Con el final del Tour acaba el verano, o al menos eso dicen. A pesar de haberse convertido en una carrera a cada año más exasperante, sigue acaparando la atención del aficionado que alberga la esperanza de que algo suceda, lo que sea. Ese mismo aficionado se ha acostumbrado con un estoicismo digno de Séneca a asumir como normal que los gregarios sean tan buenos o mejores que sus líderes, y a que corredores que antes pasaban alguna cordillera en la grupeta, acaben aupándose al primer puesto.
Una vez finalizado el Tour, L'Equipe publicaba esta sucinta estadística, muy definitoria de la situación que se lleva arrastrando desde los cambios revolucionarios en el ciclismo de los noventa.
Por ello, he querido ampliar esa estadística a las otras grandes vueltas.
Este tipo de estadísticas deben ser interpretadas. En primer lugar, si se fijan hay cierta disparidad entre los resultados que computa L'Equipe y los míos (por ejemplo, Wiggins en el Tour de 2006). Ello se debe a las consabidas descalificaciones por dopaje, en concreto las de Leipheimer e Hincapie por su implicación en el dopaje masivo de US Postal destapado en 2012 por la USADA. En L'Equipe han corrido los puestos; yo no, pues tenía entendido que tan sólo se movían puestos en los veinte primeros (como aparece en la mayor parte de las clasificaciones rectificadas).
Por otro lado, cabría diferenciar los corredores que obtuvieron una mala clasificación en su año de debut y en sus primeros años (antes de conseguir ninguna gran vuelta) y los que lo hicieron ya en el final de su carrera deportiva (Mauri en la Vuelta de 2001 o Garzelli en el Giro de 2013, por ejemplo). Es lógico que los objetivos, la capacidad y la implicación no sean los mismos. Sin embargo, dan más que pensar aquellas malas clasificaciones obtenidas en los años dorados de todo ciclista, los que van de los 27 a los 30 (Thomas en el Tour de 2013 y Wiggins en el Giro de 2008, por ejemplo).
Se dirá que muchos de estos ciclistas cumplían funciones de gregario cuando obtuvieron estos malos resultados (Riis, Indurain, Thomas). Sin embargo, curiosamente se repiten muchos nombres: Mauri aparece 6 veces, Riis 5, Wiggins y Thomas 4, e Indurain y Bugno 3. En los casos de Riis y Wiggins habría que añadirles dos fuera de control: en el caso de Riis, en el Giro de 1988; en el caso de Wiggins, en el Giro de 2003, en su primera gran vuelta disputada. En el caso de Indurain, podrían excusarse los resultados en las Vueltas de 1985 y 1986 al ser tan joven (20 y 21 años respectivamente).
Curiosamente, Froome sólo aparece 1 vez. Otros corredores que el acervo popular sitúa cerrando pelotones, como Pereiro, Horner o Armstrong en sus primeros años, directamente no aparecen en esta clasificación. El gallego se estrenó con un prometedor 11º puesto en su primera gran vuelta, el Giro de 2002. Armstrong sólo logró terminar el Tour una vez en sus años pre-transformación, con un 36º puesto. Horner por su parte debutó en las grandes vueltas con nada menos que 33 años, siendo su peor resultado el puesto 63º (Tour de 2006).
Otra categoría sería la de los "grandes saltos adelante". Tenemos el caso de Berzin, que pasó del puesto 90º (Giro de 1993) al 1º (Giro de 1994). También el de Mauri, del puesto 71º (Vuelta 1990) al 1º (Vuelta de 1991). Ambos superados por el caso de LeMond en 1990: del puesto 105º en el Giro, al 1º en el Tour de ese año. Semejante pero alterando los resultados es el de Simoni: 1º en el Giro de 2003 y 84º en el Tour de ese mismo año.
Por último, hay otros casos de corredores que obtuvieron victorias de etapa que maquillaron esas malas clasificaciones: Bugno en el Tour 1988 y la Vuelta 1998; Simoni en el Tour 2003 y sobre todo Jalabert en la Vuelta 1994, con 7 victorias de etapa y la regularidad.
La nota predominante, salvo los casos de Walkowiak, Stablinski y Bracke, es que los ciclistas sean ganadores de grandes vueltas de los noventa y del presente siglo. También es cierto que hasta mediados de los ochenta los pelotones oscilaban en el mejor de los casos entre 130 y 150 corredores, y a partir de mediados de esa década se ampliaron notablemente hasta casi los 200 corredores, o superando esa cifra en algunos años. Ello determina que acabar en el puesto 50º en los años sesenta y setenta fuese mucho peor que en décadas posteriores.
-----------------------------------
No acostumbro a incorporar sueltos en mis entradas, pero en este caso hago una excepción debido a esta devastadora noticia. El prometedor corredor estadounidense Adrien Costa, que había dejado el ciclismo profesional, no se sabe si de forma permanente pensando en sus estudios y en su salud, ha sufrido un terrible accidente de escalada y se le ha amputado una pierna. Su ex-equipo ha llamado a la colaboración para financiar su rehabilitación plena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario