martes, 4 de abril de 2023

VOLVER PARA GANAR

Pogačar parece un joven despreocupado y relajado, de los que les dan pocas vueltas a las cosas. Corre, se divierte, gana, duerme y come. Poco más. Sin embargo, desde la humillante derrota en Flandes del año pasado, cuando pagó la novatada (y sufrió una sutil maniobra de obstaculización por parte de van Baarle), llevaba repitiendo que quería volver a la Ronde para ganarla. Y vaya si lo ha hecho. Además, añadía en los días previos a la carrera que necesitaba llegar solo, dados los resultados previos en Sanremo y Harelbeke, en los que van der Poel y van Aert fueron más explosivos y rápidos. También en ese apartado ha cumplido.


Flexiones iroquesas.

Pero la carrera no ha sido un trámite, algo que se resuelve como una formalidad echando una firma en la parte inferior de un manojo de papeles. Pogačar ha hecho una exhibición de las que dejan aturdido, que exigen un poco de reflexión o, cuanto menos, invitan a dar un paso atrás para contemplar la belleza del cuadro, a fin de comprenderlo sin quedar irremediablemente absorbido por el poderoso atractivo de sus formas. 

 

Domando un año más el Koppenberg.

Si en la ocasión anterior Pogačar acabó desplumado en la recta de Oudenaarde después de haber sido el gran protagonista, como un joven al que dos o tres expertos jugadores dejan sin blanca en un juego de cartas, esta vez el esloveno ha contado con cuatro cartas magistrales para dejar a sus rivales completamente destrozados. Ha completado un póquer de ases, al que al final ha añadido un comodín que llevaba guardado en la manga, dando a la jornada del domingo un carácter redondo y perfecto, propio de las grandes obras maestras.

La primera carta que ha dejado caer sobre la mesa ha sido la del desgaste. Esta carta la han jugado – y padecido – todos. Ha sido una jornada disputada a una velocidad demencial, como viene siendo habitual, unos escalofriantes 44 km/h propiciados por el fuerte viento trasero en la primera parte de la carrera - y por un ritmo que no ha cesado en las partes más duras. Este viento dificultó la formación de la fuga e incluso permitió la aparición de abanicos. En uno de ellos pillaron despistado a van der Poel, que tuvo que quemar a medio equipo para volver al pelotón, aun a pesar de que delante tampoco hubo intención de hacer sangre. También un corte por una caída dejó atrasado a medio pelotón, cortándose el propio Pogačar. La dureza de esta primera parte hizo que la fuga inicial fuese muy tardía, contando con corredores destacados, como Tim Merlier.

Un inicio poco tranquilo.

 

En segundo lugar, ha lanzado la carta de la anticipación. Con esta carta, Pogačar quería adelantarse a van der Poel y van Aert, pero otros rivales incluso se anticiparon al esloveno, con la intención de tomar ventaja sobre los tres grandes. A falta de 100 kilómetros se formó una fuga intermedia, con corredores importantes, como Asgreen, Pedersen, Küng, Powless, Wright, Narváez, Vermeersch, Van Hooydonck y Trentin. Más tarde se les unirían Jorgenson y Cosnefroy. Este grupo fue haciendo camino, alcanzado a la fuga inicial y tomando una ventaja que llegó en algunos momentos a rozar los tres minutos, haciéndoles soñar con la victoria, mientras por detrás parecían lanzarse palos demasiado pronto.

 

Pero la anticipación de Pogačar no tardó en llegar. En el segundo paso por el Oude Kwaremont, a falta de 56 kilómetros, su equipo lo lanzó como si se tratara de un sprint y el ataque sostenido del esloveno pilló un tanto desubicados a van der Poel y van Aert. Al salir en cabeza del encadenado de Oude Kwaremont y Paterberg, Pogačar dudó un momento si seguir la aventura en solitario o esperar: pronto se le unió Laporte, en un movimiento táctico bastante inteligente, que buscaba obligar a van der Poel a tomar responsabilidades por atrás. El movimiento no prosperó, se formó un grupo con Pogačar, van Aert, van der Poel, Laporte y Pidcock. Los dos últimos se quedarían descolgados al paso por el Koppenberg (menos 40). Mientras tanto, la diferencia del grupo delantero se había reducido a minuto y medio. En el Taaienberg (menos 37) padeció van der Poel por un problema mecánico y en el Kruisberg (menos 35) van Aert se quedó después de una aceleración explosiva de van der Poel. Con los fugados a tiro de piedra, los Jumbo tardaron demasiado tiempo en descolgar a Van Hooydonck. Cuando se puso a tirar para van Aert ya fue demasiado tarde, pues Pogačar y van der Poel enlazaron en ese preciso instante con el grupo delantero en el que les esperaba Trentin, poco antes de iniciarse el último paso del Oude Kwaremont. Por delante, Pedersen jugaba de nuevo la carta de la anticipación, marchándose en solitario.

 

Merecido tercer puesto de Pedersen, que también jugó a anticiparse.

 

Cuando ya todos los rivales estaban esperando algún movimiento, Pogačar ha soltado, con una sonrisa, la tercera carta, la de la habilidad. Era conocida la naturalidad con la que Pogačar rueda en el pavé, había ya dado muestras de sobra, pero lo del domingo estuvo a otro nivel: su cuerpo ligero, aparentemente inadaptado al terreno, volaba sobre el pavé irregular y embarrado del Oude Kwaremont. Dio toda una lección a los especialistas en su terreno. Hizo de las pendientes más suaves y de la mayor longitud de este tramo el terreno idóneo para una masacre, que tuvo además el atractivo amplificado del barro en las cunetas. Así pues, en el último paso por el Oude Kwaremont, a falta de 18 kilómetros, Pogačar lanzó su segundo ataque. Había corrido con prudencia para lo que son sus parámetros habituales, así que en el penúltimo tramo se liberó de todas las ataduras. La rueda incluso le patinaba sobre el barro, pero seguía pedaleando, alcanzando a Pedersen y rebasándolo. Una diferencia entre 14 y 16 segundos lo distanciaba de van der Poel al salir del Paterberg.

 

Estilo antiguo en el Oude Kwaremont.


Y en último lugar, con todos los rivales ya casi derrotados, Pogačar ha terminado la partida con la carta de la agonía, formando de este modo una bonita escalera de color con las anteriores tres. En la parte final, en la casi siempre anodina recta de diez kilómetros hasta Oudenaarde, Pogačar ha mostrado todas sus habilidades de rodador, frente a un van der Poel no acostumbrado a quedarse en solitario en este tramo. Fueron quizá los momentos más bellos de la prueba: Pogačar al límite, con la misma expresión de sonrisa extenuada que mostró en la Planche de les Belles Filles, en el momento seminal de su hegemonía, esforzándose por mantener la posición y rodar con fuerza contra el viento, mientras por detrás van der Poel le perseguía en la distancia, resoplando y descompuesto, también vaciando sus reservas.

 

Directa al forro de la carpeta.

 

La carta que tenía reservada Pogačar bajo la manga era la de la suerte, muy necesaria para evitar las caídas (la montonera provocada por Maciejuk le pasó por delante de los morros). Esta vez sí se vio beneficiado por la mala suerte y los despistes de sus rivales más directos  (van Aert se fue al suelo y van der Poel diezmó a su equipo por un despiste inicial). Aun a pesar de la pérdida de Wellens en la caída de Maciejuk, el UAE corrió a la perfección. Trentin estuvo muy por encima de lo esperado, aguantando en cabeza hasta el último paso por el Oude Kwaremont, aunque tampoco le sirviera finalmente de mucho a su líder. Influyó más en el resultado la tardanza en responder por parte de Jumbo, que no estuvo muy coordinado a la hora de hacer esperar a Van Hooydonck. El equipo neerlandés pareció acusar los excesos de los últimos días (Laporte no estuvo en su versión pletórica, tan parecida al mejor Gilbert).

Pogačar consigue así igualar a Bobet y a Merckx en aquello de ganar los Tours de Francia y de Flandes. Bobet venció sobre Koblet y Van Steenbergen, y de la primera victoria de Merckx se recuerda, en modo batallita, su discusión con su director Lomme Driessens, por querer el campeón belga continuar un ataque suicida hasta meta. Seguramente en todo eso haya mucha literatura. Pero ahora no hace falta recurrir al quién mató a quién en el embarcadero en 1856. Si los resultados de antes se pueden comprobar mediante los datos, las fotografías y los vídeos que existen (las fuentes auténticas), que nos dicen que Merckx en 1969 sacó 5'36'' a Gimondi después de 259 kilómetros de carrera, prolongando un ataque en el kilómetro 186, en una edición lluviosa en la que se subieron Kwaremont, Kloosterstraat, Valkenberg y Kaslteelstraat, la prueba de 2023 la hemos visto con nuestros propios ojos. Y no hacen falta nuevos conversos, esos que parecen haber descubierto ahora las clásicas después de años y décadas de ninguneo a estas carreras, para decir que la jornada del domingo fue histórica.

 

Sí parecía un poco cansado.


 

2 comentarios:

  1. Bueno, de lo de Pogacar no sé si hay algo más que comentar que no se haya dicho ya. Carrera histórica, corredor de época, y que no tiene techo a día de hoy. Lo que hizo fue impresionante.

    Sobre la carrera en sí, queda la duda de si Van der Poel estando concentrado los primeros kilómetros y ahorrando algo de energía podría haber estado en el último paso por Oude Kwaremont. Yo creo que no, que habría dado igual, pero quién sabe. Quizás el año que viene se sepa.

    Y en cuanto a anticipar, o las fugas, premio muy justo para los que lo hicieron. Pedersen, Kung y ese grupo que la verdad, yo pensaba que cuando tenía 3 minutos, iba a llegar a meta. Y hubiera sido un justo premio porque el Ciclismo debería premiar a los que lo intentan. Lo que no tiene sentido es ir todos juntos al matadero, a escenarios donde la fuerza bruta de los mejores va a primar con total seguridad. De hecho esto enlaza con las fugas en general, y la tristeza que provoca que carrera tras carrera, ya sea Sanremo o una etapa del Tour o de la Itzulia, siempre sean los mismos equipos o corredores predestinados al fracaso los que lo intenten. Puedo entender que los favoritos en esas carreras quieran que no haya fugas de nivel, pero por qué tragan la mayoría de equipos? Si vas a Sanremo, por ejemplo, hay equipos que saben que en circusntancias normales no van a hacer siquiera top 10. Y no me refiero a los continentales que se meten en la fuga pactada, sino a Bora, Intermarche, Groupama o incluso Movistar, que van buenos corredores que podrían intentar algo más.

    Para mí, en estos años fantásticos que llevamos, está siendo la mancha que queda y que separa esta época de las grandes anteriores. Repasando Tours de los 80, las refriegas que se generaban en etapas intrascendentes entre grandes corredores eran increíbles.

    Cierro ya este offtopic que me ha surgido y que no pinta demasiado en este post, pero es que este Tour de Flandes aún hay que asimilarlo.

    Gracias por la crónica y a ver si puedes sacar un hueco para ver la Roubaix este domingo!

    Saludos

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    1. Tienes razón en la situación que describes, parece que sean dos fenómenos relacionados: súperestrellas, que desmarcan de los demás no solo por su calidad sino también por la camaradería "excluyente" que se profesan, y fugas condenadas al fracaso. Yo tengo la teoría (un tanto conspiranoica) que las pactofugas son en realidad una reacción de los grandes equipos a las retransmisiones televisivas íntegras. Ofrecer un inicio aburrido obligará, más tarde o más temprano, a que las televisiones limiten la duración de su producto y ya el sesteo sea completo y sin audiencia, de manera que los grandes equipos sigan controlando cuándo se enciende de verdad la carrera. Por eso una escapada de calidad como la de ayer genera tanta sorpresa, cuando debería ser lo habitual.
      Yo también pensé que iban a llegar. Incluso hubo un momento en que los grandes favoritos parecía que se estaban dando leña demasiado pronto entre ellos, y que serían incapaces de reducir la diferencia por si8 solos.
      Pero sin embargo sucedió, con sorprendente rapidez. Fueron los pasos del Oude Kwaremont los que redujeron en dos tijeretazos la diferencia. De golpe los 3 minutos eran uno y medio, luego 40 y finalmente ya los tenían justo detrás.
      Gracias por tu comentario, Jaime.

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