La Vuelta no se ha quitado de encima una sensación de sopor hasta el final de la etapa de ayer, en Valdezcaray, cuando Vingegaard decidió pasar por fin a la acción. Hasta el momento las etapas se habían caracterizado por su perfil romo o su trascurso insustancial, ya fueran italianas o pirenaicas. Tampoco el final riojano, con olor a vueltas de abril, parecía despertar muchas alegrías, dada la obcecación del organizador con los finales monopuerto. Pero Vingegaard decidió atacar a falta de 11 kilómetros, quizá sin saber que los kilómetros finales eran bastante llevaderos. A su triunfo se añadieron los desbarajustes habituales de los UAE, ya consustanciales al equipo cuando no corre Pogačar.
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| Cuarta victoria de etapa en la Vuelta y cuadragésima victoria en total. | 
Por poner las cosas en su contexto, hasta el momento había habido tres finales al sprint, dos para Philipsen (Novara y Zaragoza) y uno para el sorprendente Ben Turner (Voiron), y dos sprints en subida, para Vingegaard, entre la niebla (Limone Piemonte), y Gaudu (en Ceres, con una acción muy inteligente al tomar la curva). Además, UAE se había llevado tres triunfos, la crono de Figueres, que será más recordada por la acción de los activistas pro-palestinos contra el equipo Israel que por la auténtica competición, y dos finales en alto para Vine (Pal) y Ayuso (Cerler). Desde la etapa de Pal, Torstein Træen había asumido el liderato, sumándose a la larga lista de líderes de paja de la Vuelta, esta vez con más similitud con Odd Christian Eiking que con Kuss y O'Connor.
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| En Limone Piemonte Vingegaard dio la impresión falsa de que quería instaurar una dictadura. No ha sido así. | 
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| Aun le quedan días de rojo. | 
La acción de Vingegaard en Valdezcaray, acompañada de la lluvia, tuvo algo de suicida, de pogacariano, de día que se recuerda. Solo le pudo seguir Ciccone durante un tiempo, hasta que se quemó por estar demasiado cerca del sol. O del segundo sol, sería mejor precisar, los dos que relucen en el firmamento del ciclismo actual, al igual que en los cielos de la infantiloide Star Wars (me gano muchos hates aquí). Mientras tanto, Almeida se defendía solo por detrás. ¿Dónde estaban los suyos, ese equipo siempre coordinado como una legión romana haciendo la tortuga? (ironía). Por supuesto, no había ni rastro de sus gregarios.
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| Un nuevo tiro al palo de Lidl-Trek. Esta vez, con una petada de gran estruendo. | 
Toca hablar del tema peliagudo de Ayuso. El alicantino se dejó llevar ya en la etapa de Pal, buscando sus opciones para días venideros. El sacerdote egipcio de esta ocasión, Matxín, le dio un abracito en meta y un beso, a modo de felicitación. Quizá por perder tiempo, desentenderse de la general e ir a por etapas, haciendo la guerra por su cuenta. La táctica de Matxín siempre consiste en contentar a todos sus capos y que cada uno vaya a su bola. Así les salen corredores egoístas como Ayuso, nulidades tácticas como Del Toro o auténticos pollos sin cabeza como Jan Christen. Al día siguiente de Pal, Ayuso se marcó una exhibición, atacando en el Cantó de salida, siendo alcanzado por la fuga y rematando al final en Cerler. Parecía que había conseguido su objetivo de ganar una etapa, después de haberse liberado de la presión de la general, y los más ilusos afirmaban que entonces sí, una vez saciada su sed personal, se pondría al servicio de Almeida.
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| Mejor no escuches, puesto que lo que se dice de ti no es bueno. | 
En la etapa de Zaragoza, también cansado, se dejó llevar. Y en la etapa de Valdezcaray, en el llano (!), antes de ascender nada, se dejó ir, antes que todos los sprinters, para llegar a meta a más de veinte minutos, sin haber dado una pedalada para su líder. No era falta de fuerzas, sino más bien chulería. Si hubiese una dirección seria en ese equipo, y algo más que besos y abrazos para todos, Ayuso no terminaba la Vuelta. ¡Qué lejos su actitud de diva frente a la de corredores como van Aert o Pedersen! Esos altibajos, y esos gestos siempre repetidos, hacen pensar en un Evenepoel a la española, aunque menos sincero.
Almeida tampoco contó con Soler, también a lo suyo, ni con Großschartner, que no estuvo fino, ni con Vine, que tan solo tiró veinte metros. Por contra, todo el Visma tiene un único y claro objetivo. Jorgenson lanzó a Vingegaard, e incluso Tulett y Kuss jugaron por detrás para evitar que Træen perdiera el liderato, y les permitiese así algún día más de descanso como equipo, así como ganar también la colaboración futura de Bahrain. Si bien la táctica de Visma había sido hasta el momento un muermo, por fin Vingegaard, quizá con inconsciencia, decidió mostrar todo su potencial. Es verdad que tan solo ganó 24'' sobre Pidcock y Almeida, escasa renta para tanto esfuerzo. Almeida todavía no ha dado su brazo a torcer, ni mucho menos, con lo persistente que es. Tiene además ese toque pendenciero que tienen muchas veces los portugueses, para otras cosas tan calmados y silenciosos. Más Mourinho que Pessoa, qué duda cabe.
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| ¡Atención, Jonas! ¡A tu espalda! | 
La gran prueba de Vingegaard será la etapa de Bilbao. Sí, la de Bilbao. Si Vingegaard supera las bajadas, que ya se llevaron en el Tour de 2023 a Mas y a Carapaz el primer día, podría decirse que tiene la Vuelta ganada.
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| El pódium del Porvenir, con Seixas, Widar y Nordhagen (por cierto, mal colocados el segundo y el tercero). | 
Creo Ignacio que no va a hacer falta que Iker Jiménez te invite a Cuarto Milenio para contar toda la verdad sobre este hiperinflado y decepcionante corredor en todos los aspectos personales de su carrera deportiva. Te has bastado con unas cuantas líneas para describirlo perfectamente. Este no es el Contador que luchó, como todos sabemos, contra todas las adversidades de la vida para ganar su segundo Tour, e incluso el primero después de sus 2 aneurismas cerebrales. O aquel rabioso despechado en el 2014 que tras no poder ganar la ronda francesa por tercera, o cuarta vez según como se mire, debido a una durísima caída acudió a la Vuelta, apenas un mes y medio después, y la ganó con la tibia medio rota. O mi admirado Simon Yates que, tras sufrir la humillación deportiva más grande de su vida por Froome en la épica etapa de la Finestre del Giro del 2018, se resarció de ésta en la Vuelta del mismo año. Y seguramente me dejaré muchísimo casos de ciclistas honrados, humildes y con más clase, palmarés y categoría que este.
ResponderEliminarEnhorabuena por tu artículo. Seguimos expectantes a tus próximas publicaciones.
Le queda mucho por aprender. Esperemos que estos gestos de divo los vaya limando con el tiempo, quizá con la edad y con otro entorno.
EliminarY perdona este añadido. Si ibas a por el Giro y desgraciadamente no te salieron bien las cosas. Nada ni nadie te tiene que parar para competir y luchar por ganar la siguiente gran carrera que se te presente. Así se forjan los grandes campeones.
ResponderEliminarLo que más llama la atención es que unos días va a tope y otros no, y estos últimos siempre coinciden con los momentos en los que tiene que hacer trabajo de equipo.
EliminarUn saludo!