sábado, 25 de febrero de 2023

EL SUSTITUTO

Hoy le tocaba currar al sustituto, pero no ha habido nerviosismo ni sobresaltos. Todo ha marchado como la seda, tanto que los alumnos apenas han podido notar la diferencia. El mismo estilo, la misma querencia por el ataque lejano, una idéntica clase magistral de rodar contra el viento, el mismo apabullante dominio sobre los adversarios, tanto o más del que hubiese ejercido el profesor titular ausente...Pero mientras que unos prefieren no comparecer, otros poco a poco se van labrando un pequeño palmarés que precisamente se acerca, sin hacer demasiado ruido, al de los Grandes Ausentes. 

 

Hoy la lección del profesor sustituto ha sido una de "gooolpe de remo".

Como sucediera ya el año pasado, los Jumbo han aterrizado en la misma línea de llegada con una victoria, provenientes de sus misteriosas bases secretas, dispuestos a comenzar por todo lo alto en el estreno “de verdad” de la temporada, la Omloop Het Nieuwsblad. Como unos niños extrañamente metódicos, se presentan en el primer día de escuela con todos los deberes hechos, la mochila ordenada y ningún interés por seguir las bromas del resto o reír las gracias a los repetidores. En apenas dos años le han comido completamente el terreno a los de Lefevere, que hoy ni siquiera han asomado un instante por cabeza, dispersados con el rabo entre las piernas como los lobos de los cuentos. Yo pensaba que alguno aparecería, un Casper Pedersen random, por ejemplo, pero no ha sido así. Otros han sido los rivales: Wellens (otro corredor desde su llegada a UAE), Küng, Mohorič, Pidcock, De Lie...El joven granjero quizá haya sido el gran derrotado, por una caída en mal momento, y por la pinza que ha ejercido sobre él Jumbo, siempre con alguien delante, ya fuera Tratnik y Van Hooydonck, o posteriormente Laporte en la parte decisiva de la carrera. 

Como decía aquel, ¿esto es planta o clase?

 

En realidad la carrera no ha tenido mucha historia. Ha sido prácticamente un monólogo en sus últimos 38 kilómetros. Una vez cazada la escapada del día, en la que figuraba Jelle Wallays como nombre más destacado y también el joven Mathis Le Berre, Dylan van Baarle ha lanzado su ataque. Daba así continuidad a las escaramuzas protagonizadas previamente por Tratnik y Van Hooydonck. Escogía además el momento más preciso de la carrera, antes de Berendries y Vossenhol-Elverenberg, y de la zona de falso llano hasta Geraardsbergen.  

Tras van Baarle salían Vermeersch, Milan y nuevamente Le Berre, todavía en posiciones delanteras después de haber sido cazado. Milan y Vermeersch se turnaban con van Baarle en cabeza, dando grandes relevos, sobre todo en el caso del italiano. Pero al llegar la hora de la verdad, ambos se han descolgado a las primeras de cambio, torturados y dejados en el camino por el ritmo sostenido e in crescendo de van Baarle. Ha sido un tanto decepcionante la prestación de ambos, sobre todo de Milan, que venía de darse unos buenos paseos por el desierto, pero que ha padecido de forma sorprendente en un repecho demasiado breve. Mathis Le Berre ha sido el que más ha podido aguantar la rueda de van Baarle, sin concederle ningún relevo, mientras por detrás los Jumbo hacían tapón. 

En la plaza de Geraadsbergen había un ambiente festivo algo espectral y decadente, con las máquinas de las atracciones dando vueltas sin parar, en pleno estallido hortera de color, pero con la nota sombría del humo de los puestos de frites y de las cunetas mojadas. La carrera parecía una atracción más, quizá no la más interesante del momento, intentando hacer despertar a la localidad de un duro invierno. En las mismas calles empinadas de la localidad, Le Berre se ha descolgado, justo antes de acceder al muur. Van Baarle ha seguido impasible, con su mismo ritmo de metrónomo, ligero pero constante. Por detrás se formaba en las rampas del muur algo parecido a una persecución, con Wellens, Mohorič y De Lie, pero con Laporte como freno. Los quince segundos con los que ha coronado por la capilla van Baarle han sido más que suficientes: ha regulado en el tramo hasta el Bosberg, ha vuelto a forzar en la rampa adoquinada y luego ha navegado con maestría por los últimos kilómetros hasta Ninove, expuestos al viento pero casi siempre favorables al fugado. Así pues, van Baarle ha tenido tiempo de celebrar, mientras por detrás el grupo perseguidor era alcanzado en la misma meta, siendo el sprint del grupo para De Lie por delante de Laporte. Arnaud De Lie conseguía así una plaza de honor después de ir toda la carrera a contrapié, remontando posiciones y exhibiendo poderío en las subidas.

Wellens y Mohoric se destacan en el Kapelmuur.

Una imagen digna de otra época.

 

La victoria de van Baarle no tiene nada que envidiar a las de otros grandes atacantes lejanos. Está en su misma línea, esa que dicen que define al “nuevo ciclismo”. Aunque en realidad su victoria ha sido bastante tradicional, del estilo de las de Museeuw y Boonen. Simplemente ha aplicado una receta que suele ser exitosa en este recorrido: moverse antes del Kapelmuur, coronar con unos segundos y aguantar esa diferencia hasta meta. Si algo caracteriza a van Baarle es su capacidad para rodar a un ritmo sostenido, aumentando la ventaja con los perseguidores de forma constante. En eso es un maestro, más incluso que el "profesor titular" (hoy ausente) de su equipo. Ya logró algo parecido, aunque de forma más aplastante, el año pasado en la Roubaix. También es un corredor hábil para leer las carreras y aprovechar cualquier ventana abierta de oportunidad: también lo demostró en la pasada Ronde, con un sprint en el límite, que acabó sacando de sus casillas a Pogačar. Recuérdese que en meta el esloveno perdió su habitual afabilidad, recriminándole la acción, teniendo simplemente como respuesta un pasotismo y una imperturbabilidad muy neerlandesas (no creo que sean muy amigos). Así pues, tres son ya los grandes triunfos en clásicas de van Baarle (uno por encima de los otros dos, claro está), un corredor que sabe aprovechar siempre su oportunidad, con esa precisión que tienen los grandes equipos para hacer rodar como dioses a sus gregarios de lujo en los momentos escogidos.  Es un corredor discreto que, cuando su amo despierte, no planteará dudas en cuanto a liderazgo en las grandes clásicas. Aunque por calidad podría hacerlo, qué duda cabe. 

Quien corona el Bosberg, gana.

Más huesudo que nunca, parece Gesink o Kruijswijk.

 

(capturas de pantalla de @__blind_side)
 


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