jueves, 17 de julio de 2025

DÍA 11. TOULOUSE - TOULOUSE (156,8 KM)

El Tour reemprendió su marcha con una etapa con principio y final en Toulouse, entendida como un corto bucle en torno a la ciudad, con siete cotas finales, algunas de ellas no puntuables. Este final accidentado desalentó a los sprinters, que dejaron esta etapa en manos de la fuga. Todos los equipos, reposados y con las pilas recargadas, querían contar con alguien delante, provocando de esta forma un inicio caótico. De todas maneras, aquellos que llevaban la etapa estudiada de casa, y que fueron los primeros en atacar, serían los que a la postre se llevarían el triunfo. 

Sprint ¿a cuatro? Foto de Martin Divisek (vía El País)


Nada más darse el banderazo de salida, tomaron la delantera escopetados Jonas Abrahamsen, Mauro Schmid y Davide Ballerini. Más tarde, con los continuos saltos desde el pelotón, les dieron alcance Mathieu Burgaudeau y Fred Wright, constituyéndose de esta manera el quinteto que rodaría delante. Su ventaja no fue en ningún momento demasiado abultada. Ello permitió relanzar la carrera en varios puntos, creándose un quinteto perseguidor de más calidad, que parecía que les iba a echar el guante en cualquier momento. Este grupo estaba compuesto por Mathieu van der Poel, Wout van Aert, Arnaud De Lie, Quinn Simmons y Axel Laurance, nada menos. 

Los cinco perseguidores (a acompañar mentalmente con la banda sonora de Tiburón)


En el tramo final, la diferencia entre ambos grupos rondaba en torno a los 20 segundos, en algunos momentos menos. Wout van Aert pensó que con algún relevo más largo y duro podría alcanzarlos, en una táctica que ha aplicado equivocadamente infinidad de veces. Quinn Simmons lo intentó en solitario en la penúltima cota, mientras Ballerini, Burgaudeu y Wright se descolgaban. Abrahamsen y Schmid seguían por delante a lo suyo, a pico y pala. El noruego se fracturó la clavícula en la Vuelta a Bélgica, pero ahí estaba, como si nada hubiera pasado, con su musculatura ganada y sus ganas de pelea. Schmid, por su parte, recuerda a aquellos corredores suizos de los noventa que aparecían y desaparecían, con cierta elegancia. Un Pascal Richard, pero menos ganador y quizá con una vida sexual más tranquila. 

Saint-Sernin de Toulouse (no sé si la sacaron las cámaras del Tour). Toulouse es, además, la ciudad de la creación de la Inquisición (contra los cátaros) y del Concorde


Mathieu van der Poel parecía ya agotado, acusando el desgaste de escapadas de días anteriores, pero aún así atacó en la cota final, la de Pech David, quedándose a 10 segundos del dúo delantero. Los últimos kilómetros tuvieron su intensidad, puesto que hubo una bonita persecución entre Abrahamsen y Schmid, por un lado, y van der Poel por el otro. Al final no se impuso la ley de los grandes nombres, y los dos de cabeza se jugaron la victoria al sprint, con la irrupción de un espontáneo, cuya presencia y posterior placaje desvió la atención del sprint. La victoria fue para Abrahamsen, un corredor que el año pasado lo intentó durante todos los primeros días. 

Abrahamsen se impone a Schmid. En esta imagen sin espontáneo.


Mientras tanto, en el pelotón también hubo movimientos en las dos cotas finales. Vauquelin y los Visma intentaron algún movimiento, pero no sucedió nada. Fue a falta de seis kilómetros aproximadamente cuando llegó el momento polémico del día. Tobias Johannessen se cruzó por delante de Pogačar, que iba algo despistado, de  modo que hicieron el afilador, y Pogačar acabó yéndose al suelo como consecuencia. Pogačar se arrastró por la calzada e impactó, ya sin mucha fuerza, con el hombro contra el bordillo de una isleta, sin aparentes consecuencias. En el grupo de los favoritos, Evenepoel y Vingegaard decidieron esperarlo. Estas cosas siempre encienden los ánimos de los aficionados, pero no soy de los que crea que haya que dar una importancia excesiva e inmerecida a estas cosas. El fairplay es elitista y ad hominem, es cierto, pero también aprovechar una caída para sacar tiempo queda feo. Si no que se lo digan a Vollering, que perdió el Tour femenino pasado precisamente por eso. Quizá para Pogačar todo hubiese quedado más claro de no haber cedido el amarillo el día del Macizo Central: seguramente nadie hubiese puesto en duda que al maillot amarillo hay que esperarlo si cae. 

La caída de Pogačar.


Desafortunadamente toca concluir la crónica del día con otro suceso luctuoso, el fallecimiento de un joven ciclista en carrera. Samuele Privitera, de 19 años, falleció ayer a causa de una caída en el Giro della Valle d'Aosta-Mont Blanc. Al parecer impactó contra una verja de una casa, después de perder el casco, en el municipio de Pontey. Recuérdese que el año pasado, también en plena disputa del Tour, falleció el ciclista noruego Andre Drege en el Tour de Austria. Por no hablar de Muriel Furrer, la joven suiza que falleció en el mundial pasado, en circunstancias muy dolorosas. Nos hemos acostumbrado a este goteo incesante y algo habrá que hacer: si muchas veces es imposible controlar todos los riesgos de la ruta, al menos sí se pueden controlar los riesgos que genera la propia bicicleta.  


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