domingo, 13 de octubre de 2024

POGAČAR, UNA VEZ MÁS (Y VAN CUATRO)

La temporada ha finalizado como empezó, con una exhibición de Pogačar en Italia. Ha ganado su cuarto Giro de Lombardía consecutivo, la carrera que mejor se adapta a su forma de correr y a su estado de forma perenne. Ya no es esta una prueba con la que algunos corredores en el pasado pretendían salvar sus temporadas. De hecho, gracias a Pogačar, vuelve a ser la carrera en la que se expresan los grandes campeones, dado su recorrido variado, largo y duro. Pogačar se ha convertido en el azote de su generación, al igual que el hambre, los diluvios o las largas nevadas asolaban a las sociedades antiguas. No sabría muy bien decir si Pogačar es un ángel salvador o destructor. Ante sus exhibiciones, casi diarias, solo cabe dejar en suspenso la razón. A ambos lados de su paso se abren una legión de fans, casi enamorados de su estela, y otra más reducida de ruidosos haters.


No hay maldición.

No ha habido sorpresas, era difícil que las hubiera. En los días previos a esta última cita, se habían dado de baja Roglič y Pidcock, el esloveno con una forma menguante desde su triunfo en la pasada Vuelta, y el inglés excluido de forma inexplicable por su propio equipo, seguramente a modo de represalia por su posible fichaje por otra escuadra. Evenepoel se planteaba como único oponente serio a Pogačar, sin que sus resultados previos en el Giro dell'Emilia y en la Coppa Bernocchi fueran muy esperanzadores. Otro candidato podría ser Neilson Powless, después de su fantástico triunfo en el Gran Piemonte, con un ataque lejano, también pogacariano, en el que gastó muchas fuerzas, aunque con una gran recompensa. Pogačar, completamente de blanco como un cucurucho de nata, bromeaba en la salida con Evenepoel; mucho intercambio de sonrisas, sí, pero unas horas más tarde iba a lanzar su ataque nada más cruzar un puente de horroroso recuerdo para Evenepoel.

Aquel maldito puente.


La única carta que podían jugar sus rivales era la de la anticipación. De esta forma, en las primeras ascensiones (Forcellino di Bianzano, Selvino, Berbenno y Valpiana) se consolidó una fuga muy numerosa, con algunos corredores importantes: Rochas y Molard de Groupama - FDJ, Kelderman y Benoot de Visma, Arensman y Brandon Rivera de Ineos, Mohorič, Caruso y Tiberi de Bahrain, Einer Rubio y Mühlberger de Movistar, Meurisse de Alpecin, Daniel Felipe Martínez de Bora, Vansevenant de Soudal Quick-Step, Dunbar de Jayco, Fabbro de Polti y alguno más. Por detrás, UAE controlaba la situación con Fisher-Black y Jan Christen, este último especialmente motivado. Tiberi fue el que más empujó en Selvino para acrecentar la diferencia de la fuga, siendo también de los primeros en descolgarse en la ascensión a Valpiana. La fuga alcanzó una ventaja de 4:30 poco antes de ascender Sella di Osigo y la Madonna del Ghisallo, momento en el que Majka tomó la cabeza del pelotón.

A pesar de esa abultada diferencia, en UAE no parecían inquietos. El pelotón se ha convertido en una presa de juguete que Pogačar se pasa de una zarpa a la otra, como un gato ocioso. Al iniciarse la subida a la Madonna del Ghisallo, por su vertiente fácil, la diferencia había descendido a 3 minutos, reducidos al coronar a la mitad aproximadamente. En el largo descenso hasta el lago de Como, Hirschi redujo la ventaja de los fugados a 1:10. Llegaba entonces la subida a Colma di Sormano, la ascensión decisiva del día, subida desde Nesso, el lado contrario al habitual, para evitar un descenso peligroso en el que Bakelants, De Plus y Evenepoel tuvieron caídas horrorosas en el pasado reciente. En esta ascensión de 13 kilómetros asumieron la persecución Adam Yates y Sivakov, mientras por delante tomaba unos metros Xandro Meurisse, seguido de cerca por Thymen Arensman. Precisamente cuando estos dos ciclistas iban a ser alcanzados por el reducido grupo de favoritos, seleccionado por el ritmo de Sivakov, Pogačar lanzó su ataque. Faltaban 48,4 kilómetros para meta y 6,5 para coronar. El grupo acababa de superar el puente en el que Evenepoel volvió a nacer en 2020.

A 48,4 de meta. 


Ante este ataque de Pogačar no hubo reacción, no pudo haberla. Se formó un terceto perseguidor, formado por Remco Evenepoel, Enric Mas y Lennert Van Eetvelt, que fue encajando segundos ante un Pogačar siempre a ritmo. La diferencia se disparó en el último tramo de subida, un sector en el que el porcentaje disminuía y en los últimos dos kilómetros más duros. Evenepoel buscaba la colaboración de sus dos compañeros: Van Eetvelt resoplaba, intentando simular debilidad, y Mas se agazapaba todo lo que podía tras la espalda del campeón olímpico, evitando su fulmínea mirada. Al coronar Colma di Sormano, perdían 1:06 con Pogačar, una distancia insalvable.

Diferencia en aumento.

De ahí a meta todo fue un paseo para Pogačar. Al iniciarse el descenso, Evenepoel se marchó casi sin darse cuenta de sus dos acompañantes, aprovechando que Van Eetvelt iba tostado y que Mas se limitó a jugar con los codos. Pero Evenepoel, a pesar de su potencia rodadora, no podía hacer nada contra un Pogačar en estado de gracia. Fue encajando segundos en el falso llano hasta Como y la última ascensión a San Fermo di Battaglia: 2:00 a falta de 15 kilómetros, 2:30 a falta de 6, 2:50 al coronar San Fermo. Pogačar corría como un metrónomo, sin descanso, con algunos tramos a 50 km/h (cuando sus rivales iban a 47 o 45 km/h), con tiempo incluso para atender a sus fans. A Evenepoel se le veía bien acoplado como siempre, pero algo crispado en las subidas, con el gesto torcido: no era ese uno de sus mejores días, en los que la rabia compacta todavía más su cuerpo y lo hace tan aerodinámico como una bola de cañón. En cambio, en ese Pogačar casi todo de blanco, todo era fluidez, potencia, curvas limadas, elasticidad: de puntillas, con sus zapatitos blancos y arcoíris, sobrevolaba el asfalto. En la lucha por el pódium, Mas y Van Eetvelt fueron alcanzados por Sivakov, al que todavía le quedaban fuerzas de forma milagrosa. A este terceto llegó Giulio Ciccone en la ascensión a San Fermo. El italiano, desaparecido durante todo el año, aquejado de extrañas dolencias, iba a dar una tímida alegría al ciclismo italiano, muy necesitado de resultados.

Las dos caras de la moneda.

En meta Pogačar llegaba descansado, con la impresión de que hubiese metido más tiempo a Evenepoel de haber forzado en San Fermo y en el tramo final hasta meta. 3:16 parecían ya suficientes. Se trataba de la quinta mayor ventaja en solitario obtenida en el Giro de Lombardía desde la Segunda Guerra Mundial, solo superada por las ediciones de 1945 (Ricci), 1947 y 1948 (Coppi), y 1971 (Merckx). Estos dos últimos nombres son entre los que Pogačar se encuentra más a gusto. Tuvo tiempo de hacer la macarrada de levantar la bicicleta nada más cruzar la meta, emulando a van der Poel en el Tour de Flandes y a Evenepoel en los Juegos Olímpicos. En segunda posición, Evenepoel llegaba a la meta entre sollozos. La carrera quizá había hecho aflorar viejos recuerdos, como si se tratase de un veterano de alguna guerra con estrés postraumático. Había vencido, una vez más, a sus propios demonios: en cierta manera, Evenepoel es un personaje de novela. Finalmente, a 4:31 llegaba Ciccone y solo unos metros por detrás Ion Izagirre, remontando desde atrás, superando a Mas y Van Eetvelt.

Todo lo malo se pega (aunque ya hizo lo mismo en Siena).

Evenepoel no es tan bajito.


Con este triunfo esperado, Pogačar redondea una temporada de ensueño, una de las mejores de la historia, si no la mejor. Nadie antes ha conseguido dos grandes vueltas, más dos clásicas monumento y un mundial. Solamente Merckx en algunas temporadas, 1972 especialmente, y Coppi en 1949, se acercan a estas barbaridades. Pogačar ya está ahí, a los pies de los más grandes, con solo tres o cuatro nombres por delante en lo que respecta a la historia del ciclismo. Como llevo diciendo desde hace mucho tiempo, las comparaciones con Armstrong, por no decir las que se hacen con Riccò y Pantani, quedan muy pequeñas ya, desfasadas, superadas por completo por los acontecimientos. Hay que actualizarse. Pogačar está en otra liga, no exenta, por supuesto, de los males de aquellos con los que se le compara con otras intenciones. Este año, además, parece haber querido ahorrarse la incertidumbre de los sprints, ganando casi siempre en solitario, y desde distancias demenciales: 80 kilómetros en Siena, 34 en Lieja, 51 (o 100, según se mire) en Zürich y 48 en Lombardía. A día de hoy, con la temporada casi archivada, hay que poner en valor las tremendas victorias de Vingegaard en Le Lioran y Narváez en Turín, incluso la Milán - Sanremo de Philipsen, los únicos ciclistas que han podido ganar de tú a tú a esta versión intratable de Pogačar.

La retirada de un mito: Domenico Pozzovivo. Con tiempos reales, el Giro de 2018 sería suyo.

2 comentarios:

  1. La verdad es que se me hace complicado comentar nada, porque ya no es excepción, porque ya no sé ni qué se puede aportar... El otro día además como los rivales saben que solo corren por el segundo puesto, cuando arrancó, nadie intentó hacer nada, por lo que la diferencia de velocidad entre Pogacar y el resto fue increíble. Era como un profesional contra amateurs, algo muy difícil de ver. Han ido poco a poco descubriéndolo los corredores, pero tratar de seguir al esloveno es comprar todas las papeletas para petar en la carrera.

    Tengo mucha curiosidad por ver cómo va a saltar en tu clasificación histórica. De hecho me gustaría ver con los puntos solo de esta temporada, en qué posición histórica quedaría!

    Por lo demás, queda la travesía en el desierto de estos meses, esperando a las carreras de enero y febrero (donde acabo viendo los finales de carreras de Oman y donde las carreras mallorquinas y andaluzas me parecen cómo clásicas flamencas).

    Gracias por las crónicas de esta temporada, un placer poder intercambiar opiniones. A sabiendas de que quién sabe en qué quedará tanta exhibición viéndolo en perspectiva.

    Saludos!

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    1. Ya puedo anunciar que Pogačar salta hasta la sexta posición, a realmente muy poco de pasar a Valverde (al que pasará nada más empezar 2025, a poco que gane algo). De hecho, como en otras clasificaciones semejantes, Pogačar bate el récord de temporada con más puntos de la historia. Sí, es una barbaridad todo. No sé qué evolución va a tener esta situación en las próximas temporadas. Por un lado, Visma puede que vuelva al nivel de 2023, pero si Jumbo deja de sostener bajo mano al equipo, no sé yo si se producirá esa recuperación de rendimiento. Han entrado otras marcas potentes, como Decathlon, Lidl y Red Bull, pero tienen difícil igualar el poderío económico y la influencia política de UAE. Veremos. Queda ahora el tiempo para la reflexión e ir asimilando lo que ha sido esta temporada.
      Un saludo!

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