domingo, 24 de marzo de 2024

CUATRO VICTORIAS EN SIETE DÍAS

En la Volta a Catalunya se han desarrollado dos carreras paralelas. Una carrera la han disputado 174 corredores, la otra uno solo por libre, compitiendo contra sí mismo. A Tadej Pogačar lo habían tentado con un recorrido muy duro, pocas veces visto en la prueba, y ha cumplido con las expectativas, con cuatro etapas ganadas y una diferencia de 3:41 sobre Mikel Landa. Ni Eddy Merckx llegó a tanto en 1968, en una edición en la que rivalizó con Felice Gimondi. En esta ocasión, los grandes rivales de Pogačar han sido Mikel Landa y Egan Bernal, gratamente revitalizados. 

A los compañeros de pelotón no les ha caído la Grossa con la participación de Pogacar...(foto de David Ramos)

La voracidad de Pogačar se hizo patente desde la primera etapa, con final en Sant Feliu de Guíxols. Un despiste de su equipo, incapaz de controlar en los últimos kilómetros tras el descenso del Alt de Sant Grau, permitió el movimiento ganador de Nick Schultz, que con fuerza e inteligencia se anticipó a un sprint que parecía cantado para el esloveno. Aun así, ganó por poco. Al día siguiente, en Vallter 2000, Tadej Pogačar iba a sepultar todo conato de oposición, en una etapa fría, en la que al parecer atacó a falta de 6 kilómetros para coronar (no hubo imágenes), distanciando a Landa y Vlasov en 1:25. Pocas veces esta anodina cima pirenaica había vivido una exhibición así. Pogačar llegó a meta mojado como un gato callejero. 

Nick Schultz evitó el primer triunfo de Pogacar, que no se hizo esperar. 

Para los amantes de la épica, no hubo imágenes.

Las maravillas continuaron al día siguiente, con meta en Port Ainé. En esta ocasión, ya con el maillot blanco y verde, Pogačar se limitó a seguir un ataque de Landa a falta de siete kilómetros, para rematarlo de inmediato, sin dejar tiempo a la contestación. En meta solo ganó 48 segundos sobre Landa (de nuevo colosal) y 1:03 con el resto de favoritos, con Mas y Bernal algo más distanciados. 

Landa ha sido su única sombra, aunque lejana. 

Tras los días más tranquilos de Lleida y Viladecans, con triunfos de Marijn van den Berg y Axel Laurance, llegó el día más duro de la prueba, la etapa con final en Queralt. El diseño de la etapa ya invitaba a la aventura, pero hacía falta un loco que estampara su firma bajo el sube y baja del perfil de la etapa, propio de un electrocardiograma. Se subía el Coll de Pradell, mitificado por los cicloturistas de la zona, que se mostró imponente y sirvió para cribar la carrera. Los Visma quisieron imprimir ritmo desde el principio, motivados por el fandom local con Kuss, convertido en algo parecido a la mascota ciclista del Berguedà. Les salió rana, pues Kuss hizo aguas; no así Soler, que quizá reivindicando su catalanidad auténtica, se convirtió en uno de los héroes de la jornada. A continuación, en la Collada de Sant Isidre, le llegó el turno a Movistar, pero un impaciente Pogačar ya no se pudo reprimir más. 

Lanzó su ataque a falta de 29,5 kilómetros para meta. Un ataque innecesario, contrario a toda lógica, y por ello, endiabladamente carismático. Arriesgó incluso en el descenso. Por detrás, Landa se lanzó en su persecución, y más tarde Bernal, con un descenso más inseguro. Había que cruzar los dedos para que el colombiano no sumase una nueva desgracia a su currículum. En el falso llano hacia Berga, muy pestoso, Pogačar dio alguna muestra de debilidad. Parecía estar cansándose de su aventura. ¿Pensaría haberse precipitado? Seguramente no. Landa y Bernal se unían por detrás, mientras que Enric Mas, intentando auparse a la tercera posición, se quedó a unos metros de contactar. Acabaría hundiéndose. La etapa acabó resolviéndose con una ventaja de 57’’ sobre Bernal y Landa, y 2:14 sobre Mas. Fue una etapa digna de una gran vuelta.

Siempre consciente de las cámaras.

Para rematar, en la etapa de hoy en Barcelona, con el habitual circuito de Montjuïc, Pogačar se ha visto casi forzado a ganar. La intención parecía la de permitir el lucimiento de sus compañeros, pero estos han fallado. Ha dejado vía libre a Marc Soler, y más tarde, ya en la última vuelta, también a Almeida (aunque no tanto). Cazado el portugués en el descenso, Pogačar no ha tenido más remedio que jugar la carta de su sprint, batiendo a Dorian Godon y a Guillaume Martin (que aprovechó su rebufo), obteniendo de este modo su cuarto triunfo parcial. Solo Francesco Moser en 1978 se había llevado cuatro triunfos y la general (todavía le supera Freddy Maertens, con cinco triunfos y general en 1977, aunque en ambos casos con dos cronos entre las victorias parciales).

Cuarto triunfo, este al sprint (en bajada).

La emoción por conocer el ganador no ha existido, ni siquiera día a día, pero Pogačar se las ha ingeniado para ganar cada día de una manera diferente. El afán de emulación a lo hecho por Vingegaard en Galicia e Italia estaba en el ambiente, claro está. Después de la segunda etapa, Pogačar podría haberse contenido; podría haberse limitado a controlar la carrera o a esperar más cerca de la meta, pero esa forma de correr está pasada de moda. Su omnisciencia ha revalorizado la carrera. Los propagandistas de la prueba parecen contentos y también el president, que se acercó a saludar a Pogačar en la meta de Viladecans, a su lado un gigante. Aunque hay voces discordantes, llamativas sobre todo en algunos defensores habituales de la épica y las batallitas:  parecen estar hartos del dominio paralelo de Pogačar y Vingegaard. Quizá prefieran aquellas llegadas casi al sprint en Vallter 2000, francamente olvidables, o los oscuros años en los que cualquier corredor random ganaba en la Volta a Catalunya. Seguramente lo que les moleste no sea tanto este dominio de corredores excepcionales, en todos los sentidos, sino la ausencia de corredores patrios, de raza, los pascualesllorentes o juancarlosdomínguez de principios de temporada

Le queda bien (foto de David Ramos).

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Ha sido también un fin de semana de clásicas flamencas, con la disputa de la E3 Harelbeke y la Gante - Wevelgem. El desarrollo de ambas ha sido similar, con los largos llanos finales destinados a persecuciones interesantes y toda la traca antes de los últimos treinta kilómetros. 

La E3 de Harelbeke se desarrolló con un tiempo frío y lluvioso. La carrera se presentaba como un duelo entre van der Poel y van Aert, con los demás a modo de espectadores pasivos. La clásica fue un buen resumen de la carrera de ambos corredores: van der Poel lanzado a aventuras solitarias por delante, derrochando fuerza en cada berg, y van Aert persiguiendo por detrás, perjudicado una vez más por la mala suerte.

"Aquí mi fusil, aquí mi pistola..."

La carrera fue una suma de arrancadas de van der Poel, hasta que llegó la buena. En el Taaienberg, a falta de 79 kilómetros, lanzó su primer ataque, a modo de test. En ese momento estaban en cabeza los Lidl - Trek de Stuyven y Pedersen, un equipo que parece haber heredado el papel preponderante del que antes gozaba el Quick Step en estas carreras. A ese primer ataque Wout van Aert no respondió. Van der Poel se dejó coger unos kilómetros más adelante.

Mads Pedersen lo intentó a falta de 70 kilómetros, propiciando una selección, con van Aert, Jorgenson, van der Poel, Girmay, Narváez, Lazkano, Stuyven y el propio Pedersen. A falta de 58 kilómetros lo volvió a intentar de nuevo van der Poel, en el Stationberg. Fue un ataque violento, para ganar, al que sí respondió esta vez van Aert. Producido de nuevo el reagrupamiento, con más gente llegando desde atrás, Lazkano lo intentó antes de afrontar el Paterberg.

En la empinada cuesta de las alpacas se jugó la victoria. Mathieu van der Poel aceleró el ritmo, con Küng a rueda y van Aert en tercera posición. El belga del Visma intentó superar a Küng, pero se cayó al tropezarse con el ligero escalón existente entre el canal de desagüe lateral y la calzada adoquinada. Entre la caída y la reanudación de la marcha perdió unos 30 segundos, momento aprovechado por van der Poel para lanzar su ataque. 

La serie de catastróficas desdichas que persigue a van Aert.

Van Aert se recuperó en el Oude Kwaremont. Con ayuda de Jorgenson se repuso, superó a los perseguidores y se lanzó en pos de van der Poel. Estuvo cerca de darle alcance, siendo 11 segundos la diferencia mínima entre ambos. Fue una persecución intensa, con el público flamenco volviéndose loco en favor de van Aert y enseñando alguna que otra peineta al campeón del mundo. Pero a partir del Tiegemberg la situación comenzó a decantarse en favor de van der Poel. En el llano hasta Harelbeke le cayó la fatiga como un mazazo a van Aert, que fue alcanzado desde atrás por Stuyven. No pudo ni siquiera disputarle la segunda posición en el sprint. A pesar de los resoplidos y el visible cansancio, van der Poel se había metido entre pecho y espalda la cabalgada solitaria más larga que se recuerda en la E3.

Lo tuvo a tiro, pero no lo alcanzó.


Stuyven consigue el segundo puesto.

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Hoy ha tenido lugar la Gante - Wevelgem, con sus más de 250 kilómetros, desarrollados en un tiempo frío y ventoso, aunque seco. El Kemmelberg ha sido la cota decisiva, como siempre sucede, ascendiéndose en tres ocasiones. El Lidl - Trek ha dominado la carrera, con tres corredores casi siempre en las posiciones delanteras: Stuyven y, sobre todo, Milan y Pedersen. Mathieu van der Poel ha intentado seleccionar la carrera en todos los pasos por el Kemmelberg, pero al final, contra todo pronóstico, ha sido derrotado al sprint por Pedersen. La llegada ha recordado a aquella de la Ronde de 2021, con Asgreen lanzando el sprint desde lejos, obligando a van der Poel a inclinar la cabeza. 

La resolución ha sido sorprendente, puesto que en todo momento van der Poel parecía tener controlada la situación. Tras el primer paso por el Kemmelberg, a falta de 85 kilómetros, se ha formado una selección, con Milan, Pedersen, van der Poel, Pithie, Mick van Dijcke y Tiller. De ellos se ha marchado Jonathan Milan, que ha recorrido bastantes kilómetros en cabeza, sobre todo en el estrecho tramo semi-sterrato de la Ploegstraat (lugar de la Christmas truce, según la parafernalia, ya un poco cansina, de memorabilia bélica). La presencia de Milan por delante ha supuesto un desgaste inesperado para van der Poel, mientras Pedersen podía ahorrar.

El grupo, reducido a un terceto con van der Poel, Pedersen y Pithie, ha dado alcance a Milan a falta de 63 kilómetros. En el segundo paso por el Kemmelberg se han deshecho de la compañía del gigantón friulano. En el último paso por el Kemmelberg, afrontado desde la subida del osario, le ha llegado el turno a Laurence Pithie. Este joven neozelandés, rápido y rocoso, apunta muy buenas maneras como clasicómano, al igual que su compañero Lewis Askey, pero todavía está un escalón por debajo de los grandes trotones. Le llegará su momento, sobre todo si cambia de equipo.

El momento en el que Pithie cede.

Quedaban treinta kilómetros para meta, con dos rodadores excelsos como van der Poel y Pedersen por delante. El danés parecía más comprometido en los relevos, de manera en exceso desinteresada, hasta rozar la estupidez. Parecía encaminarse hacia el matadero, mientras que van der Poel pasaba con desgana, jugando la carta trasera de Philipsen. Era un poco desesperante ver al ex-campeón del mundo danés entrar a los relevos como un toro, con los mofletes sonrosados, sin hacer valer su anterior triunfo en la prueba como motivo para el escaqueo. 

Aunque no se vea en la foto, Mathieu van der Poel pasaba con menos intensidad (foto de Tim de Waele)

Afortunadamente el sprint ha traído una sorpresa. Pedersen lo ha afrontado en primera posición, con van der Poel esperando a su rueda el turno para lanzar su ataque. Aun así, ha sido sorprendido por un sprint larguísimo del danés, que no ha mirado hacia atrás y ha destrozado por pura fuerza bruta al campeón del mundo, que ha explotado, inclinando la cerviz, como aquella vez con Asgreen. Su criptonita parace ser una maldición danesa, muy hamletiana, porque a van Aert ya le tiene tomada la medida. Quizá pagaba entonces la cabalgada de la Harelbeke, excesiva para sus parámetros como rodador en solitario.

Por detrás ha llegado los grandes sprinters, casi todos como solía ser habitual en esta prueba: Meeus, Philipsen, Milan, Kooij, Girmay, Groenewegen, y Merlier, algo más tapado. Con esta victoria, parece ya evidente que Lidl - Trek va a ser uno de los grandes equipos de la temporada. Por primera vez se ha roto el dominio de los grandes equipos favoritos y Pedersen en concreto se presenta como un serio candidato a ocupar algún puesto vacante de los big six durante este año.

Gran triunfo de Pedersen, le falta un monumento (foto de Tim de Waele)



2 comentarios:

  1. La verdad es que las etapas han sido buenísimas. Todo es más fácil cuando tienes a alguien como Pogacar que ataca lejísimos y remueve el pelotón, por supuesto, y queda por ver qué hubiera pasado si no corriera el esloveno, pero cómo fueron llegando el sábado a metas, con casi pájaras, derrumbados, de uno en uno... una etapa de otro tiempo y de otra carrera.

    Landa increíble, ha sido el mejor de la gente normal, a punto de ganar su primera vuelta por etapas de prestigio (con el asterisco de que corría Pogacar, claro). Y del resto, me esperaba algo más de Quintana, de Kuss... de bastantes. En este ciclismo de dos velocidades que estamos viendo, incluso las preparaciones me parece que también son diferentes. Los cracks lo son todo el año, sin necesidad de ponerse en forma, pero el resto tiene bajones, hay carreras donde no están siempre bien. No sé, ya no es solo que los 5-6 mejores corredores lo sean normalmente en las mejores carreras, es que lo son en todas, sin excepción. Da igual que sea la primera carrera de su temporada, da igual que sea una carrera de pueblo. Arrasan, siempre.

    Y de las clásicas belgas, pues Van der Poel parece aún más fuerte. Tiene una patadas en piedras que nadie más tiene, creo yo. Solo parece vulnerable por equipo, y el Jumbo (perdón, Visma) es la mitad de lo que fue. Ni siquiera el año pasado corrían bien en equipo, pero es que esta semana he leído que están fuera Laporte y Van Barle. Y lo que han bajado ellos lo han subido los de Lidl. Un gusto verles correr el domingo pasado en Gante y ver cómo hicieron currar a Van der Poel, que para mí fue la clave de la victoria de Pedersen (con el asterisco también de que incluso en muros pareció tan fuerte o más que Van der Poel).

    Por lo demás me quedo con la persecución del viernes, con esos kilómetros viendo rodar a unos pocos segundos a Van Aert pensando que le iba a dar caza, y también con su explosión final. Me recordó a aquellas de Sagan, cuando aún no había sido campeón del mundo, y tendía a explotar en los finales de carreras.

    En fin, a ver qué sucede el domingo (aunque creo que tendré que ver la carrera en diferido), porque sinceramente me gustaría que no ganara Van der Poel, pero veo difícil llegar a un esceneario en el que no suceda.

    Un saludo y gracias por las crónicas!

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    1. Visto lo sucedido hoy en la Dwars door Vlaanderen, el camino parece bastante limpio para van der Poel camino de la Ronde. No sé si habrá alguna posibilidad de sorpresa, la veo bastante remota. Como espectador acepto las dominaciones en vueltas de una semana, pero me cuesta mucho más disfrutarlas en las clásicas, donde valoro más la incertidumbre y la lucha hasta al final. Creo que, de hecho, la presencia de Pogačar y sus exhibiciones diarias han servido para insuflar vida a una prueba que suele figurar, de normal, entre las menos interesantes de las siete vueltas de una semana. Un elemento clave para que la dominación haya sido tan abrumadora ha sido la ausencia de grandes rivales. Uno era un corredor ya bastante veterano y el otro, uno que sale de un periodo muy largo de recuperación. Yo también esperaba bastante más de Kuss, sobre todo dado el apoyo local recibido, pero Visma está teniendo fluctuaciones que entran dentro de cierta normalidad, a diferencia de la excepcionalidad del año pasado.
      En fin, como dices vivimos un tiempo extraño. La superioridad de algunos no tiene fisuras, lo que ha servido para revitalizar todo el calendario. Quiero pensar que ahora, con casi todas las carreras televisadas, los equipos tienen interés en mostrarse potentes en todo momento, sin discriminar ningún tipo de carrera, por inferior que sea. A ello se añade la coincidencia temporal de dos corredores excepcionales, amparados por dos equipos embarcados en una carrera armamentística potente, que quieren dejar huella en todo momento. Mejor eso que la apatía que antes era habitual a principio de temporada entre las grandes figuras, al menos desde mi punto de vista. No hay más que recordar que Ullrich llegaba "gordo" incluso al Giro y a Armstrong se le empezaba a ver competir en Dauphiné o Suiza (salvo alguna Amstel que hizo con interés).
      Un saludo y, como siempre, gracias por tus comentarios.

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