miércoles, 17 de mayo de 2023

NO ES UNA CARRERA, ES UN SLASHER

Cuando el Giro parecía atado y bien atado, siguiendo por los raíles de un guion muy calculado, los sucesos del domingo lo mandaron todo por los aires. En la víspera todo apuntaba a que Evenepoel pasaría su rodillo en la crono de Cesena, pero los acontecimientos fueron bien diferentes. Apenas tres segundos separaron a Evenepoel, Thomas y Geoghegan Hart, en un final insólito y muy reñido, haciendo del esfuerzo solitario, muchas veces monótono, algo emociante. A ello se añadió un tiempo desapacible y cambiante, que trajo lluvia abundante para los que salieron a mitad de crono (Küng y Armirail, fundamentalmente), y tan solo el piso mojado para los últimos clasificados. El rendimiento de los Ineos fue espectacular, muy por encima de lo esperado (sobre todo en el caso de Geoghegan Hart), mientras que el de Roglič fue algo decepcionante, siguiendo en la línea ambivalente de cronos buenas y cronos malas que nos suele deparar el esloveno. 

Un minuto que fue un segundo.

 

Cuando le llegó el turno a Evenepoel, que salía en penúltima posición, ya se vio que algo no marchaba bien en la misma rampa de salida: lucía demasiadas ojeras. ¿Producto de una mala noche? ¿Poca tila antes de dormir? Todo cobraría sentido en las próximas horas. Salió con la intención de demoler a sus adversarios, nervioso y agresivo como siempre, pero la diferencia del paso intermedio inicial iba menguando a medida que pasaban los kilómetros. La hercúlea fuerza del cuerpo pequeño y redondo se iba evaporando al igual que los charcos parecían secarse. Thomas conseguiría el mejor tiempo al paso por el segundo punto intermedio en Cesena, evidenciando que no era un buen día para Evenepoel. En la última recta, la que conducía al complejo Technogym, el pequeño belga se exprimió al máximo para ganar a Thomas solo por un segundo. Incluso por menos, en realidad. Leknessund, hasta el momento maglia rosa, perdía el liderato, aun realizando en general una buena crono. 

Just a perfect day...

Evenepoel recuperaba el liderato y se llevaba su segundo triunfo parcial, pero en el aire flotaba cierta sensación de fracaso, al no haberse cumplido las altas expectativas que el propio Evenepoel se había marcado, que le auguraban un minuto de beneficio. Al menos eso era lo que había cacareado previamente, con ese estilo agresivo suyo que en realidad no hace otra cosa que ocultar inseguridades. Después de su victoria, se presentó a la entrevista completamente desabrigado, a pesar de la jornada fría y lluviosa. Pero lo más llamativo era su expresión: los ojos embolsados y enrojecidos, el rostro algo hinchado, las arrugas de la cara muy marcadas. Ofrecía la imagen de aquel que será cuando tenga diez o quince años más. Algo no marchaba bien: se había exprimido y los resultados no habían sido suficientemente satisfactorios. A medianoche se sabría algo de la verdad del tema: había pillado el covid y decidía retirarse, a pesar de haber ganado la etapa y marchar de líder, sin esperar a una posible mejoría en el día de descanso.

"Eh, colega, lo dejo cuando quiera..."



 

Las mejorías repentinas, en casos con síntomas, no llegan de la noche a la mañana, todo el mundo lo sabe en carne propia. Y menos en el caso de que se tenga que desempeñar una actividad exigente a nivel respiratorio, como es el ciclismo. Tomando en cuenta la salud, la decisión parecía lógica, aunque extrañase el anuncio nocturno, como intentando que la noticia pasase inadvertida, tomando las de villadiego en el día de descanso sin dar explicaciones a nadie. Todo ello hizo saltar las alarmas: es normal que suceda en un deporte que lleva décadas animando a la sospecha. Sin embargo, yo creo que sí estaba enfermo: me fio de su careto (inusual, por otro lado) y tampoco la organización tenía ningún interés en verle fuera, justo al contrario. Aunque muchas veces se piense que Evenepoel imita a Merckx al igual que una maqueta en miniatura reproduce un paisaje real, este no iba a ser su momento SavonaDe hecho, el malestar en RCS era evidente, y así lo han expresado en su pravda particular. Ha sentado mal que, después del desembolso, la joven estrella belga se haya marchado sin luchar. O quizá lo que haya escamado es el tema de las primas, como apunta ciclismo2005 en su artículo. En realidad, esta situación incómoda no le está mal empleada a RCS por pagar. Es algo ridículo. Lo hicieron con Froome, con Sagan y con van der Poel: el primero cumplió (y de qué manera, a saber...), y los otros hicieron su papel de bufones del sainete. Ahora este les ha salido rana: quizá aprendan.

Hasta aquí el tema de Evenepoel: a fin de cuentas ya no está en carrera, se recuperará pronto y seguir con el culebrón es algo demasiado agotador e inútil, además de que se corre el riesgo de dar voz a gente indeseable. Geraint Thomas accedía al liderato al retomarse la carrera el martes. La etapa de Viareggio volvería a estar dominada por la lluvia y el frío, tanto que Aleksandr Vlasov se tuvo que retirar, aquejado de los males del día de descanso. No es la primera vez que se baja del Giro: la situación recordaba mucho a la de 2020. Muy mala señal en la progresión un tanto estancada del ruso, que quizá en días sucesivos dé alas, como suele suceder, a un compañero: Lennard Kämna, por ejemplo. La etapa estuvo marcada por la fuga inicial de Derek Gee, Alessandro De Marchi, Davide Bais y Magnus Cort. Fue un inicio realizado a fuego en unas condiciones de niebla, lluvia y frío, con una constante subida en la que De Marchi y el sorprendente Gee fueron imprimiendo ritmo y descolgando a compañeros de fuga de nivel, como Vervaeke o Cattaneo. Más tarde, aprovechando breves momentos de tregua, se les unieron Cort y Bais, muy atentos desde la salida. Una vez descolgado Bais tras coger los puntos de la montaña en el Passo delle Radici, coronado a 2 grados, los otros tres se estuvieron relevando sin descanso hasta la meta de Viareggio. Tanto es así que De Marchi, con más tiempo esta vez para afrontar una llegada en la que era el más lento, siguió relevando y cerrando huecos para Cort, que se llevó de este modo su etapita ansiada en el Giro. Mientras tanto, en el pelotón fue una jornada dura, incrementada por el ataque de equipo protagonizado por el Bahrain, que aprovechó el descenso delle Radici para lanzar a Caruso. Sivakov hizo el papel de perro guardián, pero el movimiento duró poco.

Segundo danés en el club de las tres en esta edición de Giro.

 

La etapa de hoy, con final en Tortona, ha tenido un clima igualmente adverso, transitando por las colinas arboladas que separan la Liguria del Piemonte. Esta vez la fuga no ha llegado, a pesar de tratarse de un territorio bastante hostil. Siguiendo con el recuento de bajas, esta vez le ha tocado a Geoghegan Hart. El corredor de Londres era uno de los grandes favoritos para el triunfo, dado el poco tiempo perdido y los días de montaña venideros. En una curva en el descenso del Passo della Castagnola, ha caído Covi, llevándose tras de si a Thomas, Roglič, Geoghegan Hart y Sivakov. Si bien los veteranos se han levantado rápido (se diría que tienen el culo lleno de metralla de antiguas batallas), los otros dos se han quedado en el suelo más tiempo. Sivakov ha llegado a meta con 13 minutos perdidos, pero Geoghegan Hart se ha tenido que retirar. La etapa finalmente se ha resuelto al sprint, con triunfo in extremis de Ackermann sobre Milan. La llegada estuvo marcada por la brutalidad del estilo de Milan, que recuerda ligeramente al de Kittel en aquella etapa de Dublín.

 

Final muy ajustado entre Ackermann y Milan.

 

De este modo, si bien el guion del Giro se pensaba que iba a ser en exceso clásico y predecible, está recordando al de Psicosis: el protagonista ha sido eliminado de escena antes de que la cosa se ponga seria (sin recurrir en este caso a las cuchilladas en la ducha) y los actores secundarios también van siendo eliminados, uno a uno, en un recuento interminable. Cualquier diría que estamos en el Giro y no en un slasher de Dario Argento o Mario Bava. 

 

Los sospechosos habituales

El gran favorito desde la crono del domingo, en la ambulancia.



 

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