Tadej Pogačar se ha dejado caer por el sur como antaño hacían los viajeros románticos, con la cara y las piernas todavía pálidas, pero con curiosidad y afán explorador. Ha sido un viaje no exento de placer: en realidad, el esloveno se ha regalado todo un paseo en calesa por la carrera, con tres victorias de etapa, la general y una prueba de un día como aperitivo, a la que se añade el triunfo de Wellens en Alcalá de los Gazules. Pero la Andalucía que hemos visto ha estado bastante alejada del tópico, al menos de aquel que concierne al ámbito ciclista: no ha habido autovías, ni calor, ni paisajes amarillos, más bien todo lo contrario, defraudando a los amantes de los lugares comunes y de los prejuicios baratos. Evitando los grandes núcleos urbanos, la carrera ha ofrecido otra imagen de Andalucía, una de carreteras descarnadas hacia ninguna parte, de pueblos blancos rodeados de verdor y sierras inhóspitas y salvajes. El recorrido, con una querencia quizá mejorable por los finales en cuesta, ha contribuido a ofrecer una de las mejores ediciones de la carrera que se recuerdan. Ya no ha habido espacio para sprints, como pasaba en la época de Freire o Zabel. La carrera se ha corrido con la navaja entre los dientes, siendo precedida de un interesante prólogo en la Jaén Paraíso interior.
Una Andalucía de postal (captura de Juanfran de la Cruz) |
Si bien en la carrera de Jaén no contó con rivales de su nivel, en la Vuelta a Andalucía Pogačar se ha enfrentado a algunos de los protagonistas del final de la pasada temporada: Mikel Landa, Enric Mas y Carlos Rodríguez. De hecho, Landa y Mas ya fueron sus rivales más cercanos en la pasada Lombardía. Pero mientras se batía contra los principales corredores ibéricos, sus rivales directos, los auténticos, todavía no han asomado el hocico por las carreras, corriendo entre poco y nada. Siguen agazapados en su guarida, preparando al parecer una temporada que recuerda un tanto a la del ciclismo de la década negra, en la que las estrellas solo visitaban de forma esporádica las carreras. Así pues, en comparación con el silencio de los Jumbo, la ruidosa exhibición de Pogačar en una carrera menor parece cuanto menos excesiva, o al menos abre unos cuantos interrogantes de cara a sus grandes objetivos. Los mismos interrogantes que suscitaba hasta hace poco Evenepoel cuando se dejaba todas las fuerzas en Burgos o en Noruega, para palmar después en los exámenes importantes. ¿Le ocurrirá lo mismo a Pogačar? ¿Lo mismo que ya le sucedió el año pasado por errar el cálculo con exhibiciones intrascendentes en Eslovenia de la mano de Majka, en vez de prepararse en una carrera de verdad, como sus rivales directos? Bien es cierto que su presencia engrandece los escenarios menores y también es verdad que lo veremos dentro de poco en otros de un poco más de enjundia. Es digno de elogio que en su calendario programado luzcan carreras como Milán - Sanremo o el Tour de Flandes. Pero también es cierto que Pogačar ha iniciado el año demasiado hambriento, incontrolado en cierta manera, sin medida. Haciendo ruido cuando los demás todavía están durmiendo, ¿no llegará algo cansado al final de la jornada?
A este caballo no lo "despierna" ninguna subida |
En descargo de Pogačar y de su actitud ofensiva, cabe decir que dos de sus tres victorias de etapa fueron conseguidas casi sin querer. Pasaba por allí y no pudo decir que no, sobre todo ante finales tan propicios como los de Alcalá la Real e Iznájar. En ambos contó con Enric Mas como gran rival, cuyo cambio de actitud es cuanto menos notable, habiéndose quitado de encima de un plumazo el sambenito de reservón que muchos le habían achacado simplemente por pertenecer a un equipo con una demasiado conocida trayectoria en la línea de la moderación y el aburrimiento. Pero para ser honestos, Pogačar hizo lo que quiso con el mallorquín, a diferencia de lo que sucedió el año pasado en San Luca.
También en descargo de Pogačar debe destacarse su primer triunfo de etapa en Santiago de la Espada. En la inhóspita Sierra del Segura, Pogačar realizó una exhibición solitaria, saltando a cuatro kilómetros de coronar el duro y casi desconocido puerto de Despiernacaballos. En los 12 kilómetros restantes hasta la meta se pudo observar una auténtica simbiosis entre hombre, máquina y naturaleza. Volvía a verse aquel corredor que deslumbró al ciclismo internacional en la etapa de Gredos. Fue esta primera etapa de Andalucía un día digno de recordar, con independencia del peso de la carrera.
Pero como contrapartida se puede opinar que su ataque a falta de 42 kilómetros en la Jaén interior fue algo excesivo e innecesario, ya que bien le habría bastado un ataque en la última vuelta para ganar tranquilo, incluyendo el cambio de bici. Ese día apenas contó con rivales (Samitier fue el que la plantó más cara), aunque por detrás marchasen buenos corredores como Ben Turner, Ben Tulett o Andreas Kron. El objetivo del esloveno parece que no solo sea vencer, sino también convencer: por ello ataca de tan lejos, por ello responde personalmente a ataques que podrían ser solucionados por sus gregarios (a veces inexistentes, todo sea dicho). Por ello ya cuenta con más de cincuenta victorias, a su edad. Es el profeta del nuevo ciclismo, sustentado a la par en los resultados y en las acciones. Pero no olvidemos que incluso los dioses tienen un lado humano: de seguir así, en julio podría palmar, y también en el mundial.
"En casa ya tengo el tenedor, ahora me regalan la oliva" |
Mientras tanto, la Volta ao Algarve ha estado más alejada de los fuegos de artificio, ofreciendo un recorrido más tradicional y menos duro, más anodino a su manera. La fórmula de todos los años: Alto de Fóia, Alto de Malhão, crono de Lagoa, lo típico. Por ello ha sido también típica la victoria de Ineos, con un Daniel Felipe Martínez que parece estar asumiendo muy bien el rol que hace unos años desempeñaba Richie Porte a la perfección: el de ser un seguro en las vueltas de una semana, aunque no se gane ni una etapa. El colombiano ha logrado su triunfo con regularidad en las subidas y una excelente crono final, superando en dos segundos a Filippo Ganna, su compañero de equipo. El italiano padeció lo indecible en las subidas, siendo torturado por su propio equipo, que era el que imponía la mayor parte de las veces el ritmo por delante. En Fóia la victoria fue para Magnus Cort, en la línea espectacular de su equipo en este arranque de temporada, batiendo en la misma línea a Van Wilder, que levantó los brazos en un exceso de confianza. Cort repetiría victoria al día siguiente, después de que la fuga en la que marchaba fuese alcanzada en el mismo último kilómetro, pero sin ser absorbida por el pelotón al completo. En el Alto de Malhão el triunfo fue para Pidcock, que consigue, aunque parezca mentira, la que de momento es tan solo su tercera victoria profesional en ruta (tres y media, dirán algunos). En definitiva, Daniel Martínez se mantuvo en todo momento en un segundo plano (como en aquella Dauphiné, como en la Itzulia), alcanzando el primer puesto en la última etapa.
Ilan Van Wilder de pagafantas |
La temporada va poco a poco calentando, con la presencia de Evenepoel en los emiratos y un posible duelo entre Pogačar y Vingegaard en la París - Niza. Pero antes de ese esperado cara a cara, que seguramente se resuelva con la inhibición del danés, llega la Omloop Het Nieuwsblad, en la que se espera el aterrizaje de los del ciclocross. Veremos si hay un duelo para salivación y gusto de los fans o al final resulta que gana otro, como tampoco sería de extrañar.
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