Rien à signaler.
Esa es la fórmula utilizada en el informe del jurado técnico cuando no hay incidencias. Rien à signaler: muy válida para el día de ayer. El Tour extrañamente ha programado dos etapas llanas para el primer fin de semana, en lo que puede considerarse un error de cálculo o un fallo deliberado. ¿ASO prefiere no coincidir con el final del Giro femenino? ¿O con Wimbledon? ¿O con la final del mundial de clubes, en la que además ha dado la casualidad de que juega el PSG? El público, atraído por la ociosidad del fin de semana, se agolpaba en las cunetas, recibiendo más atención que el pelotón durante gran parte de la etapa. Es como si ASO hubiera querido invitarnos a hacer otras cosas: quehaceres domésticos, leer un libro, dar un paseo, ir de comida o excursión, o simplemente echar una siesta.
La salida estaba situada en la localidad natal de Louison Bobet, continuando con el homenaje que el recorrido del Tour está rindiendo a sus celebridades pasadas (anteayer fue Hinault). La meta se situaba en Laval, ya en Pays de la Loire, lugar donde en 1999 ganó Tom Steels y en 2021 Tadej Pogačar, en una crono llana. Para ser sincero, de la etapa de hoy solo he visto con atención los últimos cinco kilómetros.
Por fin ha conseguido la victoria Jonathan Milan, esta vez con un sprint potente, sin perder la línea y sin levantar demasiado la cabeza. El segundo clasificado fue Wout van Aert, que supo aprovechar el rebufo de Milan y el final en ligera subida, que se le adaptaba bastante bien. El lanzamiento de Mathieu van der Poel a Groves no fue suficiente, o el corredor australiano no lo supo aprovechar.
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Aparecieron otros protagonistas, como Lund Andresen, De Lie, Dainese o Ackermann. |
El Giro femenino le restó de forma merecida bastante protagonismo a la insulsa etapa de ayer, con un interesante final en alto y un vuelco en la general. Hoy volverá a ser mucho más interesante el Giro femenino que lo que proponga el Tour, con su final en la avenue Cavendish.
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