miércoles, 17 de julio de 2019

"COPPI 1945, UNA PRIMAVERA A ROMA", DE GIAMPIERO PETRUCCI Y FABIO BELLISARIO

Para escribir de ciclismo, y escribir bien, no es necesario ser un mercenario de las letras. Afortunadamente hay amantes del ciclismo en todos los sectores profesionales y esta maravilla de libro que tengo entre manos es la demostración fehaciente. Escrita por un geólogo, Giampiero Petrucci, y un arquitecto e historiador del arte, Fabio Bellisario, este libro de rápida lectura se inscribe en la literatura surgida como conmemoración del centenario de Fausto Coppi, evitando caer sin embargo en lugares comunes. En sus páginas apenas se reviven sus grandes gestas, aquellas que han sido más mitificadas por el paso del tiempo. Más bien el libro ofrece luz sobre un periodo no tan conocido de su vida, su "periodo romano", circunscrito a 1945. 





Pocas vidas ciclistas se entrelazan de forma tan íntima y también dolorosa con la historia traumática del siglo XX como la de Fausto Coppi.  Ello contribuye sin duda a su consideración como mito absoluto del ciclismo. Su vida no es comprensible sin la Segunda Guerra Mundial, como tampoco lo será sin la muerte de su adorado hermano Serse. Pero como bien atestigua el libro, él  al menos pudo volver. De hecho, el libro es una narración apasionada de esa vuelta a la normalidad después del desastre, en la que también la reanudación de la actividad deportiva, en concreto de la ciclista, contribuyó al renacer de un país dispuesto a crecer (y también a camuflarse) sobre las cenizas del fascismo. Pero como decía, él pudo volver. Otros no tuvieron tanta suerte y murieron en la guerra, e incluso a otros la guerra truncó toda posibilidad de continuar, como es el caso de Giovanni Valetti o también el de Gustaaf Deloor, como bien cuenta Juanfran De la Cruz en su "Gustaaf Deloor, de la Vuelta a la luna" (con un gran capítulo dedicado también a la guerra en Bélgica).

El libro comienza en 1942 en el Vigorelli de Milán, con ese récord de la hora que la tradición mitificada sitúa bajo las bombas y del que habló Sergio Palomonte en una edición de Volata dedicada a la pista. A pesar de ser el último vencedor del Giro, recordman de la hora y campeón de Italia in carica, Coppi no pudo escapar del reclutamiento (debía dar ejemplo) y fue enviado a Túnez en 1943. Su regimiento no tardó en caer apresado por las tropas británicas (13 de mayo de 1943). Sin embargo, el 11 de noviembre de 1944 ya está en Nápoles con las fuerzas aliadas, después del desembarco de Sicilia y la liberación de la ciudad, en categoría de prisionero colaborador. El libro señala cómo estuvo hasta la finalización de la guerra (25 de abril de 1945) sometido a los ingleses, aunque desde el primer momento gozó de la protección del teniente de la RAF Ronald Smith Towell, que le permitió volver a entrenarse desde el cuartel de Caserta (situado en la misma Reggia).

Antes de continuar con la narración de los hechos, el libro se detiene a homenajear a Edmondo Nulli y a la Società Sportiva Lazio, los artífices del retorno de Coppi a la competición. El capítulo dedicado a Edmondo Nulli lo presenta como un humilde fabricante de bicicletas romano, que en ningún momento pudo competir con los grandes fabricantes de la "Alta Italia". Sin embargo, las circunstancias y su hábil instinto para los negocios (muy romano, por otra parte) le hicieron ponerse en contacto con un desesperado Coppi, que quería volver a la competición una vez las dos terceras partes de Italia había sido liberadas del yugo nazi-fascista. La Società Sportiva Lazio (a la que se dedica todo un capítulo sobre sus orígenes, algo panegírico, con recuento de muertos en las dos guerras incluido) fue la que dio el respaldo económico a la contratación de Fausto Coppi, que de esa forma correría durante la temporada de 1945 con la maglia arancione de las bicicletas Nulli.



El capítulo dedicado a "Roma 1944" es una descripción muy plástica (como solo los italianos saben hacer) de la liberación de la ciudad, algo visto hasta la saciedad en las películas neorrealistas pero que contado adquiere el carácter de una fábula. Las campanas sonando; los romanos saliendo a las calles; los acuerdos secretos, con el Vaticano de por medio, para garantizar una retirada sin represalias a los nazis y fascistas, a cambio de ceder la ciudad intacta a los aliados; los pocos judíos supervivientes saliendo de sus escondites; el problema del hambre y la llegada del chewing gum para matarla o distraerla; el tímido despertar cultural (Zavattini, Rossellini y compañía) con las cámaras en la calle; los depauperados barrios de baracche (San Lorenzo, Casal Bertone) creados para subsanar los destrozos de los bombardeos y que se mantendrán hasta los años 70; la fogosidad, no siempre amable, de las tropas norteamericanas con las jóvenes romanas desesperadas...Un poco más tarde, Coppi se añadirá a esa película en blanco y negro, y junto con Bartali llenarán los noticiarios del dopoguerra.   



De esta forma Coppi llega a Roma en enero de 1945, habiendo sido previamente contactado por Nulli en Nápoles. Se cuentan a continuación las primeras carreras en pista, disputadas en el extinto motovelodromo Appio, con asistencia no solo de corredores romanos ya prácticamente olvidados (Pietro Chiappini, Gustavo Guglielmeti), sino también de corredores de la Toscana, como Primo Volpi y sobre todo el gran Gino Bartali. Coppi se hospeda en la propia casa de Nulli, a quien los autores dan un papel tan central en la vida de Coppi, al menos tan decisivo, como el de su masajista ciego Biaggio Cavanna. Las primeras carreras romanas se van desarrollando a lo largo de esa primavera de 1945, en la que también se disputa una carrera femenina en la que la narración se detiene un instante. En ella (la Coppa De Dominicis) y en su ganadora, Wanda Riccardi. A pesar de que el estado de forma de Coppi no es el más óptimo, conseguirá su primera victoria de la temporada en la Coppa Salvioni, con final en Castelgandolfo. Después del 25 de abril, con la liberación de todo el país, Coppi pide permiso a Nulli para visitar su casa familiar y de paso, pedir matrimonio a su novia de toda la vida, Bruna Ciampolini. El recorrido de Roma a Castellania es narrado con gran detalle, permitiendo al lector imaginar un recorrido hecho mitad en bicicleta, mitad en furgonetas anónimas, dispuestas a transportar durante unos cuantos kilómetros al campeón y a su máquina, atravesando carreteras destruidas. 

Después de solucionados los asuntos familiares y su futuro matrimonio, Coppi vuelve a Roma a disputar el Giro del Lazio,  disputado en los castelli romani con meta en el Motovelodromo Appio, en el que también participa Gino Bartali y el gran campeón de esa temporada, el rápido Adolfo Leoni. Sin embargo, la victoria irá a parar a un corredor más humilde y que apenas tendrá más trayectoria, Zaurino Guidi. Coppi finalizará en segunda posición. Poco después, durante julio, marchará al norte a disputar la primera carrera de prestigio que se organiza en el norte tras la finalización de la guerra, el circuito de Milán. Se disputa de nuevo el campeonato italiano, con victoria del lombardo Severino Canavesi. La narración de esa fantástica temporada del renacimiento termina en la Liguria, en el criterium de Ospedaletti, en el que se dice que el propio Bartali favoreció la victoria de Coppi como "regalo de boda" por su reciente matrimonio con Bruna. 



Por tanto, el libro ofrece una panorámica detallada de una temporada todavía oscura en la trayectoria de Coppi, anterior a la Milán-Sanremo de 1946 que es considerada como su vuelta a los grandes triunfos. Para mi gusto quizá los capítulos dedicados a la Lazio se exceden en el aspecto triunfalista (el libro está editado por la S.S. Lazio), recalcando el pasado liberal y multidisciplinar de la entidad, con una sección de waterpolo muy activa, en cuya sección juvenil militó Nanni Moretti (no lo cuenta el libro, lo digo yo, a pesar de ser giallorosso), así como su carácter olimpista (para los desconocedores del mundo del fútbol como yo, ha sido un pequeño descubrimiento enterarse de que los colores del equipo vienen de la bandera griega). Sin embargo, poco se dice de actitudes parafascistas de algunos de sus hinchas, como han constatado sucesos recientes (aquella vergonzosa y punible pancarta con referencias antisemitas a Ana Frank). El libro gana en su faceta histórica, incluyendo en su parte final todo un elenco de fotografías (algunas conocidas, otras no tanto) e incluso postales desde Francia de los dos hermanos Coppi. 

En fin, la lectura del libro es un auténtico placer, como también lo es para mí escribir sobre ciclismo, tanto del actual como del pasado. En cierta medida, hablar de historia del ciclismo es hablar también de historia, pues los acontecimientos deportivos no dejan de estar impregnados por el zeitgeist o, si se prefiere, pueden constituir la espuma de la cresta de las olas, la parte más superficial del profundo mar de la "larga duración", como diría Fernand Braudel.

 G. PETRUCCI, F. BELLISARIO, Coppi 1945, una primavera a Roma. Fausto, Nulli e la Società Sportiva Lazio. Edizioni Eraclea, Roma, 2019.


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Dedicado a los periodistas de verdad,  a los de hoy y a los de antaño. No a los de mierda.

4 comentarios:

  1. Enhorabuena por las últimas entradas.
    A los grandes campeones del deporte se les suele hacer una y otra vez las mismas biografías, los mismos hechos, las mismas hazañas. O se emplean sus malos momentos para hacer ídolos con pies de barro y después poderles atizar con más fuerza (el caso del famoso tejano). Está bien recordar a Coppi en años oscuros y tenebrosos para él y su país.
    Sobre la SS Lazio, yo hasta hace no mucho desconocía que era un club multideportivo. Y lo conocí porque andan metido en un proyecto europeo sobre el dopaje en el fitness. Es complicado ver ahora al Lazio con otros ojos, no solo por las acciones de algunos de sus seguidores, también por lo que hacían sus propios jugadores de fútbol.
    Aquí Marcos Pereda lo describe:
    https://ctxt.es/es/20160309/Deportes/4681/
    Vaya tropa.
    Siempre he alabado ese tipo de clubes, como el FC Barcelona, con diferentes disciplinas, al mismo tiempo que siempre me ha parecido mal que grandes clubes de fútbol españoles (me vienen a la cabeza dos clubes de la capital..., no es de extrañar, uno hasta quito en su día la cantera de fútbol) hayan hecho desaparecer otras secciones suyas. Ves fotos antiguas, a Gregorio Rojo (futuro entrenador de Jose Manuel Abasbal) defendiendo los colores del RCD Español o a Delio Rodríguez pedaleando con el Deportivo de La Coruña. Tal vez era fruto de otra época, donde el deporte se veía de otra forma, donde grandes "empresas" deportivas de ahora (dinero, dinero...) eran fundadas por estudiantes de la ILE buscando una formación integral y todo eso y demás, donde escritores como José María de Cossío presidían clubes como el Real Racing de Santander.
    Con el tiempo llegarán los Nuñez, Gil y Mendoza de turno, para alejar posibles intelectualismos del deporte rey.
    Y volviendo al ciclismo, ahora mismo (y en el pasado también) grandes clubes lusos de fútbol tiene equipos pro y hace no mucho el Barça tuvo uno en amateurs, incluso se rumoreó que el Real Madrid planeó hace lo propio.
    Mondo bizarro con el panorama actual del velocipedismo.
    Carlos Cobo Corrales

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    1. Fascinante y tremebundo a partes iguales el artículo que has enlazado de Marcos Pereda. En el libro de Coppi se habla de Re Cecconi, pero no se menta esa tendencia fascista y casi paramilitar del equipo laziale en aquella época. Sí que es verdad que los capítulos dedicados al Lazio, escritos por Bellisario, tienen un aire más pomposo, más épico, más fascistoide diría incluso, que los del otro escritor, centrado en la vida de Coppi.

      En cuanto a los clubs plurideportivos, aun recuerdo de niño cómo el Valencia C.F. tenía su sección de atletismo, bastante potente. Y siempre me llamó la atención que los primeros equipos italianos de ciclismo, patrocinados por marcas comerciales, copiasen las equipaciones de los grandes clubes del calcio: la Carpano como la Juventus, la Ignis en alguna ocasión (el Tour de 1962) como el AC Milan, o el Ibac como la Bologna.

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  2. Sí, cierto lo del Valencia C.F. Mi propio codirector de Tesis fue lanzador en ese equipo. Creo que aquello se "traspasó" al Valencia Terra i Mar, pero no estoy seguro al 100%. En España la Real Sociedad de San Sebastián y el Celta de Vigo siguen teniendo equipos destacados de atletismo. Aunque la referencia en ese sentido es el FC Barcelona. Aquí el Cantabria existe el España de Cueto, con equipos de fútbol regional y atletismo. El Racing de Santander también tuvo equipo de atletismo algunos años. Creo que José Luis González corrió algún año con el Real Madrid CF (y Santana en tenis también compitió por ellos).
    Ojalá esa relación fuese mayor, como mecenazgo y protección, no como "sumisión". Ahora está La Liga Sports, https://www.laligasports.es/ , un apoyo económico y mediático a otros deportes. Aunque yo también agradecería que ciertas empresas deportivas (ya no son clubes) dejasen de deber dinero a SS y Hacienda, o ser un coladero de subvenciones públicas de dudosa naturaleza.
    De equipos ciclistas-futboleros, en Portugal Oporto, Sporting de Lisboa y Benfica. Casi nada.
    Lo de los maillots ciclistas sí, no había caído esa influencia del calcio. Creo que la maglia nera, una de las razones de su color también procedía de un equipo de fútbol. Pereda lo contaba en "Arriva Italia".
    Y sobre ese equipo del Lazio, fijo que Unzué les hubiera metido en vereda con algún vídeo de colegueo jaja. Ni Guimard con Peter Post hubieran podido con esas bestias armadas.

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    1. Todo cambió cuando los clubes de fútbol se convirtieron en Sociedades Anónimas. Aunque yo prefiero que clubes que polarizan tanto la opinión mediática como el Real Madrid y el Barça se mantengan alejados del mundo del ciclismo. No me imagino la cantidad de exabruptos, noticias ficticias y cotilleos vulgares que habría si Landa fuese del Barça sección ciclismo y Quintana del Real Madrid.

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