miércoles, 19 de junio de 2024

LOS OTROS CAMINOS HACIA EL TOUR

Después del Tour de Francia en miniatura, la semana pasada se disputó el Tour de Suiza, antaño la cuarta vuelta nacional. Antiguamente la carrera suiza se situaba solo un poco por debajo de la Vuelta a España, pero en los últimos años, sobre todo desde la época de Costa y Špilak, ha acabado convirtiéndose en la hermana fea de las carreras preparatorias para el Tour. Muchas ediciones fueron salvadas solo por la omnipresencia de Sagan y la belleza de algunos paisajes y localidades. A esta falta de aliciente actual hay que añadir, sobre todo, la tragedia de Mäder, hecho que ha proyectado una alargada sombra sobre la edición presente. La simplicidad del trazado de esta edición ocultaba en realidad bastante carencia de ideas, como si la carrera a nivel organizativo y deportivo todavía no hubiese podido reaccionar tras el duro golpe del año pasado. En la práctica, ha sido una edición resuelta a modo de duelo interno en UAE, con todos los demás corredores de espectadores. Los futuros gregarios de Pogačar han decidido mostrar ya un anticipo del buen rollo (irónico) que existirá dentro del equipo en el Tour, sobre todo en el escalón inferior al esloveno.

Aquí somos todos amigos...


La carrera empezó como un déjà vu del pasado Tour de Romandía, con una crono ultracorta (se está convirtiendo en una moda, sobre todo porque parece cortar menos carreteras), ganada por Lampaert, un sprint para Coquard y una etapa para Thibau Nys. El hijo del Canibaal van Baal está destapándose como un excelente corredor de ruta, sobre todo en los finales explosivos, obteniendo sus triunfos con mucha seguridad, calculando perfectamente los tiempos, sin titubeos. Luego, tras cruzar la meta, tuvo una sesión de lloros: no niego que es un ciclista que sigo con interés, pero como joven expuesto a las cámaras desde casi niño, parece recrearse en estos pequeños dramas. 


So much drama

Luego llegó la etapa más bella, al menos en lo que respecta a los paisajes. Se ascendía el Gotthard Pass/San Gottardo. La combinación de carretera adoquinada y paredes de nieve daba a la ascensión un aire retro, propio de la época de la doble K suiza, Kübler y Koblet. De todas maneras, toda la ascensión, con la sucesión de galerías, taludes de hormigón e incluso aerogeneradores, dejaba una impresión de espacio en exceso antropizado. El ganador de la etapa fue Torstein Træen, escalador del Bahrain, encargado de rendir el homenaje de su equipo a Gino Mäder. Este ciclista noruego, llegado desde Uno-X, estuvo apunto hace unos años de dejar el ciclismo (y muchas más cosas), a causa de un cáncer de testículo. Por detrás de Træen, en el grupo se destacó Adam Yates, candidato elegido por UAE para la victoria, por delante de Skjelmose, Mas, Riccitello, Bernal y su propio compañero, João Almeida. 

Fácil conseguir grandes fotos (Skjelmose, Almeida y Bernal)

Incluso se parece a Gino, aunque resulte macabro. 

La ascensión al San Gottardo fue el último momento interesante de la prueba. A partir de este momento, los UAE exhibieron un exceso de superioridad. En Carì, Almeida no tuvo suficiente con marcar un ritmo que dejó solo a Adam Yates por delante, sino que a continuación, una vez descolgado, luchó por su puestecito. Almeida forma parte de esa estirpe de deportistas portugueses, altivos y algo trapaceros, que tanto contrasta con el apacible y melancólico carácter del país. Aunque parta como gregario nunca olvida sus ambiciones particulares. Así pues, las etapas siguientes pueden resumirse en un reparto de triunfos entre Adam Yates y Almeida, imitando incluso la foto de Jumbo de llegar a meta cogidos de la mano, aunque con algo más de navajeo interno. Tras la cronoescalada final, que fue para Almeida, Adam Yates conservó el amarillo, en un ambiente general dominado por el desinterés y la desidia. Pogačar debería tomar nota de estas pequeñas mezquindades internas de cara al próximo Tour, en el que, por si fuera poco, contará también con Ayuso. 

Ni pa' ti ni pa' mi

Otros ciclistas prefirieron tomar caminos alternativos a Suiza, como las vueltas  a Eslovenia y Bélgica. En Eslovenia confluyeron corredores que estiraban el estado de forma del Giro, con otros con la mente puesta en el Tour. En el primer grupo figuraban Pozzovivo, Pellizzari y el ganador, Aleotti, mientras que entre los segundos los más activos fueron Mohorič, Healy y Bilbao. Giovanni Aleotti, corredor que en categorías inferiores había destacado, obtuvo por fin un gran triunfo, basado en la ventaja que obtuvo en la etapa de Nova Gorica, controlando posteriormente la rueda de Bilbao. 

Por su parte, el Tour de Bélgica fue una carrera de sprints, con una única etapa movidita, con final en Durbuy y victoria de Alex Aranburu. En las llegadas al sprint, Merlier se mostró bastante superior a Philipsen. Aunque obtuvo un triunfo, el ganador de la pasada Milán - Sanremo no parecía muy convencido de su carrera en conjunto, ya que Merlier le batió en Knokke-Heist (meta en ligera subida, en la localidad costera flamenca para la tercera edad) y en Bruselas, junto al Atomium. Philipsen debería estar agradecido al deseo de Evenepoel de priorizar un equipo para la general, dejando en casa al sector velocista de su equipo, y con ello a Merlier. La general de Bélgica, disputada casi al modo de un maillot verde, fue para Soren Wærenskjold, enésimo gigantón noruego, precedido en este caso por mucha buena prensa.  

Gran victoria de Merlier en Knokke-Heist, sobre Philipsen y Kooij. 

El próximo fin de semana se disputarán los campeonatos nacionales, una buena ocasión para ver varias carreras en un mismo día, al menos en su parte resolutiva. En el ciclismo realmente existente, estas carreras han pasado a un segundo o incluso tercer plano: nadie parece querer arriesgar su participación en el Tour en unas pruebas en las que suele haber mucho mestizaje entre corredores de primer nivel e impulsivos continentales, que en el caso del campeonato de España son sustituidos por rejuvenecidos masters. Igualmente, los grandes equipos priorizan las concentraciones en altura a carreras en el valle, a lo que se añade el creciente desinterés de muchos patrocinadores en crear maillots específicos para sus campeones nacionales. 

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