2010 fue el año 0 del nuevo ciclismo. Todo el mundo lo recordará, o debería recordarlo. En la tercera etapa, disputada en las Ardenas en unas condiciones de lluvia constante, se produjo una caída multitudinaria en el descenso de Stockeu, en la que se vieron afectados Alberto Contador y Andy Schleck. Por delante quedó destacado un grupo comandado por los Rabobank de Denis Menchov. Inmediatamente después, sin que ni siquiera los Rabobank se hubieran puesto a tirar con fuerza, Fabian Cancellara y José Iván Gutiérrez tomaron las riendas del pelotón e impusieron un parón que permitió el reagrupamiento, manteniendo la carrera neutralizada durante bastantes kilómetros. Lo que no impidió que Cancellara armase al día siguiente su propia ofensiva en el pavé, dejando atrás a Lance Armstrong, entre otros. Desde entonces ha llovido mucho, pero los parones se han impuesto cuando algún equipo ha considerado que eran necesario para sus intereses, siendo Sky/Ineos y Quick Step/Deceuninck unos auténticos maestros a la hora de jugar con los intereses ajenos. En la lamentable etapa de hoy se les ha unido Jumbo - Visma, los Rabobank de hace diez años, en uno de esos giros del destino tan peculiares.
Lo malo se pega. (imagen vía @amantes_cycling) |
Lo visto hoy en la primera etapa del Tour ha sido un espectáculo bochornoso e indigno de una prueba por etapas que se precia de ser la mejor del calendario. Es cierto que la carretera estaba peligrosa, que la lluvia había convertido aquello en una pista de patinaje: pero quien quiera parar, que lo haga. Ahora hay frenos, y según dicen algunos muy buenos. Algunos corredores, como Gorka Izagirre, desean condiciones así para brillar. En el primer paso por la subida, han sido Ineos y Deceuninck los que han propiciado el parón, con matones como Rowe y Asgreen en cabeza, ya que Sivakov y Alaphilippe se habían quedado descolgados por caídas. La situación ha sido tan esperpéntica que, habiéndose quedado descolgados Bernal y Dumoulin por tomarse las cosas con calma, nadie ha intentado poner en aprietos a los dos grandes equipos dominadores. En el segundo paso la cuestión ha adquirido un cariz más bufonesco, con Tony Martin y George Bennett (Did a Cancellara?) organizando un plantón al que todos han accedido, en parte motivados por la poca pericia en el descenso de muchos de los líderes actuales de los equipos, proclives a las caídas. Tony Martin, un corredor que ha estado metido en innumerables caídas, ha tenido su minuto de gloria. Solo Astana ha parecido rebelarse ante esa situación, con Omar Fraile y Gorka Izagirre bastante beligerantes. Han decidido poner algo de ritmo, hasta que el propio López se ha ido en una curva. Lo que ha venido de perillas a Roglic para, en una actitud de capo total, indicar que pararan. "Te lo dije", como el cuñado del Gañán. La carrera ha estado completamente parada, sin movimientos, sin interés, durante muchos kilómetros: luego vienen las lamentaciones de por qué el ciclismo pierde espectadores y patrocinadores. Podían haber desconectado y ofrecer cualquier otra cosa, que hubiese sido sin duda más interesante que lo que se estaba viendo. Carlos De Andrés ha tenido el valor de pronunciar en antena las palabras
"huelga encubierta", cosa a la que un acomodaticio Pedro Delgado ha
intentado poner paños calientes. Ofreciendo esto, y con la competencia de otras actividades deportivas o de las propias obligaciones laborales a partir de los próximos días, el Tour tendrá la oportunidad de valorar su auténtica dimensión. Etapas como la de hoy no creo que contribuyan a crear nuevos espectadores.
Jumbo está en su derecho de querer controlar la carrera y de intentar utilizar todos los vericuetos que considere oportunos: el problema está en los que acceden a ello. Cuando ha llegado el llano y los lobos han empezado a oler la meta, ya no ha habido tregua y la seguridad no ha importado. Todos a tope. Una vez franqueada la pancarta que indica los últimos tres kilómetros, muchos se han desentendido de seguir pugnando por la cabeza (entre ellos, los Ineos). Se han visto parones y bandazos. Y por supuesto una caída, en la que el principal perjudicado ha sido Pinot. Es lo que pasa por seguir el juego a la mafia: caídas puede haber en todos lados, pero lo importante parecía ser hacer que la carrera fuese una pachanga para evitar que las figuras tomasen riesgos.
La etapa finalmente ha ido a parar a Kristoff, seguido de Mads Pedersen. Los nórdicos han sabido aprovechar su adaptación a los días de perros y a los sprints de desgaste. Al menos, el maillot amarillo no ha ido a parar a uno de los equipos punteros de la mafia.
Y mañana nos volveremos a sentar delante del televisor como si nada...
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