lunes, 21 de febrero de 2022

IMPRESIONES DE PRINCIPIO DE TEMPORADA

Con casi un mes de temporada en marcha, ha llegado el momento de dar dos o tres pasos hacia atrás para contemplar el paisaje y poder ver lo que poco a poco se va dibujando sobre el lienzo. Como siempre, la temporada ha empezado de forma perezosa, con estallidos de buen ciclismo y con alguna que otra esperanza, que se verá truncada a buen seguro más adelante, a medida que los grandes nombres vayan despertando y saliendo de las guaridas en las que se han refugiado para entrenarse, rodeados del anonimato y oscurantismo habitual. De todas formas, en estas pinceladas iniciales y titubeantes suele adivinarse algo del dibujo final, de la imagen de conjunto que deja una temporada una vez pasada. La nota predominente ha sido el arranque vertiginoso de algunos equipos menores, como Lotto, Arkéa o Cofidis, y el languidecimiento en sus laureles de otros, viviendo como suele suceder de glorias pasadas.

Empieza el cuadro

 

Las carreras han ido saltando desde las costas mediterráneas, con sus montañas asomadas al mar, a los anodinos desiertos árabes, tan pródigos en minutos de retransmisión como parcos en árboles y público. En las carreras de Mallorca, sin retransmisión en directo, ya se vio a un Lotto bastante activo, con Arnaud De Lie y sobre todo Tim Wellens, un habitual de los comienzos de temporada. Alejado de los malos resultados del año pasado, Wellens al menos parece dispuesto a ser protagonista en las carreras menores que escapan a la voracidad de los grandes nombres. Paralelamente, en las costas francesas comenzó la temporada, con un Gran Premio de la Marsellesa para Amaury Capiot, batiendo a Mads Pedersen al sprint, y con lucimiento previo de Guillaume Martin. 

Melena al viento, camino de la ciudad más chunga de Francia

 

Comenzaba de esta forma el encadenado de carreras francesas del Mediodía, siempre populares. En especial en Bessèges, una carrera muy interesante desde que la retransmiten en directo. De nuevo fue la Montée de l'Ermitage el momento culminante, con una agónica y corta cronoescalada que se llevó una vez más Filippo Ganna. La general fue para Benjamin Thomas, pistard del Cofidis (también bastante termonuclear en este inicio de temporada), en estrecho duelo con Bettiol y Tobias Johannessen. Este escenario no es nuevo para el italiano (una de sus escasas victorias tuvo lugar en Bessèges). En el caso del joven noruego, es interesante recalcar cómo la nueva generación de jóvenes que ganan en el Porvenir ahora sí acaban destacando en profesionales, a diferencia de lo que sucedía en la tenebrosa primera década de siglo. 

Thomas, Johannessen y Bettiol.

 

La Volta a la Comunitat Valenciana presentaba una buena participación, con el aliciente del debut de Remco Evenepoel, rebotado de la cancelación de Argentina. En Torralba del Pinar el joven belga encontró un territorio propicio para una de sus habituales demostraciones de rodador. En zonas de falso llano o de subida con porcentajes regulares es muy bueno, como ya lleva demostrando desde que se cortase la melena de futbolista. Después del triunfo inicial parecía tener todo a su favor, hasta que en las Antenas del Maigmó, en un tramo de tierra y piedras, las fuerzas comenzaron a flaquearle en el mismo instante que Vlasov comenzaba a volar. El ruso había sido el único en plantear una mínima oposición a Evenepoel en la primera etapa, y en las rampas en las que el belga comenzaba a sofocarse, Vlasov sacaba a relucir la liviandad de escalador que le hizo muy prometedor en sus primeros años en Astana, antes de que blancazos varios pareciesen eclipsar su progresión. El hundimiento de Evenepoel (nada dramático, por otra parte) nubló el entendimiento de algunos “expertos” belgas, que clamaron contra un insignificante y apenas decisivo tramo de tierra; algunos de ellos forma parte del coro habitual del "sexto monumento" (como si las carreras fuesen vinos que etiquetar con apelativos pomposos para nuevos ricos). 

En Bora, liberados del lastre de Sagan, comienza a volar.

 

Menos interés presentó el Tour de Arabia, más allá de algunos insólitos paisajes. Maxim Van Gils fue el protagonista, un nuevo Lotto y un nuevo belga, destrozando a los Quick Step en un final digno de la película de Thelma & Louise, como alguien señaló por twitter. De vuelta a Francia, en La Provence, Nairo Quintana empezaba a perfilar su revival de 2020. Después de algunos días de viento y abanicos en la Camarga, Quintana reclamaba su cetro de mejor escalador en la Montagne de Lure, atacando hasta tres veces y consiguiendo que Alaphilippe, con más ansias que buen estado de forma, se acabara abriendo de patas. Por su parte, Kristoff se llevaba el triunfo en Almería y Covi en una remozada Vuelta a Murcia, con un más interesante final en Cartagena. Llegaba así la esperada Jaén Paraíso Interior, carrera que ofreció dureza aunque no desmasiada emoción: desde que hubo televisión, Lutsenko fue la apisonadora que necesitaban esos tramos de tierra llenos de pedruscos. Aun tratándose de un sucedáneo de la Strade Bianche, la carrera dejó un buen sabor de boca. Quién lo diría, dados los organizadores. Con menos envoltorio que su precedente toscano, la carrera mostró más dureza, en especial en un repecho final solo apto para la fuerza bruta.

Cajas de cristal en Arabia.

 

Podium made in Spain.

 

Así pues, llegamos a esta semana pasada, con una concentración de carreras que ha hecho salivar a los adictos. En Andalucía, quizá sin tantas figuras como se esperaba, la general ha sido finalmente para Wout Poels. Los Bahrain parecen seguir llamando a la puerta de los grandes momentos de la temporada con su banda de sólidos veteranos, para los que el sentido común parecía no haber reservado más futuro que una digna y anónima retirada. En Algarve, Evenepoel no contó con mucha oposición, gracias al caramelo en forma de contrarreloj de treinta y tantos kilómetros que la organización suele brindar. Evenepoel hizo una demostración de rodador acoplado en esta crono, perfeccionando incluso su postura. La crono fue larga para los estándares actuales y el mazazo de Remco bastante rotundo. Además, al joven belga se le ve más macizo, más musculado, menos apto para las subidas, como una versión mejorada y más joven de Campenaerts o un niño sanote de esos que pintaba Brueghel.

¿Quién decía que debían prohibirse las bicis de crono?

 

Pero el auténtico ciclismo, el trepidante, se vivió en los Alpes Marítimos. La carrera se resolvió en las proximidades de Niza, en un territorio comanche siempre propicio para las emboscadas: no en vano, a los romanos les costó tanto conquistar esta estrecha franja de terreno en la que los Alpes caen casi en picado sobre el Mediterráneo, con sus localidades encaramadas en riscos al modo italiano y sus puertos solo aptos para piratas. Pero si no eran suficientes las trampas y atractivos que ofrece el entorno, a la organización, con extrema laxitud, no se le ocurrió otra cosa que dejar las cosas a su libre albedrío, sin tener en cuenta unos mínimos estándares de seguridad. Bolardos e isletas sin señalizar, coches mal aparcados al borde de la ruta, coches parados de forma improvisada en la calzada, de cara a los ciclistas... Un sinfín de despropósitos, que se suman a los propios de una zona muy urbanizada. En julio esto hubiese sido una carnicería y en parte todo ello explica por qué el Tour visita tan poco esta zona (y ya se recuerda qué sucedió la última vez: un plantón).

Así pues, este fue el escenario, y Nairo Quintana, Tim Wellens y en menor medida Thibaut Pinot y Guillaume Martin fueron los protagonistas. En la segunda etapa, Nairo Quintana atacó en el col d'Èze, siendo alcanzado por Wellens en el falso llano que conducía hasta La Turbie. Pero Quintana no había dicho la última palabra y se sacó de la chistera una última jornada antológica, muy disfrutable a pesar de ser en un momento menor de la temporada. Aprovechando un ataque temprano de Pinot en el Col de Saint-Roch, Quintana se lanzó a la ofensiva, acompañado inicialmente por Edet. Faltaban 35 kilómetros para meta. En el descenso, Quintana dio alcance a un titubeante Pinot,  y en las reviradas carreteras del valle, llenas de sube y bajas y obstáculos, Quintana se deshizo de su cogeneracional y se marchó en solitario hacia un gran triunfo. Por su parte, Wellens había dado alcance al grupo de Pinot, Storer y Guillaume Martin, aunque el colombiano le iría sacando ventaja arriesgando en cada curva y dándolo todo en cada ligero repecho. Nairo volvía así a su versión pre-pandémica, a su termonuclear inicio de temporada de 2020, antes de que la pandemia paralizase todo durante la primavera. 

Uno de sus grandes días.

 

¿Son estas demostraciones y estos momentos sintomático de algo? Sí, son síntoma de que los pequeños equipos han salido a tope para mantener o conseguir una plaza en el World Tour del año próximo. Pero no, no son ejemplo de nada. Vivimos años de trinchecarlovización del ciclismo, de exagerar la trascendencia de cualquier carrera, ciclista o equipo, hasta rozar los límites de la caricatura. Han sido buenas carreras, momentos interesantes, pero lo mejor está todavía por llegar.

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