domingo, 14 de marzo de 2021

RESULTADO Y ESPECTÁCULO

El nieto de Poupou parece empeñado en hacer coincidir resultado y espectáculo, como el niño que intenta introducir a la fuerza un cilindro en un cuadrado. Siendo un corredor dotado de un poderoso sprint (tanto que rompe manillares), con obcecación está recurriendo al ataque lejano, haciendo de él una marca de fábrica. Algunas veces no sale bien, pero otras su bendita locura lo lleva al triunfo: así ha sucedido hoy en la quinta etapa de la Tirreno - Adriatico, con un circuito final en Castelfidardo. Una etapa que difícilmente se podrá olvidar, y no solo por él. 

Espectáculo + Resultado = Perfección.


Previamente en la Strade Bianche había dado muestras de inusitada madurez, conteniéndose hasta la rampa final de Santa Caterina, la que siempre acaba condicionando la carrera. Allí machacó sin piedad a Julian Alaphilippe y a Egan Bernal por pura fuerza bruta. Ya en Le Tolfe había seleccionado al grupo de siete, formado por los tres que finalmente se jugaron la carrera más Wout van Aert, Tom Pidcock, Tadej Pogacar y Michael Gogl. Generosos como siempre, van Aert y él fueron los que más gastaron, pero ello no impidió que el genio neerlandés concentrase toda su fuerza en un punto. Camino de Piazza del Campo, la integridad de la bici pareció peligrar debido a la contundencia de su ataque. 

Un caballo loco se ha escapado del Palio.


Pero los grandes genios caen obsesivamente en los mismos temas. Al igual que van Gogh necesitaba salir a pintar la naturaleza a su manera, a pesar de que los campesinos lo recibiesen a pedradas o incluso alguno de ellos quizá con algún tiro, Mathieu van der Poel tiende a recurrir al ataque descerebrado. ¡Y a veces sale! Parece sentirse más cómodo con los tormentos autoinfligidos en solitario, que recurrir a aquello que tantas veces reporta victorias, como la astucia, el ahorro de fuerzas o el trabajo de equipo. 

Así llegamos a la Tirreno - Adriático, con una participación de lujo que ha empalidecido una vez más a la París - Niza. Hasta el momento, cada etapa ha tenido la firma de cada uno de los grandes del pelotón actual, cada uno en su terreno y con su estilo. La versatilidad de van Aert, capaz de ganar un sprint masivo; la astucia de Alaphilippe, amparada por un gran trabajo de equipo; la fuerza bruta de van der Poel, con un punto de arrogancia adolescente. En definitiva, pequeños fuegos de artificio para salivación de los fans, rematados por una contundente victoria de Pogacar en Prati di Tivo, con esa fuerza revestida de ligereza que es la nota distintiva del corredor esloveno, a la que se añadió una defensa del liderato de van Aert digna de Indurain o de los mejores tiempos de Dumoulin. El escalador esloveno parece dispuesto a batir todos los récords. 

Como un niño de la ESO (foto Luca Bettini)

El auténtico niño prodigio (Getty Images)


La quinta etapa es la que motiva realmente a escribir, la que hace sentir el espejismo de estar viviendo un momento inédito en el ciclismo, una especie de edad de oro del ciclismo de ataque, que seguro que oculta algo que no reluce con tanta fuerza. La etapa ha tenido cierto sabor a mundial, siendo muy parecida a aquella etapa del Giro pasado en Tortoreto, en la que Sagan cumplió con los organizadores. El continuo saliscendi de la zona, con carreteras llenas de baches y grietas, estaba aderezado esta vez con un poco de lluvia, viento y mucho frío, el ambiente propio de una clásica del norte. La carrera se había seleccionado por sí sola, con un Mathieu van der Poel algo juguetón en todos los repechos. En un inicio, van Aert y Pogacar, incluso Bernal, parecían querer jugar al mismo juego, saliendo tras él. Cosa diferente sucedía con Alaphilippe, que se abrió de patas simulando un fallo mecánico, y lo dejó todo correr, esperando mejores oportunidades. Hasta que a falta de cincuenta y dos kilómetros, la cabezonería del campeón holandés resultó insoportable. 

Con dos geles en la boca se lanzó en un tramo de ligero descenso y lo dejaron ir. Los había aburrido a todos a base de aceleraciones, nadie deseaba seguirle el juego. Además, se había dejado tiempo suficiente en Prati di Tivo como para no ser una amenaza. Se predisponía así a una de esas aventuras que o bien se convierten en una página más de la épica, o bien acaban en el más rotundo fracaso: esta vez se quedaría en un punto intermedio, más en lo primero pero a muy poco de acabar en lo segundo. 

Van der Poel fue cogiendo diferencia con facilidad. Impertérrito ante el frío, parecía ya dar vueltas en su propio circuito de ciclocross mental, feliz de rodar en solitario como De Gendt, mientras los demás por detrás tenían que abrigarse, sacudir las manos del frío o calentárselas con el aliento. En el grupo trasero saltaron las alarmas cuando a Pogacar se le salió la cadena al inicio de un repecho, pero no hubo intención de hacer sangre y el esloveno cogió al poco tiempo. Formolo marcaría un ritmo que permitiría a muchos coger por detrás y haría aumentar la diferencia de van der Poel más allá de los tres minutos.  

Todo parecía rodado para van der Poel, a la manera de una de esas hazañas personales que en el fondo resultan un tanto aburridas. La diferencia era tal que podía mediar una pájara al estilo de Yorkshire. De hecho sería precisamente lo que sucedería, añadiendo un aliciente inesperado (sic) a la etapa, que no hubiese sido la misma sin la lucha de Pogacar y van Aert por la general. 

Del grupo trasero habían saltado De Marchi, Soler y Felline, dispuestos a jugarse las migajas. Pero a falta de dieciséis kilómetros, Pogacar atacaba del grupo trasero, dispuesto a aumentar su ventaja con Wout van Aert de cara a la crono de San Benedetto del Tronto. Van der Poel contaba con 3:35 de ventaja, un colchón bastante amplio. Ahí vino lo auténticamente monumental de esta etapa, la lucha de tres hombres en solitario contra el tiempo y contra el recorrido. El pedaleo de van der Poel era cada vez más pesado, con las mejillas enrojecidas y el tronco erguido: comenzaba su naufragio. Por detrás, Pogacar parecía por fin liberado del frío, dándose a una exhibición silenciosa que por poco eclipsa a la de van der Poel. Más atrás, van Aert se mantenía con entereza, sin perder en exceso con Pogacar, mostrándose como un maestro cuando corre a la contra. En apenas cinco kilómetros, un minuto de la renta de van der Poel se había esfumado.

Los últimos diez kilómetros han sido una pérdida de segundos constante para van der Poel, que veía de golpe esfumarse la posibilidad de un triunfo épico. Aunque más bien habría que señalar que han sido precisamente esos últimos diez kilómetros los que han dotado a su victoria de una auténtica grandeza, pues ha tenido que rebuscar en los profundos cajones de su cuerpo y de su mente para encontrar hasta el último gramo de fuerzas a sacrificar en pos de la victoria. Por detrás, el pedaleo sencillo y la sonrisa hambrienta de Pogacar iban devorando esa diferencia cada vez más exigua que lo separaba de la cabeza, aunque su objetivo no fuese derrotar a van der Poel. Casi lo consigue, apenas diez segundos le han separado del triunfo, y cabe la duda de si se habría mostrado magnánimo (espero que no) o le hubiese birlado la victoria en el último instante, como hiciera ayer Roglic a Mäder. Van der Poel tenía así su etapa a lo Eros Poli, aunque en un escenario más anónimo. 

Por los suelos (foto de Luca Bettini)


La carrera ha tenido su resolución perfecta, casi de cuento, con van der Poel ganando sin tiempo ni fuerzas para celebraciones, revolcándose de nuevo por los suelos como en aquella victoria en la Amstel. En la París - Niza, controlada hasta el momento con mano de hierro por Roglic, dos caídas han sido aprovechados por sus rivales, en concreto Astana y Bora, para dejarlo fuera del top ten. Su equipo ha hecho aguas por todos lados, con Kruijswijk y Bennett incapaces de servir de forma adecuada a su líder, teniendo que recurrir a Bouhanni y Campenaerts como mercenarios. En el ciclismo no hay regalos de ningún tipo, y la lista de cuentas pendientes suele ser larga, de forma Maximilian Schachmann ha conseguido casi de rebote su segunda París - Niza consecutiva. Un gran triunfo y seguro que muy perseguido, aunque lo haya celebrado con la boca pequeña. Por su parte, Pogacar tiene a tiro una victoria más en una vuelta por etapas. Sin contar con una legión de fans tan amplia como otros ciclistas por pertenecer, a pesar de su juventud, al mundo tan claroscurista de la tradición ciclista, el campeón esloveno parece a día de hoy infalible. Desde esta humilde página siempre se ha tenido una confianza casi ciega en sus posibilidades. Aun quedan dos etapas.


2 comentarios:

  1. De UAE en Tirreno destacar la 6ª posición en meta de Formolo, probablemente el segundo ciclista q más viento ha comido en el circuito: m.t. que Bernal y por delante de gente que se estaba jugando el podio!!!
    En cualquier caso etapón de los q hacen afición, pero tanto me suena q Froome en 2013 perdió la carrera en un circuito con muro (y día de perros) muy parecido a hoy, la fórmula es conocida... pero hay q querer o tener a un bendito loco q haga que salte todo por los aires, más la mencionada ambición de UAE q podía haberle dado a 10min de ventaja a MvdP, pero ha preferido llevar la carrera tensa con tan buen resultado.

    Sin embargo más me intrigan los entresijos de la etapa de P-N y como cojones Jumbo ha dejado colgado al líder-máximo q en meta entra incluso por detrás de Bennet.
    No es solo la nula colocación de los compañeros sino la fatal decisión de jugárselo todo a una persecución explosiva de 5km cuando por delante tiran dos equipos enteros... no sé, en el ciclismo tan FIFA-Fair-Play q estábamos viviendo me extraña este navajero tan ochentero...
    Se habla mucho del Karma de Mader por lo de ayer pero yo me voy a la etapa del Tour'20 que Jumbo para el descenso y Astana lo prueba a trío con MAL (que acaba comiéndose un stop) y como Roglic en persona llama al orden a Omar Fraile, de aquellos polvos...
    Pero vamos, que Bora no ha rechazado la invitación, añadiendo otra muesca francesa a la casi-Dauphine y el casi-Tour del año pasado.

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    1. Muy bien traída la comparación con aquella etapa de 2013,también me vino a la mente mientras escribía.
      Con respecto a la París - Niza, tienes razón en apuntar a esas cuentas pendientes. Astana suele ser de los equipos que pasan de fair-plays mal entendidos, en cuanto pertenecientes a esa tradición "claroscurista" del ciclismo de la que he hablado, y ayer lo demostraron. Más allá de la mala suerte de Roglič, especialmente en suelo francés, el equipo estuvo muy por debajo de lo esperado, desarbolado por completo. Sin van Aert no son lo mismo y habrá que ver cómo digieren la ausencia de Dumoulin.
      Gracias por el comentario.

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