lunes, 14 de marzo de 2022

LOS GRANDES HAMBRIENTOS

Después de las victorias de los protagonistas esperados en la primera gran semana de ciclismo del año, una misma pregunta se repite en las redes sociales: ¿existe de verdad alguien capaz de derrotar a los eslovenos? Después de una década de matonismo norteamericano y otra de falsa diplomacia británica, el dualismo esloveno ha llegado para quedarse.  Podría dar la impresión de que Roglic y Pogacar se están repartiendo el calendario, como dos grandes hambrientos que no pueden compartir mesa. Pero al final tendrán que cruzar las cucharas para llegar al mismo plato: el consomé a veces insípido y algo frío que se sirve en julio. Están almacenando dos palmareses de los que asustan, comparables a los de otros grandes hambrientos del pasado, aquellos que al talento sumaban todo lo que hiciera falta con tal de ganar. Ambos cuentan para ello con equipos sólidos, con nuevos y potentes gregarios (Laporte, Soler), y con un folklore local no exento de positivos. 
 
¿Cuál de los dos desbancará a este bicho como símbolo nacional?

 
En Francia las cosas comenzaron con una vuelta al pasado en toda regla. Los del delorean podrán estar contentos. Jumbo utilizó la última cota, a falta de seis kilómetros a meta, para hacer saltar el pelotón por los aires. Nathan Van Hooydonck aceleró fuertemente el ritmo, siendo continuado por Christophe Laporte. Inmediatamente el resto de corredores fue abriéndose por detrás: Leknessund, Kragh Andersen y finalmente Zdenek Stybar. Wout van Aert continuó la aceleración de Laporte, llevándose ambos a Primoz Roglic a cuestas. Los tres se distanciaron del grupo suavemente, deslizándose sobre la cuesta, para marcarse una foto en meta digna del Mapei en Roubaix. A tan desmoralizadora y contundente imagen, sumaban 22 segundos de ganancia y un gregario eternamente agradecido. De la cima del Teide a Mantes-la-Ville en un perfecto aterrizaje. 
 
Bortolami, Museeuw y Taf...ah, no.

 
El lunes fue de nuevo ventoso en Francia y los Jumbo todavía mantenían un remanente de fuerza del día anterior. Laporte desarboló el lanzamiento del sprint de los Quick Step, con van Aert a rueda. Pero en el tú a tú, Fabio Jakobsen logró imponerse sobre el campeón belga. Ese mismo día en Italia empezaba la Tirreno - Adriatico en Lido de Camaiore, ciudad de vacaciones que funciona a modo de reflejo espectral en el Tirreno de las soñolientas localidades vacacionales del Adriático. Toda una alfombra parcheada para la demostración de fuerza habitual de Filippo Ganna. Como estaba previsto, Remco Evenepoel obtuvo la segunda posición, a once segundos del gigantón italiano, y Tadej Pogacar la tercera, a apenas siete segundos del belga. El esloveno dio la impresión de quedarse con ganas de más. Las diferencias con Vingegaard superaban el medio minuto y los cincuenta segundos con Enric Mas. 
 
 
Después de los triunfos de Mads Pedersen en Dun-le-Palestel y de Tim Merlier en Sovicille, los Jumbo repitieron el triplete en la crono de Montluçon. Rohan Dennis asumió el rol de Laporte, mientras que el triunfo de etapa y el liderato fue para Wout van Aert, con Primoz Roglic a dos segundos. Simon Yates quedó a partir de ese momento como único rival serio de la hegemonía del Jumbo, con una sorprendente buena crono, a tan solo nueve segundos de Roglic. En la Tirreno - Adriatico, una etapa nerviosa camino de Terni acabó en sprint, con triunfo de Caleb Ewan. A falta de 25 kilómetros, Pogacar decidió jugar un poco después de un paso por un traguardo volante. Se llevó consigo a Soler, muy dócil en su nueva faceta de gregario del esloveno, y a Julian Alaphilippe, que no dudó en tirar aún a pesar de perjudicar a Evenepoel. Tao Geoghegan Hart cazó in extremis, no así Landa; pero fue una aventura efímera, en todo caso. 
 
Pedersen está tremendo.

 
 
El jueves toda la hiperactividad de inicio de temporada de los UAE tuvo como resultado un triunfo por partida doble. Brandon McNulty ganaba en Saint-Sauveur-de-Montagut, obteniendo su primer triunfo World Tour, mientras que su jefe Pogacar ganaba con extrema facilidad en el final en repecho de Bellante. En la París-Niza se contabilizaron numerosos abandonos, al parecer por sinusitis, resfriados y gripes (curiosamente no relacionadas con el covid, ¡a qué santo!). Incluso al inmutable van Aert le llegó la flojera, perdiendo 24 minutos y el liderato. En el final de Bellante, fue impresionante observar cómo Pogacar no bajó en ningún momento de la tercera o segunda posición a lo largo de toda la subida: salió absolutamente a todas las aceleraciones y ataques, y solo (sic) tuvo que seguir un ataque de Lafay para llevarse el triunfo y el liderato. 
 
"Hago lo que quiero, con mi pelo"

 
Después de un viernes para triunfos franceses, con Mathieu Burgaudeau en Aubagne y Warren Barguil en la bonita llegada de Fermo, llegó el gran día de ambas pruebas. El sábado se disputarían las dos etapas reinas, con el Turini y el Monte Carpegna como protagonistas, escenarios en los que los eslovenos harían de las suyas, con sus dos marcados y contrapuestos estilos: uno de insaciable rematador,  el otro con una cabalgada "a la Coppi".  Roglic se limitó a vigilar a los rivales en la subida a Turini, con su pedaleo incansable y su respiración en apnea. Daniel Martínez y Simon Yates se lo pusieron difícil, pero al alcanzar el último kilómetro Roglic no tuvo rival. Nunca lo tiene. Contrapuesto al pragmatismo habitual de Roglic, Pogacar se decantó por un número completamente innecesario. Sobre todo al estar ya decidida la carrera en su favor, desde el momento en que Evenepoel se descolgó en el primer paso por el Monte Carpegna. De querer crear una bonita imagen, podría decirse que las esperanzas depositadas en el joven belga por tantos vendehumos se evaporaban en el aire, mezclándose con el vaho que salía de la boca de los congelados ciclistas. El excelente rodador belga, cada día más humilde, admitió no tener su día, pero cada vez parece más difícil que pueda rendir en vueltas con montaña consistente. En el segundo paso por el Monte Carpegna, Pogacar decidió atacar. ¿Imbuido por el espíritu de Pantani? No, tenía frío, al menos eso dijo, a la manera de Mathieu van der Poel camino de Castelfidardo. Necesitaba entrar en calor. Su ascenso fue irrefrenable, demoledor, como un cervatillo vestido de azul trotando entre los bosques nevados. O si se prefiere una imagen menos cursi y bucólica, continuando su senda de triunfos, pasando del polvo a la nieve (no, no es una referencia a Matxín). Atrás se miraron y Landa fue el único que intentó minimizar pérdidas, aunque fuese tan solo para distanciar a Porte. Vingegaard y Mas se limitaron a seguir su rueda, el mallorquín con tan mala pata que se fue al suelo en el estrecho descenso. Pogacar bajó tranquilo y sin forzar, llevándose su segundo triunfo parcial. 

Bambi de acero.


 
El domingo no hubo historia en la Tirreno - Adriatico (si es que la había habido hasta el momento). En el anodino circuito de San Benedetto del Tronto, Phil Bauhaus se llevó el sprint. En cambio, la carrera francesa tuvo su habitual suspense en los alrededores de la ciudad de Niza. Los Alpes Marítimos estaban envueltos en un ambiente sombrío y húmedo, habitual en esta época del año. A pesar de las innumerables edificaciones que salpican las montañas de la costa, es un territorio hostil y algo inexpugnable, de pueblos encaramados a cimas, profundos barrancos y puertos inaccesibles. Simon Yates lanzó su ataque en el col d'Èze, en un atajo por caminos de urbanización más empinado que la carretera principal. Roglic no pudo responder, pero consiguió salvar los muebles gracias a la entrega abnegada de Wout van Aert, en modo entrenamiento para Sanremo. En algún momento, el ritmo de van Aert puso en más de un aprieto a su líder, incluso en el descenso. Finalmente Simon Yates quedó a tan solo 29 segundos del liderato, llevándose una bonita etapa. A pesar de los apuros finales, siempre presentes en la trayectoria de Roglic, el de Jumbo había superado la maldición del año pasado, haciendo de nuevo realidad el que parece su motto: volver para ganar. Veremos si es capaz de alargar más rápido el cucharón hacia la sopa que su joven compatriota, últimamente más voraz que de costumbre.

Alguien se está cansando de los abrazos y las sonrisas en meta.


 

2 comentarios:

  1. Gracias por la crónica!

    Solo quería hacer un par de apuntes rápidos:
    - Entonces el favorito el sábado es Pogacar? Para mí sí, porque como he dicho varias veces en varios foros, veo varios escenarios en donde ganaría. Y además tiene un hambre que pocas veces he visto en un corredor.
    - De Tirreno me quedo con la resurreción de Landa, que no me esperaba, y la preciosidad de puerto que subieron el sábado, me encantó. Bueno, también me gustó cómo se quedó Evenepoel, pero es ya es tirria personal.

    Saludos!

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    1. Hoy se ha visto. La ha intentando y quizá haya sido el más fuerte en el Poggio, pero la Milán - Sanremo es una carrera muy complicada de ganar. Puede hacerlo en un futuro, atacando con más cabeza en el Poggio. Quizá llegaba un poco pasado a esta carrera, después de exhibiciones anteriores.

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