seguido en Movistar esta carrera no la ganaba, en eso creo que hay bastante consenso.
      Un saludo y gracias por comentar!

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