domingo, 8 de octubre de 2023

COMO DE COSTUMBRE, POGAČAR

Tadej Pogačar ha ganado el Giro de Lombardía por tercera vez consecutiva, cumpliendo con casi todos los pronósticos. No surprises, como cantaba Radiohead. Esta vez no ha sido una victoria por aplastamiento, sino algo más sufrida. Si se analizan con detalle, tampoco sus dos victorias previas en Lombardía habían sido exhibiciones individuales, pero en esta ocasión ha sido una victoria perfecta en su imperfección. La fuerza ha jugado su lógico papel en la victoria, pero a la hora de la verdad Pogačar no ha logrado distanciar a sus rivales en los momentos más duros, sino que lo ha hecho arriesgando en una bajada complicada, que llevaba muy estudiada y que ya conocía de 2021. Una vez por delante, el marcaje entre sus rivales ha hecho el resto. Podría decirse que su apuesta continua por el ciclismo ofensivo es la que le ha comportado el éxito, no siendo el más fuerte hoy, pues otros corredores, como Vlasov, parecían en mejor forma en las subidas. Incluso ha aflorado por un momento su reverso más humano. Todo ello convierte a esta victoria en la más bella de las tres que ha conseguido, porque el aficionado al ciclismo acaba siempre valorando más la victoria sufrida que la conseguida sin esfuerzo, debido a una deformada percepción de lo estético, condicionada por el masoquismo.

2º Bagioli, 1º Pogačar, 3º Roglič and son


En las carreras previas de la semana, Pogačar no se había mostrado pletórico. En Emilia había mordido el polvo ante Roglič, que había jugado con él como con una marioneta. En la Tre Valli Varesine, Pogačar no había podido distanciar a sus rivales en la subida de Casciano, aun intentándolo con ansia. Roglič, Vlasov, Mas, Carapaz y el resto se mantuvieron bien pegados a su rueda, de modo que el marcaje entre las figuras permitió que Van Wilder se marchara a falta de 10 kilómetros para meta. El rubio belga de Soudal-Quick Step interpretó a la perfección el momento justo y tuvo fuerzas para aguantar en el sube y baja que quedaba hasta meta, mientras por detrás todos pensaban en el sábado y nadie daba una pedalada de más. En Piemonte continuó la exhibición de Soudal – Quick Step, con triunfo de Bagioli sobre Aranburu, Hirschi y Guillaume Martin, después de una dura ascensión a Alpette, donde el gran favorito, Wout van Aert, se descolgó. Los Soudal – Quick Step, acuciados por las incertidumbres del futuro, estaban volviendo al hambre ganadora que los había caracterizado durante tantas temporadas y que a lo largo de esta habían dejado siempre en manos de su líder Evenepoel.



Alla ricerca del contratto perduto.

De esta forma se tomaba la salida en Como, en un día soleado y caluroso, marcado por la sentimental despedida de Thibaut Pinot. Si bien unos días antes Peter Sagan se había despedido por la puerta de atrás, en una carrera menor como el Tour de la Vendée, Pinot ha escogido un mejor escenario para hacerlo, precisamente en la carrera en la que consiguió el mejor triunfo de su vida. Y con él, siempre humilde, frágil y reservado, había llegado por desgracia toda una turba de hooligans franceses. Durante la primera parte de la carrera se produjo una fuga sin esperanzas por delante, mientras por detrás Jumbo – Visma decidió controlar en todo momento el ritmo, primero con Oomen y después con Tratnik. Quizá lo más significativo fue una caída de Remco Evenepoel con Sjoerd Bax y Giovanni Aleotti, que dejó al campeón belga unos minutos en el suelo y con el codo y la cadera magullados. A pesar de las contusiones, en Berbenno el propio Soudal - Quick Step decidió pasar a la acción, seleccionando el grupo con un ritmo muy duro. Los que se mantenían en un segundo plano, extrañamente conservadores, eran los UAE de Pogačar.

Salida de Como, con Pinot como protagonista.


Ese ritmo continuo fue eliminando corredores. El primer corredor importante en descolgarse fue Enric Mas, cuando todavía quedaban 100 kilómetros. Más tarde, una caída afectó en plena ascensión de Zamba Alta a Landa y a Carapaz. El ecuatoriano pudo rehacerse y conectar, no así Landa, que se quedó más tiempo en el suelo y con dolor en la cadera. El segundo y el tercero de la Lombardía de 2022 decían ya adiós a toda posibilidad de reeditar posición.

Llegaba de esta manera el momento crucial de la carrera, el punto señalado por todos como decisivo: el Passo di Ganda, donde ya se jugó la carrera en 2021. En sus rampas rápidamente todo saltó por los aires, siendo Evenepoel el primer damnificado. Aunque Alaphilippe intentó conducirle de nuevo hasta la cola del grupo, se vio enseguida que el ritmo de Evenepoel no era el adecuado. En cierto instante pareció incluso que iba a desistir, a la manera de lo sucedido en el Aubisque. Mientras tanto, los UAE, hasta el momento discretos, pasaron a la acción. Fue Adam Yates el primero en moverse, llevándose consigo a Vlasov, Harper, Simon Yates, Carapaz y Woods. Por detrás se quedaban Roglič y Pogačar, marcándose, junto a Carlos Rodríguez, Bagioli y Tiberi. Durante un instante pudo parecer que la carrera se les marchaba a los eslovenos: una interpretación errónea de los hechos diría que Roglič estaba guardando demasiado y Pogačar simplemente no iba y por ello dejaba actuar a Adam Yates. Pero eran todo juegos mentales. En un determinado momento, Pogačar aceleró y conectó con facilidad con el grupo delantero, e inmediatamente intentó marcharse por delante antes de que Roglič conectase también. Pogačar tenía miedo de llevar a Roglič soldado a rueda y había esperado el momento en que lo había distanciado unos metros para lanzar su ataque decisivo. Pero no fue esta vez un ataque demoledor: pronto salió Vlasov a por él, dándole alcance con relativa facilidad.


Vlasov cierra el hueco con Pogačar, que no se puede marchar solo.

De esta forma, durante las rampas más duras del Passo di Ganda rodaron por delante Pogačar y Vlasov, con unos metros de ventaja sobre un grupo formado por Simon Yates, Roglič, Bagioli, Carlos Rodríguez, Carapaz y Adam Yates. La ventaja era insignificante. Parecía incluso que el ritmo de Vlasov ponía en más de un aprieto a Pogačar. Solo al final de la ascensión Roglič se tomó en serio la persecución. Se puso al frente del grupo perseguidor y logró dar alcance a Vlasov y Pogačar apunto de coronar, al mismo tiempo que se descolgaban por detrás Adam Yates y Carapaz. Se iniciaba así el descenso, muy revirado, estrecho y sinuoso, con Pogačar todavía en primera posición y con Roglič a rueda. Pogačar decidió arriesgar en alguna curva, tomando unos metros sobre Roglič. La poca visibilidad de las curvas invitaba a la prudencia, pero Pogačar parecía saberse cada curva al dedillo, tanto que podría haberlas hecho con los ojos vendados. Roglič, más dubitativo, dejó que otros tomaran la responsabilidad, permitiendo que Pogačar se marchara unos metros. Vlasov y Simon Yates se sucedieron en la cabeza del grupo perseguidor, pero pronto se quitaron. Todos parecían recelar de Bagioli, el corredor más rápido. Pero el italiano tampoco decidió tomar la responsabilidad del descenso: de hecho, pasó a cabeza para coger un bidón y luego se apartó, rehuyendo todo compromiso. El parón permitió que Adam Yates volviese a entrar: un punto más a favor de los intereses de Pogačar. Esa suma de miraditas y marcajes permitió a Pogačar alcanzar una exigua diferencia, que fue ampliando con el paso de los kilómetros. 

Adam Yates, uno de los grandes protagonistas en el triunfo de su líder. 

El inicio del descenso, muy complicado.


Llegados al falso llano de Selvino, la localidad que divide en dos partes muy diferenciadas el descenso, Pogačar amplió su ventaja. Fue un momento de extraña debilidad para Roglič, que incluso llegó a tener serios problemas para seguir el ritmo de sus compañeros de grupo. Una vez acabado el paso por el pueblo, se iniciaba la segunda parte de la bajada, más ancha y con una sucesión de curvas de herradura. Ese fue el tramo en el que en 2021 Masnada dio alcance a Pogačar, pero en esta ocasión el esloveno aprovechó todo el radio de cada curva, sprintando a la salida de ellas, al contrario que sus perseguidores. Al llegar al llano la diferencia ya rondaba el medio minuto y Carapaz se unía al grupo de Roglič.


Pogačar en la zona de tornanti.


Como ya sucedió en 2021, el momento de más fragilidad para la fuga llega en el llano de acercamiento a Bérgamo, por una carretera amplia y bastante abierta. Pero como en aquella ocasión, las suspicacias entre los perseguidores jugaron en favor del que marchaba por delante. Tampoco hubo esta vez un exceso de descoordinación, no estaban ni Valverde ni Alaphilippe, simplemente Pogačar fue más fuerte, tanto que estuvo apunto de autodestruirse. De pronto, un cambio de plano mostró a  Pogačar llamando por radio al coche. Su espalda inclinada, el gesto de llevarse la mano al pecho para accionar la radio, con la cabeza colgando hacia delante, no apuntaban a nada bueno, y sí a desesperación y urgencia. La repetición mostró la causa: poco antes se había dado unos golpecitos en el muslo derecho, intentando recuperar el tono muscular. El culotte no ofrecía dudas: en sus tonos negros se veían deshilachadas manchas blancas. Aun no contando con un minuto de ventaja (apenas 45 segundos), un botecito oportuno desde el coche obró el milagro y los dolores desaparecieron, al menos de forma aparente. Rápidamente recobró la fluidez y su expresión facial se relajó. 


Ante la flojera, un botecito de poción mágica desde el coche.


Por detrás, Evenepoel se había logrado reponer y marchaba al comando de un tercer grupo, con Hirschi, Harper, Woods, Costa, Bardet, Kron y algún corredor más. Contaba con Masnada como compañero, pero aun así conminaba con su habitual énfasis a Hirschi y a Harper a relevar, aun llevando a gente por delante. Hirschi se negó con la cabeza, colocándose a rueda de Evenepoel, y la reacción del campeón belga fue muy propia de su personaje: frenar de golpe, de manera que Hirschi hizo el afilador y se fue al suelo. Aunque no se pueda determinar si Evenepoel frenó a propósito, no es la primera vez que Evenepoel se ve envuelto en una situación así. En caso de ser un corredor más anónimo, como Maciejuk, no habría habido ninguna duda a la hora de descalificarlo. 

A Rui Costa no se atrevió a decirle que pasara a relevar.


Repuesto de ese puntual contratiempo, Pogačar había alcanzado el minuto de diferencia. Ya entraba en las calles del extrarradio de Bérgamo y podía afrontar la subida al Colle Aperto con cierta tranquilidad. Allí se habían apostado los fanáticos de Pinot, con sus cánticos y sus bengalas, abarrotando una subida estrecha. Afortunadamente no tiraron a nadie. Pogačar coronaba y, sin obstáculos por el camino, pudo lanzarse en el descenso y festejar largamente. Por detrás, el sprint por la segunda plaza se lo llevaría Bagioli y Roglič ocuparía la tercera. A Roglič se le veía contento en el podium: no había tenido un buen día y aun así acababa tercero, regalando a su malcriado hijo una nueva oportunidad de hacer monerías ante las cámaras. A Bagioli se le veía más taciturno y dolido, quizá sabiendo que esta había sido su oportunidad perdida. 


Su primer triunfo en solitario en Lombardía.

2º Bagioli, 3º Roglic, 4º Vlasov, 5º S. Yates, 6º A. Yates, 7º C. Rodríguez


A falta de alguna carrera más, entre las que figura hoy la degradada y maltratada París - Tours, puede decirse que la temporada ha casi concluido. Pogačar no ha ganado su tercer Tour de Francia, pero ha conseguido dos clásicas monumento, una en primavera y otra en otoño, además de la París - Niza y otras dos clásicas de segundo nivel como la Amstel Gold Race y la Flecha Valona. Es el corredor que inicia y cierra la temporada y por ello va a acabar como primer clasificado en el World Tour y también como corredor con más puntos anuales de mi clasificación. En esta Lombardía se ha visto a un Pogačar ligeramente distinto, su temeridad e impulsividad se han adaptado dócilmente a un recorrido que ha dominado con cierta sabiduría alegre, en una demostración solitaria de 30 kilómetros. 


Bérgamo fue de los dux de Venecia y luego de Bonaparte. Ahora es de Pogačar.



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