Antes de que empiece en serio la temporada de 2022, es hora de reflexionar acerca de algunas ideas expresadas en este blog y que, a toro pasado, deberían ser matizadas o completamente corregidas. Desde la Gran Ruptura de 2020, este blog ha asumido la tarea de realizar una crónica del ciclismo realmente existente. Sin pretensiones y sin estrés, todo hay que decirlo. Siempre que se escribe se mete un poco la pata, con lo cual ha llegado el momento de incluir algunas anotaciones al margen en esta interminable crónica.
Este manuscrito contiene errores |
Empecemos por el Giro. Tremendo patinazo el mío al señalar que los héroes anónimos del Giro 2020 serían recordados más tarde. No se les vio el pelo durante 2021 y nada augura que la cosa vaya a cambiar en 2022. Ineos está ya superpoblado de figuras como para que Tao vuelva a tener una oportunidad de oro como la que gozó en 2020. Por su parte, Jay Hindley se ha unido a un equipo que bien podría tener el nombre de una película de Costa-Gavras, dada la cantidad de desaparecidos que engloba. Los cánones marcan quizá un segundo año de barbecho para ambos. Aunque creo que los dos volaron en ese Giro: la competencia no era excesiva después de la concatenación de bajas de los primeros días, pero ambos alcanzaron grandes números, de esos que los recopiladores de datos tienen en cuenta. El Giro de 2021 incidió todavía más en la decadencia de la prueba, con un Bernal a medio gas que apenas tuvo oposición real. A pesar del espejismo de los últimos días, ni Caruso ni Simon Yates cuestionaron el dominio del colombiano. Es llamativa esta decadencia de la carrera italiana después del breve periodo de florecimiento del que gozó entre 2015 y 2018.
A propósito del Tour, tengo que acabar reconociendo que la edición de 2021 fue una castaña. En la edición anterior, vista con la serenidad que da el paso del tiempo, mi irritada reacción inicial ante la etapa de Niza me parece a día de hoy un tanto forzada: fue la reacción típica de un adicto que recibe después de mucho tiempo una dosis y no le sube. El aburrimiento de aquel Tour, como ya se dijo en su día, quedará ensombrecido por el día estelar de La Planche de les Belles Filles, día que, si no media damnatio memoriae, pasará a la historia de esta prueba a la altura de la crono de París de 1989. Pero volviendo a 2021, el Tour fue bastante anodino. Una vez relegado y retirado Roglic, Pogacar no tuvo auténtica competencia. Thomas tampoco lo hubiese sido. La palabrería y la sospecha ocultaron la auténtica naturaleza ramplona de un Tour con un dominador absoluto. A pesar de que se sucedieron las escapadas victoriosas, la sensación de conjunto general fue que apenas se lucharon (aunque seguramente me equivoque muchísimo en este aspecto).
Así pues, quizá hayan sido las Vueltas de los dos últimos años las mejores carreras en conjunto de sus respectivas temporadas. Pero tampoco nos vengamos arriba en exceso. No entra Guillén en la fórmula del éxito. Han sido dos grandes ediciones malgré lui. Influye más la necesidad de siempre de acabar los deberes en el último momento, con su dosis habitual de corredores esporádicos (habrá que ver qué papel juegan durante este año Storer y Cort Nielsen). La etapa de Formigal de 2020 será quizá más recordada que el esperpento puntual de la Covatilla, de igual forma que la etapa de los Lagos de 2021 acabará ocultando bajo la alfombra la ausencia de auténticos rivales que tuvo Roglic.
Las clásicas volvieron en 2021 a una cierta normalidad, al menos en cuanto a fechas. Las de 2020 quedarán marcadas por la provisionalidad y la extrañeza. La Sanremo atravesó parajes novedosos, en un ambiente sofocante. En Lombardía, la brutal caída padecida por Evenepoel eclipsó por completo un desenlace anodino con exhibición de los Astana. Y en Flandes y Lieja lo más llamativo fueron las pifias de Alaphilippe, que estrenó por todo lo alto su arcoíris, para dar de esta forma el artículo ya escrito a tantos periodistas. Las clásicas de 2021 tuvieron un desarrrollo más común, pero protagonistas inesperados (Stuyven, Asgreen, Colbrelli, en menor medida Vermeersch), a los que se añadió un Pogacar voraz, ganador con insultante facilidad.
El mundial de 2021 fue considerado por muchos como el mejor de la historia. Yo no me atrevo a tanto, ni mucho menos. Incluso diría que el mundial de 2020 me resultó mucho más atractivo (por no hablar del de Yorkshire). Vivimos una época de excesiva sobrevaloración (sí, me juego el cuello con esto) de las carreras flamencas, no hace tanto denostadas. Creo que la carrera de Lovaina pasará a la intrahistoria de las conspiranoias mundialistas como una carrera controlada de cabo a rabo por corredores de Deceuninck de diferentes nacionalidades. Las vueltas demenciales de Declercq y los fuegos de artificio de Evenepoel, ayudados ambos de forma más comedida por Lampaert y Bagioli respectivamente, tuvieron como resultado final el triunfo de uno de los suyos. Entre unos y otros, reventaron a van Aert y van der Poel, la posible agenda oculta. Ahí lo dejo. El mundial de 2020 fue más una carrera de individualidades, en la que el factor equipo no influyó tanto.
Pero a pesar de todo, los mejores momentos de 2021 tuvieron lugar en los escenarios menores. La Tirreno-Adriatico y la Itzuli fueron seguramente las carreras más redondas del año, con intensidad todos los días, y con dos etapas para el recuerdo. Ya se habló de ellas en extenso y creo que no habría que cambiar ni una coma.
Comienzan los auspicios |
¿Qué esperar de 2022? Es el momento de jugar a los dados un poco. No tengo ni idea, para qué engañar al personal. No sé interpretar el vuelo de las aves ni los hígados de los animales. Puedo lanzarme a la piscina, eso sí. Está claro que el hombre a batir será Pogacar, que Roglic será un año más mayor, que costará horrores que un español se suba a algún podio, que la recuperación de los miembros de la generación de 1990 parece bastante remota, que cualquiera del Quick Step dará la campanada, que a Mathieu van der Poel se le pasan las grandes oportunidades y debe aprovecharlas, que van Aert será el hombre a batir y que muchas veces le tocará perseguir, que Pidcock puede llevarse algo grande...Son muchas las posibiliades. Puede que así sea, o puede que no, el azar siempre es caprichoso, cargado de un zurrón de miles de zascas. Tampoco me la he jugado mucho: he jugado a asegurar. Sin duda lo más interesante está por venir.
Gracias por el post!
ResponderEliminarYo me espero un 2022 que mantenga la línea de lo visto el año pasado. Es decir, que Pogacar gane una o dos Grandes Vueltas, que Roglic siga ganando casi todo lo que corra (salvo cuando coincida con su compatriota), y que el Giro espero que vuelva a ser lo divertido que fue hace no tanto.
Respecto a Clásicas, Van Aert parece muy fuerte (ha arrasado en lo que ha corrido en CX), pero falta ver si aprende a provechar esa fuerza y sabe cuando atacar, en lugar de ir siempre a rueda. Los de Quick Step ganarán algo, como siempre, y Van der Poel, como en su momento Sagan, parece que está desperdiciando oportunidades.
En el fondo me da un poco igual quién gane qué, pero ojalá sigan con la gran actitud ofensiva general de los dos últimos años, que no sea solo por el temor a la cancelación de pruebas que parecía que ocurría este año. Esa vuelta al ciclismo de otra época para mí ha sido lo más destacado de los últimos tiempos.
Saludos!
Buenas predicciones!
EliminarAunque el inicio de temporada nunca suele ser síntoma de lo que ocurre posteriormente en su desarrollo, me está llamando especialmente la atención la fuerza con la que han empezado Cofidis y Lotto. Seguramente en los grandes momentos ya vuelvan a las posiciones que suelen ser sus habituales, pero quizá también es una buena señal de que revelaciones de años anteriores, como Florian Vermeersch, puedan ir asentándose. También me está gustando el rendimiento de Tobias Johanessen en la Etoile de Besseges: parece que puede llegar a ser un gran corredor.
Por lo demás, los protagonistas finales serán los que comentas, Pogacar, van Aert, Mathieu van der Poel (si no en primavera, a final de año), algún Ineos (ojo a Carlos Rodríguez, que ya viene apuntando cosas) y cualquiera de los Quick Step.
Gracias por tu comentario!
Pues lo que me sorprende de Lotto es que ha conseguido ganar pronto, que normalmente le costaba, y encima con chavales jóvenes. No sé si es solo mi sensación, pero ese equipo siempre ha sido como el equipo del pueblo, el qué todo el mundo quiere que vaya ganando cosas. Han caído siempre simpáticos y todos hemos sido un poco, o bastante, de De Gendt (a pesar de que me decepcionó mucho en el Giro de hace dos años con su actitud en esa etapa de tantos kilómetros cercenada).
ResponderEliminarApenas he podido ver las carreras iniciales de Francia, así que no puedo comentar nada. Pero de tu comentario me quedó con lo que comentas de Carlos Rodríguez, que pinta muy bien, entre lo que se le está viendo en Valencia ahora y lo que hizo ya al final del año pasado en las carreras que tuvo con los mayores.
Saludos!