miércoles, 7 de noviembre de 2018

FRAGMENTOS DE LA MILÁN - SANREMO (I)

Ahora que la temporada ha llegado a su fin y apenas hay noticias que contar, para evitar que este espacio caiga en el silencio me dispongo a publicar una serie de artículos históricos sobre una de las carreras más bellas del calendario, la Milán - Sanremo. Estos artículos aparecen recogidos en el libro Milano - Sanremo, 100 anni leggendari, publicado por RCS para conmemorar el centenario de la prueba en 2007. La traducción ha corrido a mi cargo, así que me excuso de antemano si hay errores flagrantes o puntos oscuros. No me dedico ni mucho menos a ese menester y ha sido una labor más motivada por el amor al ciclismo y a la prueba en cuestión, que por intereses puramente filológicos. 

Me dejo de preámbulos: aquí van las dos primeras píldoras. Sendos artículos sobre las ediciones de 1929, ganada por Alfredo Binda, y la de 1940, con victoria de Gino Bartali.


ESPLENDOR DE UNA GRAN VICTORIA, 20 de marzo de 1929, por Emilio Colombo.

Si Alfredo Binda hubiese disputado el Campeonato del Mundo, el año pasado en Budapest, en las mismas condiciones de forma demostradas hoy, al ciclismo italiano no le faltaría el segundo clamoroso éxito en la prueba por el título absoluto. No evoco sin ton ni son una fea página del deporte profesional nacional. Intento hacer el mejor elogio al atleta que ha ganado con superioridad la XXII Milán – San Remo y establecer, o remarcar, que la abrasadora jornada húngara no marcó la regresión de uno o más atletas italianos, sino que nos vio batidos de mala manera, ya que nuestro mejor representante fue, por baja forma, una sombra del gran vencedor en Adenau. El campeón de Italia ha resurgido...

En el cuadro, verdaderamente fascinante, ya sea desde el punto de vista deportivo, como del pictórico, destaca la figura del triunfador. En un segundo plano asoman algunos jóvenes: el romano Frascarelli, que sale de la carrera con galones de mariscal; el apuesto romagnolo Caimmi; el modesto y bravísimo varesino Catalani, del mismo equipo que el dominador; aparte de estos, a pesar del esplendor del día veraniego y de las favorables condiciones del recorrido, pocos valientes, combativos y tenaces más para vergüenza del ímpetu desarrollado por el leader...

...pero la calidad del éxito del “cittigliese” debe ser por completo ilustrada por la elocuencia de las cifras, más que por los esfuerzos de las palabras. Binda ha recorrido los 286 km y medio en 9h3'30''. Doy un poco de luz a estos datos. Cabe recordar que en Pavía y en Voghera los corredores han pasado por fuera de la ciudad, a través de la circunvalación, y por tanto han alargado aunque sea un poco el trayecto. Cuando venció Defraye en 1913, y la media nos pareció sensacional, se atravesaba Pavía y creo que también Voghera; y por si fuera poco, el belga encontró en la Riviera el viento favorable. Igualmente cuando venció Ganna. Hoy, el clima era delicioso pero sin ninguna ayuda del viento, ni antes ni después del Turchino.

Sin embargo, si no caigo en error, la media del primer llegado supera los km 31,500. ¿No ha sido así? Salta a la vista por tanto, a partir de los números, el valor del aplastante éxito de Binda...

Nadie creía volver a encontrar al as de la Legnano en unas condiciones tan espléndidas. En cambio el atleta ha reaparecido a punto físicamente, armonioso en el estilo y en los músculos, compuesto, seguro, dueño de sus propios medios. También sobre la máquina me ha parecido mejorado con respecto al año pasado. El sillín ligeramente más alto, el golpe de pedal más recto y centrado, la acción más continua y por tanto más fácil...

Caen, ahuyentadas por la inconfundible autoridad de los hechos, las reservas y las dudas expresadas a propósito del fatigosísimo sistema de preparación que Binda prefiere. Imagino cual haya sido el trabajo mantenido por el atleta en vista de esta Milán – San Remo. Él mismo, ya hacia el final de su marcha triunfal, nos ha hablado, como recordando en plena alegría del éxito, de una suma de sacrificios, de esfuerzos, de fatigas, de privaciones que harían empalidecer incluso a los más obstinados devoradores de kilómetros.

La bondad e intensidad de la preparación han dado frutos innegables. El campeón ha ganado de manera fuerte aboliendo todas las discusiones y sorprendiendo probablemente, en primer lugar entre todos, a sus adversarios. Quienes a partir de este momento tendrán que buscar refugio...

...En la jornada luminosa de Binda, recordando todavía las medias horarias: de Milán a Ovada a aproximadamente 34 a la hora; de Milán al Turchino, de Milán a Arenzano, de Milán a Savona, medias oscilantes entre los 32,500 y los 33, 500 km. Todo esto era necesario para que el atleta pudiese superar por más de una cabeza la estatura de los más aguerridos adversarios.

...Binda ha cubierto en solitario aproximadamente los últimos 112 kilómetros del recorrido. Desde el momento en que Negrini fue atrapado por la mala suerte, ningún otro hombre de los que se habían distanciado en la subida del Turchino podía ya ser tomado como un peligro para Binda y para el “molarese”...

Se me permita entonces afirmar que, dejando aparte la impresionante performance de Alfredo Binda – impresionante en cuanto que la ha ofrecido sin aparente esfuerzo excesivo, diría que con evidente facilidad – los batidos, salvo Frascarelli, Caimmi y Catalani, los dispersos, los caídos (se entiende que haciendo la más obligatoria de las excepciones en lo que respecta a Negrini: la suerte le ha quitado el segundo puesto quizá, el más peligroso adversario del “cittigliese”, pero no ha podido impedirnos constatar que el alumno de Girardengo camina verdaderamente bien), todos los demás, en resumen, no han conseguido hoy resultados apreciables y satisfactorios.



UNA PELÍCULA BONITA PERO DE TRAMA POBRE, 20 de marzo de 1940, por Bruno Roghi.

La carrera ha sido rápida y rica en episodios vivaces. Los corredores que se han lanzado de cabeza en la aventura de las fugas han sido varios. A Sanremo se ha llegado deprisa y la media horaria destaca entra las más elevadas de la larga serie. Ha vencido el atleta más popular y más fuerte. Todos estos son hechos comprobados que deberían inducirnos a confeccionar en seguida un balance positivo de la “Classicissima” de Primavera. Pero la pluma es renuente. ¿Somos muy exigentes con la Milán – San Remo o ha sido esta Milán – Sanremo la que con todos sus fuegos de artificio nos ha dejado en las manos un poco de cartón churrascado?...

¿Por qué menospreciamos una carrera que ha enlazado una serie continua de fugas y escaramuzas? La menospreciamos, quizá con exceso de severidad, porque severidad ha faltado en su expresión mayúscula, en la lucha directa y desenfrenada entre los campeones que gozan de la mayor popularidad y de los mayores estipendios. Gino Bartali, que en definitiva los ha puesto a todos en su sitio, puede decir que tenía sus buenas razones para esperar, esperar, esperar que la carrera lo proyectase automáticamente al proscenio. Ha ganado: le basta, le debe bastar. ¿Pero qué han hecho los demás para atacarlo, para mostrarse en cabeza, para organizar un simulacro de gran carrera? La nada más absoluta en el más pneumático de los vacíos. Ha sido la “Sanremo” de los campeones mirando el paisaje. Ha sido la “Sanremo” de los campeones tumbados a la bartola, mientras por delante suyo, con temerarias arrancadas, los corredores de escasa notoriedad daban espectáculos de saltos mortales. Ha sido la “Sanremo” del “espera tú que voy yo”, del “ven tú que espero yo”.

¿Cuándo, amigos del deporte, habéis visto en posición de ataque a uno de los grandes equipos en liza? ¿Cuándo habéis tenido la ventura de husmear, en la explicación de uno de los equipos, la existencia de un plan táctico de carrera? ¿Cuándo habéis podido identificar en un grupito de fugados a un corredor de alto nivel?...Diréis que Bartali, asediado por un equipo rival, tenía todo el interés de contemporizar. Será, pero aparte del hecho de que el golpe Bartali no lo ha dado más que en el sprint y por su cuenta, es necesario preguntarse si él no debería haber hecho maniobrar a su equipo con más vivacidad a fin de debilitar el ímpetu de los velocistas que podían inquietarlo en la llegada. Más afiladas son las saetas que se pueden disparar en dirección de los blancocelestes. Es verdad que Bizzi ha sido traicionado por la suerte en la fase culminante del sprint y que la “Sanremo” habría podido ser suya. Es verdad que Leoni ha dado ejemplo de encomiable despreocupación quemándose, con otros, en fugas durante un buen tramo de la via Aurelia. Pero la escuadra, en conjunto, no ha tenido orden, orientación, iniciativa, valentía. Cuando se tienen tantos campeones en el saco es necesario saber sacrificar a alguno, a propósito y a la desesperada, para llevar con el gancho a los antagonistas, para calentar la carrera...¿O la consigna que se da a un as es esa de seguir siempre, no fugarse nunca?...

Gino Bartali, finalmente, ha puesto a todos de acuerdo. El corredor toscano no es un corredor de solo un tipo de victoria. Tiene dos flechas en su arco. La más bella, recta y franca, es esa que dispara en las fugas en subida, es la flecha que atraviesa de parte a parte a todo adversario. La otra flecha es más sutil y certera. Es aquella que dispara desde el arco del sprint, cuando se llega en multitud a la pancarta de último kilómetro pero se debe llegar en solitario bajo la pancarta de meta. Bartali tiene también este arma, y ya lo había demostrado a raudales anteriormente. Potente como es, auténtico corredor de larga distancia, él pasa sobre los cadáveres, como se dice en el argot colorido de los deportistas, cuando la larga fatiga ha exprimido las fuerzas de los otros. Su sprint entonces es más mordiente que desenvuelto, más imperial que elástico. Es el sprint del que tiene más resuello, no del que es más veloz en sentido absoluto. Gino Bartali, después de una carrera astuta y opaca, no ha logrado retorcer el cuello de todos sus rivales en la escalada de la última colina. Parecía por un momento que el “adiós y gracias” del toscano debía resonar para los pocos supervivientes que habían logrado formar una patrulla de ocho corredores. Ha sido una impresión de un breve instante, pues Bartali no ha logrado irse solo...Pero desde aquel momento Bartali ha pensado en la clara posibilidad de ganar al sprint como en otras ocasiones olvidadas. No ha vencido solo, como gusta a nuestro espíritu romántico, pero ha vencido por encima de todos: y es esto, en definitiva, lo que importa. Importa igualmente constatar que Bartali, después de reprimir las veleidades de sus rivales durante el recorrido (veleidades muy platónicas) ha inscrito su nombre por segunda vez consecutiva en el cuaderno de la más bella carrera italiana. 


Última victoria de Bartali en Saremo en 1950.

No hay comentarios:

Publicar un comentario