martes, 25 de mayo de 2021

QUE ACABE PRONTO

Non mi far vedere che tortura, che tortura questa campagna elettorale!! Speriamo che finisca presto. Así se expresaba Nanni Moretti en Aprile ante el televisor. Algo semejante me ocurre estos días con el Giro, decepción tras decepción. Existe la necesidad de ver, ver con los propios ojos, ver para que no te lo cuenten, aunque esto es válido siempre y cuando haya algo que ver. Ayer ni siquiera hubo imágenes. 

Moretti es todos los espectadores del Giro

 

De hecho, poco hay que ver en este Giro, que ya ha consumido su segunda semana. Egan Bernal domina con amplio margen sobre un sorprendente Damiano Caruso, a más de dos minutos, y Hugh Carthy, a más de tres. Simon Yates ya anda a más de cuatro minutos y Remco Evenepoel a más de veintiocho. Quedan todavía tres etapas de montaña, que serán regaladas; porque el líder es sólido, porque no hay nada que jugarse ya, porque todos están pidiendo la hora.

La tónica dominante de esta segunda semana ha sido el control por parte de Ineos del pelotón, permitiendo la formación de fugas que adquirían pronto una abultada diferencia. Es decir, la habitual táctica de Ineos de contentar a todos con triunfos parciales, diferenciando la lucha por la etapa de la lucha por la general. De esta manera, han llegado escapadas en las etapas de Montalcino, Bagno di Romagna, Zoncolan y Gorizia. Quizá la única etapa salvable de todas ellas ha sido la de Montalcino, en la que Evenepoel comenzó a hacer aguas en el sterrato. En el primer tramo, Filippo Ganna se puso en cabeza y logró un gran destrozo, dejando atrás a varios corredores, como Carthy, Vlasov y sobre todo Evenepoel, pero más tarde hubo reagrupamiento. En realidad, lo de Ganna fue lo que se llama por mi zona arrancà(da) de matxo, parà(da) de burro, dicho popular con múltiples variantes locales y regionales. Sin embargo, mostró las debilidades del gran damnificado de la jornada, el niño prodigio.

Hubo debate y polémica en torno a la gestión por parte de Deceuninck del asunto. Almeida se quedó un poco tarde a ayudar a su líder, este pareció enviarle hacia adelante, quitándose a continuación el auricular con un gesto de rabia. Más tarde el portugués volvió a descolgarse, pero llevando a Evenepoel al límite. En alguna ocasión daba la impresión de que Evenepoel iba a tirar la toalla, pero al final pudo defenderse bien en el tramo asfaltado, entrando en meta a dos minutos de Bernal. Por su parte, el colombiano empezaba a marcar territorio, desentendiéndose en el repecho final de un Buchmann insólitamente agresivo. 

Las siguientes etapas fueron auténticas fumadas. La etapa de Bagno di Romagna, una complicada etapa de media montaña, se solventó con una fuga, resuelta finalmente entre cuatro: Andrea Vendrame, Chris Hamilton, George Bennett y Gianluca Brambilla. El triunfo final fue para el primero, ganando en el sprint a Hamilton. Lo único significativo fue el abandono de Marc Soler, debido a una caída. La etapa Ravenna - Verona, completamente llana, se resolvió con un sprint masivo, que otorgó el primer triunfo en una grande a Giacomo Nizzolo. La etapa fue un tostón, en la que solamente hubo competitividad en los últimos cinco kilómetros. Edoardo Affini realizó un bello movimiento que casi evita el sprint, pero Nizzolo estuvo atento y se hizo con ese ansiadísimo triunfo. 

Nizzolo aprovechando el rebufo de Affini (vía @TVilalta)

 

La etapa del Zoncolan no decidió nada, como es habitual, y vio el nacimiento del nuevo Piedra italiano, Lorenzo Fortunato. Un corredor de veinticinco años, sin victorias profesionales, que dio la campanada en una cima erigida en mito moderno más por las loas que por los hechos, consiguiendo un triunfo que recordaba a Pirazzi, Rabottini o Santambrogio. Por detrás, finalmente se vio el despertar de Simon Yates, matizado por el poderío en los últimos kilómetros de Bernal. Como suele suceder, no hubo movimientos significativos hasta los últimos kilómetros del Zoncolan, en los que casi hay que ir haciendo eses. En la bajada del puerto intermedio, la Forcella de Monte Rest, Astana puso las cosas difíciles, con Luis León Sánchez y Gorka Izagirre llevándose tras ellos a Vlasov, marchándose solamente con ellos Bernal, Castroviejo y Caruso. Sin embargo, no quisieron aprovechar la situación, dado el llano que quedaba todavía hasta el inicio de la subida final, demostrando que este Giro parece otro deporte en relación con lo visto durante esta misma temporada en la Tirreno - Adriatico o en la Vuelta al País Vasco.

Por no faltar a la cita, en el Zoncolan aparecieron incluso los idiotas.

 

En la etapa entre Grado y Gorizia una caída inicial dejó fuera a Emanuel Buchmann. Se produjo en el tramo que conecta Grado con la península, debiéndose recurrir a la neutralización de la carrera, al parecer debido a la falta de ambulancias. Las cosas comenzaban a tomar el cariz de "ciclismo moderno" que anunciaba desastres posteriores. La resolución de la fuga tuvo su interés, con una bonita batalla entre Victor Campenaerts y Oscar Riesebeek en el complicado final entre Eslovenia e Italia. 

Campenaerts ganando a lo De Gendt.

 

Y así se llegaba a la supuesta etapa reina, una etapa recortada por una nueva jaimitada de Vegni, con el chantaje entre bambalinas de los equipos World Tour. La etapa quedó reducida a un único puerto, el Giau, con descenso hacia la meta planificada en Cortina d'Ampezzo. No tengo ganas de elucubrar las razones del recorte. Si fuera la primera vez...Han sido tantas, acumuladas como losas en el historial del director de carrera, que esta es una más. A nadie pilla por sorpresa. La mafia ejerce su presión, Vegni cede. Vegni, como los profesores de Amarcord, finge ser un representante de la vieja escuela, amante de las directrices férreas y de la normativa, cuando en realidad sus clases son un caos y sus alumnos preparan todo tipo de trastadas cuando se da la vuelta. Ayer prepararon un cóctel molotov, mucho fuego y poca chicha. Como decía, a nadie pilla por sorpresa. 

En el recorrido recortado, Bernal casi sentenció la carrera, tomándose tiempo para celebrar en meta, quitándose el chubasquero en una acción algo peligrosa. El segundo y tercero están dispuestos a firmar ya si hace falta quedar en esa posición. Algunos irán para arriba, como Bardet, y otros comenzarán a ir hacia abajo, pero serán movimientos irrelevantes. El que sí que ha desaparecido del mapa es Evenepoel, que se dejaba nada menos que 24 minutos. En realidad es algo normal, después de venir de medio año sin competir. Lo que hubiese hecho arquear las cejas hubiese sido lo contrario. Pero para algunos, encaprichados con la criatura, puede ser el comienzo para poner las cosas en cuestión. Esta historia ya la hemos vivido: los mismos que lo han encumbrado serán los primeros en molerlo a palos, cuando defraude todas las expectativas.

En la cima del Giau no nevaba ni llovía. Si fuese la primera vez, podríamos pensar que se ha tratado de una sana precaución; pero llevamos ya muchos tongos como para creer algo así. Siempre hay algún motivo, porque llueve, porque hace frío, porque esto cansa... La supuesta dureza no impidió que algunos ciclistas recogieran cervezas de los espectadores o se hicieran fotos con ellos. Sin embargo, sí que fue impedimento para que la RAI ofreciera imágenes. Ni tan siquiera del último kilómetro íntegramente. No solo se plantaban los corredores o el director se adelantaba a un hipotético plante, es que la televisión pública italiana ni siquiera ha sido capaz de ofrecer un paso por la cima o alguna imagen dispersa del descenso. Nada. Es casi peor que el recorte. La tele está simplemente, como tantas otras cosas, anclada en los tiempos de Moser y Saronni. Es algo ya estructural. Que no os engañen: el triunfo de esos cuatro mozalbetes medio en bolas en Eurovision no es ejemplo de ningún tipo de modernización. El país hace aguas por todos lados y su carrera nacional también. Solo queda confiar en la destreza del pueblo italiano para hacer arte con cuatro cartones, para transformarse y dar una nueva imagen de sí mismos cuando todo parece estar en la cuerda floja. Solo queda confiar en la capacidad de un pueblo habituado a salvar los muebles en el último minuto y con elegancia. 

Esto no lo salva ni el trazo italiano.

Este no parece ser el caso. La carrera está pidiendo a gritos terminar ya. Llama la atención, en ese sentido, el número de abandonos a falta de una semana.  Solo ese punto de magia, esa improvisación genial de última hora, ese trazo que no se sabe de dónde viene pero que no podría ser de otra forma, eso tan italiano, puede salvar este engendro. Pero Vegni se tiene que marchar ya.

2 comentarios:

  1. La verdad es que el último párrafo es un buen resumen de la carrera. Mi decepción es mayor porque los últimos años el Giro era la GV que salvaba el año y que nos concedía etapas de otro ciclismo, del de hace muchos años. Y en lugar de explotar aún más ese papel, parecen encantados de ir en otra dirección.

    Sobre la carrera después de unas etapas más, poca cosa. Parece que Bernal aguantará a pesar de la petada de ayer, y que sólo Yates o Almeida pueden intentar algo. El resto corriendo para no perder. Hay muy poco carisma entre los de la general y aún menos hambre.

    Un saludo y gracias por las crónicas!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Espero que en la etapa de mañana se vea algo de ciclismo, con esos tres puertos encadenados. Siempre y cuando no los cancelen...

      Eliminar