lunes, 8 de abril de 2024

CAFFEINE SHAMPOO, EL SECRETO DE LOS CAMPEONES

Vamos a hablar de fantasías, de posibilidades no concretadas, de vías muertas de la historia. Hubo un instante en la París - Roubaix de ayer, a falta de sesenta y pocos kilómetros, en el que todo parecía abierto. Un grupo de veintiocho corredores se adentraba en la parte decisiva de la carrera, con todo por decidir. Al menos, así podría parecer para alguien con ganas de engañarse a sí mismo y que no hubiese estado atento a las señales previas que la carrera había ido aportando. 


Se tapa los ojos, porque el caffeine shampoo  debe escocer. 

En el abanico de veintiocho corredores predominaba la juventud, con algún que otro veterano. El grupo estaba compuesto por Mathieu van der Poel, Jasper Philipsen y Gianni Vermeersch de Alpecin - Deceuninck, Stefan Küng, Laurence Pithie y Lewis Askey de Groupama - FDJ, Mads Pedersen y Mathias Vaček de Lidl - Trek, Per Strand Hagenes, Mick van Dijcke y Tim van Dijcke de Visma - Lease a Bike, John Degenkolb de dsm - firmenich, Madis Mihkels y Hugo Page de Intermarché - Wanty, Rasmus Tiller y Søren Wærenskjold de Uno-X, Nils Politt y Tim Wellens de UAE, Tom Pidock de Ineos, Fred Wright de Bahrain, Jordi Meeus de Bora, Stefan Bissegger de EF, Johan Jacobs de Movistar, Dries Van Gestel de TotalEnergies, Cedric Beullens y Liam Slock de Lotto, Yevgeniy Fedorov de Astana y Kamil Małecki de Q 36.5. ¿Podría ganar Federov, ex-campeón del mundo under23, sucesor de la estirpe de Vinokurov y Lutsenko? ¿O el estonio Madis Mihkels, muy rápido, pero amonestado por su equipo el año pasado por unos chistecitos de instagram algo racistas? ¿El joven y rocoso Hagenes, ya delante desde la fuga inicial, como Małecki, Tiller y Slock? ¿Y qué tal Fred Wright, corredor muy combativo, con una única victoria profesional, su campeonato británico del año pasado? ¿O por qué no dos ilustres debutantes en la prueba, como Tom Pidock y Tim Wellens? ¿O el veterano John Degenkolb, gran amante de la carrera, muy querido por Les Amis de Paris-Roubaix y el año pasado víctima de un sandwich por parte de Philipsen y van der Poel? ¿O la gran sensación del inicio de temporada de clásicas, Laurence Pithie, acompañado por Askey, muy activo en la pasada París - Tours?

What a pity, Pithie! (ba-dum-pss)

Fue muy bonito pensar en tantas variables, pero era una forma de intentar obviar el elefante en la habitación. Ahí estaba Mathieu van der Poel, con su imponente presencia (manazas, hombros anchos, pómulos poulidorianos, maillot de campeón del mundo). Imposible evitarlo. Su equipo, desde el principio de la prueba, había marcado un ritmo endiablado. El pelotón había estallado en mil pedazos bajo el ritmo impuesto por los Alpecin desde casi la salida, personificados en Timo Kielich y Edward Planckaert. Atrás habían quedado Laporte, y también Lazkano y García Cortina, con todos sus castillos en el aire. Dylan van Baarle ni siquiera había tomado la salida. La situación llegó tan clarificada al bosque de Arenberg que la chicane, comidilla de los días previos, pasó casi inadvertida. En la larga recta del bosque, Mathieu van der Poel estiró un poco las piernas. Se llevó consigo a Mick van Dijcke, Pedersen y a su compañero Philipsen. Luego, al salir al asfalto, Philipsen pinchó y hubo reagrupamiento. 


La chicane, sí o no: el debate (cansino) de nuestro tiempo. 


La superioridad de Alpecin había sido tal que no solo se había manifestado en el plano físico, sino también en el estratégico. Se produjo un ataque de Küng y Politt, al que salió rápidamente Gianni Vermeersch. Formado ese trío por delante, con Mathieu van der Poel bien tranquilo en la panza del grupo, fue Lidl-Trek el que picó y tomó las riendas de la persecución, desgastando a Theuns y a Vaček. Así pues, propiciada de nuevo el reagrupamiento, solo quedaba esperar el momento en que van der Poel lanzase su ataque. 


El momento del ataque.


Este tuvo lugar en Orchies, a falta de 59 kilómetros. A partir de ese momento, la historia concluyó. El campeón del mundo fue ganando diferencia a su favor, mientras por detrás no había organización. Apenas había equipos con más de un representante, solo Groupama-FDJ y Visma tenían más corredores, pero Vermeersch y Philipsen estaban muy atentos para fastidiar los relevos o para salir a cualquier corte que se formase. Finalmente se destacaron Küng, Pithie, Pedersen y Politt, pero llevaban consigo, a modo de pasajero incómodo, a Philipsen. 


En moto.


La diferencia de van der Poel se fue por encima de los dos minutos. Van der Poel no resoplaba tanto como en el Tour de Flandes, no parecía vacío. No había en el horizonte ninguna posibilidad de pájara. Un fuerte viento favorable le impelía por detrás y en los tramos de adoquín ampliaba su diferencia. En el grupo perseguidor, Pithie se fue al suelo en una curva, siendo alcanzado por Gianni Vermeersch, que se había destacado del tercer grupo perseguidor para hacer su puestecito, intentando redondear la humillación general al resto. De manera que así llegaron: Mathieu van der Poel, fresco como una rosa, después de su marcha solitaria de casi sesenta kilómetros, con tres minutos de ventaja sobre el grupo perseguidor, en el que se impuso Philipsen, como era de esperar, sobre Pedersen y Politt. Un poco descolgado llegó Küng, distanciado en Grusson tras una aceleración de Philipsen. Más tarde llegaron Vermeersch y Pithie, y en el cuarto grupo, Tim van Dijcke sería descalificado por realizar el sprint por dentro de la pista, siendo la octava posición para Jordi Meeus.  


Segundo puesto sin problemas para Philipsen. 


Ha sido, una vez más, la París - Roubaix más rápida de la historia (47,8 km/h), superando a la del año pasado. Se une así a los récords en la Milán - Sanremo y el Tour de Flandes, también de este año. Se ha tratado de la quinta diferencia más abultada entre primero y segundo después de la II Guerra Mundial, por detrás las ediciones de 1970 (Eddy Merckx, con 5’21’’), 1998 (Franco Ballerini, con 4’16’’), 1966 (Felice Gimondi, con 4’08’’) y 2002 (Johan Museeuw, con 3’04’’). Es la segunda vez en la que se repiten durante dos años consecutivos las dos primeras plazas del podio (ya sucedió en 1978 y 1979 con Francesco Moser y Roger De Vlaeminck, en el segundo año siendo de equipos diferentes). Y lo que es más importante, ningún equipo había conseguido hasta el momento ganar los tres primeros monumentos de la temporada. Es de suponer que la racha terminará con la Lieja, que también figura en el programa del Nietísimo, pero en la que también correrá Pogačar y algún que otro corredor más apto que el campeón del mundo para las cuestas ardenesas, como Buitrago o incluso Pidcock.  


Doblete con el arcoíris, como Van Looy en 1962.

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En la carrera femenina, el triunfo fue también para la gran favorita y campeona del mundo, Lotte Kopecky, que se valió de un estilo ahorrativo y conservador para ganar a sus rivales al sprint. Al velódromo llegó un quinteto, formado por Kopecky (SD-Worx), Amber Kraak (FDJ - Suez), Elisa Balsamo y Ellen van Dijk (Lidl - Trek), Pfeiffer Georgi (dsm - firmenich) y Marianne Vos (Visma - Lease a Bike). Todas se habían mostrado algo reacias a colaborar, dada la presencia de Vos, a la que todas parecían temer (como a la retirada van Vleuten, tampoco la aguantan, en un ciclismo en el que no prima tanto el buen rollo como en el masculino). Kraak era la que más pasaba por cabeza, mientras que Vos, Kopecky y Balsamo se examinaban en la cola del grupo. También Georgi, que había cogido in extremis.


1º Kopecky, 2º Balsamo, 3º Georgi, 4º Vos, 5º Kraak.


En el velódromo, Balsamo esprintó sentada, casi sin fuerzas, siendo superada por Kopecky de forma neta. La italiana lloraría amargamente su derrota. La tercera posición fue para Georgi, que batió por la mínima a Vos. La veterana, la mejor ciclista de la historia, se quedó sin podio.


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Poco a señalar en la Itzulia, más allá de la caída multitudinaria y gravísima que ya fue la causa que motivó el anterior post. En la cuarta etapa todas las expectativas se alteraron, por la inclusión en el recorrido de un descenso peligroso, con el asfalto levantado por raíces, una curva mal peraltada y poco protegida en su escapatoria, donde los ciclistas que salieron de la vía se encontraron con una zanja de hormigón y unas piedras dignas de Iñaki Perurena. Un desastre, ante el que la organización, acompañada de algún que otro secuaz interno, puso paños calientes. El parte médico general fue desastroso, con Steff Cras y Jay Vine como ciclistas más damnificados, y con Jonas Vingegaard, Remco Evenepoel y Primož Roglič teniendo que renunciar a futuros objetivos por culpa de una negligencia organizativa flagrante. 

El cierre de filas en torno al argumento de los elevados ritmos y a los corredores que no frenan (o no son hábiles) ha sido la nota predominante en los últimos días, entre cuñados, propagandistas y gente implicada, simplemente con el afán de quitar hierro al asunto y pasar página. La carrera siguió su evolución, con una última etapa entretenida, en la que UAE logró desbancar a Mattias Skjelmose del liderato para colocar a Juan Ayuso, que contó con la ayuda de Carlos Rodríguez para conseguir su objetivo. Marc Soler fue quizá el héroe del día, con una labor fantástica para su líder, colocando UAE a cuatro corredores entre los diez primeros.

Pero a pesar de lo movido del último día, no debemos olvidar que esta edición es una edición marcada, que debería servir de punto de inflexión para tomar decisiones constructivas en beneficio de la seguridad de los corredores. La vistosidad de la última etapa (un éxito, según los propagandistas) no debe hacer olvidar los acontecimientos de la cuarta etapa, que marcaron claramente la carrera y quizá el resto de la temporada, y que deberían tener consecuencias directas en la organización y categoría de la prueba para futuros años.  


4 comentarios:

  1. Sobre la Roubaix, en directo me indigné muchísimo cuando Politt y Kung consiguen formar un corten con un Alpecin que no es ni VdP ni Philipsen, y ante la pasividad del grupo de favoritos no abren un gran hueco sino que se mantienen bastante tiempo en el arco del medio minuto.
    Quiero decir, ¿en qué otro escenario se veían esos dos mulos de carga en mejor disposición para subirse al cajón en el velódromo? Joder, que Politt no había dudado en lanzarle el sprint a Tratnik hace no tanto por un premio mucho menor... pero veías los relevos, la postura de rodar y entendías porque la diferencia del GPS no se disparaba frente a un grupo donde se miraban los unos a los otros (VdP a cola) esperando que llegara el Lidl a pagar las fantas.
    En un ciclismo normal esos dos bichos habrían cogido rápidamente una diferencia de en torno al minuto, que luego hay que recortarlo por mucho Van der Poel que seas, y a ver si te queda terreno para porder irte de ellos (como le pasó a Dillier con Sagan).

    Pero la realidad era otra, el otro Alpecin -Vermeerch- que después de estar metido en todas la luchas y quedarse de la la selección final demostró tener piernas para en solitario irse de nuevo a por la cabeza "humana" de carrera.
    A lo que voy, si así andaba el gregario, ayer no había escenario posible con VdP en pie que no acabara con la victoria del nietísimo, y de alguna manera creo que Kung y Politt creo q algo sabían, o eran conscientes de que como pasó en Flandes, si iban a la lucha desde tan lejos iban a perder hasta el apellido en meta.

    Solo decir que una pena que Pogacar no tuviera esos galgos a su servicio en Sanremo para el ansiado ataque en la Cipressa.
    Si no hay nada raro, UAE sí llevará bastante dinamita a Lieja para asegurarse que la "bendición" del arcoiris termina cuanto más lejos de meta mejor.

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    1. Así es, en ese momento se vivió algo parecido al movimiento de Pedersen en Flandes, con Vermeersch igualmente de stopper. A mí me indignó la facilidad con la que los Lidl - Trek entraron al trapo, cuando la situación invitaba más bien a dejar que cogieran ventaja y que van der Poel se pusiera nervioso, aun llevando a Vermeersch delante.
      Aun así, la superioridad de Alpecin era tan manifiesta que todo son especulaciones: se me hace muy difícil imaginar una carrera en la que van der Poel no hubiera acabado por imponerse.

      Un saludo.

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  2. Estoy de acuerdo con vosotros, Kung y Pollit no se atrevieron a lanzarse desde tan lejos pero el Trek debió dejar hacer a VdP. Pedersen corrió para ser tercero y de hecho estaba muy contento en meta. En todo caso la superioridad de los Alpecin fue exagerada, sobre todo teniendo en cuenta el récord de velocidad.
    En cuanto a la Itzulia lamentable la actitud de la organización y los medios en general echando la culpa a los ciclistas de la caída.
    Gracias Ignacio por tus crónicas.
    Un saludo.

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