lunes, 21 de junio de 2021

DOMINGO DE CAMPEONATOS

Me gusta el domingo de los campeonatos nacionales. Es la excusa perfecta para una ingesta masiva y simultánea de ciclismo. El único problema radica en que después es bastante complicado trazar un relato ordenado de los hechos, por no decir imposible. Así que lo que viene a continuación más que una crónica es una reconstrucción parcial a partir de numerosas lagunas. 

Multipantalla.


En el caso del campeonato español las cosas están claras. Ha sido una de las ediciones más entretenidas que recuerdo, aunque quizá a ello han contribuido tres factores. En primer lugar, un circuito duro, sin un metro llano, ha propiciado una gran selección. En segundo lugar, la incomparecencia del bloque del Tour de Movistar ha facilitado una mayor libertad de movimientos. En tercer lugar, y no menos importante, la inexistencia de retransmisión en directo durante bastante años impide realizar una auténtica comparación con otras ediciones. 

Ha sido Astana el equipo que ha ocupado la vacante parcial de Movistar, controlando un poco una carrera ciertamente loca, marcada por los continuos ataques y reagrupamientos. Ion Izagirre, Luis León Sánchez y Omar Fraile estaban al servicio de un Álex Aranburu al que finalmente le han fallado las piernas. Los rivales a vigilar estaban claros: Jesús Herrada, Pello Bilbao, David De la Cruz, Carlos Rodríguez...Por Movistar, Pedrero y Gonzalo Serrano fueron los protagonistas. Todos ellos se movieron en algún momento. Pero había más invitados a la fiesta. Ander Okamika del Burgos-BH, Julen Amezqueta del Caja Rural, el sorprendente Marcos García, del Kinan japonés, y sobre todo Roger Adrià del Kern Pharma, muy activo y a la postre quinto. 

Una de las incontables situacions de carrera que hubo.

 

En realidad la carrera se ha jugado en uno de esos sprints de caballo loco a los que nos tenía acostumbrados Omar Fraile. En la recta de meta cambió su lanzamiento a Aranburu por un sprint en el que sacó bien pronto varias bicis de diferencia. No tuvo oposición real. Herrada se hizo con el segundo puesto y Aranburu con el tercero. 

No es Bagno di Romagna, es La Nucia.


En el caso de Francia, todo se planteó como un marcaje al hombre a Alaphilippe, con el que no tuvieron compasión por su reciente paternidad. Los tres equipos WT franceses estrangularon todo ataque del campeón del mundo, mientras dejaban marchar una escapada numerosa, con representantes de todos los equipos. Incluido Deceuninck con Rémi Cavagna, para su desgracia.

Como era de esperar, el trontón de la manada atacó en la parte final, y ni Rudy Molard, ni Geoffrey Bouchard ni ninguno de los escapados lo pudo retener. El único peligro residía en la posibilidad de que Cavagna hiciera un recto, algo nunca descartable en un corredor con un pedaleo de autómata, que no suele mirar a la carretera como un niño obcecado en su tarea. Al menos impidió un nuevo triunfo de Madiot, que ejerce su particular yugo sobre la prueba. Tendrá que irse con su espectáculo de gritos y bufonadas a otra parte. 

Se mantuvo en la calzada y machacó.

 

En Bélgica se constató que Evenepoel necesita relajarse. En sus primeros años las victorias caían fáciles, por su talento y por las ganancias marginales que aporta su equipo, pero ahora parece ofuscado porque se ha dado cuenta de que ganar no es tan sencillo. Sobre todo si se llega al sprint. En esa particular carrera contra sí mismo cuenta además con un enemigo adicional: una prensa que ya le otorga la victoria antes de disputar las carreras. Así pues, no pudo descolgar  Wout van Aert y Edward Theuns, mostrándose contrariado al coronar el último repecho: se sabía tercero. 

El niño tiene hambre y si no come se enfanda.

 

El sprint se lo jugaron van Aert y Theuns y, como parece ser el sino del de Jumbo, se jugó todo en el golpe de riñón. Menos apurado que en otras ocasiones, pero de nuevo en la línea. Theuns había ahorrado fuerzas con zorrería, viendo que con los relevos de los otros dos ya había más que suficiente. Evenepoel, por su parte, entró tercero, maldiciendo a grito pelado. Otro día casi le arrea un sopapo a un chaperon. A este paso no creo que esté haciendo muchos amigos en el pelotón. Ese carácter ya no es solo cosa de la edad.  

El plano vanaertiano.


En Italia de nuevo un sprinter se colocó en la piel de un súper escalador. Ya lo hizo Viviani en 2018, ahora le ha llegado el turno a Colbrelli, apurando la actual racha de su equipo. El campeonato italiano ofrece actualmente el atractivo de la inexistencia de equipos numerosos, lo que convierte todo en una lucha individual. Los Bardiani intentaron hacer contar su superioridad numérica mandando gente por delante, táctica que les sirvió para mantener a Zoccarato en la tercera posición. 

"Su quanti???" Solo llevas uno detrás, Masnada, puedes dejar de tirar.

 

 

El recorrido en Imola, con la subida a Gallisterna, se predisponía a los ataques agónicos, y así fue. Fausto Masnada fue el Deceuninck de esta ocasión, después de un Giro bastante discretito. Pero se pegó a su rueda Colbrelli, con el maillot desabrochado, las cadenas colgando y el rostro enrojecido. Un mal pensado podría decir que a rueda un ciclista con auténtica estampa de corredor se soldó uno con más pinta de cicloturista que otra cosa. Pero Colbrelli tenía el día. Imbuido en ese espíritu vivianesco, intentó incluso descolgar a Masnada. El final no tuvo lugar en el autodromo (menos mal) sino en Imola, y allí Masnada lanzó un sprint desesperado desde lejísimo, que no impidió un fácil triunfo para Colbrelli. 

Vivianesco.

 

Del campeonato de los Países Bajos mi seguimiento fue bastante intermitente. En un inicio, la situación parecía un duelo entre van der Poel y los Jumbo, pero de pronto van der Poel desapareció del mapa. Dicen que atacó en la tercera vuelta, en una de esas locuras que les son propias cuando no se ve con piernas y decide quitarse de en medio con una inmolación que registren las cámaras. Finalmente los Jumbo hicieron contar su superioridad numérica, con Kooij, Roosen y Teunissen, incluso con Groenewegen sacrificándose hasta la extenuación, como quien cumple una particular penitencia. El triunfo final fue para Timo Roosen. 

Y ya finalmente aun pude ver el campeonato de Eslovenia, de rebote, dirimido en la costera Koper. Por delante marchaban Mohorič y Polanc, y detrás un grupo con Tratnik y Pogačar controlando, más Luca Mezgec. Después de varios tiras y aflojas, Mohorič se deshizo a ritmo de Polanc y se fue a por el triunfo en solitario. Pogačar entró quinto, rezagado de Tratinik y Mezgec, que se jugaron el podio. Parece que se haya tomado estos campeonatos de relax, sin machacarse, para ver si sus gregarios mojaban algo, o con la intención de no hacer derroches innecesarios de cara a lo que se le viene encima. 

En Eslovenia es sota, caballo o rey. Ayer fue sota.

 

Que no es otra cosa que el Tour. Un Tour que genera mucha expectación, pero que luego seguro que defrauda, como siempre sucede. Más todavía con los recorridos acutales, pensados principalmente para que nadie destaque demasiado y haya lucha de segunditos hasta el final. La maldita fórmula, que tan bien han sabido interpretar en Ineos en esta última década, salvo contadas excepciones. Estos se presentarán en la salida con un equipo de lujo, que ya ha hecho salivar a muchos periodistas, pero que se limitará a montar un trenecito como única alternativa al talento esloveno de Roglič y Pogačar. Si el ciclismo fuese un fenómeno más fácil de interpretar, se escogería a Carapaz como el líder del equipo frente a los otros dos corredores anglosajones, bien entrados en la treintena. Greipel, Froome, Valverde, Nibali, Porte, Thomas y Cavendish en otra época estarían ya comentando carreras, conduciendo algún coche en la caravana o criando tripa en el sofá: hoy aun se ven con piernas para ganar. Esto es el Tour, amigos, el lugar de los milagros.

lunes, 14 de junio de 2021

INEOS SUMA Y SIGUE

Sin tiempo para hacer la digestión de un Giro algo pesado, el ambiente comienza a tensarse de cara al Tour. Para el ciclista de sofá, el Tour forma parte del microcosmos veraniego, junto con las pieles rosáceas, las cremas solares mezcladas con sudor o la arena en la alfombrilla del coche. En cambio, para los ciclistas auténticos, el Tour es el momento de la verdad, sus exámenes finales. 

Poco más de una semana para el Tour

 

En Ineos llegan bien preparados a los exámenes de julio. No solo son de los que más han estudiado, también tienen las mangas repletas de chuletas, llevan las fórmulas y las fechas apuntadas en la mano y, por si fuera poco, cuentan con la calculadora mágica. Ya puestos, han dedicido adentrarse en terrenos inexplorados. Con las victorias de Porte en Dauphiné y Carapaz en Suiza, Ineos ha conseguido ganar cuatro de las siete vueltas de una semana de prestigio con cuatro corredores diferentes. Algo insólito. A ello hay que sumarle la victoria de Bernal en el Giro. La eterna factoría de recambios, este año más acaparadora que nunca, ha ido colocando cada una de sus piezas importantes en el tablero de Risk de la temporada. De momento solo se han olvidado de Tao, pobrecito. Aunque para ser sinceros, este particular récord se ha visto favorecido por la incomparecencia del dúo esloveno en las carreras ganadas por Ineos.

Aún así, las victorias de Porte y Carapaz han quedado un tanto eclipsadas por los estretosféricos rendimientos de Bahrain. El equipo anda desatado desde la retirada de Landa. Sus prometedores escaladores han seguido una pauta, quizá involuntaria: dejarse minutadas al principio para luego volar en los dos últimos días. Mäder se dejó nueve minutos el primer día de montaña del Tour de Suiza, Padun diez minutos en dos etapas. En los dos últimos días estuvieron poseídos por los ángeles de las montañas.

En el Tour en miniatura que es Dauphiné ganó Porte con solvencia. Es su sexta victoria en una vuelta de una semana (2 París - Niza, 1 Volta, 1 Romandía, 1 Suiza y 1 Dauphiné). Fue una victoria fácil para un especialista como él. Tan solo hubo dos etapas duras de verdad (las dos de Padun), en las que Alexey Lutsenko acabó cediendo, como era de suponer. Por el camino quedó la maniobra de Ineos para facilitar un ataque de rodador por parte de Thomas en Saint-Vallier y el sprint en cuesta de Valverde, batiendo a Geoghegan Hart, en Le Sappey-en-Chartreuse. Los dos últimos días tuvieron un único e indiscutible protagonista. 

Pöstlberger, protagonista de los primeros días.

El ataque de Thomas, aprovechando una curva.

 

En La Plagne y en le Joux Plane, Padun parecía dispuesto a sumarse a su paisano Bubka en aquello de batir récords. De todas formas, los "récords" de estas subidas son inalcanzables y la noción de récord en ciclismo es algo que debe usarse con cuidado, algo circunscrito en exclusiva a las pistas homologadas. Los tiempos de subida son simplemente indicaciones para saber si se ha subido lento, rápido o muy rápido. Padun subió muy rápido, nada más. Excepcionalmente rápido. Otro cantar es el hecho de ganar dos días seguidos, con tanta naturalidad, un día desde el grupo de favoritos y otro desde una fuga multitudinaria. En la entrevista en meta, la mascarilla contribuía a resaltar sus dos ojos, algo incrédulos, los propios de alguien que ha llegado fresco a meta, eufórico, beatífico.  Y además, la mascarilla también servía para ocultar sus dos amplias mejillas santanbrogianas. Hasta el momento Padun había hecho sus cositas, parecía predestinado a ser buen corredor, pero después de un año pasado algo gris (le ganó Narváez una etapa de lluvia en el descafeinado Giro de 2020) nada auguraba un resultado tan digno del mejor Ugrumov. 

A star is born.

 

El paisaje de maqueta de tren del Tour de Suiza ha vuelto a ser el gran protagonista, en una carrera en la que Carapaz era el gran nombre en la salida. Sí, estaban Alaphilippe, Schachmann, Fuglsang, Woods, van der Poel...Este año la participación del Dauphiné tampoco era excesivamente mejor. Pero de todos los participantes, Carapaz era a priori el mejor: y ha cumplido. Los dos eslovenos se han mantenido alejados de los grandes tests. Uno se estaba paseando en su tierra, al modo de un entrenamiento con dorsal (pero ganando) y el otro, a sus labores.
 
El Tour de Suiza siempre ha sido la cuarta vuelta del calendario. Antaño porque rozaba o superaba los diez días y porque incluía etapas duras (más duras que las de la Vuelta), etapas que venían bien a los corredores que acababan fuerte el Giro. De las figuras indiscutibles, solamente Merckx, además de Bartali, Kelly y De Vlaeminck, aparecen en el palmarés, junto con algún que otro Agnolutto de sorpresa. En sus años más decadentes, Rui Costa y Simon Spilak la convirtieron en su carrera. Carapaz no queda nada mal en el palmarés de la prueba, dándole algo de lustre.  
 
En Lachen (reír) a van der Poel le regalan un cuadro de payasos.


 
Andreas Kron recrimina a Rui Costa su maniobra en Disentis Sedrun.


La carrera comenzó con dos triunfos seguidos de van der Poel y una exhibición de la generación suiza, con Küng, Bissegger y finalmente Mäder. Carapaz puso las cosas en su sitio en el primer final en alto, sufriendo sin embargo un poco en la crono con subida al Oberalppass y bajada hasta Andermatt. En esa crono se salió Urán, un corredor especialista en recorridos así, buen bajador y lagunar donde los haya. Su registro fue impropio de alguien de su edad. Segundo hizo Alaphilippe, que se exprimió aun a sabiendas de que se iba a retirar al día siguiente, y tercero...Gino Mäder. De esta forma se llegó a la última etapa, con un ascenso más bello que decisivo al San Gottardo. Urán apenas inquietó a Carapaz, que mantuvo la ascensión controlada, primero con Dennis y más tarde con Dunbar. Hubo casi más aliciente por ver si Fuglsang desbancaba a Schachmann del podio. Finalmente Woods y Mäder se marcharon y mantuvieron en el descenso una bella pugna contra el grupo de favoritos. Se la jugaron en las calles adoquinadas de Andermatt, en ligero descenso. Para sorpresa de todos, ganó Mäder. No porque su rival fuese más rápido, sino por la manera en la que lo hizo. Cuando el canadiense ya llevaba un rato imprimiendo fuerza a los pedales, de pie, Mäder lo rebasó con inusitada y cancellariana facilidad, ganando el sprint sentado. Por un momento dio la impresión de no haber habido apenas sprint. Los Bahrain volvían a hacer su magia.

A los suizos les gusta leer en la sala de espera.


 
En fin, terminan así dos carreras de preparación en las que no se han visto grandes cosas. Parece que sin los eslovenos algo falta en carrera. En el próximo Tour, Ineos es a priroi el equipo a batir, pero le faltan las individualidades. Roglič y Pogačar parecen un paso por delante. En Ineos deberían confiar en Carapaz, pero las viejas glorias anglosajonas aun se consideran con posibilidades, y ahí están sus resultados. Podrían aprovechar la aparente debilidad del equipo de Pogačar para aislarlo, pues ni Hirschi ni De la Cruz parecen carburar todavía, pero no lo harán. La única vez que han apostado de verdad por la locura fue en un Giro cuyo ganador final ni siquiera debería haber tomado la salida. El resto de carreras en las que han ganado por aplastamiento lo han hecho con trenecito. No innovarán, y aunque suene contradictorio, es bueno que así sea: hay que dejar espacio a otros equipos y a otros corredores. 

Pogačar contro tutti