domingo, 12 de marzo de 2023

SIGUEN CON HAMBRE

Paris – Niza contaba con un duelo anunciado que a posteriori no ha sido para tanto: el dominio de Pogačar ha sido incuestionable, consiguiendo dos triunfos a añadir al anterior de la Loge des Gardes. Pogačar no ha necesitado apenas a su equipo, en los momentos críticos se ha bastado él solo. Por contra, Vingegaard ha adolecido de la falta de compañeros en montaña y quizá de un estado de forma algo corto, no pudiendo conseguir la ventaja deseada en la crono por equipos. Al igual que le sucediera a Pogačar después del paseo por la vuelta de su país, Vingegaard quizá ha pecado de exceso de confianza después de arrasar en una carrera menor como O Gran Camiño. Además, Pogačar iba encendido, buscando la gesta y la revancha: no solo con Vingegaard, sino sobre todo con Gaudu. Parece que la jugarreta (en el límite de lo permisible) que le hicieron Démare y Gaudu en un punto intermedio de la quinta etapa no le hizo excesiva gracia, de forma que a partir de ese momento ha buscado distanciar a Gaudu al máximo, queriendo aumentar la exigua diferencia de segunditos con la que contaba. Ha dado la impresión de que Pogačar hubiese preferido un segundo puesto de Vingegaard, al que esperó en más de una ocasión en el col de Couillole. La presencia intermedia del francés le estropeaba la foto. 

 

Gracias por venir.

En el final de Couillole, Pogačar lanzó un primer ataque de tanteo a falta de seis kilómetros, para aligerar el grupo, siendo alcanzado por Gaudu y Vingegaard. Gaudu tenía ganas de guerra, pero Pogačar estaba dispuesto a neutralizar todos sus ataques y a ralentizar el ritmo si era necesario, para propiciar la vuelta de Vingegaard. En la resolución de la etapa, Pogačar y Vingegaard demostraron su compenetración de rivales que se conocen demasiado, al lazar el sprint al mismo tiempo, aprovechando un instante en el que Gaudu se había soltado de manos. Pogačar se llevó así el triunfo, mientras que Vingegaard fue de nuevo superado por Gaudu. En la etapa de hoy, la tradicional etapa final de los últimos tiempos en torno a Niza, Pogačar ha decidido ampliar el resultado, atacando en el Col d'Èze a falta de 20 kilómetros y lanzándose desde la espectacular pigna de Èze (Eza) hasta Niza por la habitual corniche plagada de bolardos. Ha conseguido de esta forma la novena victoria en lo que va de temporada, en 13 días de competición. Números que superan a los de cualquier sprinter.   

 

Una cuestión personal.

La Tirreno – Adriatico ha sido una carrera más tranquila, más controlada y en definitiva un poco más aburrida. Contaba con una participación en conjunto mejor que la de la París – Niza, con más clase media, y Roglič se ha impuesto casi sin esfuerzo, como alguien que pasaba por ahí y que no ha tenido más remedio que cruzar primero la línea de meta en tres ocasiones. Sus tres victorias han sido idénticas. Con su olfato ganador, ha cogido la curva por el sitio que tocaba, ha salido en el momento justo o ha sprintado hasta el final, emergiendo únicamente en los últimos diez metros de etapa, ante la pasividad y aparente indiferencia de sus rivales. No ha dado una pedalada de más. Deberían contratar a Roglič para una campaña de ahorro y eficiencia.

La contrarreloj inicial en Lido di Camaiore fue un reflejo casi calcado de la habitual crono final de San Benedetto del Tronto. La misma calzada agrietada y bacheada, el mismo lungomare de ida y vuelta, las mismas calles desiertas, el mismo ambiente mortecino, los mismos espectadores canosos y adormilados. Esta vez esa estampa habitual, digna de George A.Romero, estuvo aderezada por un tiempo desapacible, frío y lluvioso. Pero como siempre sucede, a algunos les afectó la lluvia, mientras que otros disputaron ya la crono con algo de sol. Wout van Aert salió demasiado pronto, quizá con la única intención de estirar algo las piernas: su tiempo fue muy discreto. Por contra, Filippo Ganna, ya con sol, voló. El campeón italiano lleva ya unos años haciendo de ese paisaje desangelado, con su sucesión de chalets con arboleda y viejecitos desorientados con periódico bajo el brazo y perrito, el escenario de sus proezas atléticas. Por lo que respecta a los demás, los favoritos hicieron tiempos bastante parejos: Roglič realizó un tiempo ligeramente mejor que los de Vlasov, Hindley, Mas, Geoghegan Hart u O'Connor. Landa sí se dejó más tiempo. La gran sorpresa fue Lennard Kämna, corredor de trayectoria pendular, al que parece que este año le toca temporada buena.

Las dos etapas siguientes finalizaron al sprint. En Follonica, Jakobsen abortó una arrancada temprana de Gaviria, como las que hacía en sus años buenos en Quick Step. Al día siguiente, camino de Foligno, Jumbo decidió ponerse a prueba, rompiendo la carrera con el viento lateral. Pillaron bastante descolocado a Filippo Ganna, que tuvo que ir abriéndose paso a grandes paladas entre los restos del naufragio, desde la cola del pelotón hasta alcanzar la cabeza. Al final todo quedó en nada: la etapa se resolvió al sprint, con victoria de Jasper Philipsen, beneficiándose de un lanzamiento portentoso por parte de Mathieu van der Poel.

Se llegaba así al triple encadenado de victorias de Roglič. Sus victorias han sido tres aterrizajes suaves, tres telemarks sutiles, sin aparente esfuerzo ni posturas complicadas. En Tortoreto, en un circuito final de aire mundialístico, Roglič se limitó a tomar la cabeza del pelotón en la última curva, dejándose caer en primer posición hasta la línea de meta. Con van Aert fuera de juego por una caída con Pidcock, Roglič se solucionó el problema él solo, ganándole la última curva a Julian Alaphilippe y a Adam Yates. Lennard Kämna obtenía el liderato, al descolgarse Ganna en la última ascensión.

1. Quien coge primero la curva, gana.

 

Al día siguiente tenía lugar la etapa reina, con final en Sassotetto. El fuerte viento contrario condicionó toda la subida y las tentativas solitarias fracasaron, como era previsible. Caruso y Mas lo intentaron, pero la subida se resolvió entre una veintena de corredores. Roglič aprovechó los culebreos del grupo para emerger tan solo en los últimos metros, paseándose en primer lugar por la línea de meta. Obtenía además el liderato. 

2. Final digno de una montaña de los años de Moser y Saronni.

 

En el tercer día consecutivo volvió a ganar en el hermoso final de Osimo. De nuevo el final estuvo caracterizado por el encadenado de muros, con un continuo tobogán entre campos verdes y localidades pontificias encaramadas sobre colinas. Van Aert endureció la primera ascensión al muro della Gattara y en la última fue Mikel Landa el que impuso un buen ritmo, haciendo slalom con los bolardos. Finalmente el sprint se dirimió entre Roglič, Mas y Geoghegan Hart. Mas cogió la cabeza antes de la última curva, obstaculizando bastante la progresión de Roglič y de Geoghegan Hart. Pero en la escasa recta hasta meta, Enric Mas, con un desarrollo muy ligero, impropio de quien desea ganar una carrera al sprint, fue superado con facilidad por Roglič, por Geoghegan Hart e incluso por Almeida. La última etapa de hoy, en San Benedetto del Tronto, no ha tenido mucha histoira:  sprint para Philipsen, después de un buen lanzamiento de van der Poel. 

3. Superando a Mas, que sprintó hacia atrás.

 

Así pues, los eslovenos siguen con hambre. Pero este año, hartos de comer siempre el mismo plato, han decidido intercambiarlo. De todos modos, su voracidad sigue siendo la misma, ajena a todo tipo de normas de etiqueta: no conocen las componendas. Ambos entienden el ciclismo de una forma en la que solo vale la victoria, lejos de tacticismos, aunque sus estilos sean bien diferentes. Han mojado pan y han rascado el fondo vacío del plato con sonoridad, buscando más. Se esperaba este apetito insaciable en Pogačar, más joven, ambicioso y juguetón, dispuesto a resolver además un asunto personal en esta París – Niza. Lo que no se esperaba era el dominio igual de apabullante de Roglič, después de su tortuoso 2022. Se ha podido disfrutar así de una semana que suele ser de las más intensas del año, con lo mejor del pelotón repartido entre ambas carreras. 


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