lunes, 26 de junio de 2023

DÍA MULTIPANTALLA DE CAMPEONATOS NACIONALES

El fin de semana de los campeonatos nacionales era en otro tiempo la antesala del Tour de Francia, el momento en que algunos ciclistas empezaban a desvelar su auténtico estado de forma y los equipos decidían por fin sus alineaciones. En un ciclismo cada vez más programado y global, estos campeonatos apenas cuentan a la hora de decidir el ocho del Tour, pero siguen siendo un buen termómetro para valorar la pujanza o decadencia de ciertas naciones. Recuerdo de pequeño consultar los resultados en el teletexto...


¿teletexto?
 

...cuando hoy, con una buena panzada de ciclismo en multipantalla, se puede viajar de Eslovenia a Bélgica, pasando por Francia y Reino Unido, aun a riesgo de no enterarse muy bien de ninguna de las carreras en cuestión. Se acortan los tiempos muertos, eso sí, pero se puede padecer un caso grave de estrabismo.

 

Volviendo al tema de las naciones en pujanza o decadencia, el campeonato de España, sin ir más lejos, disputado esta vez en El Escorial, está cada día más cerca de una posible segunda categoría en cuanto a nivel. Algunos ciclistas destacados lo ignoran, siendo la oportunidad para que corredores profesionales de pequeños equipos, o incluso corredores élite, se cuelen en las primeras posiciones. Casi estuvo a punto de ganar uno de 47 añazos, ahí queda eso, un ex-pupilo de Moreno. Pero se pueden trazar otros paralelismos con el pasado, ese un tanto romantizado por la infancia y las batallitas radiofónicas:  la última vez que el Tour tomaba la salida del País Vasco, el campeonato de España era también ganado por un ciclista de alta estatura, mandíbula prominente y parco en palabras. Pero ahí acaban los paralelismos: Induráin corrió ese Tour y lo ganó; a Lazkano no lo han seleccionado. La victoria del rodador vasco, después de un ataque en solitario a falta de 26 kilómetros, estuvo favorecida por el trabajo de sus compañeros, que salieron a cortar cualquier contraataque. De todos modos, hubo un momento en el cual la certeza de que Oier llegaría a meta hizo que Gorka Izagirre y otros de los Movistar jugaran peligrosamente con fuego, acercando demasiado al grupo: finalmente, solo cuatro segundos separaron a Lazkano de Ayuso. Lazkano llegó exhausto, mientras Ayuso quizá lamentase su papel demasiado attendiste.

Oier Lazkano gana el "campeonato movistar"

 

El campeonato francés se desarrolló como una de esas chaudières de las que hablaba Kimmage en su libro Una dura carrera: pruebas del calendario francés que se disputan a fuego desde la primera vuelta para entretener el espectador. Esta vez en un circuito muy exigente en Cassel, casi en territorio flamenco. El recorrido parecía muy idóneo para Julian Alaphilippe, pero el ex-campeón del mundo desapareció muy pronto, pensando quizá en los primeros días del Tour. Los grandes protagonistas fueron, como era de esperar, los Groupama - FDJ, el equipo más francés que se pueda imaginar. En el día previo se habían hecho memes de Madiot, siempre tan impetuoso como insoportable, comparándolo con el director de la mítica Le Vélo de Ghislain Lambert, aquel que quería ver un magicrème en cada fuga. Así fue, en cierta medida. Hubo un momento en que la carrera la encabezaban tres groupama, Gaudu, Madouas y Molard. David Gaudu se inmolaría con gusto en favor de Madouas, devolviéndole viejos favores del pasado Tour. Por detrás estallaba Cosnefroy y, de forma menos aparatosa, Gesbert, y solo los Trek, con dos veteranos como Gallopin y Julien Bernard, trataban de conducir una persecución. Valentin Madouas tuvo su día de gloria, lanzado hacia el tricolore por el entusiasmo de su director, el fervor del público y el sacrificio de sus compañeros, en un campeonato que será recordado por su extrema dureza.

Je suis, vous êtes, nous sommes: Magicrème!


El caso italiano fue algo más decepcionante, como suele pasar últimamente con todo aquello que sale de un país que hasta hace poco era sinónimo en el ciclismo de locura, pasión y magia. Ahora el campeonato italiano se disputó como una carrera de cadetes, todos contra todos, sin equipos dominadores pero también sin ninguna figura que sirviera de referente. Ni a Ciccone ni a Ganna se les vio en los momentos destacados y la carrera se dilucidó en un grupo algo variopinto, formado por veteranos como Trentin y Formolo, jóvenes promesas como Baroncini, corredores anónimos como Magli y buscavidas como Rota, Velasco o Sbaragli. De todos ellos, Trentin parecía el más rápido, pero no pudo rematar, como viene siendo habitual. Velasco fue muy inteligente, aprovechando la inercia de la bajada y cambiando de dirección el sprint, pillando con el pie cambiado a sus compañeros de fuga. Trentin se quedó cerrado por Rota y Sbaragli, y cruzó la meta haciendo gestos muy expresivos (el dedito a Sbaragli, acompañado de un vaffanculo). 

 

Simone Velasco y...vaffancù!

En Bélgica, con el pelotón profesional más numeroso (participando incluso algunos individuales, como Julien Vermote o Jens Debusschere), el driekleur fue finalmente para Remco Evenepoel, alias El Niñato. Victoria muy esperada para los forofos, que ven cómo el campeón del mundo, pequeño pero hipermusculado como Harvey Keitel, va subiendo escalón a escalón hacia el territorio de la leyenda. Contribuyó a su triunfo la inmolación temprana de van Aert, así como un grupo poco atento, que lo dejó atacar a su distancia, cuando faltaban diez kilómetros. Ni Benoot ni Stuyven estuvieron despiertos, siendo Alec Segaert, joven promesa recientemente aterrizada desde el Giro Next Gen, el único capaz de coger la rueda de Evenepoel. Apenas le dio relevos, siguiendo la táctica habitual que se viene empleando con Evenepoel, aquella que podríamos denominar la táctica Colbrelli. Ante un corredor que intenta debilitar con su ritmo fuerte y sostenido a su compañero de fuga, la táctica viene siendo la de intentar mantenerse a su rueda, sin pasar al relevo, con el propósito de batirlo al sprint. En esta ocasión no salió bien. Evenepoel no se enfadó demasiado con Segaert (solo un aspaviento, quizá conocía al chico), así que aceptó su destino, tiró sin mirar atrás y lo fulminó en el esprint, aunque una celebración demasiado anticipada bien pudo costarle caro.

Pequeñito pero matón.

 

En los Países Bajos, la estrella local sí fue sometida a un marcaje muy estrecho, sufriendo la pinza de los Jumbo. Mathieu van der Poel tuvo que aceptar la superioridad numérica y de calidad del equipo de los avispones, que lanzó por delante a van Baarle, mientras Kooij se soldaba a su rueda. Ya es bien conocida la calidad de rodador de Dylan van Baarle, un ciclista capaz de aumentar progresivamente la ventaja con sus perseguidores sin aparentar ningún esfuerzo ni alterar su postura: una capacidad que se ha visto notablemente ampliada desde su presencia en súperequipos. Van der Poel tuvo que conformarse con una tercera plaza, puesto que Olav Kooij también lo superó en el esprint final.

Una nueva lección de rodar de van Baarle.

 

En Alemania y Noruega se vieron dominios de equipo, de Bora y de Uno-X respectivamente, que coparon completamente el podium en cada caso. Las victorias fueron para Buchmann y Dversnes. El campeonato conjunto checo y eslovaco se resolvió al sprint, con victoria para Mathias Vacek y accidente en meta, protagonizado y causado por el propio Sagan, que esta vez ni siquiera se ha podido llevar el título eslovaco. En el Reino Unido, en un típico circuito británico de toboganes, aguaceros y pueblos costeros, Fred Wright pudo por fin estrenar su palmarés, con un buen duelo con James Knox y Stephen Williams. Y finalmente, en Eslovenia Pogačar se dio todo un paseo, un entrenamiento con dorsal en compañía de Mezgec. Pogačar esperaba a su compatriota en los repechos, le daba geles y conversación entre risas, para acabar derrotándolo sin piedad en el último repecho: Pogačar hizo lo que tenía que hacer, adormeciéndolo con su habitual buen rollo, hasta que dio su picadura. Su capacidad para llevarse a los demás a su terreno es digna de análisis: incluso Mezgec parecía contento en su derrota. Con sus sonrisas y su buen humor, Pogačar está sometiendo a todo el pelotón a una especie de síndrome de Estocolmo silencioso.  

Para Gino en Saltburn-by-the-Sea.

 

Podría ser Como, podría ser Oudenaarde, pero es Radovljica.

 

 

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