jueves, 3 de abril de 2025

UN POLIZÓN EN EL EXPRESO DE VISMA

¿Quién no recuerda la Omloop Het Nieuwsblad de 2015? Aquella edición de la clásica de apertura ha quedado grabada en la memoria de los aficionados como el día en el que Ian Stannard, del todopoderoso Sky, venció y ridiculizó a tres integrantes del Etixx - Quick Step: Niki Terpstra, Stijn Vandenbergh y Tom Boonen. Los de Lefevere apostaron todo por Boonen y acabaron fallando. La historia se repite como farsa, como decía aquel, y en esta Dwars door Vlaanderen se ha vivido un momento semejante, pero con sutiles diferencias, quizá todavía más humillantes para el equipo con superioridad, Visma - Lease a Bike en este caso. Como sucede siempre que el poderoso muerde el polvo, el resultado, sorprendente como poco, ha satisfecho a gran parte de los aficionados, aunque el declive físico, y sobre todo psicológico, de Wout van Aert, haya dejado un regusto amargo. 

Powless, el ciclista más feliz del momento. 


Vayamos a la narración de la prueba. De entre los grandes dominadores, tan solo Mads Pedersen figuraba en la partida, recién ingresado en el club de las escapadas legendarias. De esta manera, el Visma - Lease a Bike tenía una buena opción para aprovechar su oportunidad: Wout van Aert lo necesitaba, tan falto de victorias como de confianza en este inicio de temporada. El equipo neerlandés decidió aplicar una ofensiva total, a fin de aplastar a la competencia. A falta de 71 kilómetros, se destacaron del grupo principal cuatro corredores amarillos, Affini, Benoot, Jorgenson y van Aert. Era el momento decisivo de la prueba, y el resto de contendientes nada pudo hacer ante la aceleración de un trenecito que recordaba a aquel de la París - Niza, con Roglič, van Aert y Laporte. Por detrás solo quedó Mads Pedersen, que intentó recortar distancias como pollo sin cabeza, sin pedir colaboración a su compañero Stuyven. 

El cuarteto de Visma, del que se descolgaría Affini, dio alcance a los fugados, Bjerg y Rasmus Søjberg Pedersen, a los que se habían sumado poco antes Powless y Tarling. Los daneses estaban agotados y no pudieron seguir el ritmo y al mozalbete gigantón de Ineos se le atragantaron las subidas. Solo Powless pudo engancharse al último vagón de ese expreso negro y amarillo con destino a Waregem.

El tren ha salido de la estación. 


Neilson Powless colaboró con sus captores, pero un poco por lo bajini. Benoot y Jorgenson ponían suficiente empeño en los relevos como para que el norteamericano de EF pudiera ahorrar un poco. Van Aert tampoco se escondía, no es su estilo. Fueron avanzando los kilómetros, sucediéndose las cotas, y la cosa parecía destinada a resolverse como un triplete de Visma. Pero tampoco se les ocurrió poner a Powless en un aprieto en casi ningún momento. Tan solo en un breve instante pareció que Visma quería poner en un compromiso al polizón que se había montado en su convoy: Benoot se cortó a propósito con Powless a rueda y este último tuvo que cerrar el hueco. Durante el resto de la prueba se movieron guiados por una confianza ciega en el sprint de su líder, Wout van Aert. En eso se pareció la jornada de ayer a la de la Omloop de 2015: pero, en aquel momento, Stannard no había sido un David enfrentado a Goliat, sino más bien un Gulliver al que unos pequeños liliputienses habían intentado apresar. Eran años de dominio británico, recuérdese. Stannard se permitió el lujo de cerrar huecos, incluso de atacar; en esta ocasión, Powless fue más de incógnito, como si los conductores del tren ni siquiera hubiesen tenido en cuenta su presencia.

¿Lanzando a Powless?


Un sprint entre Wout van Aert y Powless lo gana en un 95% de las ocasiones van Aert, pero esta vez pasó lo que no tendría que haber pasado. Benoot y Jorgenson se sacrificaron por su líder, dispuestos a servirle en bandeja un triunfo, pero a van Aert le fallaron las piernas a la hora de la verdad, y Powless, un corredor siempre a reivindicar, no lo dejó pasar. Al final el plato se lo habían servido a él, solo tuvo que aprovechar el rebufo de Benoot y salir en el momento justo, para derrotar a un van Aert hundido moralmente. 

Definitivamente NO es su carrera. 


El mazazo ha sido duro. Van Aert asumió el mea culpa ante las cámaras, claramente superado por los acontecimientos. Achacó a su propio egoísmo la decisión de finalizar al sprint, con el resultado inesperado de una amarga derrota. Los comentarios posteriores han estado en exceso centrados en el descalabro conjunto de Visma y los problemas de van Aert, y muy poco en las habilidades de Powless, un ciclista que pasó al profesionalismo con el aura de gran talento norteamericano y que corrió para los ex-Rabobank en su primer año en el World Tour. Sus victorias en San Sebastián y en el Piemonte demuestran su habilidad para saberse mover el grupos pequeños y también su capacidad de resistencia. También es digna de recordar su presencia en el cuarteto perseguidor de Alaphilippe en el mundial de Lovaina, junto a Valgren, van Baarle y Stuyven (todos han ganado algo destacado). En resumen, es un corredor polivalente, que ha alcanzado su madurez sin estridencias. 

Ánimo sombrío. 


Hay que hablar más de él. 



Ahora veremos cómo se repone van Aert de este mazazo moral, justo en la víspera de una de sus grandes citas del año. Jorgenson aireó públicamente su disconformidad con la estrategia escogida: parece ser que ya se autopercibe como futuro líder principal del equipo neerlandés y no le gustó, al fin y al cabo, sacrificarse por van Aert. No parece el mejor ambiente para afrontar una parte clave de la temporada para este equipo. 

El amigo americano quiere mover la silla a sus líderes. 

Mal rollo.


En fin, se ha vivido una de los mejores finales de lo que llevamos de temporada, uno que será recordado durante mucho tiempo. Wout van Aert tiene que pasar página, olvidarse y, a poder ser, optar de ahora en adelante por operar de una forma más autónoma: sin exigir sacrificios a otros, pero sin ceñirse a unas estrategias globales que tanto daño han hecho a su carrera. 

Klasikoa, Gran Piemonte, Japan Cup y Dwars door Vlaanderen. 



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