domingo, 20 de marzo de 2022

EL TERCER HOMBRE, EL TERCER EQUIPO

Después del final más taquicárdico del año, llega el momento de los análisis. El subidón de adrenalina de via Roma deja siempre paso a una estela de sesudas reflexiones, lejos del acaloramiento del momento. Hay tantos análisis como para aburrir. Pero esta vez la carrera puede resumirse de forma bien sencilla: si algo enseña la historia de la Milán - Sanremo es que la carrera se gana bajando. Así ha sido este año y ahí están los precedentes históricos de Kelly y de Merckx. Pero el descenso de Mohoric ha ido un poco más allá. Mohoric ha ejecutado un descenso sin red, jugándose la vida, haciendo equilibrios en cada curva sobre el filo que separa la habilidad de la temeridad. Pero la inconsciencia y la pericia no hubieran sido suficientes para conseguir la victoria sin la impresionante criba propiciada por UAE en la Cipressa. La carrera ha quedado libre de gregarios en los momentos decisivos; en el tramo final, los favoritos no han contado con corredores para intentar organizar una caza en pos de Mohoric y se han mirando entre ellos, como sucediese el año pasado ante el ataque de Stuyven. En el duelo entre UAE y Jumbo al final se ha impuesto Bahrain. De hecho, el equipo que ha pasado con más corredores en la cima del Poggio ha sido precisamente el del ganador. 

Esta vez la toma de meta fue horrenda.

 

En los días previos a la carrera se sucedían las deserciones, que se sumaban a la extraña desbandada general de la París – Niza. Colbrelli, Alaphilippe, Stuyven y Ewan se daban de baja, mientras que van der Poel y Pedersen se inscribían a última hora. El holandés viniendo directamente “de la playa”, de un reposo prolongado debido a supuestos dolores de espalda (ha sido finalmente tercero...). En las quinielas los favoritos parecían reducirse a dos: Pogacar y van Aert. El primero espoleado por la historia y por el tremendo hype creado por su propio talento y las apabullantes exhibiciones de los últimos días. El segundo, gracias a su versatilidad, el dominio de su equipo, su estado de forma y su historial en la carrera. Pero, como bien se sabe, la Milán – Sanremo es una carrera difícil de controlar: es una carrera que no permite errores de cálculo, por mucha fuerza de la que se disponga. 

En la llanura padana, casi desde la salida, se formaba la habitual fuga consentida, que en esta ocasión ha llegado a los mismos pies del Poggio, espoleada por el viento a favor. Rivi y Tonelli han sido los últimos supervivientes, después de destacarse en sucesivos ataques de un grupo de fugados más numeroso, dejando incluso a Filippo Conca tirado en la cuneta, aquejado de calambres. Por detrás, los únicos hechos relevantes antes de la Cipressa han sido el desfallecimiento temprano de Pidcock (problemas estomacales, dicen) y un pinchazo inoportuno que ha dejado fuera de juego a Sagan. El rendimiento del corredor inglés ha estado en la línea de la de todo su equipo, en franca decadencia. También ha sorprendido la casi total ausencia de corredores de Quick Step en los momentos decisivos, lo que parece marcar un cambio de tendencia. En las primeras rampas de la Cipressa, un nervioso Pogacar abroncaba a Polanc, mandándolo a la cabeza de carrera a que imprimiese el ritmo demoledor deseado.

Mientras Polanc y más tarde Formolo se exprimían en cabeza, desgajando corredores por la cola, Tratnik tranquilizaba a Caruso en la panza del grupo delantero, con Mohoric a rueda. El ritmo bestial de los UAE ha ido desmembrando el grupo hasta dejarlo en veintisiete unidades al coronar la Cipressa: Formolo, Pogacar, Ulissi, Laporte, Roglic, van Aert, Kwiatkowski, Pedersen, Matthews, Turgis, van der Poel,  Kragh Andersen, Mohoric, Tratnik, Caruso, Grmay Hailu, Rota,  Valgren, Aranburu, García Cortina, Albanese, Sénechal, Cosnefroy, Nizzolo, Neilands, Démare y Pacher. Tres UAE y tres jumbo, pero también tres Bahrain. Según los cronometradores oficiosos, ha sido el segundo ascenso más rápido a la Cipressa del que se tiene constancia (el primero es el de 1999, con Pantani siguiendo a las motos). Formolo ha seguido quemándose en el tramo entre la Cipressa y el Poggio, evitando el reagrupamiento (aunque en realidad había bien poco que reagrupar). 

En las primeras rampas del Poggio, UAE y Jumbo han mantenido un bonito duelo en cabeza. UAE ha perdido un miembro, al ceder por el esfuerzo Formolo poco antes de iniciarse el Poggio, mientras que Jumbo mantenía todavía a sus tres corredores (el trío de Mantes-la-Ville). Bahrain también (y en posiciones más resguardadas). Ulissi era el escogido para mantener un ritmo alto en el Poggio a la espera del ataque de Pogacar: pero el italiano no es un corredor habituado a tirar ni a brillar más allá de etapas del Giro o carreras de segunda fila. A la hora de la verdad, ha dejado a Pogacar demasiado pronto delante y el esloveno se ha precipitado. Y una vez errado en el momento escogido, ha insistido en el ataque, sin abrir hueco. Quizá ha pagado la acumulación de esfuerzos de las últimas semanas, una enfermedad de la que hablaba hace poco (quizá para cubrirse las espaldas en caso de algún mal rendimiento) o incluso el propio ritmo demencial de su equipo en la subida anterior. Lo cierto es que lo ha intentado hasta en tres ocasiones, siendo cerrados los huecos por van Aert, van der Poel e incluso por Aranburu. Roglic ha intentado incluso sorprender a contrapié: pero esa ha sido su última contribución en pos del triunfo de van Aert.

Aranburu sale a por Pogacar.

 

Soren Kragh Andersen sí ha sabido escoger el momento oportuno, pero le han faltado las piernas mágicas de Nibali para abrir el hueco. Es un corredor que ya venía anunciando este rendimiento en las carreras anteriores, siendo además un corredor que suele brillar en la carrera. Con él se han marchado Pogacar, un poco desfondado y seguramente decepcionado por no poder abrir distancia, y más tarde van Aert y van der Poel, como siempre unidos por el destino. Pero ya no había espacio para más fuegos de artificio, la ascensión se estaba acabando. De esta manera, doce corredores coronaban en la cima del Poggio: Kragh Andersen, Pogacar, van der Poel y Van Aert ligeramente destacados, y un poco más tarde Mohoric, Turgis, Matthews, Neilands, Nizzolo, Valgren, Caruso, Tratnik, Albanese, Aranburu, Grmay Hailu y Sénechal. 

En las primeras curvas del descenso, Mohoric se abre paso hasta la cabeza, alcanzando con rapidez a los cuatro hombres destacados. Con una aceleración se coloca en primera posición y en poco tiempo saca unos metros a Pogacar. Mohoric ha sabido aprovechar la mayor prudencia de Pogacar en los descensos (también le pillaron en un descenso en la pasada Itzulia), abriendo rápidamente un hueco. Una vez retirado Pogacar de la cabeza del grupo perseguidor, tampoco van Aert y van der Poel han sabido ponerse de acuerdo. Falta de colaboración mutua y respeto por la autoconservación: esos fueron los ingredientes que permitieron abrir un rápido hueco a Mohoric. Con esa ligera diferencia parecía claro que iba a ganar, pero el tercer esloveno ha decidido poner un poco de picante a su descenso: saltando el canal de desagüe, rozando los quitamiedos, haciendo extraños y rectificaciones. Su arrojo suicida ha sido el propio de un kamikaze, un poco más allá de su carácter acrobático habitual (recuérdese que "inventó" el super tuck en el mundial sub-23 de Florencia). Pudiera parecer que en su estilo de descenso la balanza se decanta más hacia la temeridad que hacia la habilidad, tanto que algunas veces ha acabado por los aires: esta vez ha contado con bastante suerte, pues ha ido rozando los límites del abismo en varias ocasiones. 

El momento decisivo: Mohoric llega y pasa al cuartero de cabeza (vía @Marxenbicicleta)

 

Al llegar al llano, ocho hombres tenían que organizarse para perseguir: van der Poel, van Aert, Pedersen, Kragh Andersen, Pogacar, Turgis, Matthews y Tratnik. De nuevo, el único equipo que contaba con dos corredores era Bahrain. Mohoric ponía algo de emoción adicional con un salto de cadena, subsanado in extremis, siendo Turgis el único que intentaba dar caza al tercer esloveno.  El corredor francés también destacó en la Milán - Sanremo de 2021 y es un corredor bravo y atacante, que ya merece algún gran triunfo. Pero era inútil: la ventaja de Mohoric era más que suficiente. Turgis se quedaba con la segunda plaza, mientras que en el grupo posterior entraban en el siguiente orden: 3º van der Poel, 4º Matthews, 5º Pogacar, 6º Pedersen, 7º Kragh Andersen, 8º van Aert (desentendiéndose del sprint) y 9º Tratnik, alzando los brazos. En las declaraciones posteriores, van der Poel reconocía que se le están pasando las ocasiones, Pogacar intentaba quitar hierro a su táctica errónea, señalando que se había divertido, y van Aert mostraba su enfado ante la ausencia de colaboración (no todos están dispuestos a perseguir tan a pecho descubierto como hace él, claro está).



Estoy mayor para esto... (via @__blind_side y @MatMitchell30)
 

De nuevo la Milán - Sanremo ha propiciado un final emocionante, sumándose la carrera de este año al encadenado de ediciones memorables que estamos viviendo desde 2017, con los grandes nombres del pelotón disputando la carrera con interés y ambición. El carácter ofensivo de la nueva generación está favoreciendo este tipo de finales, en los que los favoritos se juegan la carrera cara a cara, completamente solos.  Afortunadamente ya ha pasado la época en la que un Sacchi o un Ongarato aparecían de la nada, propiciando un reagrupamiento multitudinario en favor de su líder. Tampoco los sprinters parecen subir tanto (al menos este año que no estaba Ewan). En el ciclismo actual se sube a fuego, como en los noventa, pero sin esas ascensiones multitudinarias de principios de siglo, en las que hasta el corredor más anónimo o efímero era capaz de seguir el ritmo delantero. Se diría que ahora se separa de forma más clara el grano de la paja y no se ve a sprinters de poca monta, un Fred Rodríguez o a un Allan Davis cualquiera, haciendo podio en una carrera tan prestigiosa como esta. Aunque tampoco estamos tan lejos de los podiums de Ben Swift.

Parece incrédulo, pero Tratnik y Caruso confiaban en él.


La foto habitual del ciclismo actual (falta Evenepoel con un corte de mangas)

Con este triunfo, Mohoric culmina una carrera ascendente, en la que hasta el momento solo brillaban sus cuatro victorias de etapa en grandes vueltas. Después de unos inicios arrolladores en el campo amateur, al tercer esloveno le costó ganar lo suyo entre profesionales. Finalmente consiguió su primer gran triunfo con un descenso también de tiralíneas en Cuenca, cuando corría en el UAE anterior a Pogacar. El año pasado dio su gran salto adelante, como todo su equipo, con dos victorias de etapa, redadas policiales y gestos innecesarios de por medio. Siempre ha sido un corredor que ha dado su máximo en la primera gran clásica del año: pero atención a la próxima Lieja. 

El inicio de todo.


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