domingo, 17 de abril de 2022

VAN BAARLE COMPLETA POR APLASTAMIENTO EL PÓKER DE INEOS

Después de unos inicios de temporada titubeantes, en los que UAE y Jumbo les habían comido la tostada, Ineos ha vuelto por sus fueros con cuatro victorias enlazadas. El hambre ha vuelto y el festín pantagruélico también. A la Ituzli con Dani Martínez, la Amstel Gold Race con Michal Kwiatkowski y la Flecha Brabanzona con el debutante Magnus Sheffield, han sumado finalmente la París – Roubaix con Dylan van Baarle, indudablemente la carta de más peso del póker. El equipo británico parecía tan impaciente por poner en marcha su operativo que ni siquiera han esperado a los tramos adoquinados. Han puesto la centrifugadora desde el inicio, ayudados por un viento de cola que ha permitido pulverizar el récord de Van Avermaet y compañía. Además, van Baarle ha distanciado a van Aert con la diferencia más abultada en meta desde los dos minutos que Cancellera infligió a Hushovd en su increible marcha motorizada de 2010. 

Ineos ha vuelto a rearmarse.

 

De las anteriores carreras no hubo crónica (por descanso del personal). Dani Martínez se llevó con facilidad una Itzulia en la que Remco Evenepoel era el rival más cercano antes de la etapa de Arrate. La última etapa fue movida, con escaramuzas de Roglic en Krabelin en favor de Vingegaard y bajadas trepidantes por parte de Pello Bilbao. Evenepoel se desenvolvió bien en el descenso, salvando incluso la papeleta a Martínez. Pero en la última ascensión, el belga estalló y el triunfo parcial fue finalmente para Ion Izagirre, en el típico sprint en bajada. Poco más. 

Segunda vuelta de una semana para Martínez después de Dauphiné

 

La Amstel fue realmente bastante anodina, resolviéndose al final en un sprint entre Michal Kwiatkowski y Benoît Cosnefroy. El polaco, renacido después de varias temporadas en blanco, supo obrar con zorrería, escamoteando relevos a Cosnefroy y sacando a relucir su brillante golpe de riñón final, el mismo con el que le birló toda una Sanremo a Sagan en la misma cara. De nuevo hubo una falsa incertidumbre en la meta, por el ambiente chapucero que rodea habitualmente a esta carrera: se anunció como vencedor a Cosnefroy, antes de que saliese una photo-finish en la que el polaco se imponía de forma clara. 

Llegada ajustada, pero no tanto como en 2021

A continuación, el Ineos volvió a exhibirse en la Flecha Brabanzona, una carrera que, como viene siendo habitual, suele estar entre lo mejor de la primavera. Un tiempo de perros era el perfecto condimento para el tremendo espectáculo que se vio, con un Evenepoel desatado (en todos los sentidos, incluso en el marrullero) y un Ineos que actuó como una hidra de tres cabezas contra el menudo belga. Ben Turner, Tom Pidcock y Magnus Sheffield controlaron a la perfección un grupo en el que también marchaban Tim Wellens, Benoît Cosnefroy (con ganas de revancha), Victor Campenaerts y Warren Barguil. Evenepoel parecía el más fuerte, pero su inexperiencia en el pavé le jugó alguna que otra mala pasada. Siendo sinceros, el belga debería haber sido expulsado de carrera por un empujón a mala leche a Ben Turner: ¿pero qué se puede esperar si no de alguien crecido en el caldo de cultivo del fútbol base? Finalmente Magnus Sheffield (otro de 19) se marchó por pura fuerza en el llano, al no pasar Wellens al relevo. La exhibición de rodar del norteamericano, baba en la boca incluida, fue de las que hacía tiempo que no se veían. Por detrás, Wellens se llevó el sprint, pero el bandazo claro que realizó, entorpeciendo a Cosnefroy y a Evenepoel, le supuso la descalificación.

Quién diría que el de la foto tiene 19 años...

 

Pasemos pues a los acontecimientos de hoy. La carrera ha sido frenética en su inicio, perdiendo intensidad a medida que pasaban los kilómetros y la exhibición se hacía más evidente. El chorro burbujeante del champagne ha dejado paso a un aguachirle final, a engullir sin saborear. 

Desde que la carrera se retransmite íntegra, los primeros kilómetros de la carrera se desarrollan a un ritmo vertiginoso, ofreciendo la imagen especular idealizada de lo que debería ser el inicio de cualquier etapa de Tour. Así ha sido también esta vez. Pero la lucha constante por la escapada ha sido sustituida esta vez por una acción consciente de Ineos, aprovechando el viento de costado y pillando relajados en la parte trasera del grupo a van Aert, van der Poel y Küng. Ineos ponía toda la madera en la caldera, con Cameron Wurf y Magnus Sheffield en cabeza, siendo acompañados por Declercq de Quick Step y Soupe de Total. Por detrás, la reacción fue algo perezosa, con Groupama y Alpecin viéndose forzados finalmente a liderar la persecución y Jumbo desentendiéndose del tema. 

Zafarrancho de salida.

 

Tras los primeros sectores de pavé se formó un quinteto delantero, la que iba a ser la escapada del día, formada por Casper Pedersen, Davide Ballerini, Tom Devriendt, Laurent Pichon y Matej Mohoric. El francés del Arkea ya había intentado la fuga en la zona previa a los adoquines. Por detrás, la marcha de Ineos se desestabilizaba un poco, al perder a Sheffield y Wurf por caídas y con Ganna desgastándose en persecuciones individuales, debido a pinchazos y averías mecánicas. Aun así, la diferencia era abultada, superando el minuto y diez segundos entre ambos pelotones al entrar en el bosque de Arenberg.

En el paso por el bosque de Arenberg, Wout van Aert sufría problemas mecánicos en el segundo pelotón, quedándose a cola del mismo. Por delante, la escapada perdía unidades: primero Ballerini debido a un pinchazo, más tarde Pedersen. Es bien conocido el carácter caótico que adquiere la carrera a estas alturas, pero esta vez la realización ha aportado su granito de arena al desbarajuste, no mostrando ni siquiera la salida de los diferentes grupos del tramo de Arenberg. Conseguido el reagrupamiento trasero in extremis, Wout van Aert despejó todas las dudas en un tramo de asfalto. La aceleración del campeón belga permitió formar una selección, de la que al final se mantendrían Mathieu van der Poel, Guillaume Van Keirsbulck (Alpecin), Ben Turner, Dylan van Baarle (Ineos), Adrien Petit, Taco van der Hoorn (Intermarché – Wanty), Jasper Stuyven (Trek), Yves Lampaert, Florian Sénechal (Quick Step), Matteo Trentin (UAE), Stefan Küng (Groupama - FDJ) y el propio campeón belga (Jumbo).

Mientras tanto, por delante el terceto cabecero iba sumando pasos adoquinados. A falta de unos 50 kilómetros para meta, la diferencia rozaba el minuto y pico, lo que aun les permitía soñar con la victoria, al menos en el caso de Matej Mohoric. El esloveno parecía el más fuerte del terceto, rodando acoplado y atrancado, pero Devriendt, corredor relativamente anónimo, aguantaba bastante bien su ritmo en los pasos adoquinados. Su rendimiento hoy es un claro ejemplo del salto de calidad general experimentado por Intermarché – Wanty, espoleado por la “lucha por la permanencia”. Otro tanto puede decirse del caso de Pichon para Arkea. Aunque el francés sufría de forma más visible en cada tramo adoquinado, con lo cual ha acabado descolgándose. Aun así, se ha mantenido finalmente entre los mejores.

Los fugados del día que casi llegan a meta han sido Devriendt, Pichon y Mohoric.

 

De la pareja delantera, Mohoric se ha descolgado a falta de unos 37 kilómetros, afectado por un pinchazo. Poco antes también van Aert se había visto afectado por un nuevo pinchazo, alcanzando el grupo principal en otro derroche de fuerzas. El sino de su carrera deportiva parece ser el de convertirse en una nueva encarnación de Yul Brynner en Almas de metal o Arnold Schwarzenegger en Terminator: perseguir, siempre perseguir. Tras el pinchazo de Mohoric, Devriendt se ha quedado en cabeza, rodando sin demasiado convencimiento, aprovechando para avituallarse. El grupo de favoritos ya se había reducido, estando formado por van Aert, van der Poel, Turner, van Baarle, Petit, Stuyven, Lampaert, Küng, Mohoric y Pichon. Aprovechando el toma y daca general del grupo principal, Mohoric y Lampaert han saltado en persecución de Devriendt a falta de 29 kilómetros, siendo seguidos más tarde por van Baarle. El ataque del neerlandés, seco y en asfalto, ha sido bastante importante y no ha contado con reacción: van Aert ha esperado la respuesta del resto y van der Poel ha demostrado estar claramente fatigado. Era un ataque realizado poco antes de los tramos decisivos, con corredores de paja por delante, a modo de obstáculo a salvar. 

Cunetas abarrotadas en un primaveral domingo de Pascua.

 

En el tramo de Cysoing a Bourghelles, van Baarle ha dado alcance al terceto delantero. La diferencia rondaba los 40 segundos, provocando cierto nerviosismo en el grupo trasero. Van Aert ha visto que era un “ahora o nunca”, marchándose con él Küng y Stuyven: sin embargo, era ya demasiado tarde. En el tramo de Camphin-en-Pevèle, van Baarle ya se ha quedado solo delante, a falta de 18 kilómetros. A la salida del Carrefour de l'Arbre y del tramo posterior de Gruson, la diferencia del de Ineos con sus dos perseguidores (Mohoric y Lampaert) rondaba los 20 segundos. Esa diferencia finalmente se ha traducido en meta en 1'47'', en una muestra de rodar progresivo, cada vez con más intensidad. 

Demasiada gente ocupando parte de la trazada.


Con tiempo de sobra para celebrar.

 

En fin, la carrera ha terminado ahí, al salir del tramo de Gruson. Incluso antes, al salir del tramo del Carrefour de l'Arbre. Poca historia ha habido más, tan solo una clase magistral de cómo rodar por parte de van Baarle, con ese estilo suyo tan minimalista, en el que los movimientos se reducen a los imprescindibles. Por detrás, en el tramo de Hem, un espectador aplaudiendo ha derribado a Lampaert. Mohoric ha sido alcanzado por van Aert, Küng y Devriendt, y entre los cuatro se han jugado las dos plazas de podio restantes. Van Aert se ha impuesto por velocidad y Küng ha conseguido el tercer puesto sobre Devriendt por la mínima. 

Por fin en lo más alto del podio.

 

El abrazo mefistofélico de Brailsford a su corredor era toda una muestra de que las anteriores experiencias frustradas, con Wiggins, Thomas y Moscon, por fin daban sus frutos. Van Baarle culmina de esta forma su proceso ascendente, con peldaños previos en el mundial pasado y en Flandes hace dos semanas. Esta vez no tocaba perseguir a Alaphilippe o cazar a la pareja delantera. Se diría que esta vez ha ganado de forma simple, aplicando la fórmula de rodar siempre en cabeza, evitando caídas y embudos, atacando en el asfalto aprovechando marcajes, justo antes de los pasos decisivos (Camphin-en-Pévèle, Carrefour de l'Arbre) y aguantando al final. Incluso aumentando considerablemente la ventaja, en un mazazo a sus rivales en toda regla. Ha sido el más fuerte sin ningún tipo de dudas, tanto él como su equipo. Podría decirse que van Baarle simplemente se ha dejado llevar por el viento, permitiendo que los acontecimientos fluyesen de forma natural, ejecutando con una sencillez robótica las tácticas de pizarra esbozadas tantas veces y que tanto cuesta llevar a buen puerto. El desarrollo de la carrera ha sido tan simple y cristalino, tan fácil (¿podría haber sido de otra forma?), que en el fondo ha resultado un tanto aburrido.


Una victoria del equipo

 


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