lunes, 3 de mayo de 2021

DE RIVA DEL GARDA A TURÍN, PASANDO POR FRIBURGO

Retomando las cosas por donde las dejamos, tocaría hablar de la resolución del Tour de los Alpes. En la carrera del Tirol, disputada a ambos lados de la frontera, se acabó imponiendo Simon Yates, después de una exhibición en montaña de la que ya hablamos. En los dos días que quedaban, lo más destacado fue el descenso del Boniprati por parte de Pello Bilbao. Hubo voces contrarias a un descenso tan cercano a la meta, aunque poco caso hay que hacer a los típicos directores anglosajones que solo se quejan si vienen mal dadas. Al menos fue un descenso bonito, a diferencia del de otros casos más habituales y recientes. La técnica de Bilbao fue impecable, asumiendo bastantes riesgos, tanto que se deshizo de Daniel Martin en una curva. El irlandés hizo un recto, sin graves consecuencias a pesar de caer a plomo.  El de Gernika cazó en la misma meta a Simon Yates y Aleksandr Vlasov, llevándose un bonito triunfo. 

Buen descendedor y cuatrilingüe. Si moviese menos la bici al pedalear...
 

Le llegaba el turno al Tour de Romandía, la carrera suiza a la que la tradición reservaba el papel de preparación más idónea para el Giro, antes de que los cambios de calendario fuesen acercando en exceso ambas citas. Desde que a principios de siglo el Giro abandonó definitivamente la primera semana de junio, no se ha repetido ganador en Romandía e Italia. Sin embargo, los casos anteriores fueron bastante numerosos, con victorias en ambas pruebas (Adorni 1965, Motta 1966, Merckx 1968, Gimondi 1969, Saronni 1979, Hinault 1980, Roche 1987, Rominger 1995) o notable protagonismo (Galdós 1975, De Muynck 1976, Prim 1981, Olano 1996, Tonkov 1997, Jalabert 1999, Frigo 2001). Aun así, las coincidencias entre Trentino/Alpes y Giro también han sido unas cuantas (Bugno 1990, Simoni 2003, Cunego 2004, Nibali 2013), aunque en clave más nacional. 

Romandía ha ofrecido, como suele ser habitual, bonitos paisajes y bastantes días sombríos, más unas cuantas etapas inertes. El prólogo fue despachado por la realización con algo de dejadez, volviendo los Ineos a copar los tres primeros puestos, al modo de la pasada Volta. Parece que cuando no están los eslovenos, los Ineos aprovechan con cualquiera de su fondo de armario. De esta forma colocaban a Porte y Thomas detrás del ganador Rohan Dennis, que ha asumido en el equipo británico su nuevo rol de gregario con inusitada docilidad. 

Las dos etapas siguientes fueron para Peter Sagan y Sonny Colbrelli, con un tercer corredor en liza, Patrick Bevin. Fueron sprints de fuerza, sin trenos, que parecieron dirimirse entre sprinters maltrechos, deseosos de aprovechar sus escasas oportunidades. En el sprint de Martigny, Colbrelli fue dejado demasiado pronto en cabeza por sus compañeros y Sagan, con una mezcla de habilidad y brutalidad, supo coger su rueda, arrinconando a Bevin. En el segundo sprint, Colbrelli midió mejor su distancia y aun así ganó por la mínima al sorprendente Bevin. 

Sagan más Hulk que nunca.

En la cuarta etapa (tercera si seguimos la estúpida numeración de no contar el prólogo como primera etapa) ya se vio algo interesante. Marc Soler aprovechó sus cualidades poco explotadas de cazador de etapas y de corredor adaptado a los días de perros. No en vano, sus grandes triunfos, como el de la etapa de Lekunberri o la siempre fría París - Niza, se han disputado en condiciones semejantes. Lanzó un ataque seco poco antes de coronar el último puerto y dio una lección de rodar en el llano, con esas largas y finísimas piernas que parecen creadas para esa misión. Eso sí, se marcó una celebración algo futbolera que incendió durante una tarde twitter (ese "cementerio de los matices", como ha dicho el también tuitero Alejo Schapire). Más allá de la tontería de un gesto innecesario, preferible en todo caso a la macarrada de bajarse de la bici y levantarla en brazos, la victoria fue espectacular y demuestra que Soler tendría más éxitos si se centrase en ganar etapas. Aunque claro, compite en un equipo con una particular mitología en torno a las hazañas de julio, ya bastante alejadas en el tiempo. 

¿Un homenaje a Raúl o a la alegoría del Silencio?

Poco duraron las alegrías, sin embargo. En la etapa reina con final en Thyon 2000 se vio por fin gran ciclismo, con veinte kilómetros de ascensión constante y un tiempo asqueroso. Magnus Cort Nielsen y Simone Petilli libraron un bonito duelo en la fuga, primero marchándose el danés bigotudo, luego dándole caza el italiano del Intermarché - Wanty. De momento es el corredor que ha estado más cerca de dar un triunfo a su equipo; un equipo de nivel profesional continental, todo sea dicho. Por detrás se movieron Michael Woods, Ben O'Connor y Geraint Thomas, que en un santiamén dieron caza a los fugados (en parte, por las deficiencias de la retransmisión). El triunfo de etapa se lo disputaron el canadiense y el galés, viéndose algo ciertamente insólito. El ex-ganador del Tour se fue al suelo al escurrírsele la maneta de entre los dedos, en el momento en el que iba a ponerse de pie para lanzar el sprint. Al parecer, tenía los dedos ateridos por el frío. De hecho, poco después de entrar los corredores comenzó a nevar. Pero no es la primera vez que protagoniza un incidente así, algo extraño en alguien proveniente de la pista y con un aprendizaje inicial en las clásicas de adoquines. Thomas es especialista en caerse donde nadie lo hace, en una neutralizada comiéndose un bidón o en una subida tragándose una moto mal aparcada. Sus caídas y salidas por los aires forman ya parte de su trayectoria, tanto o más que sus triunfos. Y cuando una cosa se repite tanto, no es simplemente mala suerte. 

Ouch!

Ese estúpido incidente le privó de lucir el maillot de líder en la última etapa, una crono disputada en el revirado y entretenido circuito de Friburgo. De todas formas, Thomas no tuvo rival. La crono era toda una delicia, un circuito de los que pocas veces se ven, con bajadas complicadas, subidas adoquinadas, tramos expuestos al viento y la lluvia y una tendida subida final hasta la ciudad. A ello contribuyó también la ciudad, con sus homogéneas casas de estructura germánica, su torre gótica tipo cohete espacial y sus iglesias con campanarios bulbosos, tan característicos de toda la cara norte de los Alpes. En resumen, un escenario digno de un relato de Robert Walser, una ambientación propicia para un nuevo Nosferatu de Murnau.   

Postal desde Suiza (hacía peor día)

Ineos no lo empezó haciendo demasiado bien, con una prestación bastante pobre de Ganna, que hizo peor tiempo que Soler. Sin embargo, Porte y Thomas estuvieron a la altura, y también todo el Deceuninck en conjunto, que se llevó el triunfo con Cavagna (ya merecía un triunfo así en lo que llevamos de temporada) y que situó a dos corredores aparentemente no rodadores entre los mejores, Masnada y Cattaneo: todo un aviso para lo que se viene el próximo mes. De esta forma, la general la copaban los dos Ineos, Thomas y Porte, con la visita inesperada de Masnada al tercer escalón. Soler se quedaba fuera por tan solo un segundo. 

Algunas chapucillas (vía @__blind_side)

Ineos está fuerte y Deceuninck también. Aún así, el Giro se presenta bastante abierto, con únicamente tres ganadores de grandes vueltas en la lista de salida provisional. A priori se habla mucho de Bernal y de Simon Yates, pero uno anda renqueante y el otro suele tener mala pata. Sin duda en Ineos pondrán todo lo necesario para que el colombiano resurja de sus cenizas, con un equipo en el que destacan un Moscon en ascenso y un Ganna en descenso, dos corredores para ganarse a un público italiano falto de puntos de referencia. En Deceuninck también pueden hacer las cosas bien, con Almeida, que no se ha prodigado mucho, y Evenepoel, que viene directamente de la playa. La rutilante estrella belga se ha autodescartado, quién sabe si tratando de jugar al despiste. Lo que sí que es cierto es que no se ha puesto un dorsal desde aquel que le examinó a conciencia Bramati, cuando yacía hecho polvo tras su terrible caída. Tradicionalmente a los de Lefevere se les agota la mecha en la tercera semana, como sucedió ya con Urán, Jungels o el año pasado con Almeida. Quién sabe qué hará Masnada en la última semana. 

Continua la voracidad (vía @__blind_side)

¿Posibles sorpresas? Carthy podría hacerlo bien, pero una cosa es la Vuelta y otra bien diferente el Giro. Aunque bien mirado, después de lo de Geoghegan Hart cualquier cosa es posible. El equipo de Vaughters es ciclotímico por naturaleza y quién sabe si un nuevo maillot como el del pato les dotará de nueva fuerza. El año pasado completaron un buen Giro, con Guerreiro y Caicedo, que tomarán la salida de nuevo. Sigamos con la enumeración. ¿Hindley? Incógnita total. El año pasado los Sunweb volaban, pero este año les está costando ganar muchísimo. Es otro equipo que acostumbra a ofrecer extrañas montañas rusas en las trayectorias de sus ciclistas. De momento el rendimiento del pálido australiano ha sido muy mediocre, pero yo confío en él, a modo de apuesta personal que quizá sea devuelta a la triste realidad por la contundencia de los hechos. ¿Landa? Yo casi veo mejor a Bilbao, pero en la alta montaña el alavés tendría que ser mejor. Y digo tendría. Entre los italianos, Formolo, el mentado Masnada o Ciccone podrían hacerlo bien, pero el rosa de momento les viene demasiado grande. Parece lejana esa etapa en la que cualquier italiano podía ganar el Giro, se llamase Frigo, Sella o Mazzoleni. 

Pero en realidad, ninguno de los nombrados hasta ahora me hace realmente excesiva ilusión, salvo algunos protagonistas del año pasado, como Hindley, Almeida o Bilbao, corredores que deben tener varias cosas de cara (o muchas) para poder hacer simplemente podium. Todo pinta muy bien para Bernal, pero al colombiano se le ve algo frágil y necesitado de cariño últimamente, bastante alejado de esa pátina de hieratismo cyborg que caracteriza a las creaciones de Ineos. Como la que ganó el año pasado, sin ir más lejos. No estaría mal un triunfo que encarrilase de nuevo su senda de buen corredor, pero en esta página siempre se apuesta por la sorpresa y la subversión de las jerarquías, los desplomes de los grandes equipos y la aparición de jóvenes valores: por eso no hay mayor deseo que el de que gane otro que no haya sido ni siquiera nombrado.


4 comentarios:

  1. Gran artículo Ignacio, me he divertido mucho con el símil pictórico futbolístico casposo que has captado en la victoria de Soler. Si que me gustaría que pudieras desentrañar el misterio de la dudosa, sospechosa, o cómo se quiera llamar, actitud servil y desprendida de un corredor como Rohann Dennis que tú has advertido ya en este artículo y que, corrígeme si no estoy en lo cierto, podría subvertir en la búsqueda de grandes triunfos de grandes carreras por etapas.
    Muchos Saludos

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    1. La trayectoria de Dennis ha sido rara. Siempre se ha dicho de él que era un corredor díscolo, que iba a su bola. En BMC se centró casi en exclusiva en las cronos. Luego en 2019 fichó por Bahrein y dio la impresión de poder dar el salto a ser un corredor de gran vueltas (ya maduro, 29 años tenía entonces). De hecho, hizo una Vuelta a Suiza en la que ya se vieron sus dotes en montaña, siguiendo a un Bernal que entonces estaba pletórico.
      Pero en ese mismo Tour de 2019 algo pasó, no sé muy bien qué. Dio "la espantá" con su equipo, los dejó tirados. Se habló de que no le habían preparado la bici de crono que él quería. No sé, a mí eso me parecieron excusas, aunque puede que algo de razón tuvieran, pues Dennis siempre ha sido un tipo metódico/maniático.
      Y al año siguiente ya se vio lo que es capaz de hacer. Yo diría que en el Giro fue el más fuerte de la última semana, con esa ascensión al Stelvio a base de fuerza, con los dos "críos" a su espalda. Parece contento con ese nuevo rol, quizá porque se ve ya mayor para el puesto de líder único o porque en 2019 fue la presión la que al final acabó con él. Este año lo veremos en el Tour, donde Ineos va a llevar la artillería pesada, aunque me temo que poco van a poder hacer contra los eslovenos.

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  2. Muy buen artículo. No sé si soy yo solo que quiero leer entre líneas, o quieres desprender cierto aire de incertidumbre. Pero es que todos los favoritos, y los que están en un segundo escalón, tienen una sombra de duda bastante grande. Bernal y sus dolores, Yates y sus blancazos, Almeida y la alta montaña, Evenepoel y la temporada en blanco, Landa y su leyenda... A ver por dónde sale la carrera, y qué ocurre en tantos finales en alto.

    Lo que esperemos que no pase más son las etapas como la de ayer.

    Saludos y a disfrutar de la que para mí respeta más lo que debería ser un diseño de carrera de gran vuelta.

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    1. Algo de eso hay. Ninguno de los supuestos favoritos parece dar la talla, pero al final alguien tendrá que ganar. Lo que está claro es que habrá incertidumbre, y eso es bueno.

      Hoy ya se ha visto una etapa mucho mejor, afortudamente. Esperemos que la etapa de ayer fuese tan solo un espejismo.

      Saludos.

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