sábado, 10 de abril de 2021

EL GRAN ÉXTASIS DEL CICLISMO ESLOVENO

Después del paréntesis de la Volta, ha vuelto la realidad del ciclismo actual, dominada por los eslovenos. No son  más que las oleadas de la historia, que se superponen unas sobre otras. De esta forma, el ciclismo anestesiado por Ineos, anterior a la pandemia, ha sido sustituido por el ciclismo esloveno, con sus trepidantes trampolines y sus espectaculares derroches de fuerza. En este caso acompañados por tácticas de equipo al límite de lo racional. Quién sabe si es más creíble este ciclismo que el anterior (hace tiempo que dejamos de creer en los dioses), lo que sí que está claro es que al menos es más entretenido.

El gran éxtasis del ciclismo esloveno (fotograma de Der Große Ekstase des Bildschnitzers Steiner)



Se han acabado las carreras maniatadas, al menos hasta próximo aviso. Ahora todo parece marchar en la cuerda floja, a punto de caer al precipicio. Todo se ha vuelto más impredecible, más aleatorio, más interesante. También es verdad que se trata de la Itzulia y no del Tour, lo que permite que sea un lugar más propicio para inventos. Pero ya se vio qué pasó precisamente en el pasado Tour. En esta ocasión, el descalabro lo ha experimentado por primera vez el equipo de Matxín. En la etapa de Hondarribia, Jumbo y UAE jugaron una particular partida de ajedrez desde los volantes. Un Karpov contra Kasparov, pero en mal. Después de extrañas decisiones, vanguardistas casi, los protagonistas principales han tenido que reclamar su puesto destacado en la función. Y estos actores protagonistas, Primoz Roglic y Tadej Pogacar, se lo han tenido que jugar camino de Arrate de una forma casi personal. Esta vez ha salido ganando Roglic, tomándose su particular venganza.

 

La sensación que se vive en Jumbo

Todo comenzó con una sabia decisión en Bilbao. En Jumbo decidieron colocar a Roglic y a otros compañeros de equipo, como Vingegaard y Foss, entre los primeros en tomar la salida, a fin de aprovechar mejor el viento. Les salió bien la jugada, ya que Pogacar se dejó 28''. Como contrapartida, Roglic tuvo que aguantar en la incómoda silla caliente a que terminara el último participante. Se pasó el rato mirando el móvil, ensayando diferentes posiciones en la silla, como quien espera que le toque el turno en la peluquería. 

Pogacar se había dejado demasiado, algo sorprendente dadas sus últimas cronos, en especial la de San Benedetto del Tronto (tras van Aert, Küng y Ganna). Sin embargo, su compañero de equipo Brandon McNulty se marcó una crono muy buena, a dos segundos de Roglic. Los otros grandes rendimientos fueron los de Jonas Vingegaard y Tobias Foss. El prometedor noruego desaparecía a las primeras de cambio, pero no así el danés. Las segundas espadas comenzaban a brillar y, en el fondo, iban a embarullarlo todo.

foto: Maika Salgueiro.


En la etapa con meta en Sestao se vio la esperada eclosión de Álex Aranburu, después de haber obtenido buenos puestos en este principio de temporada. Realmente aprovechó su conocimiento del lugar y la auténtica encerrona del descenso de La Asturiana, con varias curvas de hormigón rayado. Aranburu se lanzó en un descenso mojado, cogido de forma inusual de las manetas. Abrió un hueco interesante, que le permitió afrontar con algo de solidez el repecho final. Fraile esprintó por el segundo puesto, quitándole algunos segundos preciosos a Pogacar, que quedó tercero.


Bajada tercermundista

 

Faltaban muritos en el menú y por fin llegaron en la tercera etapa: la subida a Ermualde. Los eslovenos jugaron con los demás cuándo y cómo quisieron, dejando la cosa en un mano a mano que al final se llevó Pogacar, con miradita a su rival incluida en la celebración del triunfo. A pesar de que vendan la relación entre los dos eslovenos como algo casi paterno-filial (Pogacar a modo de cuidador de los niños de Roglic), algo de mal rollo debe estar creciendo entre ellos. Roglic cuenta con el apoyo popular, por aquello de provenir del auténtico deporte rey del país. Pogacar, a pesar de su juventud, aun se tiene que ganar a su público. Por detrás llegaron Valverde, Landa y Adam Yates, apenas a cinco segundos (era un murito). Algo más de tiempo se dejaron Vingegaard y McNulty, pero nada significativo.

Una foto habitual (Photo Gomez Sports)

 

Así llegó el día de Hondarribia en el que los directores jugaron a innovadores estrategas. Como siempre, fueron los holandeses los más innovadores, casi a lo Mondrian; luego les tocaría el turno a los árabes, que harían todo un pastiche como el de Nouvel con su nuevo Louvre arabizado. Tras coronar Erlaitz se formó un grupo con Ion Izagirre, Pello Bilbao, Emmanuel Buchmann, Esteban Chaves y... Brandon McNulty y Jonas Vingegaard. La escapada fue cogiendo diferencia, de forma que McNulty tomaba el liderato. Jumbo dio por buena la escapada, pues aunque perdían el liderato, colocaban a Vingegaard delante. La estrategia parecía extraña, rebuscada cuanto menos, aunque al final dio sus frutos. Vingegaard lleva un inicio de temporada impresionante y el equipo parecía así confiar en él. Al final ha resultado una involuntaria obra maestra, auque en un inicio tuviera toda la pinta de ser una típica metedura de pata holandesa. 

Duelo entre amigos (foto vía @faustocoppi60)

 

Después de la etapa de transición de Ondarroa, con exhibición de los lobeznos (triunfo para Honoré), llegaba la etapa reina, con final en Arrate. Una etapa corta, de distancia ridícula, propicia para ir a tope desde la salida. De las que gustaban a Contador, de las que gustan a los maestros de los circuitos de ciclocross alargados. Por delante marchaba una escapada numerosa, con corredores como Mauri Vansevenant, Hugh Carthy, Enric Mas, Antwan Tolhoek, Sam Oomen, Marc Hirschi o Richard Carapaz, entre otros. Por detrás, en la subida de Elosua - Gorla, UAE marcaba el ritmo con Ulissi y Majka, que luego desaparecerían del mapa (algo parecido iba a pasar con Carapaz). Todo cambió en el momento en que los de Astana decidieron ponerse juguetones en la bajada. 

De nuevo un estilo sui generis en las bajadas (@faustocoppi60)

 

Álex Aranburu fue el que tomó la delantera, con Ion Izagirre a rueda, dispuestos a mover las cosas con un descenso rápido. No fue ni mucho menos un descenso peligroso, pero el ritmo que imprimió Aranburu cortó el grupo, de forma que delante tan sólo entraron Gaudu, Rubén Fernández, Valverde, Roglic y Landa. Por detrás, los primeros en cortarse fueron McNulty y Pogacar. Un despiste o exceso de confianza que iban a pagar caro. Quedaban todavía 60 kilómetros para meta.

La diferencia de 10 segundos entre el grupo de Roglic y el de Pogacar comenzó a aumentar de forma considerable al agruparse en cabeza el grupo de Roglic con el grupo de escapados. Se formó una feliz alianza entre Jumbo (con Tolhoek y Oomen), Astana (con Aranburu y Fraile) y Movistar (con Mas y Verona) que iba a poner muy complicadas las cosas a UAE. Pogacar comenzó a desgastarse en solitario, tirando para McNulty, tardando un poco Hirschi en descolgarse. La balanza ya estaba decantada en favor de Roglic.

El líder del equipo tirando para el líder de la carrera

 

La subida a Krabelin fue la gota que colmó el vaso. Pogacar comienza a imprimir ritmo para cazar en plena ascensión, pero McNulty flojea, de forma que llegan las dudas. La táctica errática y fallida pasaba ahora al campo del UAE, que caía en la cuenta de que estaba sacrificando su mejor opción de victoria por defender a un líder exhausto. Una zozobra que es aprovechada por Roglic con picardía, que comienza a abrir distancia, seleccionando al grupo en la parte más dura. Finalmente Pogacar se decide a marchar en pos del grupo de Roglic y McNulty queda a su suerte, pero es quizá demasiado tarde. Roglic corona solamente con Carthy y Gaudu como compañía, quedándose poco antes de coronar Landa y Valverde, sacando a Pogacar, Adam Yates, Vingegaard y Vansevenant solamente 17 segundos. Por detrás, McNulty pasaba con Bilbao a 1'13''.

Roglic comienza su particular exhibición. Se desentiende de los compañeros de escapada y comienza a tirar él solo. Parece que la victoria sobre su compatriota se haya convertido en una cuestión muy íntima. A pesar de que a Roglic parece que no le importen las derrotas, da la impresión de que las tenga muy presentes en el momento en el que corre con tanta determinación. Por detrás, Pogacar se muestra especialmente inquieto. Da la impresión de que le han desbaratado por completo las tácticas de equipo. Ha intentado jugar a buen gregario, pero su ambición personal le obliga a rebelarse contra ese falso papel de compañero fiel. Gesticula, se recoloca los mechones que le salen por las ranuras del casco, escupe, va al coche. No está tranquilo, no tiene controlada la situación. McNulty da la impresión de poder conectar, pero Pogacar parece que trate de evitarlo, acelerando el grupo. Detrás no lleva precisamente una compañía dada a colaborar. Solamente Adam Yates se presta; los demás no tienen interés o simplemente no han sido en sus largas trayectorias muy proclives a la colaboración (como el caso de Valverde o Chaves). De hecho, los relevos de Valverde son más bien arreones que rompen el ritmo. Vingegaard se mantiene bien soldado a la rueda de Pogacar, por supuesto, esperando su turno si su líder falla. Una vez confirmado el naufragio de McNulty, Pogacar se las tiene que apañar solo y parece llevar el día bastante cruzado. 

¿nervioso o tranquilo? (foto vía faustocoppi60; abajo: Maika Salgueiro)

 

Las tornas cambian. En la Planche de les Belles Filles era Roglic el desencajado y Pogacar el relajado. El joven esloveno parece ser de los que tampoco dan mucha importancia a perder o ganar, pero esta vez parece estar especialmente descontrolado, haciendo gestos a sus compañeros, desesperado. Intenta descolgarlos, sin éxito (sale Valverde a su rueda). En Trabakua se quita los guantes y decide tirar hasta el final, decide morir matando. En realidad lleva tirando todo el día: para un líder que no era el líder, para reducir una ventaja que es mínima, para perseguir a su enemigo íntimo. Por delante, Roglic conseguía por fin la colaboración de Gaudu y en menor medida de Carthy.

La subida a Usartza simplemente confirmó lo que ya se veía venir. Gaudu conseguía el triunfo con enorme merecimiento, gracias a su colaboración final con Roglic, y por detrás Valverde y Adam Yates disputaban el tradicional sprint en bajada a Pogacar. La maravilla eslovena ni siquiera había podido desbancar a Vingegaard, muy sólido durante toda la etapa, teniendo que conformarse así con la tercera plaza. Una plaza demasiado amarga para alguien que venía de arrasar en los Emiratos y en Tirreno. Un triunfo a lo grande para Roglic, superando su maldición del último día.

Si colaboras, Roglic deja ganar. (via @ccvolata)

 

Roglic consigue así por fin resarcirse de un inicio de temporada tormentoso, a pesar de sus triunfos parciales en París - Niza. La fama de pancartero que muchos le achacan (los asiduos a los canapés, los del "no saluda") ha quedado completamente desmentida. Por su parte, Pogacar tendrá que aprender a dominar su genio en situación complicadas, siendo consciente de que no cuenta con un equipo que pueda ayudarle en los momentos delicados. En UAE no pueden ganar con cualquiera, al menos no todavía: no son Ineos, no son Deceuninck. Quizá sea una buena lección para que evite confiarse demasiado: fuerzas le sobran. En definitiva, el duelo esloveno no acaba más que comenzar y de momento está eclipsando al duelo de los niños del ciclocross en las clásicas, donde Asgreen y Stuyven (y en menor medida van Aert) llevan la delantera.


4 comentarios:

  1. Espléndida introducción y reflexión final sobre los roles de estas 2 figuras estelares del ciclismo actual.

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    1. Muchas gracias. Dan gusto los lectores fieles como tú.

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  2. Nada que añadir al análisis!

    Solo comentar que Roglic es una maravilla, tira sin pedir relevo si lo cree necesario, compite siempre al máximo nivel... Una maravilla. Lástima la Flecha de esta semana. Habría puesto añadido a su palmarés una victoria muy curiosa.

    Saludos y gracias por las crónicas!

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