lunes, 22 de abril de 2024

QUEMADOS POR EL SOL

No era ningún misterio que Tadej Pogačar acabaría ganando la Lieja - Bastogne - Lieja. Sin el contrapeso necesario de Remco Evenepoel, Pogačar no contaba con la presencia de una auténtica oposición, por mucho que la prensa se esforzase en vender a Mathieu van der Poel como un auténtico adversario. El campeón del mundo se defendió muy bien, todo hay que decirlo, pero en ningún momento estuvo en disposición de plantear una alternativa seria al dominio de Pogačar. Se sabía igualmente que la victoria de Pogačar se iba a gestar en la Redoute, como las dos últimas de Evenepoel, sin por ello incurrir en declaraciones inmaduras y desafiantes al modo de Vandenbroucke. En Pogačar todo fluye con más naturalidad y en su caso, como también en el de Evenepoel, sí iba a ganar realmente desde la Redoute. Desde allí el esloveno corrió otra prueba, independiente al resto, pedaleando en una burbuja de aislamiento, convirtiendo el asfalto bajo sus pedales en un tapiz aterciopelado, en una completa armonía entre atleta, máquina y paisaje: un bello cuadro del que muchos comienzan a estar hasta las narices. 

"If you come too close to the sun, you get burned" (Skjelmose dixit).

El frío acompañó a los corredores desde la salida en Lieja, aunque la situación fue mejorando con el paso de las horas, llegando incluso a asomar el sol en el último tramo, más o menos desde la Redoute hasta la meta. El pelotón rodaba embozado en gabbas, guantes, perneras y pasamontañas. Por delante marchaba una escapada tempranera, de la que apenas quedará testimonio y recuerdo: por lo cubiertos que iban (apenas se les pudo ver la cara) y por lo pronto que fueron cazados. Entre Saint-Roch y Mont-le-Soie les dieron alcance. Recuérdese, a modo de contraste, lo lejos que llegaban las fugas en el decenio valverdiano, algunas incluso hasta las calles de Lieja, como aquella de Stéphane Rossetto.

Al mal tiempo, buena cara. 


La primera incidencia seria tuvo lugar a falta de 96 kilómetros para meta: una caída, afortunadamente sin graves consecuencias, dividió en dos el pelotón. Por detrás quedaron Mathieu van der Poel y Tom Pidcock, entre otros muchos. En el tramo de aproximación hasta Stavelot, el equipo Israel hizo caso omiso de todo tipo de fairplay (al igual que su patrocinador, podría decirse) y puso ritmo de forma descarada, siendo secundados más tímidamente por UAE. Llegó de esa forma la subida de Stockeu, arbolada y estrecha, y en ella Pidcock y Vansevenant decidieron alcanzar al grupo delantero por su cuenta, gastando muchas fuerzas, mientras el grupo trasero era comandado por el coche del Groupama-FDJ (los jueces rompieron el barrage en plena ascensión). De esta manera, se acabó produciendo el reagrupamiento completo, gracias al amparo de los coches y también al ritmo parsimonioso de Ulissi en cabeza durante el ascenso a Haute Levée. 


Vansevenant y Pidcock, desesperados porque se les va el tren.


A partir de ese momento, Domen Novak se convirtió en el gran protagonista de la prueba. Su ritmo constante, con aportaciones puntuales de Fisher-Black, impidió cualquier tipo de movimiento durante las ascensiones a Rosier y Desnié. Aunque perdió momentáneamente la cabeza en la travesía por Remouchamps, tuvo tiempo de abrirse hueco para situarse en cabeza en el comienzo de la Redoute, marcando de esta manera el ritmo idóneo para Pogačar. La impresión era que se le había encomendado un trabajo destinado a otros, quizá a Almeida y Hirschi, estratégicamente rezagados para ahuecar el ala. Así pues, a falta de 34,8 km, Pogačar, ya sin compañeros, no tuvo más remedio que lanzar su ataque para llegar en solitario: primero de pie, luego sentado. Richard Carapaz intentó seguirle durante unos metros, mientras que Healy, Skjelmose, Lutsenko y Bernal veían su partida desde la distancia, como el que ve el vuelo de un cometa. El ecuatoriano pronto entró en ignición, quizá por un contacto muy cercano con el sol (como declaró Skjelmose en el postcarrera). Desde ahí hasta meta Pogačar se montó su propia contrarreloj individual, rodando muy acoplado, flotando por momentos, arriesgando en algunas curvas y emprendiendo las subidas con su habitual estilo potente y sentado, a base de desarrollo.

Novak acelera el ritmo en La Redoute.

Pogačar ataca. 

Carapaz, en modo temerario, decide seguirle el ritmo. 

"Pero, ¿y los demás?"


La lucha por el podium se la llevaría un corredor superviviente del viejo ciclismo prepandémico, aquella era de ataques breves, desarrollos ligeros y muchos codos: Romain Bardet. En Forges, Bardet se destacó junto con Ben Healy, Romain Grégoire y Benoît Cosnefroy. El mayor empeño en los relevos lo ponía el campeón de Irlanda, como era de esperar, mientras Bardet aguardaba su momento, pasando por la cabeza sin mucho entusiasmo. Su actitud contrastaba con la abnegación suicida que mostró en la etapa de Larrau, aquella en la que se convirtió en un admirador, un amigo, un servidor, un esclavo de Evenepoel, tirando por tierra el prestigio acumulado en toda una carrera de luchador.

Segundo en el Tour y segundo en el mundial, también segundo en Lieja.

La carrera trasera quedó resumida en una especie de duelo entre el tesón de Healy y la determinación de Bardet, llevándose al final el gato al agua el filiforme corredor de Auvernia. Tanto en el tramo final de la Roche-aux-Faucons, como en el falso llano posterior, aumentó su ventaja y consolidó la segunda plaza, mientras Pogačar ya casi callejeaba por Lieja, dispuesto a alzar los brazos. En tercera posición acabaría van der Poel, llevado durante casi toda la prueba en carroza, sin hacer grandes alardes y sin contar prácticamente con equipo. Se limitó a cerrar algún hueco personalmente y a esperar al reagrupamiento final, que llegó en el descenso hasta Lieja. Luego, casi involuntariamente, acabó tercero al ganar el sprint del grupo.

Un sprint fácil para van der Poel. 

Con su victoria (sexto monumento, nada menos), Pogačar cierra un ciclo de alegrías y tristezas en esta prueba. En 2020 su sprint quedó ligeramente obstaculizado por la maniobra de Alaphilippe, aunque gracias a la descalificación del francés consiguió su primer podium en una clásica monumento. En 2021 obtuvo su revancha, batiendo netamente a Alaphilippe en un sprint memorable, en el que también figuraron Gaudu, Woods y Valverde. Después de estos dos años de idilio con Lieja, llegaron los desencuentros: en 2022 se dio de baja el día de antes, debido al fallecimiento de la madre de su pareja, y en 2023 se rompió la mano, privando a los aficionados de un duelo con Evenepoel. Este año tenía la determinación de ganar, para dedicar la victoria a su suegra, y para de esa manera ahogar con un triunfo cualquier sensación amarga en el pasado. Su victoria enlaza de esta manera con las dos anteriores de Evenepoel, conseguidas con un ataque en el mismo punto y casi idéntica resolución, en lo que viene siendo el estilo del nuevo ciclismo, del que Pogačar es su más refinado y letal ejemplo.

En el bosque (tornanti_cc)

Y la foto típica braccia alciate in cielo. (sportpic_agency)


2 comentarios:

  1. Uf, hace un mes desde que pude comentar algo, y parece que ha pasado un mundo desde entonces. Una Roubaix descafeinada como pocas resuelta a 60 kilómetros a meta, una caída que trastoca el año ciclista y deja varios corredores con lesiones muy serias, la polémica subsiguiente, unas Ardenas con dos carreras bonitas pero con la Lieja sin emoción...

    El resumen es que los mejores son cada vez mejores y la diferencia es sideral. No hay lugar a la sorpresa o a la duda, salvo en la que seguramente es aún la carrera más emocionante del año, la Milan Sanremo. Y ahora tenemos un Giro que ahonda en más de lo mismo.

    Solo quedan las luchas por el podio, que en realidad son lo que era antes, disputas más o menos emocionantes y con alternativas. Repasando los Monumentos, o incluso las vueltas de una semana que no han monopolizado los mejores, quedan carreras divertidas y poco previsibles. Pero supongo que es la época que nos ha tocado vivir, y supongo que lo único que esperamos es que dentro de 10 años no cambie la visión que tenemos de ello. Lo que pasa que de un tirano de época, hemos pasado a que convivan varios a la vez.

    Y ahora el Giro, que en unos años ha conseguido lo imposible, perder toda su identidad y gran parte de su encanto. Yo era la Gran Vuelta que más disfrutaba, y ahora solo queda recrearme en los paisajes, en los pueblos y en las decadentes carreteras. A las ediciones insulsas y cercenadas de los últimos años creo que vamos a sumar este año una carrera sin emoción alguna, y como apuntabas por Twitter, o X, o lo que quiera que sea, sin emoción alguna salvo en el deselance de gran parte de las etapas.

    Creo que el pesimismo me está venciendo, y donde el año pasado atistaba una época dorada y espectacular, se me están quedando ediciones rapidísimas de todo lo que se corre pero sin emoción y a veces sin encanto.

    Siempre nos quedará comentar por internet, supongo.

    Perdón por el offtopic de post y más aún siendo un comentario un tanto lacrimoso.

    Gracias por las crónicas!

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    1. Así es. En tres de los cuatro monumentos disputados, se ha sabido ya el ganador antes de la disputa. De no haberse producido las caídas, como mucho la duda habría estado entre dos en cada uno de ellos. Y como apuntas, el panorama que plantea el Giro no parece muy alentador. Hay una total ausencia de media montaña, que siempre deparaba días entretenidos, al menos para la disputa de la etapa. Han reducido todo a etapas al sprint (casi diez), dos cronos más o menos largas para los parámetros actuales y una alta montaña que me parece un tanto descafeinada. A ello se suma la presencia de Pogacar, un corredor que siempre ataca y hará cosas interesantes, pero que está dispuesto a convertir la carrera en un monólogo. Espero que Uijtdebroeks, Aresman o alguno de los italianos jóvenes (Pellizzari, Piganzoli) haga un buen Giro, por aquello de dar algo de vida a la carrera.

      Me gustaría pensar que, a diferencia de las últimas ediciones, la ausencia total de expectativas ante el Giro quizá haga que haya algo de sorpresa o interés adicional. Se espera tan poco que quizá se encuentre algo. Aunque no es más que una manera de consolarme.

      Gracias a ti por comentar, como siempre.

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