Una luz grisácea entraba por los amplios ventanales del aula magna de la universidad de Maastricht. Los alumnos atendían, con sus plumas preparadas, sus lentes sobre las narices y las corbatas bien enlazadas bajo el cuello. A la tarima subió el esperado profesor Skjelmose, de la universidad de Copenhague, invitado para una demostración de su novedosa teoría. El profesor era una figura enclenque, pálida y huesuda, poco enérgica. Después de un silencio expectante, su voz comenzó a llegar hasta las últimas bancadas del aula.
![]() |
La demostración. |
"Estimados colegas, queridos estudiantes, es un honor haber sido invitado a esta prestigiosa universidad de Maastricht para presentar ante todos ustedes los resultados de mi reciente investigación. Como ya sabrán, el título de la conferencia es <<Demostración empírica de la naturaleza humana de Pogačar y Evenepoel, bajo unas ciertos supuestos>>." El profesor carraspeó. Los miembros del departamento de antropología que lo habían invitado le miraban con expectación.
![]() |
El resultado. |
"Como sabrán, los estudios de antropología actuales dicen que Tadej Pogačar es prácticamente invencible y que cuando él compite, solo se puede optar a la segunda posición. Es una ley probada. Pero hoy, día 20 de abril de 1825, esas certezas pueden tambalearse. Demostraré ante ustedes la naturaleza humana de ese sujeto, naturaleza por tanto imperfecta, y de paso, extenderé mis conclusiones al análisis de otro sujeto, también muy conocido entre los estudiosos, Remco Evenepoel. Son individuos que podríamos englobar en una misma especie, aun teniendo sus diferencias de potencia y capacidad.
Las condiciones en las que se crio Pogačar en su Eslovenia natal no son objeto hoy de nuestro análisis. No hace falta remontarse a un tiempo tan lejano. Sin embargo, vamos a analizar las condiciones necesarias para que se produzca una derrota de este individuo en una competición. ¿Cómo es eso posible, si hemos partido del principio de asumir como cierta su invencibilidad, sobre todo desde el momento en que lanza su ataque, a la distancia que sea? Mi experiencia en el estudio de este sujeto me ha llevado a las siguientes conclusiones: se requiere una conjunción de tres factores, claramente compensados. El primero, el cansancio. No un cansancio puntual, sino uno acumulado a lo largo de los días. Hay que cansar al esloveno con un calendario abultado: no querrá dejar pasar ninguna oportunidad, de manera que será necesario que llegue a la carrera en cuestión con demasiada carga de trabajo encima. El segundo factor, la autoconfianza. Estas condiciones también valen para el caso de Evenepoel. La fe en su carácter invencible puede jugarle malas pasadas. El tercer factor no es otro que unas piernas prodigiosas por parte de aquel que quiera vencerle".
El doctor Skjelmose, después de escribir sobre la pizarra las tres condiciones, se gira ante su público, formado por estudiantes ansiosos de respuestas. Uno de ellos levanta la mano.
"Estimado doctor Skjelmose, ¿podría explicarnos, con un caso práctico, la aplicación de tales condiciones?"
El doctor Skjelmose carraspea, se ajusta las lentes y comienza su explicación.
"Por supuesto. El caso práctico que les presento es una demostración palpable de la combinación de estas tres condiciones. Imaginemos el siguiente caso: Remco Evenepoel llega a una carrera concreta, la Amstel Gold Race, por ejemplo, con la autoconfianza por las nubes, después de haber derrotado al sprint a Wout van Aert en la Flecha Brabanzona. Es un caso hipotético, por supuesto. Es importante que recordemos el hecho de que esa victoria previa de Evenepoel no se ha producido en fuga, sino al sprint, y frente a un corredor que ha llegado incluso a ganar en los Campos Elíseos. En esas condiciones, la confianza de Remco en sus propias aptitudes en el sprint, un terreno que no le es del todo propicio, se encontraría en su máximo nivel. Para aumentar el efecto de esa autoconfianza podemos añadir otro factor: esa victoria se da en su primer día de competición de la temporada, después de un largo periodo de descanso."
"Pero sabemos que Remco Evenepoel puede ser derrotado." - interrumpe un estudiante, desconfiando de las argumentaciones del profesor danés - "Hay casos históricos que así lo demuestran. Además, ¿No venía a hablarnos de Pogačar?"
"Sí, por supuesto, pero lo que les propongo es una hipótesis más arriesgada de algo que, como bien señala, ya ha sido probado por la experiencia. No solo vengo a demostrarles que es posible derrotar a Evenepoel, sino también a la combinación, letal bajo todos los puntos de vista, de Evenepoel y Pogačar. Déjenme proseguir. Estaba comentando qué condiciones son necesarias en los días previos para que la derrota de ambos se produzca. Si en el caso de Evenepoel podemos tener en cuenta, en nuestro caso hipotético, la autoconfianza como un factor de debilidad, en el de Pogačar se suma a esta el cansancio. Es bien sabido que se ha acostumbrado a ganar desde lejos, atacando a distancias imposibles. Lo ha asumido como una facultad de su ser. No creo que haga falta recordarles la victoria obtenida en Zürich, con un ataque a falta de 100 kilómetros. Su confianza está por las nubes en ese aspecto. Pero si a ello añadimos una carga de trabajo demencial, enlazando clásica tras clásica, buscando en todas ellas la exhibición, quizá obtengamos la base para un cambio de tendencia.
![]() |
Un condicionante más: caída temprana de Evenepoel. |
Sin esta autoconfianza en sus propias capacidades, Pogačar no habría salido a por Alaphilippe, un corredor en franca decadencia, a falta de 47,6 kilómetros. Sin esa autoconfianza, continuo, no habría decidido que era una buena opción de victoria continuar solo en el Kruisberg, a falta de 42,5 kilómetros. Observen que la autoconfianza anula el dolor, provocado por el cansancio, pero sin eliminarlo plenamente. Solo retrasa su aparición. Pero he aquí que llega el tercer elemento, las piernas prodigiosas. Son necesarias, créanme, sin ellas no es posible nada de lo que les estoy hablando. De hecho, pongamos que salto de un grupo perseguidor, a falta de 31,9 kilómetros, cuando Pogačar cuenta con medio minuto de diferencia aproximadamente. Ya conocen la ley del grupo perseguidor, aquella que dice que cuantos más corredores vayan en el grupo perseguidor, previamente seleccionado, menores son las posibilidades de cazar al fugado. Es necesario atacar si se quiere tener una opción de triunfo. Pongamos por caso que Evenepoel me alcanza desde atrás a unos 26,6 kilómetros a meta, y entonces, con ambos a relevos, la diferencia va reduciéndose, dada la irrupción del cansancio en las piernas de Pogačar, hasta quedar en unos 15 segundos, o menos. Entonces, Pogačar decide que no puede seguir el pulso, y que es necesario esperar, valorando la posibilidad de ganar al sprint. Esto se produce a falta de 8 kilómetros, a falta de una última ascensión al Cauberg.
![]() |
Condicionante: salir a por Alaphilippe... |
![]() |
...para luego dejarlo atrás. |
A relevos, sobre todo aprovechando el rebufo de un Evenepoel cargado de confianza, es posible reducir a Pogačar. Suena insólito, pero es posible. Y ya entonces, con Pogačar en modo calculador, quizá es posible un cambio radical: solo hay que seguir explotando las capacidades rodadoras de Evenepoel y su recién ganada confianza en el sprint. Evenepoel lo lanzará de lejos, para intentar debilitar a Pogačar, espoleado además por la confianza en su propio sprint, ganada en la Flecha Brabanzona. Pero, aun así, Pogačar le rebasará. Forzado el prodigio esloveno a un sprint largo, quizá el cansancio haga acto de presencia. Hay que apurar esa posibilidad: aprovecharse de su rebufo al máximo y ser el último en salir. Entonces Pogačar se sentará, como hizo en Le Lioran, y será derrotado. ¡Se le puede derrotar! ¡Está demostrado! ¡Miren!"
De momento, nadie por atrás. (Foto: Pissei)
![]() |
Evenepoel y Skjelmose cazan a Pogacar, casi a punto de perder la rueda. |
Los estudiantes observan las fórmulas que el profesor Skjelmose ha ido garabateando en la pizarra, a medida que avanzaba su explicación. Había sido posible derrotar a Pogačar, incluso a Pogačar sumado a Evenepoel. Las condiciones aparecían claras en la pizarra y todos los estudiantes imaginaron en sus cabezas el posible caso hipotético que el profesor Skjelmose había descrito con detalle.
![]() |
La imagen insólita, la demostración del caso. |
"¿Pero cuando habla usted del tercer condicionante, las piernas prodigiosas, se refiere a un trabajo acumulado solo mediante el entrenamiento, o también a uno basado además en el consumo de ciertas sustancias, ingeridas en etapas tempranas de la carrera deportiva del sujeto?". El profesor Skjelmose sonríe forzadamente ante la impertinente pregunta del estudiante.
"De eso, créame, hace ya mucho tiempo".
Fuera hacía un buen día. Los estudiantes se irían con una impresión inmejorable de aquella clase magistral. No era necesario que nadie le recordase que podían introducirse atajos en su fórmula.
Jeje, genial crónica y evidentemente muy original, enhorabuena!
ResponderEliminarOtra gran carrera, y ya van unas cuantas este año. En todas el denominador común es Pogacar, pero aquí con el añadido de que después de 5 años (su primer Mundial en serio) un ataque en el que había sacado ventaja no le ha valido para ganar. Debido a los factores que se comentan, sobre todo Evenepoel pero también un gran Skjelmose, y el viento, creo yo. Antes de que se redujera mucho la ventaja yo me había fijado en que estaba soplando bastante fuerte, y yo creo que fue un factor fundamental.
También destacar a Van Aert, otra vez para lo malo. Parecía que esta vez sí tenía fuerzas, incluso volvió a hacer un grandísimo sprint. Pero no estuvo donde debía (y era una vez que Pogacar se había ido, vigilando casi en exclusiva la rueda de Evenopoel). Una pena, porque siempre sería un elemento más en estas luchas que estamos viendo.
Y hoy la Flecha, donde sale Pogacar a pesar de que igual no tiene mucho sentido, y sería mejor para él que descansara. Si nada cambia, la clásica más aburrida y predecible sin duda, pero bueno, esos últimos 5 minutos siempre se disfrutan.
Saludos!
El viento de cara influyó mucho, como bien dices, así como la mayor potencia rodadora de Evenepoel, con la contribución constante de los relevos de Skjelmose, que tampoco se guardó. Sí que fue sorprendente, al menos para mí, el portentoso sprint del danés, además con el timing perfecto, aprovechándose de ser el menos vigilado.
EliminarPero como sucede siempre que Pogačar tiene un traspiés, no ha dejado que las dudas crezcan con el paso del tiempo, dando un mazazo inmediato en la Flecha.
Sobre van Aert, resulta curioso que se impusiera con tanto margen en el sprint por la cuarta plaza contra Matthews, quizá el rival más capacitado de todos con los que se ha jugado un sprint. Ello me lleva a pensar que si debilidad en su antigua especialidad no soloe s cuestión de piernas, y de las secuelas de la caída de la Vuelta, sino también algo más, algo mental (no era ese un sprint decisivo). También optó por una táctica reservona, lo que le hizo llegar algo más fresco.
En fin, veremos en la Lieja. Aunque resulte extraño decirlo así, Pogačar va a encontrar rivales más jóvenes que le pueden poner en algún aprieto.
Gracias por tus comentarios, vomo siempre.
Simpática e inteligente extrapolación argumental llena de erudición y cultura. Enhorabuena
ResponderEliminar