Continúo con los artículos traducidos extraídos del libro Milano - Sanremo, 100 anni leggendari, en este caso sobre las ediciones de 1949, ganada por Fausto Coppi, y de 1958, con victoria de Rik Van Looy. El primero es simplemente un elogio al triunfo del campeón del momento, Coppi; el segundo, el análisis de una Sanremo dilucidada al sprint, en la que sorprende la inicial comparación de la clásica italiana con la París - Roubaix y la París - Tours.
EL
TRIUNFO DE UN CAMPEÓN Y DE UNA IDEA, 20 de marzo de 1949, por Emilio
De Martino.
Fausto
Coppi ha vencido por tanto. Todos predecían la victoria del as de la
Bianchi, pero pocos, poquísimos, pensaban en la formidable media
horaria que ha caracterizado el nuevo triunfo del ciclismo italiano.
El famoso récord de Olmo – media de 38,517 de hace once años –
ha sido largamente superado y no solamente por el fenómeno Coppi,
sino también por los mejores protagonistas de una carrera
maravillosa que se ha presentado de principio a fin como un único
sprint...La travesía de Milán había ya suscitado los primeros
entusiasmos. Mucho público, pero perfectamente en orden y sobre todo
una nueva mentalidad en todos, de manera que la Celere, que había
sido movilizada dado el recuerdo de los pavorosos altercados del año
pasado, ha permanecido en descanso. Y hemos llegado al colmo; que
Giuseppe Ambrosini, incomparable director de carrera, ha logrado dar
la salida seis minutos antes del horario establecido...
...(Inmediatamente) Una fuga a más de 50 km a la hora de dos reclutas: Leoni y Teruzzi...Y detrás de los dos jóvenes que hacían de liebres, un desfile de otras fugas que tuvieron en belgas y franceses sus principales protagonistas...(y) entre Casteggio y Voghera los dos audaces...liebrones eran alcanzados. Más tarde, siguiendo el impulso por el premio de la pancarta, intentaba un bello gesto el belga Claes. A él se unían De Santi, Zanazzi y Monari justamente en la entrada en Tortona. Media: por encima de los 45 km horarios. Un espectáculo... Si decimos que en la cima del Turchino pasaba primero De Santi, precediendo a Claes – famoso por dos victorias en la París – Roubaix – y a una media récord de 42 km, habremos hecho el mejor elogio de este muchachote triestino...
Sabíamos muy bien que los dos actores del Turchino no llegarían primeros en Sanremo. Claes, que había impresionado justo hasta las primeras vistas del mar, ha cedido posteriormente. De Santi ha resistido mejor e incluso lo vemos muy bien situado en el orden de llegado final. Pero en Savona todo tenía que empezar de nuevo. Único inconveniente, el cierre del paso a nivel de Cogoletto a Savona. Los culpables eran los propios corredores: habían corrido demasiado rápido, precipitándose sobre los controles casi media hora antes de lo previsto...
En el Capo Mele los franceses de la France Sport han dado batalla. En primer lugar Lazarides, después, por sorpresa, saltaba Fachleitner. Y se fugaba con una decisión y una autoridad de campeón. Hemos comprendido que estábamos en los momentos decisivos. Así pues, delante de nosotros el mejor Fachleitner, atleta que habíamos visto en el Tour de Francia de hace dos años, el famoso protagonista junto a Robic del golpe de teatro final.
Confesamos que nos quedamos muy perplejos durante varios minutos. La marcha de Fachleitner era aquella del hombre decidido a intentar el gran golpe. Nuestros colegas franceses, erguidos sobre sus vehículos, vivían un gran momento. Goddet nos dice, más con el gesto que con las palabras: “Va en serio, quizá lo consigue...” E íbamos con la memoria a hojear el libro de oro de la “carrera al sol”, a 1934: desde entonces ningún extranjero ha ganado la “Sanremo”...
Miramos a Bartali: Gino nos hace un gesto señalando la rueda. Ha pinchado, ha vuelto a entrar pero no iba bien del todo. Miramos a Ortelli, Fiorenzo Magni, Coppi que seguía como una sombra a Camellini...Más allá Vincenzo Rossello dio el señal para la reconquista; lo siguieron paulatinamente Pasquini, Leoni, Fiorenzo Magni y también Ortelli con la maglia tricolor. ¿Y Coppi? Volvemos a mirarlo, le gritamos para incitarlo. Parecía ausente. Marchamos todavía una vez más hacia adelante para decir a Ortelli, a Magni, a Rossello nuestra palabra de fe. Coppi estaba lejos. Más lejos todavía Bartali...
Alcanzamos a Fachleitner que ha superado ya el Capo Cervo y estaba a punto de afrontar el Capo Berta, última subida. No marchaba con la seguridad de diez minutos antes. Nos giramos a ver la estela. Allí vemos la maglia tricolor de Ortelli. Más tarde...más tarde avanzaba a grandes ráfagas una maglia blancoceleste. Nos frotamos los ojos, pero no estábamos soñando. La maglia blancoceleste es la de Coppi. Fausto parecía una furia desencadenada. El hombre que parecía ausente, casi resignado ante la fuga del francés, estaba en cambio meditando su ataque...
Dejamos a la imaginación lo que sucedió en el Capo Berta cuando se vio despuntar la maglia blanquiazul de Fachleitner, la tricolor de Ortelli y la blancoceleste de Coppi. La gente parecía enloquecer... Coppi ha cogido a Ortelli, después ha atacado una vez más, siempre como una furia, alto sobre el sillín, rabioso en el esfuerzo, e incluso sublime en la convincente hazaña plena de potencia, pero también de estilo. Justo en la cima Coppi atrapaba a Fachleitner, y después se lanzaba hacia Imperia. Allí abajo el sol pegaba de lleno sobre Sanremo y sobre la nueva victoria de nuestro formidable campeón...
UNA
FUGA, UN RÉCORD, UN SPRINT, 21 de marzo de 1958, por Giuseppe
Ambrosini.
La
ausencia de publicación del periódico de ayer (huelga) quita a
estas notas sobre la “Sanremo” del sabor de la inmediatez, pero
también, quizá, de la imprecisión de las prisas y les añade la
ponderación que no puede separarse de la calma y de la frialdad de
la reflexión...
El primer hecho excepcional a subrayar es el nuevo récord de la media. Sabemos muy bien que en la París-Roubaix y en la París-Tours se han alcanzado cimas más altas; pero sabemos igualmente que los recorridos de estas dos pruebas francesas son completamente llanos, o casi, y que cuando fue batido el récord, los participantes fueron empujados por un viento de popa durante casi toda la duración de la carrera, desarrollándose ésta más o menos siempre en la misma dirección. Ayer, por contra, ni en la llanura padana, ni en mitad de los montes, ni a lo largo del mar los corredores contaron con el viento como aliado...¡Y qué diferencia de recorrido entre las dos pruebas que he citado y ésta! En la “Sanremo”, si se tienen en cuenta tan sólo los desniveles marcados en el mapa, hay 800 metros a superar, sin contar las innumerables rampas que no contribuyen poco a romper el ritmo y las pedaladas; tampoco deben ser olvidadas aquellas miles y miles de curvas que, especialmente en la Riviera, obligan a una continua cautela.
Así pues, en estas condiciones los 42,179 hechos por un grupo de unos sesenta hombres dan la sensación de lo sobrehumano, de lo increíble. Desde el nivel ya elevadísimo de los 40,688 de Poblet del año pasado, se ha dado un salto de 1491 metros, que desafío a cualquiera a haberlo previsto o de haberlo considerado posible. Y el hecho parecerá todavía más sensacional si se recuerda que en la primera “Sanremo” de la posguerra venció el gran Coppi en solitario a 35,950 y que antes de la guerra se alcanzaron sólo una vez los 38 y medio (Olmo, 1938).
¿Hay que decir pues que el nivel de clase de los corredores de hoy es claramente superior? No me atrevería a llegar a tal deducción. Por tanto se tiene que buscar en otro lugar, a mi parecer, la explicación del hecho extraordinario. En primer lugar, en la variedad del espíritu competitivo general. La ausencia de un dominador favorece el equilibrio de las fuerzas y su más valiente e independiente uso. El equilibrio rompe las cadenas de la jerarquía y difunde desenvoltura y audacia incluso entre los modestos, los lanza a la dispersión no ya con las preocupaciones eventuales de una humillación, sino más bien con tantos sueños de victoria...
La segunda característica de la carrera ha sido su linealidad durante 240 km aproximadamente...La carrera se ha mantenido invariable en el planteamiento asumido desde la salida, ligeramente cambiada tan sólo por la progresiva reducción de nueve a seis componentes en el grupo de fugados...La solidez de los dos bloques, respectivamente atareados en la fuga y en la persecución, ha sido otro factor del récord; y un tercera ha sido todavía la no excesiva distancia entre ellos, que ha hecho sentir en todo momento a las liebres el ladrido de los perros, y a éstos el olor de las liebres delante de las narices.
A estas características se ha prestado la carrera hasta Savona...Pero otras figuras han aparecido en sus fases finales... Si el acercamiento a Privat ha sido obra de todos, el enlace hasta el mismo límite de Sanremo con el hombre de cabeza ha tenido en Defilippis el protagonista de un extremo tentativo de fuerza. Desaparecidos uno después del otro, desde el Mele al Berta, los tres corredores de la Carpano, que habían constituido el cerebro y el nervio de la fuga, el turinés ha improvisado un golpe por sorpresa, con el cual esperaba quitarse de encima a los velocistas belgas y franceses y a Poblet, con el que no tenía excesivas probabilidades de cruzar primero la meta. Pero el ataque, aún siendo oportuno y enérgico, no le salió bien...
Sesenta y nueve corredores al sprint después de una carrera llevada con una media récord pueden parecer una inexplicable contradicción y un envilecimiento del tono competitivo de la carrera. Sin embargo, no son otra cosa que la enésima y clamorosa prueba de que ni siquiera la velocidad más elevada basta para provocar una clara selección si se hace en masa y a ritmo regular, como ayer: a este objetivo son más útiles diez kilómetros a base de ataques que doscientos a 40 o 44 de media.
En
la entrada del rectilíneo de meta – esto es, a 300 metros del
telón – la lucha giró en torno al duelo entre Poblet y Darrigade
(el español pensaba que la rueda del francés sería para él la más
útil), pero a los 150 metros, donde me encontraba, Van Looy, rozando
el vallado de la derecha, salió, quizá no avistado en el momento,
con una acción de tal potencia atlética que para nada valió el
golpe de riñón de Poblet. A pesar de que los tres puestos de honor
han sido ocupados por extranjeros, pienso que en conjunto el
comportamiento de los nuestros ha sido más satisfactorio que el año
pasado.
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